sábado, 3 de febrero de 2018

XXIII MEDIO MARATON DE SEVILLA

En la Feria del Corredor
Cuando en el año 2016, a mediados, comencé de nuevo a entrenar tras estar seis meses parado, nunca pensé, ni en mis mejores pensamientos, que iba a conseguir alcanzar el nivel que tenía antes de sufrir el importante percance que podría haber marcado un antes y un después en mi desarrollo deportivo. Pero, tras un gran final de año, con unos entrenamientos que cada día me mostraban más fuerte, con unas competiciones en las que me desenvolví muy bien, me enfrenté a la primera prueba de medio maratón del año 2018, en la ciudad de Sevilla, lugar del que guardo un gratísimo recuerdo, porque en ella conseguí mi mejor marca, para mí ya inalcanzable, en el maratón, aunque también hay que decir que en 2015 disputé la que, seguramente, sea la última prueba de maratón que realizaré en mi vida, porque acabé derrotado.
Mi intención era comenzar el año disputando el Medio Maratón de Los Barruecos, en Malpartida de Cáceres, mi pueblo materno, pero las inscripciones se acabaron muy pronto, y no se quiso aumentar el cupo, lo que supuso una gran decepción para mí, y para algunos compañeros de mi club. Ya con esta situación, solo quedaba pelear por hacer una gran carrera en la ciudad hispalense.
Y así, entre el viernes y el sábado, uno tras otro, fuimos llegando los compañeros del club, hasta un total de diecisiete, a la capital andaluza, en una jornada que lucía sol, pero era bastante fresca. Para el domingo daban fuerte viento.
Antes de llegar al hotel, paré en la Feria del Corredor, situada en los bajos del Estadio de La Cartuja. Me hice una foto en el podio que tenían allí, y se acercó el speaker, realizándome una entrevista. Tras recoger el dorsal, y llegar al hotel, paseo por la turística ciudad, y encuentro con varios compañeros, con los que acabamos compartiendo cervezas, conversación y cena, y tras esto, a dormir, porque la carrera estaba anunciada para las nueve de la mañana, una hora muy temprana, para tratarse de una prueba de veintiún kilómetros, que iba a hacer que hubiera poco ambiente en las calles, como así ocurrió. Quizás una hora más tarde, solo sesenta minutos más, haría que fuese una prueba mucho más atractiva.
En la cena de la noche anterior
Así que a las siete estábamos en pie, y tras desayunar, y no mucho, dada la cercanía de la hora, nos fuimos marchando al Estadio de La Cartuja, mal anunciado como Estadio Olímpico, y allí nos encontramos con algunos de los compañeros, y es que hasta dieciocho íbamos a lucir los colores del club y el nombre de Navalmoral por la ciudad del Guadalquivir. La mañana estaba fresca, pero el viento que se anunciaba, de más de 20 km/hora, no hizo aparición, existiendo una pequeña brisa. Al final, decidí salir a correr en tirantes y calzonas, sin manguitos, sin guantes, y así casi todos los compañeros. Ya entraríamos en calor con la carrera. Tras dejar la bolsa en el guardarropa, y un paso previo por el baño, nos fuimos para la salida, situada a más de mil quinientos metros del lugar donde depositamos la ropa, en el Estadio. Tal vez, demasiado lejos. Así que con la hora casi echándose encima, la gente íbamos trotando hacia la zona de salida, dividida por cajones de salida, en función de los tiempos acreditados.
Yo tenía asignado el Cajón número 1, para marcas por debajo de la hora y media. Bajé con Lucía, quien, tras desearnos mutua suerte, se quedó en el cajón número 2, y me incorporé a mi lugar con el compañero Uruburu. Apenas quedaban ya cinco minutos para darse la salida, y ya estábamos esperando a que se diera la salida. A mi lado, un corredor del C.A. Coria, de Coria del Río, con una camiseta amarilla. En primer lugar, lo hicieron los atletas en silla de ruedas. Dos minutos más tarde se dio el pistoletazo de salida para los casi nueve mil corredores inscritos para la carrera, que habían agotado los dorsales hacía casi un mes. Ya estaba todo preparado.
