lunes, 18 de julio de 2011

EURODIPUTADOS DE ALTOS VUELOS

Este es un elocuente artículo publicado en la TRIBUNA DE LOS SERVICIOS A LA CIUDADANIA del sindicato FSC – CCOO

POLITICOS DE ALTOS VUELOS
Los eurodiputados parecen ser una casta especial. En medio de una crisis económica que parece no tener fecha de caducidad ellos se niegan a apretarse el cinturón. Al menos si ese cinturón va en el asiento de un avión perteneciente a la clase turista.
Aunque sus señorías no se cansan de lanzar mensajes en favor de la austeridad y de los necesarios ajustes económicos para hacer frente la crisis, ellos parecen ser los primeros en desoír esos consejos. Así en una votación celebrada el pasa do 6 de abril, 402 eurodiputados de los 736 con que cuenta la Cámara rechazaron una enmienda del grupo Izquierda Unitaria y Los Verdes que pedía comprar "billetes de avión en clase turista para los vuelos de duración inferior a cuatro horas".
Esos diputados que abogan por rebajar los salarios de los trabajadores, abaratar el despido y dar mordiscos al Estado del bienestar, son los mismos que luego no pueden renunciar a privilegios como los de volar en primera clase.

sábado, 9 de julio de 2011

VUELO EN PARAMOTOR

Aquí os dejo el vídeo del vuelo en paramotor de mi primo Andrés, en Talavera de la Reina; la verdad es que me impresiona solo de verlo. Ya le había oído contar las historias sobre los vuelos, pero hasta hoy no lo había visto, en acción; y luego dicen que los que corremos estamos locos.

miércoles, 6 de julio de 2011

LA ANTESALA

Acabo de salir del quirófano. Mis dolores de cabeza son intensos, el cuerpo me duele, la zona donde me han realizado la operación me arde. Abro los ojos. La visión borrosa no me deja ver lo que realmente tengo puesto y en qué situación puede estar.
Percibo, a través de mi borrosa visión, que un señor de uniforme blanco, me agarra el brazo y me clava algo. El dolor es mínimo comparado con el resto de los que recorren mi cuerpo. Se marcha. La penumbra domina la estancia donde estoy.
Poco a poco se va aclarando mi mirada. Veo que tengo varias gomas puestas en mi cuerpo, en mis brazos, en la barra, detrás de un gran vendaje. Un aparato, situado a mi izquierda, hace un ruido constante, un pitido, un zumbido, un pitido, un zumbido, y así de forma interminable.
Acceden mis familiares, mi mujer, mis hijos, preguntan qué tal estoy, cómo me encuentro, asiento con la cabeza, cierro un poco los ojos. Al instante, los abro, ahí siguen; fuera están mis hermanos.
Entra otro señor, de blanco, es el médico, dice a todos los allí presentes que abandonen la estancia, y nos quedamos los dos solos.
Me empieza a palpar, a mirar, los ojos, el pulso, la tensión. Toma notas, lee los folios que trae, y vuelve a tocar, a palpar. Se presenta, es el doctor Herreros; ha sido el que me ha operado. Me dice. Todo ha salido bien, hay que ver la evolución durante las próximas horas.Ahora sí, ahora pasan mi mujer, y mis hijos, me dan dos besos cada uno, mi mujer pone la mano sobre la cama, yo se la agarro, de forma muy débil, ella me ase con más fuerza. Luego pasarán mis hermanos, mis cuñados. La cabeza, con tanto ruido, parece que va a estallar; en voz baja, en voz muy baja, les pido que aminoren el volumen de sus voces. Poco a poco van abandonando el lugar, ya es un poco tarde, y se tienen que ir a comer, y otros pronto iniciarán la marcha a sus domicilios, fuera de la localidad; mañana tendrán que trabajar.