Con Juli, antes de empezar |
Para correr se precisa de dos axiomas
ineludibles. Por una parte disponer de piernas, de fuerza para el esfuerzo a
llevar a cabo y, por otra parte, de cabeza, bien amueblada, concienciada, con
la ilusión de afrontar una carrera, una competición. Si esos dos ingredientes
están bien ligados, entonces, si se puede llevar a cabo una buena carrera. Pero
si no, arreglado vas.
Pues así fui yo a Getafe, sin piernas, sin
mentalidad, para afrontar la XIV Edición del Medio Maratón de Getafe, que tuvo
lugar el pasado día 27 de enero en la madrileña localidad. Cuarta vez en la que
participo, y el resultado visto los últimos años, totalmente decepcionante.
Piernas faltaban, porque esta temporada está
siendo totalmente irregular, dos días buenos, tres malos, dos que salgo, tres
que no puedo, y ahora, cuando parecía que iba cogiendo un buen pico de ritmo,
un inoportuno dolor en el tobillo izquierdo, en la parte de atrás, me ha hecho
reducir mis prestaciones en las dos últimas semanas, momento crucial para
afrontar la carrera con la intención de terminar con buenas sensaciones, y por
debajo de los noventa minutos.
Y cabeza, la sesera, desubicada, con
demasiados agobios, con la ansiedad atenazando demasiados intentos de hacer
algo fructífero, y con las dudas revoloteando, con intención, incluso, de no
acudir a la carrera, a pesar de estar inscrito hace más de tres meses.
Pero, al final, me decidí y acudí, y así,
cuando la mañana aún no existía en un futuro próximo, Juli y yo, con la
compañía de Miguel Angel Gamonal, que estaba griposo, nos fuimos a Getafe.
Viaje plácido, llegando con suficiente antelación y con tiempo para tomar un
café, dirigiéndonos después a coger el dorsal, número 1.403 para mí. Al salir,
camino del coche, para cambiarnos nos encontramos con Félix Macias, habitual de
esta prueba, porque tiene familiares en esta localidad. Después a vestirnos.
La mañana se presenta algo fresca, por lo que
vamos a necesitar de algún elemento para disuadir la temperatura, más bien
baja, con una ligera brisa, que viene con ganas de enfriar aún más. Así decido
ponerme camiseta de manga corta, debajo de la de tirantes, así como mis
inseparables guantes, que cuando asoma el frío, son mis fieles compañeros. Y,
para rematar, medias de compresión. Un poco de crema para calentar las piernas,
y vaselina para evitar rozaduras incómodas, y, después a vaciar la vejiga. Un
poquito de calentamiento, y para la salida, en la Avenida paralela al Estadio
donde aguarda la meta. Son cuatro carriles separados en el medio por un seto,
así que dos zonas de salida, paralelas.
No me coloco mal, cerca de la línea de
salida. Al final, tardo doce segundos en salir, en empezar a correr. Paso por
la línea, pincho mi cronómetro, y ya estoy metido en faena. El primer
kilómetro, los primeros metros, se utiliza para ir colocándote y situándote en
el ritmo que pretendes llevar, aunque con tanta gente, durante la carrera vamos
a estar en un carrusel, unas veces adelantando, otras adelantándote. Primer
kilómetro, 3:58, no está nada mal. Vamos buscando el segundo kilómetro, y ya se
ve a los primeros que tienen prisa. Dos corredores juntos, seguido de otro
grupo, con atletas de color, y después va siguiendo la serpiente de todos los
corredores.
Vamos buscando el kilómetro 3, cuando hay que
hacer algo de cross, por un trozo de césped, ya que en la calzada hay obras. Mi
ritmo no es malo, pero las sensaciones no las tengo muy claras.
Salida a contrameta, y una pequeña subida que
atasca un poco el ritmo, y voy buscando el kilómetro cuatro, el cual paso sin
verle; va a ser el único parcial que no voy a picar. Llego al kilómetro 5,
mirada al reloj, tiempo total 22:00, un poco flojo, pero aún sigo por debajo de
la hora y media. Otro tramo de ligera subida que me hace daño, parece que me
cuesta más que el anterior. Ahí hay agua. Vaya mierda… Tres personas a cada
lado para atender a cuatro mil corredores. No soy capaz de coger la botella,
“me cago en la p… mierda” Así que no me queda más remedio que pedir agua a un
compañero de pelotón, un trago y después se lo paso a otro. No he sido el único
que se ha quedado sin el deseado líquido.
Pero, agua pasada no mueve molino, así que
vamos para delante, buscando el kilómetro siete, tercio de la carrera, donde
volveré a mirar el crono. Ligera bajada, y entrada al centro de la localidad.
Allí está el cartel de los siete mil metros, 29:40, por debajo de lo que
quiero, pero va a ser difícil que consiga el objetivo final.
Hay momentos, ahora, en los que se me pasa
por la cabeza la idea del abandono, de dejarlo cuando pase por la meta. No me
veo disputando la segunda vuelta. Hay otras veces en las que parece que surge
el resuello, otras en las que parece que llevo piernas de plomo.
