lunes, 6 de enero de 2014

VI SAN SILVESTRE JARAICEÑA

Corriendo, y mojándome
El agua y Jaraiz de la Vera son dos elementos indisolubles, que no van separados, ni se pueden entender cada uno por su lado. Y esto viene a colación de las carreras que he disputado en el último año en esta localidad.
Porque la pasada San Silvestre, llovió al instante de finalizar la carrera. Porque en el Cross de la Ermita de la Dehesa, los últimos llegaron con el agua cayendo sobre ellos. Porque en el Cross a favor de ASPACE, llovió, diluvió, minutos antes de comenzar la carrera, lo que hizo que se retrasase el comienzo, y, nada más terminar, volvió a caer agua, ya para aburrir.
Y en esta Nochevieja, por la mañana, me apresté para asistir a una nueva edición de la San Silvestre, a la localidad verata, y aunque me levanté aún no llovía, a las diez, como apuntaba el amigo Maldonado en Internet, empezó a caer agua, y ese fue mi acompañante durante el corto viaje a Jaraiz.
Tras estacionar el vehículo, me encontré con Miguel Ángel, de Lanchacabrera, con el que me fui para la Plaza, lugar de salida de la carrera, y seguía persistiendo el agua. Desde luego, afición no nos falta.
Tras ver a los compañeros, a los amigos, saludos, abrazos y a meterse debajo de los soportales, con la idea, con la esperanza, que dejase de llover, pero no, esto no sucedía, y aquí vino el amigo Juan Pedro, de mi club, para decirme que si salíamos a calentar; ya le vale, a calentar dice, será a empaparnos, y eso fue lo que hicimos, una sudadera encima de la equipación, y a dar vueltas por el circuito para entrar un poquito en calor. Todo era agua, las calles en cuestas hacían ver como corría el líquido elemento, las zapatillas se iban mojando, el frío empezaba a notarse. Y es que el agua estaba realmente frío, parecía casi nieve. La mañana no marcaba más de seis grados de temperatura.
Empezaron las carreras de niños, con muy pocos participantes, y es que la meteorología, inclemente, no permitía alegrías, y echó para atrás muchas posibles participaciones.
Ya se acercaba el momento de la carrera, y casi todos los participantes estaban resguardados en los soportales de la plaza, como con miedo a salir, y es cuando el animador empezó a llamar a todos los corredores. Y allí nos fuimos acercando, no parecía con muchos ánimos. Y a esto se une que el cachondo del presidente del club, D. Juanjo, dice que va a soltar un discurso antes de la carrera. A gorrazos había que correrle si se le ocurre. Pero, en fin, la sensatez vuelve a su ser, y se da la salida. Silbatazo y todos a correr. Al estar todos juntos, las pisadas del agua por parte de los primeros corredores, hacen que los que vamos detrás nos calemos bien los pies, y nosotros hagamos lo mismo a los de detrás, con lo cual todos ya bien mojaditos los pinreles, ya pesamos un poco más.
Todos salimos a tropel, giro a la izquierda, complicado, por lo agrupado que vamos, giro a la derecha, salida a la calle del Coso, después salimos a la calle Zaragoza, y en este momento me sitúo a la altura de Susi, hasta que llegamos a la C/ Mérida, donde se me distancia unos metros. Por delante, Dionisio y Miguel; estos tres que he nombrado serán mis rivales para el podio en la única categoría de veteranos que hay en esta carrera. Y mientras tanto, sigue lloviendo.

