Sanidad, educación, servicios sociales, han sufrido, están sufriendo y seguirán sufriendo, las ansias de recortes que esgrimen los dirigentes políticos, porque la situación económica no permite más dispendios.
Claro, eso parece muy bien, pero si uno analiza, someramente, no hace falta profundizar en exceso, se observa que cada día el número de políticos, de todas clases, concejales, alcaldes, miembros de Diputaciones, Mancomunidades y otros entes similares, que se liberan, que reciben un sueldo de las arcas públicas, crece y crece de forma exponencial. Y, claro, con tanto poder, y tantas decisiones que tienen que tomar, necesitan rodearse de una catelva de asesores, consejeros y personas varias, para que les ayuden, para que les hagan el trabajo, ya que los técnicos que existen en las plantillas no les valen, más que nada porque no se van a plegar a sus intereses.
Además, se asignan gastos de representación de forma desproporcionada, se adjudican prebendas inimaginables, que son excesivos para cualquier persona de la calle, y, encima, los coches oficiales crecen por doquier.
Resulta que no hay dinero público, pero se recapitalizan bancos y cajas, que están en condiciones económicas muy difíciles, y salta, en los últimos días, a la palestra informativa que consejeros de la Caja de Ahorros del Mediterráneo y de Novacaixa Galicia, entidades que han sido generosamente ayudadas con fondos públicos, porque estaban casi quebradas, han recibido cuantiosas indemnizaciones, por lo “bien” que lo han hecho. Dinero que ha salido de los bolsillos de los ciudadanos, los mismos a los que se les está recortando la calidad en la educación, en la sanidad y en los servicios asistenciales.
Y digo yo, ¿porqué se ayuda a las entidades financieras, culpables, en gran medida, de lo sucedido, y no se ha hecho lo mismo con las empresas, que son las que generan empleo de verdad, y se las ha dejado caer, sin miramientos?