jueves, 29 de marzo de 2018

VIII CROSS CAMINO DE LA ERMITA DE LA DEHESA

Lanchacabrera y Navalmaraton
Tras el bajón por el resultado, inesperado, del Medio Maratón de Badajoz, y debido al cansancio que arrastraba, bien fuera físico, bien fuera mental, lo cierto es que decidí “obsequiarme” cinco días de descanso.
Y así estuve, sin correr, sin entrenar, hasta el sábado, que participé en la octava edición del CROSS POPULAR DEL CAMINO DE LA ERMITA DE LA DEHESA, que organizan los amigos, y mejores personas, del C.D. Lanchacabrera, de Jaraiz de la Vera.
Dada la gran amistad que me une con ellos, es una prueba fija en mi calendario anual, y solo he faltado en momentos puntuales. Y este año, iba a acudir nuevamente.
Pero la mañana invitaba a cualquier cosa menos ir a correr, y es que un viento, bastante fuerte, hacía que la jornada fuera desapacible, aún cuando el sol estaba en lo alto. Y si a esto unimos que la noche anterior había caído bastante cantidad de agua, el circuito iba a estar para pocas florituras, y es que el paso por la Finca Valdepasil iba a estar bastante difícil.
Este año, además, esta prueba contaba con el aliciente, uno más, de que nuestro amigo y compañero ANTONIO SERRADILLA, era nombrado el padrino de la prueba, sin duda alguna, un gran reconocimiento para una persona que vive por y para el atletismo popular, y solo deja amigos allí donde va.
Así que nos fuimos el Sr. Serradilla y yo para la población verata, acompañado de su hija, Natalia, fiel seguidora. Allí nos estaba esperando Antonio Pintado, que tras un período de inactividad por lesión, se volvía a enfundar la camiseta roja. Una gran noticia.
También nos estaba esperando el local Rubén, quien iba a correr, los últimos kilómetros, con su perra Daisy, y es que Rubén es un gran aficionado de las carreras de canicross, modalidad deportiva de atleta y perro.

domingo, 25 de marzo de 2018

IV MEDIO MARATON DE BADAJOZ

Todos los del club (menos Sergio), antes de salir
Las ganas pueden ser muchas, la ilusión también ser la máxima, que cuando la realidad te demuestra su cara, justo en ese momento debes aceptar que no es posible lograr siempre lo que se quiere. Así lo viví yo en Badajoz, el pasado domingo.

El día 18 de marzo, participé en la cuarta edición del Medio Maratón de Badajoz, incluido dentro de la prueba del Maratón Popular de la ciudad pacense, que ya celebraba su 26ª edición. Esta prueba nació como consecuencia de que muchos corredores nos hemos inscrito al Maratón, y, después, nos hemos retirado al paso por el Medio Maratón, por lo que al calor de la creciente afición a la participación en las carreras populares, desde la organización se decidió, con buen criterio, instituir esta prueba, por cuanto el recorrido de la prueba reina, es a dos vueltas. 
Y así, el domingo, a eso de las cinco y media de la mañana sonaba el reloj, para decir que era el momento de levantarse, para marchar hacia la capital pacense, porque las carreras tenían su comienzo previsto para las nueve y nueve y cuarto de la mañana, primero el maratón, después el medio maratón. Y como no solo yo soy el loco, hasta trece corredores del club nos dirigimos a Badajoz, en una mañana fresca, algo nublada, pero que, según las predicciones meteorológicas, no iba a obsequiarnos con la lluvia, como así habían sido varios días de la semana pretérita. 
Y en esta semana previa observé, noté, que no estaba fino, que las piernas no respondían con la misma frescura que anteriores jornadas, no corría redondo, había que pelear para buscar un ritmo adecuado, cuando éste antes fluía solo. No tenía las mejores perspectivas para la carrera, y eso que mi intención era pelear por conseguir un buen crono. 
Una vez llegamos a Badajoz, allí nos esperaba el amigo Javier con todos los dorsales, y tras tomar un café, unos, otros como yo, mi ritual de zumo y plátano, nos fuimos yendo para el colegio que hacía las veces de guardarropa y vestuarios, donde nos empezamos a poner guapos para la carrera. 
Se iban acercando las aguas del reloj a esa combinación que marcaba las nueve en punto, hora de comienzo del maratón, para que el que estaban inscritos cuatro de nuestros compañeros, el incombustible Antonio Serradilla, David, que venía de haber hecho el maratón de Sevilla tres semanas antes, Josequi, con su segunda aventura en la distancia, cerrando Carlos Tapia, el más valiente de todos, ya que era el que estaba menos entrenado de todos.

viernes, 9 de marzo de 2018

XII MEDIO MARATON DE MERIDA (CON MI HERMANO AGUSTIN)

En el Juan Porro

El pasado domingo, día 4 de marzo, volví a acudir, un año más, y ya van ocho, al Medio Maratón de Mérida, quizás la prueba más espectacular que se celebra en Extremadura, por el impresionante recorrido que tiene, pasando por casi todos los monumentos de la antigua Emérita Augusta, que fuera la capital de la Lusitania romana, y una de las grandes ciudades del Imperio Romano. En este año se celebraba la decimo segunda edición.
Pues bien, la semana no empezó bien, ya que el martes arranqué con problemas gastrointestinales, que me tuvieron postrado ese día, aunque, afortunadamente, el miércoles ya me encontraba mejor y pude entrenar, a pesar de tener que luchar con el agua, con el aire. A esto había que sumar la más que probable certeza que decían los partes meteorológicos, y que anunciaban intensas lluvias para esa matinal dominical.
Pero según avanzaba la semana, sin embargo, el domingo presentaba un oasis en la mañana, lo que nos iba a facilitar el poder correr, y así quince corredores del club nos presentamos en la capital autonómica, para formar parte de un pelotón de mil quinientos corredores.
En esta ocasión, el planteamiento iba a ser el de acompañar a mi hermano Agustín, algo falto de entrenamientos, por su exigente jornada laboral. Así que, tras el esfuerzo de Montijo, tras el que me tomé unos días de descanso, era un plan ideal.