Entrando en meta, con Dionisio |
No presentarse en la línea de salida de una carrera
con unas buenas sensaciones, puede ser fruto, tan sólo, de un mal día de
entrenamiento, y eso es lo que me ocurrió a mí. El jueves tenía un
entrenamiento exigente, en el que debía tener una media hora a ritmo intenso,
con unos quince minutos previos y posteriores a ritmo de entrenamiento.
Pues bien, fue empezar, e ir bien la cosa, pero una
vez empezó lo fuerte, la intensidad, la cabeza empezó a decir que aquello no
iba a ningún lado, que no había ganas de sufrir, de pasar por malos momentos, y
esto me hizo echar el pie a tierra en más de una ocasión, en la ida, en la
vuelta, cuando iba rápido, cuando iba relajado, daba igual. Había entrado en un
bucle peligroso, y, al final, como pude, llegué a casa. Esa misma noche, la
cabeza rondaba cosas poco esperanzadoras de cara al objetivo por el que llevo
semanas preparándome. Incluso, el planteamiento de un descanso, de pararme, de
mandar todo al garete, estaba ahí.
El viernes, día de descanso, la cabeza, parecía algo
más tranquila, pero aún así, la negatividad parecía haberse instalado en mi
pensamiento. No veía nada claro un resultado bueno, unas buenas sensaciones,
que todo lo trabajado sirviera para algo.
El sábado, con mucho aire, debía salir a hacer una
hora, a ritmo suave, y tan suave fue, que mi única obsesión esa mañana, fue no
pararme, no echar el pie a tierra, y, al menos, eso lo conseguí.
Con todo este bagaje, con toda esta losa, me
presentaba en Plasencia para afrontar la II Edición del Medio Maratón de esa
localidad, organizado por los amigos del Atletas Populares de Plasencia.
Mañana, fresca, con aire, y un recorrido en algunos puntos exigente, es lo que
se presentaba ante mí, en la prueba que debía decidir mi estado de forma de
cara al maratón de Sevilla, que ha de librarse en tres semanas, respecto de
esta carrera.
Allí fuí con varios compañeros, más los que nos
encontramos en la misma localidad, así como los habituales de muchas carreras,
y es que, al final, esto es como una familia. Todos nos vamos conociendo, y la
amistad surge a cada paso.
Tras la liturgia del café, de ir al servicio, de ir a
vestirse, a ponerse “guapo”, para la carrera, cada uno con sus manías, con sus
calcetines, con tal o cual calzona, con cremas o sin cremas, con gel o sin gel.
Yo esta vez me llevé un gel, para el intermedio de la carrera, ya que para la
distancia de Filipides los voy a usar, y hay que llevarlo todo entrenado, todo
bien preparado, observando que el estómago no se resiente con este elemento.
Llevo unos días entrenando con el mismo, y la cosa pinta bien.