Antes de irnos al Estadio
Y se da el disparo, y comenzamos a correr. Al principio, trote, hasta pasar la línea de salida, activo el cronómetro y a aligerar el paso. Una larga recta por la Avenida Carlos III, que nos llevará al primer kilómetro. Ha sido una buena salida, no he perdido casi nada. El primer kilómetro lo paso en 4:01, aunque el cartel está treinta metros más adelante. Este circuito es homologado, y si no vas por la línea de homologación, vamos a hacer más metros. Con esta diferencia, llegaría a hacer casi seiscientos metros más. Ya veremos.
Las piernas van bien, me noto a gusto, no voy exigido. El globo de la hora y media va por delante, tengo que intentar pasarle pronto, pero es complicado, porque hay un grupo importante a su alrededor, que dificulta el paso. Poco a poco el grupo se va estirando, intento pasar, el carril se estrecha por la izquierda, y casi colisiono con uno de los conos señalizadores. Lo he salvado. Ahora pasamos por un paso subterráneo, una pequeña subida y a seguir corriendo, dejando atrás el kilómetro 2, y adentrándonos en el popular barrio de Triana. Antes de llegar al kilómetro 3, he conseguido pasar al corredor del globo, y abandonamos esta larga recta de salida, para ir más cerca del río, por la Avenida Blas Infante, giro a la izquierda, y nos ponemos en sentido contrario. Pasamos por las calles López de Gomara, donde está situado el kilómetro 4, y Ronda de Triana, donde está el kilómetro 5, y tienen colocada la primera alfombra de control. Según mi clasificación final, yo no pasé por ella, pero eso no es cierto, ya que era muy estrecha, y la pisé levemente. Es quizás, otro aspecto a mejorar, porque a esta altura todavía hay mucha gente junta, y debería ser una línea más ancha. No obstante, según mi reloj, paso en 20:36, a 4:07 el kilómetro, aunque el cartel está a casi cien metros.
Por el kilómetro 10
Sigo avanzando por esta calle, abandonando Triana y volviendo a entrar en la Isla de la Cartuja, pasando por el kilómetro 6, viendo a lo lejos a mi compañera Maricruz, a la que noto cada vez más cerca. No me quiero exigir mucho, porque creo que caerá pronto, está a menos de cinco segundos. Y antes de llegar al kilómetro 7, la alcanzo, dice que va vacía, pasó una mala noche. Me quedo con ella, con la intención de marcarla el ritmo. Pero tras dejar atrás el cartel del kilómetro 7, primer tercio de carrera, decide aflojar su paso, y me quedo solo. Esta primera fracción la completo, según mi gps, en 28:59, mientras que según el recorrido, lo hago en 29:30. Aún así, por debajo de la hora y media. 
Unos metros más adelante, se presenta el Puente de la Barqueta, lleno de gente animando. Está cerca del estadio, y permite que la gente vaya de un lado a otro. Tras abandonar esta infraestructura, accedemos a la parte central de la ciudad de Sevilla, por la avenida paralela al río Guadalquivir, que dividida en varios tramos, con distintos nombres, surcaremos durante más de tres kilómetros, dejando a los lados La Maestranza, la Torre del Oro, y otros monumentos de la ciudad, siempre viendo el río. Antes de llegar a la plaza de toros, está el kilómetro 10, que lo hago en 41:36, para la organización, lo haré en más de cuarenta y dos minutos. A estas alturas voy al lado de un corredor llamado Cecilio, que tan pronto aparece, como desaparece de mi lado, sin saber bien si le alcanzo, o si lo hace él conmigo. A nuestra izquierda, el Parque de María Luisa, que iremos bordeando, hasta el kilómetro 13, en el que nos metemos dentro de él, por la Avenida de Isabel la Católica. Paso junto a la Plaza de España, saliendo seguidamente, una rotonda, y el kilómetro 14, mi reloj indica que lo he hecho en 58:30, mientras que el trazado dirá que lo hago en más de cincuenta y nueve minutos. Aún así, el objetivo de la hora y media es factible. Tiro de gel, para ganar algo más de fuerza, El ritmo sigue siendo bueno, muy bueno, las piernas siguen respondiendo, y, lo más importante, la cabeza también.
