Con Andrés, antes de empezar |
Tras alcanzar el número ochenta, ahora viene seguir avanzando buscando la mítica cifra del centenar de pruebas de medio maratón. Y una nueva muesca la quería alcanzar en la décima edición del Medio Maratón de Coria, que se celebró el pasado sábado día 21 de abril, en la localidad cauriense.
Esta prueba se celebra en esta ocasión, nuevamente, en sábado por la tarde, como ya ocurriera en sus primeros años, aunque siguen manteniendo su celebración en el mismo fin de semana del Maratón de Madrid, lo que, lógicamente, incide en su participación, que es más bien baja.
En esta edición se cambió la zona de llegada y meta, llevándola de la original, en la Avenida Alfonso VII, cerca del Pabellón, a la Plaza de la Paz, más céntrica, quizás. Pero lo que no variaba, lo que hace distinta a esta prueba es la subida del Cubo, cuesta empedrada de apenas trescientos metros que, situada en el último kilómetro, termina por destrozar a todo corredor.
Muchas dudas me asaltaban ante este evento, y es que los días anteriores, cuando salí, por la tarde a la misma hora en que iba a tener lugar la carrera, el calor hizo acto de presencia y me quedó bastante descolocado. El calor, para mí, es como una losa, que poco a poco, me va ganando psicológicamente, hasta que me hace parar, y aunque luego retomo el paso, lo cierto es que me hace llegar a casa con unas sensaciones muy muy negativas.
El día empezó de forma intensa para mí, y es que a las ocho de la mañana estaba camino de Cáceres, para acompañar a los integrantes de la Escuela de Natación Piscis, club del que soy Presidente, que iban a tomar parte en una nueva jornada de la Liga de Natación de la Federación Extremeña. Y la mañana se vestía de agua, mucha lluvia en el viaje, y en toda la matinal en la capital provincial. Tras terminar la competición, cerca de la una y media, vuelta a casa, para comer y descansar un poco, antes de emprender, a las cuatro y media, el viaje a la capital del Alagón. El agua nos seguía acompañando.
Llegamos a Coria, y seguía lloviendo, y tras recoger el dorsal, y compartir momentos con algunos compañeros y amigos, nos fuimos preparando para el momento, a empezar a vestirnos, colocarnos el dorsal, y seguía lloviendo. Eramos cuatro los componentes del club presentes en Coria, tres los que íbamos a enfrentarnos al Medio Maratón, Andrés, Daniel y yo, y Natalia, que iba a hacer el Cross Urbano Subida del Cubo, de diez kilómetros. La hora de la carrera se estaba acercando y el agua aún seguía cayendo. Al menos, el calor no iba a hacer mucho daño, porque la tarde estaba más bien fresca.
Primeros metros de la carrera |
Cuando apenas quedaban cinco minutos para el comienzo de la prueba, cesó la lluvia, y nos fuimos agolpando los algo más de doscientos corredores inscritos, bien para el Medio Maratón, bien para la prueba de diez kilómetros, en el que año pasado participé yo. Teo, el speaker, estaba allí animando, con su saber, a los que estábamos congregados allí, bien para correr, bien para animar. Y se dio la salida. La carrera, empezaba en ligero ascenso por la misma calle, primero Avenida Sierra de Gata, luego Avenida Virgen de Argeme, en un tramo de casi un kilómetro, haciendo un giro de 180º, para coger el sentido contrario. Salí tranquilo, y el primer mil lo hice en 4:24, y es que a estas alturas de la temporada, ya no tengo muchas fuerzas para apretarme, y prefiero marcar un ritmo que me permita llegar en condiciones. Poco a poco me voy colocando en el grupo de la carrera que voy a hacer. Tras pasar el segundo kilómetro, a un centenar de metros, entramos en la zona histórica de Coria, por la calle Encierro, y después por la Rúa de los Paños, para salir a la Plaza de la Catedral, giramos hacia Obispo Barrios, y salimos por la Puerta del Carmen, bajo su arco, buscando la Corredera, zona empedrada, que está llena de gente, dada su cercanía a la zona de salida. Aquí está situado el tercer kilómetro de la carrera, y volvemos a la Avenida Sierra de Gata, por la que transcurrimos en los primeros metros. Las piernas van bien, el ritmo lo llevo sostenido, algunos corredores me siguen adelantando, quizás han salido más lentos que yo.
