domingo, 13 de noviembre de 2011

MARATON DE OPORTO Y FAMILY RACE (6 DE NOVIEMBRE DE 2011)

Después de Talavera de la Reina, de las buenas sensaciones, quedaba por ir afinando de cara a la Maratón de Oporto, prueba que quería hacer, aunque no con grandes pretensiones, sino tan solo buscando hacer una prueba de este calado con serenidad y seguridad.
Así que la semana siguió evolucionando hacia nuevos entrenamientos. Y, un día, recibí un correo de un chaval, Raúl, que estaba por la zona, y como se encontraba inscrito para correr la Maratón de Nueva York, a celebrar el día 6 de noviembre y quería hacer dos horas el domingo, por lo que a mí me venía ideal, puesto que ese mismo día era Oporto, así que quedamos para ese domingo.
Hicimos el entrenamiento, 26 kilómetros en 2 horas y 5 minutos, con una vuelta por debajo de la hora, lo que me dejaba un buen sabor para ir afrontando estas últimas semanas. Pero por la tarde, cuando ya toda la musculatura se relajó, un dolor intenso en el pie derecho me dijo que algo pasaba. Y es que lo que durante los entrenamientos anteriores pudieran ser molestias llevaderas, hoy era un dolor profundo. Así que con estos síntomas, con estos dolores, visita al masajista, y apareció la palabra maldita “FASCITIS”.
Con este problema, parada para intentar recuperarme, desistiendo de la Media Maratón de Don Benito, cambiando el correr por nadar y bicicleta estática, todo con el objetivo de no perder excesivamente la forma, y poniendo mis miras en la Media de Monfragüe. Pero cuando empecé y ya parecía que podría correr, volvieron los problemas, así que nueva parada, y tuve que tomar la difícil decisión para mí, olvidarme de la Maratón de Oporto, para la que estaba inscrito, ya que no la iba a poder hacer con garantías y forzar podría ser el suicidio para toda la temporada.
Fue una semana difícil, no tenía ganas de nada, y no veía ni el momento ni las ganas para intentar volver a salir. Hasta que el lunes vino a buscarme Juli e hicimos cerca de una hora de entrenamiento. El no tener muchas molestias, y el que a la mañana siguiente prácticamente no existiesen, me hizo volver a intentar entrenar un poco, y así lo fui haciendo, por lo que pude juntar dos semanas seguidas de entrenamiento, pero, eso sí, con poca intensidad, lo único intentar que mis piernas volvieran a coger algo de ritmo, ya que iba a ir a Oporto, aunque a correr la carrera de 14 kilómetros que se disputaba paralelamente a la Maratón, en la que ya participé el año pasado.
Y ya con los últimos entrenamientos, dos en la última semana, el viernes nos encaminamos hacia la ciudad lusa de Oporto. Tras un accidentado viaje, en el que nos pasó casi de todo, conseguimos llegar enteritos a nuestro destino: un discreto hotel, con habitaciones pequeñas, pero, eso sí, bien situado, muy cerca de la salida de la prueba.
Así, el sábado a recoger los dorsales, y allí nos vimos con una fila de personas esperando a recoger el dorsal que podría hacer perder los nervios a cualquiera, pero gracias a que conocíamos al Director de la prueba, accedimos a tener los números antes que otros muchos. Después, algo de turismo y una buena comida. Siesta y después un poco de recorrido por la zona centro de Oporto, cena, y a la cama.
La mañana de la prueba, bajamos para el desayuno, y tras esto a ponerse guapos, con la indumentaria roja, e iniciamos nuestro camino a la carrera. La mañana, ideal, algo fresca, pero soleada, sin apenas aire, y más de cuatro mil almas esperando al pistoletazo de salida. Y allí estaba yo, con un dorsal para la Maratón que no iba a correr. Es cierto que en algún momento pensé en hacerla, pero la cabeza me debía decir que era mejor no hacerla. Así que, nada, a por la carrera de 14 kilómetros.
Y empezó la prueba. Esta vez salí mejor que el año pasado, porque salí más adelante. Y lo primero, la cuesta que te lleva hasta la rotonda de los descubridores, luego enfilar la Avenida de Boavista, paso por el estadio de Bessa, donde el Boavista juega sus partidos, pasar un puente y vuelta a la Avenida de Boavista. No iba mal, parecía que llevaba buen ritmo, buscando el kilómetro 5, y de ahí a salir buscando la explanada de Río de Janeiro. A lo lejos veo a Jorge, y después me cruzo con Juli, van bien situados en la maratón. Yo ya empiezo a notar que mis piernas empiezan a pesar, que no voy todo lo cómodo que debía ir. Km. 7, mitad de recorrido, mirada al reloj, 28:40 minutos. Buen ritmo.