En el kilómetro 15
Dejo la rotonda, avanzo por la Avenida del Cid, hasta la Calle San Fernando, surcada por raíles del tranvía, con lo que hay tener un poco de cuidado, así como con algún que otro resalto; paso por la Puerta de Jerez, lugar de celebración de los triunfos sevillistas, y giro a la derecha, por la Avenida de la Constitución, vía donde están los principales monumentos de la ciudad, la Giralda, los Reales Alcazares, el Archivo de Indias, y más. Cuando dejo atrás la catedral, oigo unas voces, al llegar a la altura de quien las está profiriendo, observo que es una persona asiática, que está animando a todos los corredores, en su idioma, aunque parece como cabreado, pero no se cansa de vociferar, levantar los pulgares, aplaudir, está emocionado. Resulta, cuando menos, curioso.
Tras dejar esta calle, con el arco del kilómetro 15, pasamos por delante del Ayuntamiento, y nos introducimos en la calle Tetuán, calle comercial, algo estrecha, pero a estas alturas, con más de quince mil metros recorridos, vamos separados, vamos fluidos. Finaliza la calle, y giramos a la derecha, hacia el monumento que denominan los sevillanos como “las setas”. En este tramo sufro un poco, ya que es una pequeña subida, con adoquines, que están en muy mal estado. Al final de la subida, hay un grupo de batukada, que, para mi gusto, meten más bien ruido, que ánimos, para otros será al revés. En este momento, pienso que, quizás me haya extralimitado en el esfuerzo. Voy a regular unos metros.
Un poco de callejeo por el interior de la ciudad, por vías algo estrechas, con poca animación, y las piernas van recuperando algo de tono. Dejo atrás el kilómetro 17, voy buscando el siguiente millar, por la Ronda de Capuchinos, calle Muñoz León, donde está el kilómetro 18, y, después la calle Resolana, que te presenta la imponente imagen del Puente de la Barqueta, que nos llevará hacia el Estadio, hacia la meta, hacia el final. A estas alturas, me encuentro con el corredor de Coria, al que paso, y luego me pasa; así vamos a estar unos metros. También un atleta, fuerte, de Club Maratón Jerez, al que adelanto.
Buscando el Puente de La Barqueta
Entro en el puente, con otro grupo musical, animando, y ya hay más gente en las calles. He pasado el kilómetro 19, solo quedan dos mil metros, pero no hay avituallamiento líquido en esta zona, quizás hiciera falta. Pero no es momento de lamentarse, es momento de dar todo lo que se tiene dentro, y eso es lo que hago, acelero, las piernas responden, voy adelantando gente, con relativa facilidad, el intuir la llegada me hace exprimirme más. Estamos dentro de la zona que fue de la Expo 92, zona también bastante vacía de gente. Sobrepaso a más corredores. El atleta del C.A. Coria, ya quedó atrás. Por su parte, el del Club Maratón Jerez me pasa cuando llegamos a la altura del kilómetro 20, que, por cierto, he completado en 4:04. Giro a la derecha, nuevo giro a la izquierda, paso por debajo de la SE-30, pequeño giro a la izquierda, y ahí está, delante de mí, el cartel que indica Puerta Sur, o lo que es lo mismo, acceso al Estadio. Ya, cualquier pena, cualquier sufrimiento desaparece, todo es fuerza, ritmo, velocidad. Acceso al túnel, algo de oscuridad, pero se ve el final, que con su luz, anuncia la pista de atletismo que indica los últimos trescientos metros. Bajada rapidísima, y dentro del Estadio, del majestuoso lugar, donde otrora grandes atletas dieran lo mejor de sí, y allí estoy yo, atleta popular, pisando el mismo tartán, aunque es cierto, que ahora en un estado deplorable. Vuelta al anillo, y al fondo el arco de meta. Marca más de 1 hora y 29 minutos. Último acelerón, y cruzo la meta. Según el reloj oficial, en 1:29:12, sin embargo, según mi cronómetro, y el tiempo neto que facilita la organización, 1:28:46, completando según el gps 21.400 metros.
