jueves, 1 de noviembre de 2018

XIII MEDIO MARATON RIBEROS DEL TAJO

Al llegar a Malpartida de Plasencia
Con las malas sensaciones que me quedaron tras el anterior domingo en Don Benito, la semana transcurrió con muchas dudas, no sabía si inscribirme para el Medio Maratón Riberos del Tajo, o, quizás, no hacerlo, y dejar que las secuelas mentales desaparecieran; navegando entre los temores a volver a fallar, finalmente tras dos entrenamientos, más o menos decentes, decidí inscribirme; apenas quedaban veinticuatro horas para cerrar el plazo. 
Y el domingo, que se presentaba con una bajada importante de temperaturas, y con bastante aire, añadido al cambio de hora, estaba a la vuelta de la esquina. No sabía en qué plan iba a hacer la carrera, si en plan competición, si como un entrenamiento, todo eran vacilaciones, y cada hora que se acercaba la prueba, más incertidumbre aparecía. 
Y el domingo, con una hora más de sueño, por el cambio horario, amaneció, fresco, bastante, soleado, y me eché a la calle con la mochila cargada de elementos para combatir el frío, guantes, manguitos, camiseta de manga corta, y me dirigí al lugar de encuentro del club, la fuente del Poblado, donde nos juntamos una decena de corredores, que más los que luego nos esperaban en Malpartida de Plasencia, pasaríamos de la docena. Buen número sin duda. 
La mañana se presentó desapacible en el lugar de salida, con mucho aire, y con bastante más sensación de frío que en Navalmoral. Con todo fuimos a recoger el dorsal, y la bolsa que nos daban, con camiseta, calcetines y una toalla enfriadora, elemento éste, sin duda, muy novedoso. Tras tomar el café de rigor, aquellos que lo hacen, porque yo nunca lo tomo, siempre voy pertrechado de mi zumo y mi plátano que consumo unos treinta minutos antes de comenzar la carrera, y desearle suerte a Carlos Tapia, que se enfrentaba con un medio maratón, pero de patines, que se celebraba de forma paralela, saliendo quince minutos antes que nosotros, nos fuimos para el pabellón, para cambiarnos, y prepararnos para la batalla. 
En el Pabellón, antes de salir
Al final, opté por correr con camiseta de tirantes, pero con manguitos para los brazos, y guantes para las manos, que son las que más sufren para mí con el frío. Crema, para la rodilla, ungüento para calentar las piernas, unas pequeñas carreras, dentro del pabellón, soltar la bolsa en la furgoneta que las llevaría hasta Villarreal, y, después, a calentar un poco más por las calles aledañas a la línea de salida. Nos habían dicho que en la carretera del Parque el aire iba a dar de forma favorable a los corredores. Habría que ver. De todas formas, la fuerza del viento, parecía haber aminorado con respecto a la hora en que arribamos a Malpartida. 
Me fui para la salida, con la determinación, inicial, de hacer un entrenamiento, a ritmo de 4:40, y, si al final, las fuerzas lo permitían, tirar un poco más rápido, por lo que me coloqué bastante atrás en la salida. Apenas doscientos corredores estábamos arremolinados cerca del arco de salida. Y se dio la salida, y todos empezaron a correr, y yo, lógicamente, también. Salí con Lucía y Sergio, ese iba a ser mi ritmo. Esa era mi idea. 
La salida en cuesta abajo, giro a la izquierda, giro a la derecha, y salimos por la carretera de la Estación, siempre mirando para abajo. Aunque es un tramo rápido, sin embargo, el primer kilómetro lo marco en 4:31, muy despacio, para ser en descenso. Por delante veo a Sandra y David, y decido irme con ellos, ya que van, así lo parece, algo más rápido. Cuando los alcanzo, veo que por delante va Andrés Campos, por lo que les digo que los dejo y que voy a intentar alcanzarle, para acompañarle, ya que esta carrera, aunque pinta favorable, tiene algunos tramos que hay que saber gestionar, si quieres llegar con fuerza al kilómetro 16, donde está la cuesta más importante de la carrera, la que te hace inclinarte hacia el éxito o hacia el fracaso, según como llegues. Tras dejar atrás el segundo kilómetro, entramos en la carretera local CC-18.3, que nos llevará, tras pasar algunos toboganes, hasta la carretera EX-208, que nos llevará hasta Villarreal de San Carlos, punto de partida del Parque Nacional de Monfragüe. 
