Con los compañeros, en la salida |
Antes de comenzar con la crónica
de mi participación en el V CROSS POPULAR CAMINO DE LA ERMITA DE LA DEHESA, que
tuvo lugar el pasado sábado día 28 de abril en Jaraiz de la Vera, quiero
felicitar a los organizadores del evento, los amigos del C.D. Lanchacabrera,
por la magnífica jornada que nos regalaron, por la excelente organización, con
el trato hacia el corredor, y agradecerles de corazón el detalle que tuvieron
conmigo al reconocerme con el pin de su club, haciéndome sentir parte de ellos.
Pero yendo al relato de los
hechos, decir que la situación tanto física como mental por la que actualmente
atravieso de cara al deporte del atletismo popular no es, ni de lejos, la mejor
para afrontar una competición. Los días de entrenamiento se me hacen eternos,
los ritmos no aparecen, las molestias físicas no menguan, y algunas veces, me
hacen retirarme. Mentalmente, y después de Sevilla he quedado bastante tocado,
lo que debía ser la alegría por haber terminado una prueba de Maratón, se está
convirtiendo en un vía crucis para afrontar un nuevo reto.
De hecho el jueves salí a
entrenar para afrontar con alguna garantía más esta carrera, y cuando llevaba
medio kilómetro corriendo me tuve que dar la vuelta, por problemas en los
piramidales, que me están lastrando bastante.
Con Dioni y Susi, grandes amigos |
Pero aún así, decidí inscribirme
a la prueba de Jaraíz, dadas las grandes amistades que tengo en esta población,
las veces que he participado, y porque guardo grandes recuerdos de carreras en
la localidad. Al fin y al cabo, eran diez kilómetros, y hacerlos, mejor o peor,
los iba a hacer.
La mañana se prestaba para
correr, aunque con el devenir de los minutos, se iba a ver que el calor iba a
hacer acto de presencia, y éste, sin duda, repercutiría en el esfuerzo.
Al llegar a la Plaza, donde se
hacen las inscripciones, allí estaban, los grandes amigos del Lanchacabrera, y
Marcial, excelente amigo y mejor persona. Tras saludarme con muchos de ellos, y
con aquel que no lo hiciera, pido disculpas desde aquí.
Después ví a los compañeros del
club, Maricruz, Alberto y Boni, que junto con el que esto escribe, y Eloy, con
el que compartí vehículo, hacíamos un total de cinco los que íbamos a
representar al Club Deportivo Navalmaraton en esta prueba.
Tras cambiarnos y depositar la
bolsa en la furgoneta que tenían habilitada para tal fin, marchamos, caminando,
hacia el Parque de Los Bolos, el lugar donde se iba a dar la salida de la
prueba, en lo que denominan salida neutralizada. Allí empezó el ritual de los
calentamientos, con unos y con otros, con Dioni, con Antonio Serradilla, con
Paco Barquilla, conversaciones, tragos de agua, paradas para vaciar la vejiga,
y demás parafernalias propias del comienzo de una carrera.
Con Paco Barquilla, una institución |
Ya se va acercando el momento en
el que se va a dar inicio a la carrera. Una cierta intranquilidad acude a mí.
Nos vamos apelotonando en la pancarta de salida. Y suena el cohete con el que
se da inicio a la carrera. Las gacelas, los que se van a jugar el envite, salen
lanzados. Una primera cuesta abajo en la que se aceleran las zancadas, las
pulsaciones, los nervios, todo es una mescolanza de sensaciones.
Eloy ya cogió unos metros de
ventaja, va muy fuerte, es que lo está actualmente. Maricruz, la tengo a unos
pasos por delante de mí. ¿Y yo? Yo a mi ritmo, quizás podría ir más rápido,
pero no tengo la fuerza mental para tirar más. Prefiero reservar. Pasamos el
primer kilómetro, el segundo, entre bajadas y subidas, algo repentinas, luego
recuperaciones prolongadas. Alcanzo el tercer kilómetro, que ha sido más
exigente que los dos anteriores, acumulo un tiempo de 12:58, a casi 4:20 el
millar de metros. Y ahora empieza la zona técnica, la que hacemos atravesando
una finca, donde corremos, entre canchales, por veredas, cruzando arroyos con
palés de madera. Aquí sufro más de la cuenta, las subidas se me atragantan, bajo
solo mirando para el suelo. Un tobillo se resiente levemente, pero puedo
continuar. Me adelanta mucha gente. Los que iban delante de mí los pierdo de
vista, ahora son otras espaldas las que veo. Ya estamos terminando, y cuando
abandonamos la finca, me equivoco de camino y me voy a la derecha. La llamada
de atención de un corredor, me hace volver a la senda. Ahora sí que me doy
cuenta, estoy en la cuesta de los cerezos, la que me llevará al Polígono, a la zona
asfaltada, y desde ahí la pista que lleva hasta la Ermita, que permite correr
con facilidad, picando, casi siempre hacia abajo.