viernes, 16 de febrero de 2018

VI MEDIO MARATON DE PLASENCIA

Parte del grupo, antes de irnos para la salida

El viernes 26 de enero, recibí un mensaje de mi amigo Alfonso Martínez, de los Atletas Populares de Plasencia, organizadores del VI MEDIO MARATON DE PLASENCIA, preguntándome si me interesaría ser liebre de la hora y cuarenta minutos, en la carrera, que iba a celebrarse el domingo día 4 de febrero. Y enseguida dije que sí. Nunca lo había hecho, y era una nueva experiencia en esto del atletismo popular. 
Pero, después de decir que sí, ya por la tarde, me vinieron las primeras dudas, ¿sabría hacerlo bien?, ¿cuál sería el ritmo adecuado teniendo en cuenta el perfil de la carrera? Y así, empecé a preguntar a Alberto Masa, quien lo había hecho el año pasado, y que este año iba a llevar el globo de la hora y treinta minutos. Me pasó la tabla de tiempos de la pasada edición; me dijo, como yo pensaba, que había que ir un poco más rápido del ritmo medio hasta el kilómetro 17, ya que luego los últimos cuatro iban a ser más lentos, por las subidas y giros que había que hacer. 
Y en medio, ese domingo, el Medio Maratón de Sevilla, que tan bien acabé, y con una gran marca, como así recojo en la crónica que precede a ésta. 
Y con algún entrenamiento intentando marcar el ritmo, que me costaba, llegó el día de la carrera. Día frío en Navalmoral, con aire, y con predicciones de más fuerte en la ciudad del Jerte. Y tras recoger a Javier, nos fuimos para Plasencia Antonio, Javier y yo. Llegamos, y tras aparcar, nos fuimos a por los dorsales, liturgia habitual de toda carrera. Y allí nos dimos cuenta que no habían cerrado las ventanas, porque hacía muchísimo aire, e iba a ser el protagonista de la carrera. 
Tras tomar el café de turno, y realizar la foto de grupo, y es que vamos a participar una docena de miembros (y miembras) del club, a pesar de las bajas de última hora, por lesión, de Agustín y Lucía, a los que deseo una pronta recuperación, nos vamos para la zona de la carrera, donde me está esperando Alfonso para darme la camiseta de la carrera, con la que haré la prueba, y tras cambiarme, con guantes y braga para el cuello, porque la cosa estaba fresca, marcho a ponerme la mochila-bandera que llevaré durante la carrera. Ya me dicen los compañeros de los otros límites horarios que al ser el más alto, voy a tener más problemas con las ramas de los árboles y arcos que tenemos que pasar, por lo que tendré que ir atento. 
Por el kilómetro 5
Unas fotos con los compañeros de bandera y nos vamos colocando en la zona de salida, los corredores se empiezan a agolpar, los casi seiscientos corredores inscritos están esperando, impacientes, que se dé el pistoletazo de salida, unos con una idea, terminar, otros con otra idea, mejorar su marca. Hoy es un día doblemente complicado, por el tiempo ventoso, y por el perfil de la carrera. 
Pero ya no hay vuelta atrás, se da la salida y todos a correr. Yo empiezo a mirar mi gps para controlar el ritmo de salida, no debiera ser inferior a 4:40. Pero el primer kilómetro es complicado marcar ese ritmo por dos razones, la lógica velocidad de salida, y un perfil en descenso. Aunque intento retenerme, el primer mil lo realizo rozando los 4:30. Un poco rápido, así que intento frenarme. Dejamos atrás el Parque de La Coronación y nos vamos hacía la Avenida Cañada Real, y tras realizar un bucle, con una bajada y la consiguiente subida, nos vemos de nuevo en la misma calle. El kilómetro 2 lo hago en 4:40, y en este punto se me engancha el compañero Rubén Mateos, que dice que va a ir a mi lado toda la carrera. Le agradezco su compañía para que entre los dos podamos regular el ritmo. Pasamos por la zona de salida y meta, y nos vamos hacia la zona del acueducto, donde está el tercer kilómetro, y éste ya lo voy clavando en 4:41. Ahora viene la zona donde se va a poder correr, aunque es cierto es que hay algún trozo de bajada en la que vamos a tener que echar el freno. Llevo dos relojes, uno el gps, y otro mi cronómetro de siempre, porque así me lo aconsejaron, para poder controlar el paso por cada uno de los carteles señalizadores de los kilómetros, que están un poco más corto que la distancia real. Tengo que llevar la referencia del cronómetro al paso de cada mil. Empezamos en bajada por Sor Valentina Mirón, para acabar subiendo, hasta llegar a la Puerta de Berrozana, que nos llevará por la calle Higuerillas, hasta el Puente de San Lázaro, con una fuerte bajada. Ya se han acabado los kilómetros iniciales, que son, en general, rápidos, y nos ponemos en plano, por el Paseo de la Ribera. Aquí ya me he hecho con un grupo de corredores, con el incombustible Paco Barquilla, otro corredor de Coria, y Manuel, compañero sindical de Plasencia, y a mi lado Rubén. Detrás viene Javier. En este punto empieza el verdadero control de la carrera, de los ritmos. El paso por el 5.000 lo hago en 23:12, a 4:38 el kilómetro. Va bien la cosa. Ahora entramos en el paseo del Arroyo Niebla, un magnifico paseo, llano, para poder correr, donde transitaremos por más de cuatro kilómetros. Hasta el kilómetro 7, primer tercio, lo hago en 32:37, a 4:39/km. Es el ritmo idóneo, porque los últimos tres mil metros van a ser exigentes, y hay que llevar una “mochila” de segundos para pasarlo con solvencia. 