Empezamos a correr
Voy marcando una cadencia sostenida, no me cebo, y no hago cambios de ritmo, sino que intento ir poco a poco, para cogerlo. Pero parece que no va a ser tarea fácil, aunque, finalmente, antes de llegar al kilómetro 5, le consigo alcanzar. Le digo que se pegue a mí, que hay tramos que no son fáciles, y que hay que conocer la carrera. Pasamos por el avituallamiento, cogemos una botella de agua, dos tragos, y a seguir. El sexto kilómetro, engaña, ya que es para arriba, por lo que hay que retener y no entregarse en exceso. Una vez lo coronamos, llega el descenso hasta la carretera autonómica. Recuperamos un poco, y seguimos. Mis piernas van bien, mi cabeza, mejor. Pinta bastante bien. Vamos llegando al camping, gente animando como siempre, y un grupo de quads, que se van metiendo entre los corredores, y cuando nosotros llegamos, tengo que decirle a uno que se pare para no atropellarnos. Parece mentira. Aparece el punto kilométrico número siete, primer tercio, miro el reloj, 31:05, a este ritmo le digo a Andrés, que llegaremos en hora y treinta y tres minutos. Se nos unen Desam y José Angel, y nos vamos acercando a una pareja de corredores, uno vestido de blanco y otro de rojo, que también van juntos. 
Tirando del grupo
Estamos ante uno de los tramos más complejos de la prueba. Son tres kilómetros, que sin ser excesivamente duros, siempre miran hacia arriba, con poca pendiente, pero sin parar. Al haber tramos rectos largos, se ve la hilera de corredores, y poco a poco nos vamos acercando a algunos atletas. Me encuentro bastante bien, voy con buen ritmo. Parece que va a ser una buena mañana. Seguimos avanzando. Finalmente, alcanzamos el décimo kilómetro, el reloj de Andrés dice que hemos hecho estos diez mil metros en 44:47. La tendencia nos lleva a los noventa y tres minutos que aventuré en el kilómetro siete. Llevo a un grupo de cinco corredores conmigo, el de blanco y yo vamos por delante, el resto nos siguen. 
Cogemos a algún corredor, no nos pasa ninguno. Vamos bien. Seguimos avanzando, y ahora nos enfrentamos a un tramo de casi cinco kilómetros casi siempre descendiendo, de forma leve, aunque alguna tachuela, algún repecho, puede llegar a romper el ritmo. En el kilómetro trece alcanzamos a una chica llamada Elizabeth, cuarta clasificada de la general. Vamos con ella unos metros, hasta el punto kilométrico número catorce de la carrera. Segundo tercio de carrera, el reloj marca 1:02:24, el objetivo sigue inamovible. Sigo mejorando mis prestaciones, Andrés me sigue, y se quedan los demás corredores que nos acompañaban. Vamos llegando a un nuevo avituallamiento, por lo que tiro de gel, lo tomo y sigo corriendo. Señal de curvas peligrosas, al fondo se adivina la subida que marcará si el ritmo es o no bueno. Seguimos en descenso. Señal que anuncia la llegada al Parque Nacional, y en la curva, el avituallamiento, justo donde comienza el ascenso, dos tragos y a seguir. Le digo a Andrés que quizás él suba mejor que yo, me dice que lo va a hacer tranquilo. Empieza la subida, y, de pronto, observo como Andrés se queda unos veinte metros por detrás de mí, por lo que decido irme para delante. Me veo con fuerzas, me veo motivado. 
En pleno ascenso empiezo a adelantar a corredores, alcanzo a la tercera clasificada, sigo para arriba. He pasado el dieciséis, llego al diecisiete, sigo acercándome a un grupo de unos ocho corredores, entre los que adivino a Francisco, de Malpartida. Uno de los ciclistas que nos acompañan, dice que el final de las subidas está en el dieciocho. Cada vez estoy más cerca del grupo, he adelantado a un par de corredores más. Es llegar al dieciocho, y alcanzo a Santi, y en ese momento, inicio un nuevo cambio de ritmo, las piernas van alegres, van con ganas. Sobrepaso al grupo, animo a Fran, que va tocado. Y me tiro hacia la línea de meta. Adelanto a más corredores, a un veterano de Cáceres, con el que comparto muchas carreras, le saludo y sigo, sin parar, intentando mantener el ritmo. Ahora toca el turno de un corredor de barbas, al que adelanto con cierta facilidad. Nuevo avituallamiento, a dos kilómetros del final. Dos tragos, y a darlo todo. Por delante, solo veo a la segunda clasificada de la carrera. Llego al kilómetro diecinueve, y empieza a asomar el núcleo urbano, lugar donde está el arco de meta. Dejo atrás el cruce del embalse de Torrejon, encaro un par de curvas más y está el kilómetro 20. Un último esfuerzo, y estaré en la línea de meta. Por detrás no se acerca nadie. Ahora, este tramo es bastante más pronunciado en su descenso, y la corredora que me precede no cede tampoco en su ritmo, va a ser complicado darle alcance. Pero hay que persistir. Llegamos a los últimos trescientos metros, y observo, con cierto enfado, que la meta la han vuelto a colocar en la subida del helipuerto, cuando el año pasado, fue junto a la Iglesia. 
