miércoles, 17 de abril de 2013

VII MEDIO MARATON DE CACERES

Con el equipo, antes de empezar
Terminé antes de tiempo una semana con unos entrenamientos nada buenos, con una sensación de cansancio muy alta, como que no pudiera, por lo que decidir descansr viernes y sábado, buscando que el cuerpo se recuperase, para afrontar una nueva carrera; y con este bagaje, me fui a la séptima edición del Medio Maratón de Cáceres. Pero esta sensación de cansancio, más las altas temperaturas que se registraron el domingo, hicieron que la prueba fuera un martirio para mí. Pero vamos por partes.
El jueves al salir a entrenar, observé que no iba muy bien, que estaba cansado, que las piernas no iban como yo deseaba. Las semanas anteriores había ido mejor, y esta, precisamente ésta, iba a ir peor, justo cuando iba a competir, manda narices. Decidí descansar, con la idea de que me pudiera recuperar, pero ni por esas. Un breve paseo el sábado por la tarde debería valer para haber activado las piernas para el domingo.
Iniciamos el viaje, temprano hacia la capital provincial, Antonio Serradilla, Manolo, Güito, Alberto Piedra, Tomás y el que esto escribe, y llegamos sin ningún tipo de sobresaltos, encontrando aparcamiento tras dar un par de vueltas. Después, a la Plaza Mayor, a por el dorsal, y a irse impregnando del ambiente de la prueba, aunque cuando llegamos aún había poca gente, por lo que tardamos escaso tiempo en coger el número que nos identificaría durante la carrera. Después, marchamos a tomarnos un café, sentados tranquilamente en una terraza de las que miran a la plaza. Allí sentados, ya observamos que lo del calor no era ninguna broma, y que iba a ser un ingrediente importante en la carrera. Saludos con los compañeros que estaban allí esperándonos en la capital, Juan Carlos, Jaime, José Luis, Fran, Nicanor; fotos con el grupo, y a terminar de cambiarse. Nos acompañaba en esta carrera el amigo Eloy García, que iba a debutar en la distancia, y en el tema de las carreras populares.
Por cierto, en esta carrera, estrenábamos nueva equipación, los colores, pantalón azul y camiseta de color granate, no es lo más adecuado para un madridista como yo, pero bueno, es lo que hay.
Primero se da la salida a la carrera de 10,5 kilómetros, una vuelta al circuito programado para la prueba, y después ya nos vamos colocando en la salida los que vamos a hacer el medio maratón. El calor a esta hora, once y cuarto de la mañana, ya es importante, y por lo que parece va a ir a más. Ya iremos viendo. Se da el pistoletazo de salida y ya estamos en faena. La salida, cuesta arriba, me hace notar que no voy lo fresco que yo quisiera, pero bueno, esperaremos que vaya mejorando, que solo sea la sensación inicial. Salimos de la cuesta y entramos en la parte antigua, empieza el empedrado, las calles estrechas, primera bajada, complicada, las piedras no ofrecen el agarre perfecto para las zapatillas, menos mal que no llueve, giros a izquierda, giros a derecha, por calles estrechas, curvas cerradas, subidas duras, cortas, pero intensas; los corredores buscando las aceras que están enlosadas, que permiten andar mejor. Por delante va Antonio, si fuera capaz de agarrarle haría una buena carrera. Voy con esa intención.
Pero veo que las cuestas me suponen un gran esfuerzo, las piernas no van finas, pero hay que seguir. Ahora pasamos cerca de la Plaza, por el Arco de la Estrella, se ve la plaza a la izquierda, y viene una gran cuesta abajo, el cuerpo hay que retenerle, para no caer rodando, porque es muy repentina, y con mucha pendiente. Se acabó, llego abajo, giro a la izquierda, nueva subida, más leve y salimos a la derecha dirección a la Plaza de toros, parece que ya se ha acabado todo lo duro pero no, hay un pequeño trecho corto, empedrado, cuesta arriba, en un giro a la izquierda, giro a la derecha y tras dejar un poco de resuello en este tramo, ya sí, estamos en la Avenida Hernán Cortés, dirección a la estatua ecuestre del susodicho, Antonio le veo a una distancia no muy grande, pero mis sensaciones son funestas, no voy ni para atrás, no me veo con tiro, con gasolina, así que me tengo que acomodar a este ritmo, para mí cansino, pero es que me obliga hoy la sensación que vivo en este momento.
