Corriendo, y mojándome |
El agua y
Jaraiz de la Vera son dos elementos indisolubles, que no van separados, ni se
pueden entender cada uno por su lado. Y esto viene a colación de las carreras
que he disputado en el último año en esta localidad.
Porque la
pasada San Silvestre, llovió al instante de finalizar la carrera. Porque en el
Cross de la Ermita de la Dehesa, los últimos llegaron con el agua cayendo sobre
ellos. Porque en el Cross a favor de ASPACE, llovió, diluvió, minutos antes de
comenzar la carrera, lo que hizo que se retrasase el comienzo, y, nada más
terminar, volvió a caer agua, ya para aburrir.
Y en esta
Nochevieja, por la mañana, me apresté para asistir a una nueva edición de la
San Silvestre, a la localidad verata, y aunque me levanté aún no llovía, a las
diez, como apuntaba el amigo Maldonado en Internet, empezó a caer agua, y ese
fue mi acompañante durante el corto viaje a Jaraiz.
Tras
estacionar el vehículo, me encontré con Miguel Ángel, de Lanchacabrera, con el
que me fui para la Plaza, lugar de salida de la carrera, y seguía persistiendo
el agua. Desde luego, afición no nos falta.
Tras ver a los compañeros, a
los amigos, saludos, abrazos y a meterse debajo de los soportales, con la idea,
con la esperanza, que dejase de llover, pero no, esto no sucedía, y aquí vino
el amigo Juan Pedro, de mi club, para decirme que si salíamos a calentar; ya le
vale, a calentar dice, será a empaparnos, y eso fue lo que hicimos, una
sudadera encima de la equipación, y a dar vueltas por el circuito para entrar
un poquito en calor. Todo era agua, las calles en cuestas hacían ver como corría
el líquido elemento, las zapatillas se iban mojando, el frío empezaba a
notarse. Y es que el agua estaba realmente frío, parecía casi nieve. La mañana
no marcaba más de seis grados de temperatura.
Empezaron las
carreras de niños, con muy pocos participantes, y es que la meteorología,
inclemente, no permitía alegrías, y echó para atrás muchas posibles
participaciones.
Ya se acercaba
el momento de la carrera, y casi todos los participantes estaban resguardados
en los soportales de la plaza, como con miedo a salir, y es cuando el animador
empezó a llamar a todos los corredores. Y allí nos fuimos acercando, no parecía
con muchos ánimos. Y a esto se une que el cachondo del presidente del club, D.
Juanjo, dice que va a soltar un discurso antes de la carrera. A gorrazos había
que correrle si se le ocurre. Pero, en fin, la sensatez vuelve a su ser, y se
da la salida. Silbatazo y todos a correr. Al estar todos juntos, las pisadas
del agua por parte de los primeros corredores, hacen que los que vamos detrás
nos calemos bien los pies, y nosotros hagamos lo mismo a los de detrás, con lo
cual todos ya bien mojaditos los pinreles, ya pesamos un poco más.
Todos salimos
a tropel, giro a la izquierda, complicado, por lo agrupado que vamos, giro a la
derecha, salida a la calle del Coso, después salimos a la calle Zaragoza, y en
este momento me sitúo a la altura de Susi, hasta que llegamos a la C/ Mérida,
donde se me distancia unos metros. Por delante, Dionisio y Miguel; estos tres
que he nombrado serán mis rivales para el podio en la única categoría de
veteranos que hay en esta carrera. Y mientras tanto, sigue lloviendo.