Seguimos corriendo |
Tras transitar, nuevamente, cuesta arriba, giramos a la derecha, por la Avenida Monseñor Riberi, que nos va a sacar de la ciudad, para correr por su exterior. La carrera se va estirando, y ya nos vamos quedando solos, uno a uno, dos a dos a lo sumo. El tramo es en ligero descenso, hasta llegar al vial de enlace con la Carretera EX108, que pinta hacia arriba. A mi lado va un corredor, llamado Miguel, al que todo el mundo va saludando, sin duda es del pueblo. Las nubes que tapaban el cielo minutos antes, empiezan a desaparecer y el sol asoma con fuerza. Ahora, la humedad se puede hacer notar. Cualquier trozo de sombra, es un alivio para mí. Vamos por la carretera, y llegamos al avituallamiento del kilómetro 5. Una botella, dos tragos y a seguir, todavía queda carrera por hacer. Dejo la carretera, y nos vamos por un vial de acceso, en descenso, que nos va a llevar a la carretera de Casillas de Coria, por debajo de la catedral. En este tramo paso el sexto kilómetro, y Miguel ya se va quedando. Quizás la euforia le ha llevado a salir fuerte, y ahora se le puede hacer larga la carrera. Y llega el kilómetro siete, primer tercio de carrera. El reloj indica que lo he hecho en 30:38, a 4:24/km. Pinta rápido. Cierto es que ha sido un recorrido mirando más para abajo. A este paso acabaría en 1:32. A la derecha queda la subida del Cubo, a la izquierda, el puente medieval. Vamos girando, dejando la nave de Cidacos a la izquierda, buscando el Paseo de La Isla. Cuando encaro el citado paseo, llega el kilómetro 8, y en este punto, los corredores que van a hacer el diez mil cogen el carril de la izquierda, y los que corremos el Medio maratón, nos vamos por el carril de la derecha.
Por el casco histórico |
Si antes íbamos casi solos, ahora estamos totalmente solos. Los corredores del cross, van hacia el Puente, y nosotros seguimos de frente. Delante de mí tengo a un corredor vestido de naranja. Puedo alcanzarlo pronto. La larga recta del Paseo, de casi un kilómetro es lo que tengo por delante, antes de salir, por un tramo de tierra, que nos va a hacer subir al Puente de Hierro, tras dejar atrás el kilómetro 9. El sol ya se va haciendo notar, aunque el calor no es intenso, pero la sensación de humedad empieza a hacerse patente. Abandono el puente, y entro en la Urbanización de La Isleta. Como voy sudando mucho, el dorsal se suelta de uno de los imperdibles, por lo que tengo que volver a recolocarlo en plena carrera. Tras un par de calles dentro de la urbanización, salgo al Camino del Rincón, de tierra, donde está situado el kilómetro 10, que lo he pasado en 44:06, manteniendo el 4:24. Tras beber nuevamente alcanzo al corredor de naranja, le animo, y me dice que tiene que empezar a regular. Por delante van cuatro corredores. En este recorrido de tierra hay tramos en los que no se pisa muy bien. Yo sigo a lo mío. Los corredores que van delante, los noto cada vez más cerca. Al llegar a la altura del Río Alagón, está el kilómetro 11. Del grupo que va delante de mí, un corredor de rojo, se empieza a marchar, y los otros se quedan solos. Pronto los alcanzaré. Sigo por el tramo de tierra. Vamos dirección al Rincón del Obispo.
Por el Puente Medieval |
Tras dejar atrás el kilómetro 12, al fondo se empieza a adivinar el núcleo de población, dos giros, uno a derecha y otro a izquierda, y ya se ve el pueblo, y en este tramo asoma el aire, que da totalmente de frente, lo que hace aflojar el paso. Sobrepaso a un corredor de amarillo, y llego al pueblo, que nos recibe con el cartel del kilómetro 13. Estamos a ocho kilómetros del final. En cada curva del pueblo, hay gente animando. Vamos dando una vuelta por el pueblo, y en una de las calles, Venus, al lado, está la carretera de Cáceres, por la que van los corredores dirección a Coria. Estos tramos, a estas alturas suelen ser matadores, porque ves a atletas por delante de ti, tan cerca, pero a la vez tan lejos, porque no sabes cuantos metros hay de diferencia. Dos giros por el interior del pueblo, y al salir a la carretera, ahí está el kilómetro 14. Mi reloj dice que llevo 1:02:26, a 4:27. Estoy en la carretera de Cáceres, y adelanto a un nuevo corredor. Por delante, va un corredor del C.A.Torrejoncillo, al que voy acercándome cada vez más. Llego al kilómetro 15, donde nos espera el agua. Dos tragos, y un poco de agua por el cuello y la cabeza. El calor se empieza a notar, o yo lo noto más. El asfalto despide calor, humedad, la larga recta juega a hacerse eterna. Hay que ser fuerte, y seguir adelante. En este tramo, por fin, alcanzo al corredor torrejoncillano, y no me detengo. Dejo atrás, igualmente, el kilómetro 16, llego a la rotonda que me lleva a la carretera EX109. Aquí ya asoma, al fondo, a lo lejos, la silueta de la catedral, hasta donde tengo que llegar, distan más de tres kilómetros y medio. Un buen trecho, pero visto lo que llevo, es casi nada. Ante mí, un nuevo corredor, de Alburquerque, al que me acerco bastante fácil, tanto que antes de pasar el kilómetro 17, a la altura del vivero, le dejo. Paso el kilómetro 17, a seguir.
