El pasado domingo participé en una
nueva carrera, en esta ocasión en la VII CARRERA CONTRA LA DROGA, organizada
por el CEFOT de Cáceres, en la localidad cacereña.
No era una carrera ésta que estaba
dentro de mis previsiones realizar, pero las circunstancias, como que esa
mañana debía estar en Cáceres, hicieron que me inscribiese para la misma.
El día antes tuve que salir a entrenar
por la localidad de Talavera de la Reina, y las sensaciones que me había dejado
el entreno no fueron las mejores, pero en fin, una carrera corta se pasaría sin
muchos problemas. Nos habíamos inscrito el amigo Fran y yo.
Pero el domingo por la mañana, el
cielo descargaba todo el líquido elemento que pudo, y con aire, hacía más
complicada la decisión de echarse a correr. En esto me llamó Fran para decirme
que, finalmente, desistía de correr. Yo, aún así, decidí acercarme al lugar de
salida, en la Plaza de San Mateo, en el corazón del casco antiguo de la bella
localidad cacereña. En algún momento estaba iniciando el camino de vuelta para
el coche, porque correr esa mañana parecía una auténtica locura. Pero te
encuentras allí con amigos como el veteranísimo Paco Barquilla, que dijo que
como no íbamos a correr, y ya que estaba allí, pues al final me animé.
Eramos más de seiscientos los
corredores que estábamos bajo el arco de salida, y es que la cifra tiene truco,
porque casi todos eran soldados del Ejército de Tierra que estaban en la
ciudad, bien acuartelados en el CEFOT, bien venían de maniobras. Y todos tenían
una orden: CORRER, CON CALZONAS Y CAMISETA DE MANGA CORTA, SIN GORRAS Y SIN
GUANTES. Son hombres, son soldados, y lo deben demostrar. En fin.
El inicio de la carrera se presentaba
sin agua, pero éste se retrasó por un problema con los camiones encargados de
recoger la ropa. Y empezamos casi a las 11:15, un cuarto de hora más tarde,
cuando el agua empezó a arreciar.
La salida por el casco antiguo, por
calles estrechas, empedradas, mojadas, hacían difícil el correr, el colocarte
en tu sitio; en las subidas se podía correr; en las bajadas, debías intentar no
perder el equilibrio, por lo que no se podía alcanzar velocidad. Tras dar una
vuelta por el interior, salimos a la Plaza Mayor, la atravesamos, y volvimos a
meternos en el casco antiguo, para salir por la C/ Mira al río, buscando el puente
de San Francisco, cuando debíamos llevar más de dos kilómetros, y es que esta
carrera no tenía marcados los kilómetros, por lo que las referencias no
existían, y si pasaba como a mí, que desconocía el recorrido, tampoco permitía
excesivas alegrías.