En esta zona del Arroyo Niebla, empiezo a rozar con algunas ramas de los árboles, pero aún así sigo, intentando esquivarlas, por lo menos las más claras. Llegamos al puente que hará el giro en sentido contrario del recorrido, y aquí el aire, el viento, muestra toda su virulencia, cuesta dar cada paso, es un momento duro, hay que seguir tirando, se nota la mochila que llevo, la bandera cuesta moverla. Pero sigo intentando mantener el ritmo. Dejo atrás el kilómetro 8, en 4:52, después el 9, en 4:42, hemos perdido algo de tiempo, pero he salvado la papeleta, cuando me adentro en el Parque del Cachón, y paso por el décimo kilómetro de la carrera, en un paso de 46:30, 4:38 el kilómetro. 
Y de aquí paso a la ribera del río, donde el aire nos da de cara, aunque la intensidad se nota menor que en el arroyo. Aquí el peligro está en los árboles que están al borde, con las ramas muy bajas, que las voy dando, que las voy intentando esquivar, y llegamos al punto kilómetro once de la carrera, tras pasar, muy agachado bajo el Puente Nuevo, un arco de muy baja altura, en el que, inevitablemente toco con la bandera, pero lo salvo, y recibo los aplausos de los congregados alrededor del vano. Sigue a mi lado Rubén, y alcanzo a un corredor de Salamanca, con el que voy a compartir unos cuantos kilómetros. Javier se engancha, y a veces, se deja ir hacia atrás. El aire es molesto, pero seguimos a lo nuestro. Paco Barquilla se va quedando atrás, pero no puedo bajar el ritmo, porque no cumpliríamos. 
Voy pasando los kilómetros, el doce, el trece, y ya nos vamos acercando al cambio de sentido, a través del puente de La Vinosilla. El aire, ahora nos va a favorecer. Paso por el kilómetro 14 en 1:05:33, a 4:41 el kilómetro. Alcanzamos a Víctor Domínguez, atleta discapacitado, que, como siempre, paga su fuerte salida. Ahora, con el aire a favor, el ritmo, sin querer se acelera un poco, y los dos siguientes kilómetros, los hago, uno por debajo de 4:35, otro por debajo de 4:40, y me llama la atención Javier, por lo que bajo un poco el ritmo, y dejo que el corredor salmantino se marche. Rubén se queda unos metros por detrás, pero nos agrupamos, y nos encontramos con dos chicos que van acompañando a una corredora. Vamos hacia el Parque de La Isla, tras abandonar la ribera, buscando el kilómetro 17. Así, en grupo, entramos en La Isla, entre los aplausos de la gente, un tramo de tierra, y a buscar el casco antiguo de la ciudad. Paso por el diecisiete en 1:19:17, por debajo de 4:40. 
Con el gran Javier Rodríguez acompañándome
Sigo marcando bien los kilómetros, solo falta salir de La Isla, hay que pasar por debajo de un arco metálico, me avisan, me agacho, pero la bandera no aguanta otro embate más y cede, se cae al suelo, así que la cojo y como un legionario marcho con ella al hombro. Vamos ya a por el último kilómetro “fácil” del recorrido, y es que es pasar el cartelón del kilómetro 18, en 1:23:47, algo rápido, y aparece la pequeña pero durísima subida al Cañón de La Salud, entrada al casco histórico. 