Mi mejor marca de los últimos cuatro años, una gran alegría, una demostración más de que el entrenamiento, el trabajo, el sacrificio, da sus frutos. Ha sido una carrera que he llevado muy bien, con un buen ritmo, con un bache en el kilómetro 16, donde he realizado el peor parcial, en 4:17, pero sabiendo recuperarme.
He recuperado esas ganas de correr, que hacía un tiempo parecían algo perdidas, los pensamientos en el asfalto son de seguir corriendo, pensando en la meta, con la idea que si no voy bien, simplemente hay que aflojar un poco.
Con esta carrera, he logrado varios hitos; por un lado, he completado mi 75º medio maratón, haciendo 34 por debajo de los noventa minutos; y he completado mi carrera, del tipo que sea, siempre oficial, número 200.
Carrera finalizada
Así comienzo el año 2018, con una prueba de medio maratón, con un gran resultado, y con una muesca más en busca del número 80, de cara a seguir escalando para llegar al mítico número cien, objetivo único en el que tengo que trabajar.
Destacar los excelentes puestos de Jorge, Maricruz y Neroy en sus respectivas categoría, este último haciendo podio en la categoría junior, y las mejores marcas personales de Josequi, Lucía, Neroy, Agustín Uruburu, Patricia y Sergio. Sin duda alguna, una gran jornada para nuestros colores. Yo finalicé en el puesto 832 de un total de 7.291 atletas llegados a meta.
Tras llegar al hotel, y ducharnos, nos fuimos poniendo guapos, y algunos se fueron marchando para sus hogares, mientras que otros cuantos nos quedamos para comer juntos, lo que hicimos en la calle San Fernando. Después, de aquí, todos se fueron, menos nosotros, y es que mis hijos tenían entradas para ver el partido Sevilla-Getafe, que comenzaba a las seis y media de la tarde. Así que cuando terminó, con empate a uno, y el cabreo monumental de mi hijo mayor, aficionado del club de Nervión, nos marchamos para Navalmoral, apareciendo a eso de las doce y media de la noche.
En la Plaza de España
En resumen, gran fin de semana, tanto desde el punto de vista individual, por el resultado obtenido, así como por la magnífica jornada de convivencia del colectivo, lo que hace más grande, si cabe, este club, que cada vez parece más una familia.
Próxima carrera, este domingo en Plasencia, con motivo de la sexta edición del Medio Maratón, en el que, desde la organización, me han ofrecido la responsabilidad de ser liebre para los corredores que quieran bajar de 1 hora 40 minutos, aceptando, aunque en estos momentos me asaltan las dudas de si sabré cumplir, y es que el circuito placentino es fácil hasta el kilómetro 17, complicándose los últimos kilómetros, por las dos primeras cuestas que te encuentras dentro del casco antiguo, y los giros y contragiros que hay que dar antes de salir a la Avenida de Alfonso VIII. Mi idea, aconsejada por el anterior corredor que lo hizo, es salir un poco más rápido los kilómetros llamados “fáciles”, para dejar margen en los momentos más complicados, y llegar bien a la meta.
Siguiendo con las canciones que suelo escuchar cuando voy corriendo, aquí os dejo la canción “CUANDO TE CONOCÍ” del gran cantante argentino Andrés Calamaro.

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