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En el Juan Porro |
El pasado domingo, día 4 de
marzo, volví a acudir, un año más, y ya van ocho, al Medio Maratón de Mérida,
quizás la prueba más espectacular que se celebra en Extremadura, por el
impresionante recorrido que tiene, pasando por casi todos los monumentos de la
antigua Emérita Augusta, que fuera la capital de la Lusitania romana, y una de
las grandes ciudades del Imperio Romano. En este año se celebraba la decimo
segunda edición.
Pues bien, la semana no empezó
bien, ya que el martes arranqué con problemas gastrointestinales, que me
tuvieron postrado ese día, aunque, afortunadamente, el miércoles ya me
encontraba mejor y pude entrenar, a pesar de tener que luchar con el agua, con
el aire. A esto había que sumar la más que probable certeza que decían los
partes meteorológicos, y que anunciaban intensas lluvias para esa matinal
dominical.
Pero según avanzaba la semana,
sin embargo, el domingo presentaba un oasis en la mañana, lo que nos iba a
facilitar el poder correr, y así quince corredores del club nos presentamos en
la capital autonómica, para formar parte de un pelotón de mil quinientos
corredores.
En esta ocasión, el planteamiento
iba a ser el de acompañar a mi hermano Agustín, algo falto de entrenamientos,
por su exigente jornada laboral. Así que, tras el esfuerzo de Montijo, tras el
que me tomé unos días de descanso, era un plan ideal.
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Empezando la carrera |
Mi hermano no había realizado
esta prueba, así que iba a hacer de guía turístico y liebre, con la intención
de terminar la carrera en torno a la hora y treinta y cinco minutos. El viaje,
con parada obligada en el Juan Porro, fue tranquilo, y llegamos sin
sobresaltos. Allí, en el Pabellón Guadiana, donde se entregaban los dorsales,
ya empezamos a coincidir con conocidos de otras carreras, y tras retirar
nuestras acreditaciones para la carrera, nos fuimos para los coches, a
acicalarnos, a enfundarnos la elástica del club, que iban a ser tirantes,
porque la mañana presentaba una buena temperatura. Tan solo había una
preocupación, que el sol dominara a las nubes y saliera, lo que iba a hacer que
el termómetro subiera, y la humedad apareciera, quizás el peor enemigo para un
corredor.
Tras vestirnos, echarnos los
ungüentos necesarios (vaselina, cremas, y similares), nos fuimos acercando a la
zona de salida, situada en la Avenida de la Libertad, y empezamos a trotar un
poco para calentar las piernas de cara al reto que se presentaba ante nosotros.
Por allí vimos a un tal Abel Antón, doble campeón del mundo de maratón, que
ahora es la imagen de una de las firmas patrocinadoras del evento, y que iba a
correr la prueba.
En todo momento estuve acompañado
de mi hermano, y así, nos fuimos aproximando a la zona de salida, buscando
ponernos lo más cerca posible del arco que marcaba el comienzo de la carrera.
Estabamos colocados, solo esperando que se diera la salida, y con un cañonazo
artillero, se dio inicio a la carrera. Los primeros metros, se emplean en
adelantar a aquellos corredores que, con un ritmo inferior, se ponen bastante
adelante, intentando colocarnos en nuestro ritmo. Giramos a la derecha, por el
Puente Lusitania, obra diseñada por Santiago Calatrava, sobre el río Guadiana,
y de ahí, nuevo giro a la derecha, por el Paseo de Roma, para acceder al Puente
romano, una de las joyas de la corona emeritense. Hemos pasado ya el primer
kilómetro y, lógicamente, se hace rápido, lo pasamos en 4:22, algo más rápido que
los 4:30 de media que debemos llevar. Siempre buscando que Agu no se
descuelgue, porque va a ser el que va a marcar el ritmo que tengo que poner. El
paso por el segundo kilómetro se hace más rápido todavía, por lo que hay que
empezar a tirar del freno de mano.
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Por el Acueducto de Los Milagros |
Seguimos adelante, y nos metemos
por debajo de la antigua Nacional V, para comenzar una subida corta, de un
centenar de metros, que nos llevará a este tramo, sobre el que estaremos por
espacio de cuatro kilómetros. Estamos pasando por encima del río Guadiana, que,
gracias a las últimas lluvias, lleva un buen caudal. Tras pasar el kilómetro 3,
nos alcanza Josequi, y tras estar unos metros con nosotros, sigue acelerando y
se marcha. Nosotros vamos a pelear en otra guerra.
Cuando vamos llegando al
kilómetro 4, nos alcanza Carlos Tapia, quien dijo que iba a estar con nosotros
todo el recorrido, pero salió algo retrasado, y le ha costado cogernos, pero ya
estamos juntos los tres. Le digo que yo voy a ir con mi hermano hasta el final,
y él dice que se queda con nosotros, iremos juntos los tres, y llegaremos juntos los tres.
Primer avituallamiento, en el
kilómetro 5, en ligero descenso. Vamos llegando a la altura del circo romano,
donde vemos a los primeros corredores que están entrando en este espacio.
Seguimos corriendo a buen ritmo, le voy preguntando a mi hermano, dice que va
bien. Así que no hay que decaer. Giramos, y enfilamos hacia el Circo, en ligera
subida. Vemos a algunos de nuestros compañeros, Ruben, Javier, Alvaro. Los
romanos están custodiando la entrada. Conseguimos entrar, y una rampa en
descenso nos lleva al terreno de hierba sobre el que pisaremos. A pesar de las
lluvias, no está muy mal, y permite correr; tan solo el último tramo, el que
nos va a llevar a la salida, por la Avda. de Juan Carlos I, y la Avenida de
Extremadura, está más embarrado, pero se supera bien. Les aviso que el paso por
la puerta tiene que ser de a uno. Esto quizás lo debieran solucionar para otras
ediciones, máxime cuando cada día participan más corredores. Ya hemos dejado la
hierba, y estamos en el asfalto. Paso por el kilómetro 7 en 31 minutos, algo
rápido, pero teniendo en cuenta el último tercio, quizás vamos bien. Agustín
sigue aguantando bien, Carlos también.
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Por el Puente Romano |
Pasamos por la Basílica de Santa
Eulalia, patrona de la localidad, y nos dan esponjas, que vienen bien, para
refrescar un poco la cara. Un pequeño ascenso, y giro a la derecha, para ir a
buscar la zona del Acueducto de Los Milagros, mientras dejamos atrás el
kilómetro 8. Seguimos manteniendo un ritmo sostenido, por debajo de 4:30 cada
kilómetro. Voy preguntando a mi hermano, y sigue bien. Llegamos al kilómetro 9,
y entramos en el parque donde está el Acueducto de Los Milagros, otra de las
grandes obras romanas; pasar por debajo de sus arcos es otro de los alicientes
de este lugar. Avanzamos por un terreno de tierra y gravilla, para salir en
busca del kilómetro 10, tras un giro de ciento ochenta grados. Una alfombra, y
el cartel del décimo mil de la carrera. Miro al reloj, y pasamos por encima de
los 44 minutos. Nuevo avituallamiento de agua, y seguimos avanzando, en giros a
derecha, a izquierda, para llevarnos a la Ronda de Los Eméritos, donde nos
alcanza un veterano corredor de Cáceres, que nos anima y se marcha hacia
delante. Hemos pasado ya los once kilómetros. Entramos en la rotonda del
monumento a Marcos Agripa, y de ahí enfilamos la Avenida Emérita Augusta, que
nos llevará, nuevamente, al puente Lusitania.
En este tramo nos alcanza Juan
Carlos Arjona, atleta y entrenador personal, con el que mantengo una buena
amistad, quien me saluda, y se marcha también, dice que viene a hacer un
entrenamiento. Nosotros seguimos a lo nuestro, una pequeña bajada, pasando
cerca del Ferial, y comienza una ligera subida, donde están situada una zona de
esponjas, volvemos a cogerlas, nos refrescamos, y vamos a entrar nuevamente en
el puente, donde hay acumulada mucha gente, animando a todos los que por allí
pasamos. Estamos sobre el puente, y a la altura del kilómetro 13, le ofrezco el
gel que llevo a mi hermano, le va a hacer falta. Toma un poco y seguimos.
Llegamos a uno de los primeros puntos calientes de la carrera, la llamada subida
de la televisión, una rampa de cerca de medio kilómetro que va a marcar un
antes y un después. Les digo a mis acompañantes que cada uno suba a su ritmo, y
que el primero que llegue que espere a los otros. Así lo hacemos, yo subo
bastante bien. Carlos me sigue cerca, Agustín va algo más flojo. Coronamos, se
van acercando, viene una zona de bajada, por la Avenida de las Américas. El
paso por el kilómetro 14, segundo tercio de carrera, lo hacemos por debajo de
los sesenta y tres minutos, dentro del objetivo perseguido. Pero voy observando
que a mi hermano se le va a hacer larga la carrera.
Vuelve una nueva subida, que nos
llevará casi hasta el kilómetro 15, donde habrá un nuevo avituallamiento. Subo
más ligero que Carlos, que se queda con mi hermano. Cogemos el agua, dos
tragos, giro a la rotonda y de ahí un largo descenso hasta el puente romano.
Aquí hay que recuperar las piernas, dejarse llevar, hemos pasado un buen trozo
de dificultad, y hay que retomar el resuello, que las pulsaciones bajen.
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Dejando atrás la Alcazaba |
Estamos ya en el Puente Romano,
nuevo paso, el que nos lleva hacia el interior de la capital autonómica, por la
zona de la Alcazaba, lugar atestado de gente, con ánimos a todos, vítores a
algunos conocidos. Ahora le voy avisando a mi hermano, de la zona que viene,
una ligera subida, para llegar hasta la Presidencia de la Junta, muy cerca de
la zona de meta. Calle empedrada, y veo que mi hermano empieza a pasarlo
regular. Por la calle John Lennon nos vamos hacia la Avenida de las Atarazanas,
y de ahí a la calle Anas, paralelo al río, buscando la Avenida Lusitania, donde
comienza el punto más complejo de toda la prueba.
Aquí hay que empezar a decrecer
un poco el ritmo, porque las fuerzas le empiezan a abandonar a mi hermano,
ahora toca el momento de animar, de alentar para que no decaiga. Entramos en la
Avenida, aún no se atisba lo que espera a los corredores, es una calle amplia,
ancha, larga, con una ligera subida al comienzo, hasta que, tras coger unas
nuevas esponjas, empieza el gran momento, el más duro de la prueba, la larga
subida de más de ochocientos metros, con unos doscientos metros que te prepara,
para la exigente cuesta de más de medio kilómetro, que te hace subir un total
de unos veinte metros, es decir, al 10%. En estos momentos, la cara de Agu
refleja el esfuerzo que está haciendo, y ahora es cuando le animo, le digo que
solo los valientes como él, van a conseguir triunfar, y es que con lo poco que
entrena, está consiguiendo lo que muchos ya quisieran. La cuesta va llegando a
su fin, kilómetro 18, paso en 1:21, tenemos catorce minutos para llegar a la
meta. La gente anima, y, por fin, se acabó, llegamos arriba, al final de la
rampa, giro a la izquierda, y ahora a recuperar lo que se pueda, a recolocar
todos los esfuerzos.
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En el teatro romano |
Dejamos el Hotel Velada, pasamos
la rotonda, y nos vamos hacia el Teatro Romano. Nuevo avituallamiento, que se
coge con más ganas que nunca en toda la carrera. Agustín empieza a mostrar su
sufrimiento, pero aún así sigue adelante, sin pararse, sin rendirse. Giro a la
izquierda, por las traseras del Teatro, en ascenso, donde alcanzamos a un
corredor que dice a un amigo, que ha pegado un tremendo peo, y solo le queda
regular para llegar. Giro a la derecha, y ahora nos ponemos en descenso, para
acceder, por el Paseo Saenz de Buruaga, donde está puesto el kilómetro 19, miro
al reloj, lo hacemos por debajo de la hora y los veintiséis minutos, vamos
bien, dentro de lo factible. Pasamos a la zona de excavaciones del recinto
teatral, por una senda estrecha, que solo permite ir de uno en uno. Un pequeño
sendero, señalado por cintas, nos lleva a salir del recinto monumental, por su
entrada principal, junto al Museo Nacional de Arte Romano, y de ahí, nos vamos
por la calle Sagasta, donde está el Templo de Diana.
Sigue habiendo bastante ambiente
en las calles, mucha gente animando, y es que la temperatura, el que no llueva,
y gracias a que el sol no está dando fuerte, permite que la gente se haya
echado a las calles. Tras dejar la calle Sagasta, pasamos por la calle Romero
Leal, y de ahí salimos a la Plaza de España, final de la carrera. Pero aún nos
falta un último kilómetro, que también tiene su miga. Hemos pasado por este
último millar en 1:30:30, estamos rozando el límite.