Después de recoger los dorsales
Pasamos al lado del conquistador, lo dejamos, avanzamos de frente un tramo, giro a la izquierda, caballo otra vez y ahora por Cánovas. Con el sol apretando ya de lo lindo, me aorillo a la izquierda, buscando la sombra; todos los corredores hacemos lo mismo.
Salgo a la calle Gil Cordero, y ahí está esa inmensa recta de más de 1,5 kilómetros, que pica hacia arriba, poco, pero pica, y, además, con el sol castigando directamente sobre el asfalto, sin lugar para resguardarse, se hace si cabe más larga aún. He puesto el automático, buscando recuperarme, tener mejores sensaciones, intentando que se me pasen las ideas que me rondan la cabeza de abandonar, incluso he pensado en qué sitios, al llegar al final de Cánovas, cuando vaya a entrar en la Plaza de toros, cuando cruce la primera vuelta. Vamos para adelante. Primer avituallamiento, me agarro al agua como un sediento en un oasis, dos tragos, tres tragos, y para delante. Paso por el km. 5, 21:18, a un ritmo de 4:16, bueno, no parece tan malo.
En este tramo alcanzo a los últimos corredores de la prueba de 10,5 km. Salieron un cuarto de hora antes que nosotros, y les hemos recortado cinco kilómetros. Así va a ser durante el resto de la primera vuelta, adelantamiento continuo de corredores de la prueba corta. Los de la larga, alguno me pasa con facilidad, no me engancho a nadie, no quiero intentarlo, no miro, sigo a mi ritmo. Doblamos al final de la calle y buscamos ir hacia la Cruz de los caídos, aquí el terreno va en descenso y lo agradezco. Paso por el km. 7, primer tercio, 30 minutos exactos, hoy va a ser difícil bajar de la hora y media, si la cosa no mejora. Entramos en Antonio Hurtado, aquí también vamos para abajo, giro de 180º, y lo que era bajar, ahora es subir, me sienta fatal estos doscientos metros de subida, parece que no voy más, que voy a reventar, que mis piernas van a decir que se acabó, que hasta aquí. Supero este socavón, porque no es bache, y parece que me reanimo un poco. Salgo al Paseo de Cánovas, sombra, otra vez mirando para abajo, y ahora parece que tengo alguna mejor sensación, no para tirar cohetes, pero sí, al menos para seguir. En esta zona los olores provenientes de los puestos instalados en el propio paseo te invitan a pararte y degustar lo que están preparando, pero estamos corriendo, hay que seguir concentrados. Llegada a la altura de la Plaza de toros y giro a la derecha, buscando la zona de Meta, la Plaza Mayor. Este tramo lo hago bien, una cuesta abajo, repentina, un giro de noventa grados que casi te saca de la calle, y cincuenta metros cuesta arriba, duros, que retienen, que tiran para atrás, paso por la línea de meta, a por la segunda vuelta.
Vuelta a iniciar la cuesta arriba, y ahí en el final de la cuesta, está el avituallamiento, el agua, el refresco, el líquido elemento que me hace falta para seguir adelante. Entro en la zona antigua, y esta vez me planteo ir más relajado, no quiero agobiarme, tirando fuerte, así que las cuestas arriba me pongo un ritmo asequible, mirando al suelo y en las cuestas abajo me dejo llevar, sin hacer grandes esfuerzos. Ya voy casi solo, algún corredor me adelanta, alguno adelanto yo, y así va a ser este trozo. Salida a la plaza de toros, abandono de toda zona de piedras, de estrecheces, y ahí están otra vez, las anchas calles, para poder correr; si estuviera bien, podría recuperar, pero llegado a este punto, mi único deseo es acabar, finalizar, terminar esta carrera, en las mejores condiciones, no aprieto, no me esfuerzo en demasía, no me fío de mis piernas, de mi cuerpo, de mi mente.
