Ya han pasado más de diez días desde que competí en las dos carreras el del largo fin de semana que hemos disfrutado los extremeños, del 6 al 8 de septiembre, y quizás, ahora, después de este tiempo transcurrido es el momento de hacer algo de reflexión sobre las mismas.
Han sido carreras que se han tornado complicadas para mí, la primera, además, acompañada de un perfil muy, muy exigente. Pero vamos a ir por partes.
En primer lugar, participé el sábado día seis de septiembre en el II CROSS SOLIDARIO ASPACE, organizado en Jaraiz de la Vera, con el fin de obtener fondos para llevar a cabo la construcción de una residencia de esta entidad en la localidad verata. Dicha carrera, formaba parte de las llamadas Olimpiadas Solidarias. Así que, queda claro, el fin era totalmente solidario. Pero, como ya le dije a mi amigo Marcial, verdadero alma mater de esta carrera, tras finalizar, y aún derrotado por el esfuerzo, una carrera solidaria no debiera ser tan dura. Y es que dura sí que fue. Un total de doce mil doscientos metros, con un perfil muy exigente, al menos para mí.
Allí nos juntamos este año unos veinticinco corredores, debido, entre otras cosas, a la coincidencia con la Milla de Almaraz y una carrera de montaña que había por el valle del Jerte. Y es que la proliferación de carreras hace que las participaciones disminuyan, pero es lo que toca.
Allí nos presentamos mi hermano Agustín, Antonio y el que esto escribe con el fin de participar en la carrera, y aportar nuestro granito de arena a esta bella causa. Y nos juntamos con los habituales en estas lides, con Dionisio, Susi, su hijo, los lanchacabreras, los del Hispania. Es decir, los de siempre.
Han sido carreras que se han tornado complicadas para mí, la primera, además, acompañada de un perfil muy, muy exigente. Pero vamos a ir por partes.
En primer lugar, participé el sábado día seis de septiembre en el II CROSS SOLIDARIO ASPACE, organizado en Jaraiz de la Vera, con el fin de obtener fondos para llevar a cabo la construcción de una residencia de esta entidad en la localidad verata. Dicha carrera, formaba parte de las llamadas Olimpiadas Solidarias. Así que, queda claro, el fin era totalmente solidario. Pero, como ya le dije a mi amigo Marcial, verdadero alma mater de esta carrera, tras finalizar, y aún derrotado por el esfuerzo, una carrera solidaria no debiera ser tan dura. Y es que dura sí que fue. Un total de doce mil doscientos metros, con un perfil muy exigente, al menos para mí.
Allí nos juntamos este año unos veinticinco corredores, debido, entre otras cosas, a la coincidencia con la Milla de Almaraz y una carrera de montaña que había por el valle del Jerte. Y es que la proliferación de carreras hace que las participaciones disminuyan, pero es lo que toca.
Allí nos presentamos mi hermano Agustín, Antonio y el que esto escribe con el fin de participar en la carrera, y aportar nuestro granito de arena a esta bella causa. Y nos juntamos con los habituales en estas lides, con Dionisio, Susi, su hijo, los lanchacabreras, los del Hispania. Es decir, los de siempre.