Navalmaraton en el XX Medio Maratón de Getafe |
Tras haber corrido en Los Barruecos, y con las buenas sensaciones que tuve en la misma, empezaba la semana con algo de descanso, el martes, salí a soltar unas piernas que estaban algo cargadas, y como el miércoles el aire era bastante molesto, decidí posponer la salida para el jueves. El jueves, un día espléndido, me lancé a correr, y cuando apenas llevaba tres kilómetros, un dolor, inoportuno, apareció en el tobillo derecho, que me hizo parar, y pensar en darme la vuelta. Me recuperé un poco, y con alguna parada más, al final llegué a casa. Cuando el tobillo se enfrió, el dolor apareció con más intensidad. Las dudas sobre si iba a poder participar o no en Getafe empezaron a asomar.
El viernes llamé a mi fisio, Oliver, quien buscó un hueco, para atenderme. Me trató un poco el tobillo, me puso unas cintas, y con reposo, me iba para el domingo. El sábado apenas tenía molestias, pero es cierto que tampoco hice demasiados esfuerzos.
Al final, el domingo por la mañana, me coloqué una tobillera, los calcetines, las zapatillas, y apenas sentía nada. Parecía que iba a ir todo bien. Me encaminé al lugar donde habíamos quedado los compañeros, y tras organizar los vehículos, partimos para Getafe. Las previsiones meteorológicas hablaban de bastante viento en la ciudad madrileña, aunque mis compañeros de viaje decían que apenas siete u ocho kilómetros por hora. En poco tiempo, saldríamos de dudas.