Algún corredor me adelanta, pero cada vez son menos, también adelanto a alguno, eso me anima. Paso por el kilómetro 14, tiempo de paso 1:02:47, voy muy por encima de mi idea. Coger a Antonio se convirtió, hace ya mucho tiempo en una quimera, y ahora, para rematar, viene Pedro y me pasa, con tranquilidad, me saluda, le respondo pero no hago el más mínimo esfuerzo por agarrarme a él. Estoy en otro mundo, en otra carrera, cuyo único aliciente para mí es acabarla, y no hacerlo muy perjudicado. Dejamos el caballo, paso por Cánovas, otra vez a la sombra, y hacia la Cruz de los caídos, giro para Gil Cordero, y ahí está la recta, mi boca está seca, busco el agua que se me ofrece en el kilómetro 15, parece que no llega. Al final, llega, cojo la botella, me tomo dos tragos, la llevo en la mano, cien metros, y otro nuevo trago. A la vuelta, al pasar por el mismo lado, nueva botella de agua que nos ofrecen. Quedan más de cuatro kilómetros, así que bebo, no sea que no vaya a haber más.
En este tramo, te permite resguardarte a la sombra, y es lo que hacemos todos los corredores, buscando huir del golpe del sol, hasta que salimos a la Avenida Antonio Hurtado, donde vuelve a castigar severamente. Aquí adelanto a algunos corredores, ya los hay que van peor que yo. Saludo a Nacho y busco la vuelta de 180º, queda ese trozo duro para mí en la primera vuelta, lo supero mejor de lo que esperaba, me adelanta una chica, va lanzada, pero es del relevo. Me podía haber agarrado a ella, pero desisto, quiero seguir a mi ritmo, ya me da igual unos segundos más que menos, total no voy a hacer un buen resultado.
Ya estoy en Cánovas, otra vez en sombra, con perfil hacia abajo, adelanto a un muchacho que va tocado de una pierna, lo animo y ya me voy buscando la meta. Este tramo, hasta la Plaza de Toros es por la sombra, ese objeto de deseo en esta mañana de calor, de mucho y repentino calor. Adelanto a dos corredores más y ahí me voy a quedar hasta el final, nadie por delante, nadie por detrás. Se echa en falta un nuevo avituallamiento de agua, sobre todo en días como hoy, pero nada hay que seguir, es lo que toca.
Tras dejar el coso taurino, entramos ya en el tramo final, buscando la meta, la Plaza Mayor, una cuesta abajo, muy fuerte, salida a la calle Sancti Espiritu, casi derrapando, antes de encarar la meta, con ese trozo de subida, corta pero dura. Ya estoy arriba, paso por el Arco y salida a la Plaza Mayor, a la meta, con una línea de llegada completamente llena de gente, aplaudiendo a todos los que vamos pasando. Desde luego la llegada es maravillosa, el entorno es espectacular. Beso al aire, para mi padre. Tiempo final 1:33:22, muy lejos de lo que yo esperaba. Puesto 104 de la general, de un total de 663 corredores llegados a la meta.
Me hidrato, agua, isotónica, cerveza, todo es poco para recuperar lo que he perdido en la carrera. Recojo mi bolsa y me marcho para la zona de masajes, hay que esperar, y llegan los espabilados de turno, los que dicen que llevan mucho tiempo esperando, que les han dado la vez, antes que a ti, cuando tú ni los has visto, pero, en fin, esa es la ética y la catadura moral que cada día viste a más gente.
Después de todo esto, regreso a casa, con la sensación de una carrera más hecha, pero con un resultado algo decepcionante, debería haberlo hecho mejor, pero no he podido, o no he sabido esta mañana. No todos los días son iguales, y hoy me ha tocado un día de perros, duro para mí. El recorrido no invita a correr mucho, porque los tres primeros kilómetros son en vaivén, por terrenos empedrados, tienes que mirar más para abajo que al frente. Es lo que tiene correr por un casco histórico calificado como Patrimonio de la Humanidad. Además, el año pasado lo hice mucho mejor.
Un detalle a mejorar por la carrera, es la señalización de los kilómetros, porque no puede ser que los haya a casi seis minutos y algo más de tres, no debe ser tan difícil, que guarden una cierta homogeneidad. Por lo que me han comentado algunos compañeros, se agotó el agua en el kilómetro 15, por los que los últimos, de verdad, sufrieron para llegar al final de la carrera.
Esta temporada va llegando a su final, una temporada rara, atípica, difícil, dura, en la que no me he encontrado a gusto en casi ningún momento, en casi ninguna carrera, casi todas me han costado bastante. Hay que sacar conclusiones positivas, al menos sigo corriendo, sigo cruzando líneas de meta, y las ganas de entrenar no han desaparecido. Hay que dar tiempo al tiempo.

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