Empieza la cuesta
Se acaba la bajada, un voluntario indica la dirección a seguir, y ahí estoy frente a la última cuesta, ciento veinticinco metros de ascenso. Estoy casi encima de la corredora. No sé si la pasaré, por lo que decido abrirme, por si hay fotos recogiendo la entrada. Y en ese momento, veo que se ha quedado literalmente clavada, y la adelanto con bastante facilidad. Llego al último tramo, últimos cuarenta metros, donde la subida se ha suavizado mucho, y es un falso llano. Beso al aire, y cruzo bajo el arco. Mi reloj dice que hecho la carrera en 1:32:07. Una gran marca, sin duda, para mí, después de la semana de zozobra que he pasado. Ahora pasado un tiempo, observo que si me hubiese volcado en la carrera desde el principio, la hora y media hubiera sido factible. Pero las sensaciones con las que me voy de esta carrera, son inmejorables, que servirán para que mi autoestima crezca para futuros retos. 
Un minuto más tarde entra Andrés, quien ha mejorado su marca personal. Y así, uno tras otro van entrando el resto de compañeros. Antes lo hicieron Juan Carlos, batiendo su plusmarca, Alberto, que se quedó muy cerca de la suya, y Berna, quien después del Maratón de Burgos, celebrado recientemente, hizo un gran crono. Tras Andrés van llegando Sergio y Daniel, que mejoran, igualmente su marca. Lucia, pequeña pero gran corredora, que tras una buena temporada apartada de la carrera, por culpa de una lesión, ha vuelto, con un gran registro, que hubiese sido mejor de no tener que haberse parado por un ataque de flato. Tras ella llega Sandra, que ha pegado un gran mordisco de siete minutos a su marca, acompañado de David, todoterreno presidente del club. Cerrando el grupo Javier, que completa su medio maratón número noventa y nueve. Gran cifra sin duda. 
Cruzando la meta (algo cansado)
Por lo que a mí respecta, muesca número ochenta y cuatro de mis medios maratones. Solo puedo hacer una valoración totalmente positiva de lo que he vivido en esta mañana, una carrera, que he hecho de menos a más, que salí con unas expectativas, y acabé con un gran crono, y con la sensación de que podría haber hecho mucho más. Pero esta vez, la alegría es muy grande, me ha devuelto una confianza, que tras pararme al final de la temporada pasada, no había recuperado hasta hoy. Ni en Talavera, donde no me encontré cómodo, ni en Don Benito, donde pasé uno de mis peores medios maratones, hoy lo pude lograr, y he conseguido cargarme de optimismo para futuras empresas. 
Empresa, la próxima, si se celebra, en Trujillo, con su Medio Maratón, que según rumores que circulaban por Villarreal, es probable que no se llevase a cabo, dado que había muy pocos inscritos. Es cierto que hoy en día hay demasiadas pruebas, en muy pocos kilómetros, y los corredores, tienen que elegir, y también tienen que descansar. Al final, van a quedar aquellas que trabajen duro para atraer al corredor, al atleta. Y no hay que olvidar que a la semana siguiente tenemos nosotros nuestro medio maratón, en el que también voy a participar. 
En cuanto a la organización, decir que es buena en general, aunque se echa en falta la medalla al llegar a la línea de meta, que es lo que motiva a muchos corredores; y, por otra parte, que se respeten las categorías de veteranos, ya que no es de recibo que nos metan en una misma categoría, Veteranos B, a corredores de 40 años recién cumplidos con atletas que rayamos los 50. 
Para finalizar, os dejo el enlace de la canción “BUSCANDO EL MAR”, para mí, una de las mejores canciones del gran Rulo, exvocalista de La Fuga, ahora con su grupo La Contrabanda.

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