Oye uno hablar a la gente, con esto de la crisis, de los recortes, de las privatizaciones y ve como el ciudadano, el trabajador, el funcionario, el desempleado, se empieza a creer todo lo que se dice, por las llamadas clases dirigentes, “esto es insostenible”, “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, “los recortes son necesarios. Y así ven que como normal que el gobierno esté recortando. Es lo más increíble que uno puede llegar a escuchar, y es que, como dijo Lenin, “una mentira repetida mil veces se convierte en una gran verdad”.
Siempre ha sido pública la sanidad y la educación, aún cuando había menos dinero y medios, se había conseguido mejorar en la asistencia a los más necesitados, y funcionaba. Y ahora, de la noche a la mañana, con un cambio de gobierno por medio, nos venden que esto no se puede aguantar, que debemos contribuir todos (todavía más) con el sostenimiento de los servicios públicos que, paradojas de la vida, van a ser menos públicos que nunca.
Y la gente, muy protestona en barras de bar, y en el interior de los domicilios, de puertas para afuera se calla, se traga todo lo que le están echando, y aguanta con todo lo que le están quitando.
Nos venden que se ha despilfarrado mucho, que hemos vivido muy bien, y que ahora toca apretarse el cinturón. Es cierto que se ha despilfarrado, pero han sido los mismos que ahora nos dicen que nos tenemos que joder, que nos van a quitar servicios, los mismos que siguen viajando en primera, pegándose grandes fiestas, y percibiendo grandes emolumentos por realizar “tan difícil labor”; también hemos vivido bien, pero no mejor que estos mentecatos que, por cierto, no van a dejar de hacerlo; y que ahora nos tenemos que apretar el cinturón, pero claro, solo nosotros, los curritos, los de a pie, porque los grandes empresarios y directivos, y la casta política, seguirá viviendo de maravilla.
El país, sus ciudadanos, sus componentes, están en un estado de shock ya que todo lo que hacen y dicen desde arriba es válido, no somos capaces de protestar, nos acojonamos y nos creemos todo lo que nos dicen, y así vamos por la vida, ausentes, con la cabeza gacha, con la losa del miedo sobre nuestros hombros, y si nos lo piden nos bajamos hasta los pantalones, y seguimos con nuestra rutinaria vida, mucha gente sin trabajo, casi toda con menos dinero y con más impuestos.
Nos creemos, porque así nos lo han hecho ver, que somos los verdaderos culpables de esta situación, y por eso debemos aguantamos con todo lo que se nos viene encima y lo que nos está por venir.
Las informaciones hablan de recortes de servicios, de despidos de trabajadores, de aumentos de tasas e impuestos, y nosotros no decimos nada, solo pensamos en si España va a ganar la Eurocopa.
También nos venden que hay muchos funcionarios, que son unos vagos y que no hacen nada, que están masificados. Pero la losa de los números, de los datos, esos que utilizan los políticos para amedrentarnos, para fastidiarnos, dicen que no, que nuestros números, comparativamente hablando, son de los más bajos de la zona Euro. No hay muchos funcionarios, no son vagos y sí hacen su labor. Porque tan funcionario es el administrativo, como el médico como el bombero o el guardia civil, y cada uno tiene su cometido y su labor es tan importante, como el que está trabajando para una empresa privada. Muchas veces se equivoca funcionario con enchufado, que también trabaja en una institución o empresa púbica, sin ser funcionario público, metido a dedo por el jefe político de turno, que va de lameculos, y tocapelotas de los verdaderos profesionales. Y, además, son los que más saben, cuando no tienen ni idea.
Y ahora que ya nos encontramos rescatados, por muchos eufemismos y palabrería que utilicen, ya se empiezan a oír, desde fuera de España, que no desde dentro, que se necesitan nuevos ajustes, nuevas jodiendas a los ciudadanos, y nosotros, ¿qué vamos a hacer?, pues encogernos de hombros, seguir hacia delante, sin un destino claro.
Para que no podamos protestar, se inventan nuevas normas, diciendo que si salimos a la calle a quejarnos somos unos delincuentes y unos antipatriotas, y así nos van a tratar. Pero todos esos que han quebrado entidades bancarias, estafado a humildes trabajadores y han inflado el precio de los bienes, no se les dice nada, y, encima, se les invita a marcharse de sus confortables sillones con una suculenta pensión vitalicia debajo del brazo, por lo bien que lo han hecho, abriéndole la puerta de otro Consejo de administración y así, sucesivamente, hundiendo negocios y aumentando su bolsa.
Se convocan protestas, concentraciones, manifestaciones, y la gente parece que no va con ellos, y no acuden, prefieren ver el “espectáculo” desde la terraza tomándose esa cerveza que, quizás, mañana, no pueda, porque le hayan recortado el sueldo o, peor aún, no tenga trabajo; pero como hoy tengo trabajo y dinero no pienso en los demás, prefiero meter la cabeza en el suelo, como los avestruces.
Estamos anonadados, medio noqueados, esperando el golpe definitivo, ese que nos tumbe y nos aniquile, el que nos convierta en peleles, para que puedan jugar con nosotros lo que quieran y como les de la gana.
Recordad este texto:
Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.
Martín Niemoller
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