viernes, 20 de julio de 2012

MIL PALABRAS

Sr. Presidente, no esperó a que llegase otro de sus famosos “viernes de dolores”, y aprovechando que tenía que pasar por el Congreso, ese que ignora casi siempre, decidió pegar el mayor tajo que se recuerda al Estado del Bienestar.
Porque usted, y su panda de ministros son los que se sientan cada viernes en torno a una mesa, que no es como la de mi casa, los que comen comida que no es como la de mi casa, que beben vino que no es el que tengo en mi casa, y deciden como van a putear, a joder más a todos los ciudadanos de este bendito país que se llama España.
Ustedes se sienten “legitimados” por el resultado de unas votaciones, en las que una mayoría de las personas que fueron a votar un día, que no de la mayoría de los habitantes del país, le dieron su confianza y con esta “herramienta”, deciden lo que han de hacer, eso sí siempre bajo la atenta mirada de los mandamases europeos, y de espaldas al pueblo.
Y me dirijo a usted, como cabeza visible de todo el entramado político, de ese invento llamado democracia, con más de tres mil años de existencia, que han demonizado y destrozado, ya que en vez de valer para todo el pueblo, solo vale para usted y sus adláteres, para recordarle que yo, Funcionario público, gané mi plaza, como mis compañeros, en unas oposiciones, donde se me exigió una serie de competencias y conocimientos, cosa que a ustedes nadie les ha pedido para presentarse a un cargo político. Y si yo me equivoco, se me puede exigir la responsabilidad, que me puede hacer perder el sueldo, el puesto de trabajo y hasta la libertad, pero si ustedes se equivocan, que no son pocas veces, se van de rositas. 
Le he recordado al principio lo de la mesa, la comida y la bebida, porque todo eso que disfruta lo hace con mis impuestos, con los de mis compatriotas; impuestos que utilizan para lucrarse hasta dos y tres veces por ejercer distintas funciones dentro de su cargo, incluso cuando ha cumplido su mandato, privilegio que yo no puedo tener, porque se llama incompatibilidad. Mi sueldo está limitado por ley, pero el de usted y el de todos los cargos políticos, ya sean caudillos autonómicos, consejeros, alcaldes o concejales, el único límite es el de sus conciencias, si es que la tienen.
Dicen que sobran personas en los servicios públicos, y ustedes siguen metiendo, no por la puerta de atrás, sino por medio de toda la plaza, a más y más familiares, asesores y personal de confianza, y eso sí que es un gasto enorme, y no el de los funcionarios públicos, porque desarrollamos una labor, poco grata para sus intereses, que todos esos que ustedes meten intentan torpedear.
Vociferan que van a eliminar ciento cincuenta mil puestos públicos, mayoritariamente de empresas públicas, pero eso tiene un nombre: purga; porque sí, lo que van a hacer es echar a todos los que metieron, a dedo, anteriores gobiernos, van a desmantelar estructuras montadas por otras opciones políticas, para crear las suyas, al acomodo de sus intereses, e introducir, también de forma digital, a los que ustedes quieren, y, si puede ser, serán 160.000 mejor que 150.000, porque deben muchos favores.
Y ahora, después de varias congelaciones salariales, de recortes impuestos por cualquier opción que ha tenido posibilidad de gobierno, decide quitarnos la paga extra de diciembre, porque el país necesita sacrificios. Váyanse a paseo. Ustedes quieren unos trabajadores acogotados, al borde de la penuria económica, sin posibilidad de vivir en condiciones, porque como tenemos el puesto fijo, ya tenemos bastante. Le vuelvo a recordar que soy un profesional, con más de veinte años a mis espaldas, en los que mi tarea diaria es la de intentar resolver los problemas de los ciudadanos, así como que cada uno contribuya con lo que le corresponde, que quiere tener un sueldo para vivir dignamente y ofrecerle una calidad de vida adecuada a mi familia, que mis hijos puedan estudiar cuando sean mayores, porque al ser funcionario, tengo limitada mi opción de beca, porque tengo ingresos fijos, que pueda tener una vivienda digna, y allá, en el ocaso de mi vida, jubilarme, tras más de cuarenta años de servicio público, cobrando una pensión mínimamente honrosa. Problemas que no tienen ustedes, porque con cuatro años sentados en el Congreso de los Diputados o en el Senado, se van con la pensión máxima estipulada por ley, y con un puesto en algún Consejo de Administración. Eso tiene un nombre, inmoralidad, además de engañar al pueblo.
Destrozan servicios públicos esenciales, y se siguen lucrando de forma vil, privatizan servicios para sus amiguetes y familiares, y cuando uno de los suyos comete una ilegalidad, salen en tromba a defenderle, poniendo en duda a todo aquel que ose decir o demostrar que lo que ha cometido es un delito. Lo único que están haciendo es llevar este país a la ruina, mientras se ríen de la fiesta, y se acomodan su futuro y el de su círculo más cercano, ya sea familiar o de amistad, y los demás intentamos sobrevivir a diario.
Han decidido, dentro de su estrategia de distracción, demonizar a los funcionarios y parados, y creyendo que el pueblo les seguirá a pies juntillas y nos criticará por vagos y ser un importante coste para el Estado, pero ya no es así, la gente empieza a ver que no es verdad, que es una gran mentira, y las medidas siempre van hacia el mismo sitio, hacia los trabajadores, mientras las grandes fortunas, los bancos y las instituciones religiosas salen indemnes de todo “ataque”.
Bajan sueldos, despiden personal, suben impuestos y todavía tienen la desfachatez de decir que el Estado no tiene ingresos, pero ¿cómo los va a tener?, si están cargándose todo, si lo único que han traído a este país es miedo y pobreza, y no se atisba una recuperación a corto plazo.
Háganselo ver.



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