Subida de la cuesta por la Avda. Garganta La Olla, la más exigente del circuito, y salimos a la Avenida del Matadero, una calle que también mira hacia arriba, hasta su mitad, donde ya se dulcifica un poco, antes de emprender la bajada de la calle Fontana, empedrada, que nos lleva, tras una corta calle, también empedrada, al dejar la iglesia a la Plaza Mayor, y así completar la primera vuelta de las tres a las que está programada esta carrera, para hacer un total de 4.200 metros.
Ahora vamos a por la segunda vuelta, sigo sin perder de vista a mis predecesores, parece que voy más cerca de ellos, así que en la última vuelta tendré que jugármelo el todo por el todo, siempre y cuando no pierda mucha distancia en este giro.
El circuito, ya conocido, Plaza Mayor, Calle del Coso, Calle Zaragoza, Calle Mérida, donde comienza un trozo de cuesta, para enlazar con el tramo más complicado el de la Av. Garganta La Olla y principio de la C/ Matadero, en el que el corazón parece querer salirse de la boca, en el que la respiración sale a golpetazos, en el que las piernas parece que no van a dar más de sí. Todo esto desaparece mediada la calle del Matadero. Ahí siguen mis rivales, y por detrás nadie sin molestarme. Me lanzo en la bajada, pero veo que también responden ellos en el descenso, que bajan tanto o más que yo. Y la lluvia, sigue, cayendo, a veces más fuerte, a veces más despacio, pero sin detenerse, sin pararse. La ropa totalmente empapada, la malla pegada al cuerpo, parece que no llevas nada puesto, los guantes, que evitan el contacto con el frío elemento, también mojados, la gorra, al menos, evita que el agua golpee en la cara.
Vamos a por el último giro, ahora me tengo que lanzar, tengo que intentar todo. Pero intento acelerar, y parece que el motor se ha quedado enganchado en esa velocidad, que no quiere avanzar más, así que, algo resignado, sigo a lo mío, corriendo, delante veo a dos corredores que se han interpuesto en mi particular lucha, a los que he de intentar alcanzar. Si los agarro pronto, Susi, Miguel y Dionisio estarían mucho más cerca. Cuesta de la Avenida Garganta La Olla, subida por la calle Matadero, los metros se van acabando y la distancia no mengua, tengo que intentarlo en este último trozo, en la bajada, a pesar que puede estar peligrosa, por lo mojado y empedrado del terreno. Paso por la Iglesia, ya no hay nada que hacer, tanto solo adelantar al que me precede, pero se acabó el tramo, y aparecemos en la plaza. El arco está ahí, a unos veinte metros, y la carrera se acabó. Tiempo final 17:27, mejor que el año pasado, al menos ese es mi consuelo. A pesar del mal tiempo, he podido mejorar mi registro, lo que indica que mi estado de forma es mejor que el del año pasado, lo cual tenía claro, y ahora se ha refrendado.
Correr no lo haremos bien, pero lo que es comer
Cuando termino la carrera, no hay tiempo para más que para irse a cambiar, a ponerse ropa seca, y quitarse los muchos kilos de ropa totalmente empapada que llevamos encima. Me cambio, como puedo, en uno de los servicios del Ayuntamiento, y tras estar con ropa seca, con otra sensación, a esperar a la entrega de premios. Confirmado que no subo al podio, he acabado quinto en la categoría. En fin, no ha podido ser, me ha faltado algo más de velocidad, de capacidad de reacción, pero físicamente me encuentro bien, de cara a mi objetivo el Maratón.
Tras esto a tomar unas cervezas en el bar que mi amigo David ha abierto en esta localidad hace unos meses, le llama “EL TANQUE”, sitio amplio y acogedor.
Y como uno tiene que cumplir con más gente, al final acabé con los compañeros del Lanchacabrera dando buena cuenta de unas migas extremeñas, regadas con cerveza, eso sí sin alcohol, que luego había que conducir. Excelentes muchachos los de este club.
En fin se acabó un año dividido en dos partes, la primera, antes del verano, para olvidar, con pocas ganas de correr, con resultados discretos, y desde el verano para acá, con aminoración de masa corporal, y mejores marcas, lo que me motiva para seguir adelante.
Tras estar inmerso en la organización del V Medio Maratón de Navalmoral de la Mata, ahora ya viene mi turno, el de mi preparación, mis entrenamientos, mis proyectos, mis objetivos, que intentaré ir cumpliendo según avance el calendario.

En esta temporada he realizado más de 3.100 kilómetros, participando en siete medios maratones y nueve carreras de distintas distancias. Es el año que más distancia he realizado, a ver si este año me atrevo con el maratón, nuevamente, porque, desgraciadamente, al final, Gran Canaria lo abandono, por diversos motivos, habrá que buscar otra, y trabajar concienzudamente para ella. Ya iré viendo.

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