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A poco de salir |
Hay dos tipos de familia. La que uno tiene, como consecuencia del parentesco, que, se quiera o no, es impuesta; y luego está aquella que uno elige. Y en este caso, he de decir que respecto de la que decidí elegir en su día, no puedo estar más orgulloso que de la del C.D. Navalmaraton. Un grupo de personas, de amigos, que nos une una pasión, el atletismo, y que compartimos bastantes horas de nuestro tiempo libre, y que, como este fin de semana pasado, han sido casi todas las horas del día, con un objetivo, sacar adelante la décima edición del MEDIO MARATON DE NAVALMORAL DE LA MATA, ahora dedicado a uno de los grandes impulsores del club, ya fallecido, Valeriano Lombardía.
Esta es una prueba en la que durante varios años, concretamente desde el año 2011 hasta el año 2016, estuve al frente de la organización, trabajando, dirigiendo, desvelándome porque todo saliera adelante, sin poder, lógicamente, participar, hasta que en la pasada edición, decidí dar un paso al lado, y ahora nuevos miembros del club, tanto o más válidos que yo, han cogido las riendas, pero yo sigo ahí, apoyando, trabajando, para que el resultado sea lo más satisfactorio posible.
Y por segundo año, me apresté a participar, a correr esta carrera, para mí la más especial de todas cuantas puedo correr cada temporada. Las habrá más multitudinarias, con mejores circuitos, mejor organizadas, pero como esta, la que conozco desde el interior, la que sé cuánto cuesta que salga adelante, eso no tiene precio. Solo la emoción de cruzar la meta, justifica cualquier esfuerzo, que te vayas agotado a la cama la noche anterior, que madrugues un domingo, cuando aún el sol no luce, para dirigirte al Pabellón, centro neurálgico de la carrera, donde se vivirán tres horas frenéticas de carreras, de idas y venidas, de llamadas, de ultimar detalles, para que todo esté preparado. Y llega ese momento, diez minutos antes de la salida, cuando te estás cambiando, para salir a correr.
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Pasando por el kilómetro 4 |
Pues sí. Agotado me fui el sábado por la noche a la cama, pensando si no era una locura correr el domingo, y con esas dudas, con el cansancio, con el estrés, me intenté dormir. No había sonado el reloj por la mañana, y ya estaba despierto. Paso por la ducha, desayuno, y al Pabellón, a empezar a rematar aquellos aspectos que se me habían encomendado. Así, ver cómo estaba todo lo relativo a las inscripciones, recibir al speaker, el gran Teo Clemente, ponerle al día de todos los detalles sobre su función, corredores, dorsales, casas colaboradoras. Luego llegaron los encargados del montaje de la zona de meta, y podio, y, por último, los cronometradores, y entre ida y venida, saludos con unos y otros, intercambios de palabras, y a seguir con la tarea. La mañana, que auguraba agua, se levantó con aire bastante fuerte, pero alejaba la temida lluvia, al menos por ahora.
Este año, con cambio de fecha, volvíamos al circuito que pasa por la localidad de Millanes, es decir, algo exigente, en su segundo tercio, pero el más valorado por los participantes que han pasado por nuestra carrera. También ha sido el año con una participación más baja en la distancia del Medio Maratón, aunque ha crecido la del diez mil. Demasiadas carreras, en un calendario saturado, hace que los atletas populares diversifiquen sus destinos. Cuando vayan desapareciendo algunas, que lo harán, quedarán las mejores, y nosotros esperamos seguir estando.