Paso por el kilómetro 10, 43:03, según marca
el crono situado a pie de carrera; hay que quitarle los doce segundos de la
salida, 42:51. No es bueno el ritmo. Paso por la zona de salida, cojo agua,
ahora sí, un par de tragos y decido seguir.
El pelotón cada vez más largo, más estirado,
y yo en ese continuo vaivén, unas veces adelanto, otras me adelantan. Rondando
el kilómetro 11, un chaval se ha caído, no sé si se ha mareado, o se ha
tropezado, pero se encuentra consciente. Allí están la ambulancia y dos
ciclistas de la organización. Todo controlado.
Giro a la derecha, otra vez en el césped,
tras dejar atrás el trece; salida a contrameta y sigo.
Ya voy a por el kilómetro 14, dos tercios de
carrera y parece que, en estos momentos, las ganas de abandonar no se me pasan
por la cabeza. Ligera subida hacia la rotonda de las tinajas, paso por el punto
kilométrico, 1:00:10, por encima de la hora y media, lo sabía, las sensaciones,
más mentales que físicas, me impiden ir mejor.
En estos momentos, nos cruzamos con los
primeros, ya van por el kilómetro 20, y yo voy seis kilómetros atrás. Pero es
que, además, están doblando a los últimos, a aquellos que van a pasar de las
dos horas. Manda hu… En fín, vamos a seguir.
A por el kilómetro 15, tiempo de paso
1:04:54, a este paso termino cerca de la hora y treinta y dos. Llega el
avituallamiento, otra vez se me cae la botella, pero consigo coger otra, que
casi me la echo encima, pero, al final, consigo beber, y a seguir corriendo.
Kilómetro 16, kilómetro 17, y ya estamos en el centro de la ciudad, ya estamos
casi acabando, buscando la meta.
Ahora me marco alguna referencia para
adelantar, y así me fijo en un chaval con una camiseta azul, con el número 9 a
la espalda, y con la palabra MALASI. Hay veces que parece que le cojo y otras
en las que parece que se marcha. Kilómetro 18, se acabó el objetivo de los
noventa minutos. Voy con demasiado respeto, no me atrevo a correr más deprisa,
a tirarme, tengo miedo a no responder al final, así que, inconscientemente, voy
regulando. Gente que iba a mi lado, sin embargo, si se lanzan y tendrán su
recompensa. Yo, quizás, algo cobarde, me quedo atrás. No tengo esa fuerza
mental que me impulse a arriesgarme, como en otras ocasiones.
Llegada al kilómetro 19, un chaval de
Plasencia va delante, ante parecía más cercano, ahora ya es inabordable.
Rotonda del lazo metálico, giro a la derecha, la carretera empieza a bajar,
rotonda de las tinajas, y llegada al kilómetro 20. Solo quedan mil metros
escasos. Pero que largo se me va a hacer. Una señal indica el giro a la
derecha, a la meta. Otra señal, y así hasta cuatro. Por fin, me salgo de la
calzada y entro en el interior del complejo deportivo, adelanto a alguno.
Llegada a la pista, paso por el kilómetro 21, y a por los últimos cien metros.
Me echo hacia la derecha, para llegar sin tener que hacer muchas eses, y con
tranquilidad. Dedicatoria a mi padre, y paso por la meta. Tiempo oficial
1:31:20. Tiempo neto, real, 1:31:08. Puesto 920º de 3.600 atletas oficialmente
llegados a meta.
Una carrera más para el currículo, pero esta
para olvidar. Las tentaciones del abandono han estado conmigo durante muchos
metros, muchos minutos, pero al final, el orgullo, el pensar que he venido para
eso o vete tú a saber, hizo que acabase la carrera.
Cuando voy saliendo, me encuentro con Juan
Pedro, que acabó en 1:27, pero con el constipado que tiene, y tras haber andado
durante más de un kilómetro, al final terminó, cruzando la meta. Estamos locos.
No busco este año marcas, solo ansío terminar
con buenas sensaciones, y con la ilusión por seguir corriendo. Si no me veo con
la suficiente fuerza mental, simplemente no la disputaré.
En esta carrera he notado que, a parte de las
que vienen a ganar, cada vez hay más chicas que andan por la mítica barrera de
la hora y media. Alguna he adelantado, pero ya con la carrera bien avanzada,
así como alguna que me ha sobrepasado. Ya cada vez hay más chicas cuyo objetivo
es la marca, no como antes, que daba la sensación que solamente era acabar.
Esto es muy importante.
El frío se hacía cada vez más patente, y tras
una ducha con agua caliente y una parada para comer, llegamos a casa.
Ahora es el momento de reflexionar sobre todo
un poco. Seguiré entrenando, pero pongo en duda la competición durante un
tiempo. No me quiero fijar ningún objetivo concreto, y según vayan surgiendo
pruebas, decidiré si acudo o no a las mismas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario