viernes, 13 de abril de 2018

XII MEDIO MARATON DE CACERES

C.D. NAVALMARATON EN CÁCERES

Hasta cuatro días antes, no pude decidir si iba a participar o no en la duodécima edición del Medio Maratón de Cáceres, que iba a suponer mi número 80. Y es que a estas alturas de temporada parezco el pupas. Tras Jaraiz, empecé con molestias en el piramidal, que algún día me hicieron quedarme en casa; después, unas inoportunas ampollas, por estar probando nuevas plantillas, me pararon otros cuatro días, y, para rematar, los primeros días de calor me cayeron como una losa, y me hicieron hacer unos entrenamientos, los últimos dos días, deprimentes. Aún así, y con estas condiciones, decidí inscribirme.
En esta ocasión, Cáceres presentaba nuevo circuito a una sola vuelta, sacando la carrera a zonas alejadas del centro de la ciudad, y llevándonos por el Parque del Príncipe. Para aquellos que no conocemos de la ciudad cacereña, más allá del centro, era una incógnita qué iba a suponer este circuito, y el domingo se desvelarían todas las dudas. Cambiaban, igualmente, la zona de meta, llevándola de Cánovas al Parque del Rodeo.
Al final, entre unas cosas y otras, una docena de atletas del club Navalmaraton, nos aprestamos a ir a la capital provincial, a una carrera, que era especial para mí, por el número que suponía para mi currículo. Los días de calor del jueves y viernes, pasaron a una mañana fresca, ideal para mí, aunque con algo de aire, que se dejó notar en algunos tramos.
Tras llegar a recoger los dorsales, en la mesa dispuesta en el interior del Parque de Cánovas, siempre escasa de personal, y con algunas lagunas importantes, recogimos la bolsa que nos regalaban, que llevaba una camiseta, negra, llena de publicidad, y un pañuelo-braga, de una entidad bancaria. Y se acabó.

Por el Parque del Príncipe
Tras tomar café, pasar por el servicio y acicalarnos para la carrera, nos fuimos acercando al arco de salida, porque el comienzo estaba previsto para las diez de la mañana. Allí iba con tirantes, sin manguitos, sin guantes, no como otros que optaron por abrigarse. Para mí, la temperatura, fresca, era ideal, ya habría tiempo de entrar en calor. Estábamos los más de setecientos corredores que íbamos a enfrentarnos a las distancias propuestas, medio maratón, la inmensa mayoría, una carrera de once kilómetros (¿), y una carrera de relevos. Estas dos últimas provocaron graves fallos de la organización que repercutieron a los corredores. Ya lo iremos contando. Y dieron las diez (como la canción de Sabina), y no empezaba la carrera, y un minuto más, y otro, y así hasta diez, cuando ya, entre silbidos y quejas de algunos corredores, se dio la salida. El retraso, según el speaker, fue motivado porque la Policía estaba rematando detalles organizativos. Pero al final, todos a correr.
Mi planteamiento de carrera, era el de hacer una prueba tranquila, no dándolo todo, solo buscaba llegar, porque los últimos días me habían asaltado muchas dudas, y es que mi cabeza, a veces, da demasiadas vueltas, y ahora estoy en ese período, y todo me parece más complicado de lo que al final supone.
Mi idea era compartir con mi hermano Agustín la carrera, como así lo hice en Mérida. A nuestro lado se puso Daniel, que se propuso aguantar lo máximo posible con nosotros. Carlos Tapia se lanzó con el globo de la hora y media. Demasiado osado me parecía. Ya estaba todo en marcha
La salida estaba cerca de la Cruz de los Caídos, por lo que la larga recta de la Avenida de España sirvió para ir colocándose todos los corredores en los ritmos pretendidos. Tras dejar esta avenida, entramos a la zona antigua de la ciudad, por San Antón, Donoso Cortés, girando a la izquierda, y entrando en la zona de calles empedradas, que se podían pisar sin mucho temor, porque estaba el suelo seco. Y tras varios giros nos situamos en el Adarve, pasando junto al arco de la Estrella, dejando la Plaza Mayor a la izquierda. El primer kilómetro lo he hecho en 4:17. Mi hermano y Daniel siguen a mi lado. Ahora pasamos por la zona más monumental del casco histórico, Plaza Santa María, Plazuela del Socorro, Palacio de Godoy, para iniciar un largo descenso que nos lleva por la calle Sande, para la Avda. San Blas, calle Lope de Vega, dejando a la derecha el albergue, pasando la Avenida de la Universidad, dirigiéndonos a la zona de La Mejostilla, por la carretera EX390. Esta parte es nueva en el recorrido. El perfil sigue tirando para abajo. Me pasa Manuel, compañero de sindicato, quien dice que no le gusta tanto bajar, que luego hay que subir.
Dejamos el Colegio Diocesano, la antigua Cárcel, y nos vamos para una de esas urbanizaciones realizadas al amparo de la burbuja inmobiliaria, con calles, aceras, farolas, pero sin edificios de viviendas, tan solo uno. Ahora transitamos por detrás del edificio de El Corte Inglés, dejándolo a la izquierda. Seguimos juntos los tres. Llevamos ya cuatro kilómetros, en un tiempo de 17:14. El gps salta unos 150 metros antes que los carteles señalizadores. Vamos rodeando la urbanización, y pronto se empiezan a ver las primeras rampas, cortas, no muy pronunciadas, que van a empezar a ralentizar el ritmo. Llegamos al kilómetro 5, nos avituallamos, y seguimos. Se han pasado relativamente rápidos estos primeros cinco mil metros.
Empezamos a subir, poco a poco, un giro a la izquierda, otro a la derecha, y estamos de vuelta por donde entramos, dejando a la derecha el edificio de El Corte Inglés. Aquí la carretera empieza a mirar hacia arriba, sin disimulo, aunque todavía se hacen bien, y, de vez en cuando, alguna pequeña rampa obliga a un esfuerzo algo mayor. La larga recta sirve para ver los que van cerrando la carrera, auténticos valientes, que saben que se van a tirar más de dos horas sobre el asfalto, para lograr su objetivo. Pasamos el kilómetro 6, giramos a la derecha, una subida algo exigente, y estamos en la carretera, que se muestra picando hacia arriba, aunque se corre bien. Alcanzamos a uno de los muchos militares que se han inscrito, y le invitamos a que se una a nosotros, para ir a un ritmo más tranquilo. Agu va pasándolo regular. Daniel sigue aguantando. Llegamos a la altura del Albergue, donde está el kilómetro 7, que lo hacemos en treinta y dos minutos. Nos iremos más allá de la hora y treinta y seis. Pero es dejar atrás este edificio, nos vamos abriendo en la curva que hace la calle, y se nos presenta la gran subida de la carrera, y es que todo aquello que bajamos al comienzo, ahora toca subir, y es muy, muy exigente. Los ritmos van a saltar por los aires. Lo que hemos hecho desde el cinco hasta el siete, no ha sido subir, comparado con lo que viene ahora, más de mil cien metros de fuerte subida, por calles empedradas. Solo queda una cosa, agachar la cabeza, pierna tras pierna y llegar como sea al final de esta larguísima subida. Pasamos por la Plaza Mayor, donde hay algo de ambiente, giramos a la derecha, una pequeña bajada, por la calle General Ezponda, y a partir de ahí a subir, nuevamente, hasta llegar casi a la Plaza de Toros. En este tramo Desam abandona, roto, la pierna no ha aguantado más.
Por la Calle San Pedro de Alcántara
Ya vamos solo Dani y yo. Agu se quedó a su ritmo. Espero que llegue bien. Estamos en la Avenida Hernán Cortés. Este tramo siempre se ha utilizado en las anteriores ocasiones que he venido a correr a Cáceres. Cuando llegamos a la altura del Parque del Príncipe, giro a la derecha, vamos a una nueva zona del recorrido. En este punto, con una fuerte rampa en descenso, entramos al Parque los corredores del Medio Maratón, y la primera posta de los relevos, mientras que los del once mil, giran a la izquierda, por la calle Botánico Rivas Mateos, por la que nosotros saldremos, después de darnos un garbeo por el interior del parque, tras casi tres mil metros.
Empezamos bajando, pero tan pronto estamos en el interior del parque, observamos a los que nos preceden que van por otra parte del recinto, a una altura muy considerable. Todo lo que bajamos habrá que subirlo para colocarnos a esa altura. Vaya carrera, rompepiernas total. Empezamos la subida, por un tramo de suelo que no es asfalto, que no es tierra, se pisa fatal, y cuesta la subida. Aquí Daniel se maneja mejor que yo, pero cuando el terreno se aplana, le cojo con facilidad. Seguimos subiendo, las piscinas a la izquierda. En este tramo están los cambios de los relevos. David, ya llegó y nos anima. Sandra ya salió. Rodeamos una plaza circular, y nos volvemos a colocar, ahora bajando, dejando las piscinas a la derecha. Rodeamos este recinto, y aparece la puerta de salida, con el asfalto mirando hacia arriba. En este momento un corredor le dice a una corredora a la que alcanzamos, que van los terceros y que la segunda está ahí al lado, esa corredora es Sandra, a la que, en plena subida, la alcanzamos y se lo decimos, la animamos a seguirnos, pero mi ritmo empieza a ser mejor. Se van acabando las duras subidas. Llegamos a la calle San Pedro de Alcántara, donde, como siempre, hay gran ambiente. Seguimos juntos Daniel y yo. Puede hacer una buena carrera.
Entramos en la Avenida de España, Cánovas a la derecha, de frente la Cruz de los Caídos, llegamos a su altura y giramos a la derecha, hacia Gil Cordero y la Avenida Ruta de la Plata. Los de los 11 kilómetros deben girar a la izquierda. En esta ocasión, esta, en ediciones anteriores, larga recta, será más corta, llegando hasta el Hotel V Centenario. Aquí ya empiezo a correr a ritmos más llevaderos para mí. Y aquí, camino del kilómetro catorce dejo atrás a Daniel. En este tramo, que es de ida y vuelta, veo a Carlos que está bastante cerca. Giro a la altura de la rotonda, y ahora vamos bajando. Paso por el kilómetro 14, segundo tercio de la carrera, en 1:05:35. Se adivina un final en 1:37. Hoy, el tiempo es lo de menos.
Antes de finalizar Gil Cordero, y girar a la derecha, por la Avenida de Alemania, alcanzo a José Ortega. Le animo a seguirme o a quedarme con él, pero me dice que no, que siga a mi ritmo, que voy bien. Y es verdad, ahora voy muy a gusto, voy bien, física y psicológicamente. Entramos en la Avenida de Alemania, donde haremos una vuelta de 180º a la altura del parque del Perú. Lo que hemos bajado, toca subir, aunque no es mucha la exigencia. En este tramo alcanzo a otro soldado, quien va haciendo acelerones, y luego ralentiza el ritmo. Le digo que debe ser constante en el ritmo, y se ahorre esos esfuerzos innecesarios. Llego otra vez a la zona de la Cruz, y ahora giro por la Avenida Isabel de Moctezuma, dirección al Pabellón Multiusos. Todo este tramo es en bajada, y estoy adelantando corredores a cada zancada. Aún tengo reservas.
Por el kilómetro 18
Tras pasar la Avenida de la Hispanidad, entramos en la Avenida Pierre de Coubertain, que es en subida, esa la tenía conocida, porque por aquí he transitado en más de una ocasión, ya que por aquí viven familiares mios. Dejamos el Pabellón, paso el edificio de COCEMFE, la Iglesia, y antes de llegar a la rotonda, alcanzo a Manuel, que se había ido para delante. Edificio de la Policía Nacional, y sigo para arriba. El terreno se vuelve a poner llano. Kilómetro 17, mi reloj dice que 1:18:24. Entramos en la zona del Nuevo Cáceres, zona que vuelve a presentar calles, aceras, farolas, y espacios sin edificios.
Llegamos a la calle Trashumancia, donde están los familiares del amigo Juan Carlos, animando a todos los corredores, les saludo, me animan. Estamos llegando al kilómetro 18, en una zona desangelada. Rodeamos esta zona de edificios y nos vamos hacia la calle Cueva del Conejar. En este tramo alcanzo a un corredor, al que pregunto qué queda, y dice que cree que todo es en descenso. Al final podré recuperar bastante tiempo. Carlos se adivina cada vez más cerca.
Sigo corriendo a buen ritmo, favorecido por el perfil de la carrera. El kilómetro 19 lo paso en 1:27:00. Ahora toca adentrarse en la carretera de Miajadas, dirección a Cáceres. Llegando al kilómetro 20, se adivina una subida, que parece larga. Este kilómetro lo dejo en 1:31:18. Paso por el Instituto y el perfil de la calle cambia, ahora toca subir, y no poco. A estas alturas, esta cuesta se va clavando en multitud de corredores. Yo sigo a lo mío, me está costando un poco, pero sigo adelantando atletas. Carlos no parece caer. Cuando más cerca parecía estar de él, más me cuesta alcanzarle. La cuesta se va clavando en las piernas, el esfuerzo empieza a notarse. Agacho la cabeza, de vez en cuando levanto la mirada, para ver el final. Ya veo a corredores girando a la derecha. Y, por fin, llego a ese giro. Un espectador dice que todo es en bajada. Esperemos.
Alcanzo a Carlos, va muy tocado, y por esta calle, la Avenida de Pablo Naranjo Porras, se ve la zona de meta, todo en descenso, ya lo voy a conseguir. Sigo adelantando a algún corredor. Es lo que menos me importa, solo busco acabar, cumplir mi objetivo, hacer mi octogésima carrera de la distancia. Todo lo demás, de días anteriores, las ampollas, el calor, las dudas, van quedando atrás. Ahí está la zona de meta, a la que se accede tras hacer una rotonda, con un giro de casi 180º, para entrar dentro del Parque del Rodeo. Cruzo la meta en un tiempo de 1:36:22. Es lo menos importante, el crono. La inmensa alegría que tengo puede con todo lo demás. Van llegando los compañeros, nos vamos saludando. Cada uno ha completado la carrera, con mejores o peores cronos, pero hemos terminado, eso es lo importante, sin duda.
Cruzando la meta
Y ahora viene la atención al corredor, que no puede calificarse de otra forma que muy pobre, te dejan coger un refresco, una bebida isotónica o una botella de agua, pero solo una bebida. Después pasas a coger una pequeña napolitana y unas galletas, y después una pieza de fruta. Este año, por lo menos, dan una medalla. Debían tener más detalles con el corredor. Y salir de la zona de meta, es una laberinto. Mi opinión es que ya que utilizan la zona del Rodeo para hacer la meta, lo suyo sería acabar en la Pista de Atletismo de la Ciudad Deportiva, que sería mucho más atractiva. Siempre lo he dicho, hay diferencia entre carreras organizadas por clubes y por empresas, y esta es por una empresa. A veces hay que ganar menos a la corta, para conseguir más a la larga. Una ciudad como Cáceres, merece una organización más volcada en el corredor, que haga una carrera atractiva.
Y para rematar, Sandra y David, que iban segundos por relevos, acaban descalificados, porque a Sandra la desviaron por el recorrido de los once kilómetros, en la Cruz de los Caídos, y todo porque relevos y corredores de 11 kilómetros, llevaban el dorsal del mismo color. Un tema tan sencillo, no puede causar tantos problemas. Silvia y Berna que iban primeros, también sufrieron el desajuste organizativo.
En cuanto al circuito, mi opinión, es que no me ha gustado, prefiero el de las dos vueltas de otros años, porque los espectadores estarían más concentrados, podrían seguir a los corredores, y se traduciría en una mayor ambiente. Y también se corre mejor, al menos para mí.
Otro tema es el de los ciudadanos de Cáceres, que al día siguiente se han puesto a verter comentarios en los periódicos, quejándose por los cortes de tráfico. Siempre es el mismo cantar, que nos vayamos por la Ronda Norte, por el Ferial, pero el centro hay que dejarlo para que se puedan pasear en coche. Es una pena, solo existen los derechos de los automovilistas. Pues no, yo que no soy devoto, entiendo que la Semana Santa ocupe el centro de la localidad. Igualmente, opino que el Womad también debe estar en el centro y cualquier evento cultural y deportivo de interés debe hacerse en el centro de la ciudad. Todos pagamos impuestos por utilizar las vías públicas. Si no, que indaguen sobre los recorridos de las principales maratones y pruebas de medio maratón del país, y verán que pasan por los lugares más importantes y emblemáticos de las ciudades. Un evento de esta magnitud deja mucho dinero en las localidades donde se desarrollan, en hospedajes, restauración, transportes. Y es que el deporte es un sinónimo más de turismo.
Celebrando el tercer tiempo
Tras terminar la carrera, hubo el llamado tercer tiempo, compartiendo unas cervezas, anécdotas y risas con compañeros y amigos, para marcar un fin de semana espectacular.
Tras esta carrera, ahora que ir pensando en aumentar el número, y mi mirada está puesta en el Medio Maratón de Coria, que es el sábado día 21 de abril, si es que el piramidal me permite salir a entrenar, que, a día de hoy, aún no he podido salir. Casi todos los compañeros se irán al Maratón de Madrid, a hacer el Medio Maratón o el Maratón, pero es que ni el precio ni la gran cantidad de gente que corre me resultan atractivos.
En esta ocasión, voy a acabar la crónica con una canción del grupo cacereño, ya desaparecido, EL DESVAN DEL DUENDE, titulada “MACETAS DE COLORES”

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