Llego a la gasolinera, paso la rotonda, llega el kilómetro 18. Estoy a tres mil metros del final. Veo algunos corredores por delante, que ya se antojan inalcanzables. Paso por la puerta de la Urbanización La Isleta, paso, nuevamente, por el Puente de Hierro, salida al tramo de tierra, en bajada que me lleva al Paseo de la Isla, tras cruzar el kilómetro 19, en 1:24:30, a 4:26.
Subiendo la Cuesta del Cubo |
La larga recta va terminando, y se acerca el momento más exigente de la carrera, la llegada a la cuesta del Cubo. Pero antes un avituallamiento, botella de agua, dos tragos y encaro el Puente Medieval, aflojando un poco el ritmo. En el avituallamiento tienen puesta música, y está sonando la canción “DESPACITO”, pasito a pasito. Así es como hay que afrontar esta dura subida, corta, pero muy exigente los primeros cien metros. Antes de empezar, señal del kilómetro 20. No hay que mirar para arriba, solo apretar los dientes, tirar de riñones, y con paso corto, pero seguro, avanzar. Así lo hago. Y, al fin, corono, entre los aplausos de los muchos espectadores que están en la cima de esta subida. Ya estoy en la Puerta del Carmen. Nos ofrecen nuevamente agua. Un trago, y dirección a la Catedral. En un tramo llano, para lo que hemos hecho antes, pero aún queda una pequeña sorpresa. Y es que nos llevan por la calle del Horno, que es en subida, y con las fuerzas gastadas en el Cubo, hace que esta se convierta en una auténtica encerrona. Pero ya se acabó la cuesta, ya estoy en la Plaza del Rollo.
A cien metros de la meta |
Salgo a la Avenida de Sierra de Gata, giro a la derecha, descenso de unos cien metros, giro a la izquierda, y entrada a la Plaza de la Paz, donde está situado el arco de meta. Tiempo final, 1:34:36, a 4:29 el kilómetro. Como dato, decir que el kilómetro 21, con la subida del Cubo, lo hice en 5:13. Puesto 46º de los 135 corredores llegados a meta, y octavo de mi categoría, a casi cinco minutos del podio.
Carrera entretenida, con un circuito que es variado, y con el Cubo, que la hace especial. Buena organización, buena señalización del recorrido, aunque quizás algo modesta la bolsa del corredor, echándose en falta, también, una medalla conmemorativa, y es que hoy en día se ha puesto de nuevo de moda dar una presea como reconocimiento al esfuerzo realizado. Mis compañeros Andrés Polo y Daniel Salas, cumplieron en sus tiempos, mientras que Natalia, en el Cross, acabó siendo la tercera de la categoría senior. Buen resultado, para una carrera a la que ya llegaba un poco cansado, tanto física como psicológicamente, y es que con esta llevo once medios maratones en esta temporada.
Tras la prueba de Badajoz, donde sufrí y no alcancé mi objetivo, mi planteamiento es el de terminar de forma decente, pero sin exigirme en exceso, y al final, acabo con muy buenas sensaciones, de eso se trata.
En Oropesa, antes de empezar la ruta |
El día 20 de mayo será mi cierre de temporada, con mi participación el Medio Maratón de Aranjuez, pero eso será otra historia.
Y como no todo es correr, el domingo, me fui con mi esposa, y mi compañera y su marido, a realizar un tramo del Camino Real de Guadalupe, que va desde Madrid hasta Guadalupe, concretamente, el tramo de Oropesa a El Puente del Arzobispo, de más de diecisiete kilómetros. Al principio, me costó empezar, pero una vez calenté, ya no me costó llegar. Se nota que soy diesel.
Para terminar, decir que en estas fechas se cumple el vigésimo octavo aniversario de uno de los discos más importantes de la historia de la música nacional, “SENDEROS DE TRAICIÓN”, del, para mí, mejor grupo de todos los tiempos, Héroes del Silencio. En su homenaje, os dejo la canción “ENTRE DOS TIERRAS”.
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