Un impulso, algunas zancadas más cortas, y estamos allí, dentro de la zona antigua, adoquines, piedras, en el suelo, digo a los corredores que hay que aorillarse a la derecha, por la zona de losas, que es más fácil. Una pequeña subida, un descanso, giro a la derecha, y viene la calle Coria, la cuesta más larga, aquella que te puede destrozar si no llegas en buenas condiciones. En este tramo no paro de animar a los corredores, a decirles que hay que subir a ritmo, me voy parando, para que sigan corriendo, para animarles, así que en estos tramos, ya me olvido del ritmo, y solo espero a corredores. Dejamos atrás la cuesta, salimos a la Plaza por la calle Trujillo, nuevo giro, y está el cartel del kilómetro 19, y el cronómetro me dice que vamos por una hora y veintinueve minutos. Les digo que tienen once minutos para llegar a la meta, de sobra. Un corredor dice que no les apriete más, yo le digo que solo tienen que ser ellos ya. Paso por la catedral, después volvemos a la Plaza, y de ahí por calle Sol, salimos a la Avenida de la Salle, buscando las traseras de la Universidad. El kilómetro 20 se ha quedado atrás, voy mirando hacia atrás para seguir animando a aquellos corredores que veo que pueden llegar por debajo de los cien minutos. Siguen pasando algunos. Uno pregunta si queda alguna subida, digo que sí, la vuelta al Colegio, y la salida al Parque de La Coronación. Sigo animando, y veo que un corredor veterano de Cáceres le está costando llegar, y se echa a andar, le animo, le digo que no es momento de parar. 
Estamos ya en la calle que circunda el Parque, a la vuelta está la línea de meta, miro el reloj, me pasan Rubén y Javier, sigo con el corredor cacereño, que va tocado. Volteamos el parque, y ya nos encontramos con el arco de meta. Paso por el kilómetro 21, escaso centenar de metros nos separan del final. 
Los corredores van pasando la meta, por debajo de la hora y cuarenta minutos. Al que acompaño lo hace ya, unos segundos por encima del límite, pero ha terminado. Paso yo, mi reloj marca 1:40:11. He logrado el objetivo, bastantes corredores han conseguido su objetivo. Me dan las gracias algunos, creo que lo he hecho bien, siempre se podría hacer algo mejor, quizás, seguro, pero he dado lo que tenía para hacerlo, y me gustaría repetir otro año. 
Llegando a la meta, bandera en mano
Ha sido una gran experiencia, he vivido grandes momentos he visto una zona de la carrera que yo no suelo ver cuando corro, veo lo que se sufre en otros estratos, en otras posiciones, he visto la cara de agradecimiento de los corredores. Sabiendo que era factible para mí hacer esta marca, lo más importante era que el ritmo fuera el adecuado. Había que correr un poco más cada uno de los diecisiete primeros kilómetros, para dar margen a la parte más complicada y así hemos llegado. La única lástima es que no han sido muchos los corredores que se han enganchado a mí, aunque creo que les he ido sirviendo como referencia durante las largas rectas, porque me he encontrado una decena, o más, de corredores que iban con ese objetivo. 
En resumen, una nueva carrera, una nueva prueba de medio maratón, y ya van setenta y seis. La cuenta atrás para el centenar ha empezado. Otros compañeros llegarán antes que yo, pero ese es mi objetivo para las próximas dos temporadas y media. 
Mi anhelo, llegar a esa cifra mágica a finales del año 2019, si puede ser, en mi pueblo, en Navalmoral. Pero todo se ha de hacer con paciencia, y es que que queda, sin duda un largo período de entrenamientos, de pruebas, donde espero que las lesiones me respeten, que las ganas de correr sigan ahí, y que en los momentos bajos sepa superarlos. A todo esto hay que sumar las inevitables circunstancias personales y vitales que acaecerán. 
Como uno ya es veterano, y para algunos mayor, os voy a poner algunas canciones de esas de las que siempre guardo gratos recuerdos, porque son de mi época, como se dice ahora, de los ochenta y los noventa, y la primera que os dejo es del grupo La Dama se esconde, “COGE EL VIENTO”. Viejos temas de una antigua memoria. 
Próxima prueba, el domingo en el III Medio Maratón de Montijo, que anuncia un cartel de lujo, con grandes atletas en la línea de salida.

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