Progresamos por la calle San
Salvador, en plano, más bien bajando. Faltan menos de mil metros, y aquí sigo
animando a mi hermano y a Carlos. Vamos a conseguirlo, eso parece. Y llegamos a
la calle Holguín, que nos va a llevar, durante 250 metros, en ascenso, que
parece interminable, casi hasta el final de la carrera. Cuando Agustín mira
dice que cuándo se va a acabar esto. Le digo que ya no queda mucho. Saca las
últimas fuerzas que sus piernas le dan, y nos plantamos en la Plaza de la
Constitución, y es cuando le digo que está totalmente acabada la carrera,
pasamos por debajo del impresionante Arco de Trajano. Ya vamos en descenso, un
giro a la derecha, y no veo la meta, es que aún falta un nuevo giro a la
izquierda, y ahí, sí, aparece el arco de meta. Pero el tiempo ya ha sobrepasado
la hora y treinta y cinco minutos. Nos agarramos los tres de las manos, y así
pasamos por debajo del arco que señala el final de la carrera. Tiempo final
1:35:14. Nos abrazamos los tres, mi hermano me da las gracias, se las da a Carlos.
Hemos hecho lo que queríamos, llegar a meta juntos, y los hemos conseguido casi
en el tiempo perseguido.
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Bajo el Arco de Trajano |
Por mi parte, una nueva carrera
de medio maratón, y ya van 78. Seguimos sumando. Después de nosotros llega
Rubén Gómez, que ha batido su mejor marca personal, con el nuevo socio del
club, Daniel Alejandro; después lo hacen Javier, Alvaro, Ruben García, David,
Sandra, Ana y Natalia. Antes lo hicieron, por este orden, Alberto, Antonio y
Josequi.
Mi puesto final el 274 de 1403
llegados a meta. La carrera, espectacular, con un gran recorrido, exigente en
algunos tramos, pero pasamos por prácticamente todos los monumentos de la
localidad. Quizás la meta en la Plaza de España, con el número de
participantes, ya no parece lo mejor, porque se queda pequeña. Tendrían que
mejorar esto, o limitan los participantes, o corren el riesgo de que cada
edición sea más agobiante. Gran ambiente en buena parte del circuito, muchos
ánimos, mucha gente. Da gusto correr así. El día ha sido espectacular, porque
los elementos nos han respetado y nos han permitido correr con una buena
temperatura, sin apenas aire, con una ligera brisa, que en algunos momentos se
agradecía, y el sol que no ha estado presente más que por momentos.
Especial mención tengo que hacer para
mi compañera, y amiga, Ana Ruiz, que a pesar de no estar en su mejor momento,
mermada físicamente, y pasarlo mal, consiguió cruzar la línea de meta. En este
caso, el tiempo es lo de menos. El coraje es lo que vale.
Por su parte, Sandra es
descalificada por correr con un dorsal reservado a atletas masculinos que ha
sido dado por la propia organización. A pesar de las reclamaciones, de las
quejas, no han dado su brazo a torcer, y antes que reconocer el error, siguen
adelante con tamaña injusticia. Hay que ser más consecuente con los fallos,
inevitables, que pueden existir, y tratar de solucionarlo, no mirar hacia otro
lado.
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Cruzando la meta |
Por lo que respecta a mi hermano,
qué decir, simplemente que ha estado bestial, porque correr en un circuito tan
exigente como el emeritense, manteniendo el ritmo y el tipo, sacando fuerzas de
donde no las había, y a pesar de su poco entrenamiento, la ha completado en un
tiempo más que decente, y es que detrás de nosotros más de 1.100 corredores
todavía han llegado. Enhorabuena, Agustín, estoy orgulloso de lo que has hecho.
Después de esta prueba, ahora
viene el Medio Maratón de Badajoz, el próximo día 18 de marzo, prueba en la que
quiero volver a intentar conseguir una buena marca, por debajo de los noventa
minutos, y, si hay fuerzas, y condiciones, bajar de la hora y veintinueve
minutos. El asfalto dictará sentencia.
En cuanto a la canción con la que
voy a cerrar esta crónica, vuelvo a los años ochenta, a los años de la movida,
con los hermanos Urquijo, Los Secretos, con su canción “OJOS DE GATA”.
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