Ya accedo a la Avenida de Montevideo, que tiene como vecino, a la derecha, al Océano Atlántico; a la derecha un pequeño parque donde hay gente corriendo, al margen de la carrera nuestra, y de ahí accedemos a la Avenida de Brasil, que no deja ser una prolongación de la vía que discurre paralela al Océano. Estoy buscando el kilómetro 10, ya que allí estará la vuelta, hacia la meta. Pero según me voy acercando no veo a nadie en el carril contrario, y cuando estoy llegando a ese punto, empiezo a ver a los primeros corredores de la prueba corta, que salen por una calle que el año pasado no transitamos. Accedemos a una calle con unos adoquines muy levantados, que hacen más duro el correr, es la Rúa de Nuestra Señora de la luz, ahí está el kilómetro 11, lugar donde, ahora sí, se bifurca las dos carreras. Esta carrera va a ser algo más larga que el año pasado.
Después de este rodeo a través de una manzana de edificios, me encamino hacia la meta, por las Avenidas de Brasil y Montevideo. Y aquí es donde se aprecia, en todo su esplendor, el espectáculo de atletismo popular, y es que vienen muchísimos corredores por la otra parte. Hombres, mujeres, más jóvenes, más mayores, buscando cumplir sus objetivos, bien la maratón, bien la carrera corta. Veo, en primer lugar, a Raul, que va muy cómodo; luego a Marivi y Fátima, que van juntas. Y allí voy yo, sufriendo, padeciendo, me pasan algunos corredores, no muchos. Y ya vuelvo a la Avenida de Boavista. Miro el reloj, llevo 56:30 minutos, desde luego no son catorce mil metros, son más. Y aquí me recupero un poco y adelanto a tres corredores, consiguiendo acabar la prueba, con un tiempo de 1:03:07. Termino, me siento, bebo agua, pienso que no ha sido una gran carrera. Miro el reloj, y con los tiempos que marca el reloj, más de 15 km. se han hecho. Tras recuperarme voy a buscar a mi mujer, que llega en 1:35 horas. Después llega Fátima en 1:37. Cuando hablo con Jorge Teixeira, director de la carrera, me reconoce que, efectivamente no eran 14 km. sino más de 15 km. Y es que si hubiesen usado una rueda, todos saldríamos de dudas.
Y después de que acabe la Family Race, nos vamos a ver llegar a los corredores de Maratón. Los primeros, todos africanos, y luego se cuela algún portugués, un rumano, y en el puesto 15 llega el vencedor del año pasado Alex Kirui, totalmente desencajado, derrotado, su tiempo final 2:24. En el puesto 17 aparece Jorge Campos, con 2:31, y en el puesto 26 portando la bandera de España Julián del Monte con 2:39. Y después de ir a verlos y felicitarlos, por sus marcas y por sus puestos, nos vamos todos a esperar la llegada de Raúl Martín, que iba a rondar las 3 horas 45 minutos. Pero los minutos pasan y Raúl no aparece, cada vez avanzo más en sentido contrario a la carrera, buscándole, y cuando se van a cumplir las cuatro horas aparece, dolorido, cabreado, viene tocado del glúteo derecho. Acaba en 4:01.
Luego nos contará que sufrió un percance en el avituallamiento del km. 25, y que unos metros más adelante, la pierna le dijo que estaba lesionado. Así que corriendo, andando, sufriendo, hizo 15 kilómetros, consiguiendo llegar. Toda una proeza, y con un gran valor, más allá de la marca.
Luego, una vez se acabó todo, al hotel a ducharnos, y, después a celebrar el haber finalizado otra carrera más, con una buena comida, y viaje de vuelta para Navalmoral.
Espero poder recuperarme correctamente y poder empezar a entrenar de cara a disputar la Maratón de Barcelona el día 25 de marzo de 2012, ya que la Media de Jarandilla la descarto, y en cuanto a la de Navalmoral, como organizador de la prueba he renunciado a disputarla. Todo se andará.
Quizás la Media Maratón de Almendralejo, esa prueba que no se iba a celebrar y que, finalmente, se va a celebrar, aunque la han colado entre Jarandilla y la nuestra. Esta prueba no es nada más que para matar el gusanillo, siempre y cuando el pie me lo permita.
Por último, decir que el dibujo que tengo insertado es el que hizo mi hijo Víctor para el concurso de dibujos para el Cartel anunciador de la III Media Maratón Valdehuncar – Navalmoral.

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