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Preparándonos para salir |
Empieza el año 2019, un año que tengo marcado en rojo,
porque espero acabar el año haciendo mi medio maratón número 100, y en este
camino me he embarcado desde el pasado domingo día 20 de enero. Y es que ese
día acudía, a la VIII Edición del Medio Maratón Los Barruecos, que se celebraba
en mi localidad materna, Malpartida de Cáceres, en el Paraje de Los Barruecos,
que ha servido de escenario para grabar algunas escenas de la archinombrada
serie “Juego de Tronos”.
El año comenzó con mucho frío, con temperaturas realmente
bajas, y con un tiempo muy seco, pero el sábado decidió que había que mojar
toda la geografía, y así estuvo lloviendo prácticamente todo el día. Al menos
para el domingo no daba agua, pero preveía la presencia de otro fenómeno
meteorológico.
La mañana amaneció fresca, pero despejada, no había atisbo
de nubes, y apenas hacía aire, aunque las previsiones daban vientos de más de
veinte kilómetros por hora. Ojalá fuera un error de los hombres y mujeres del
tiempo.
Desde Navalmoral nos desplazamos cuatro corredores del club,
Antonio, Carlos, Sergio y yo. Cuando nos vamos acercando a Plasencia, se
empieza a notar el aire, las ramas de los árboles se mueven con fuerza. Y ya
cuando vamos llegando a la población de Malpartida, en las primeras empresas,
se ve como las banderas que hay se mueven con virulencia. Va a ser una jornada
complicada, porque la carrera es por campo abierto y carreteras. Pero es lo que
toca, y hay que adaptarse.
Aparcamos muy cerca de la línea de salida, y nos desplazamos
a recoger nuestro dorsal, que le entregaban con una camiseta y un juego de
imanes portadorsales, regalo original sin duda. Saludos con algunos conocidos y
no vamos a tomar el café de rigor. Después nos acercamos al coche para, allí, a
la intemperie, sintiendo el frío de la mañana, cambiarnos. Al final opté con
camiseta de tirantes, debidamente protegido con manguitos y guantes. Y es que
aunque el sol lucía en todo lo alto, lo cierto es que el aire, fuerte por
momentos, creaba una sensación de mucho frío. Renuncio a ponerme los imanes, y
me coloco el dorsal con los tradicionales imperdibles. Foto, y un poco de calentamiento,
y de ahí a la zona de salida para colocarnos, de cara a afrontar el circuito
propuesto, de dos vueltas, con continuos toboganes, y tres últimos kilómetros
en ascenso hasta la meta. Como ya he corrido un par de veces más en esta
prueba, observo la orientación del aire, y parece que vamos a tener toda la
subida con el viento de cara.
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Primeros kilómetros |
Tras la cuenta atrás del speaker de la carrera, el gran Teo
Clemente, salimos a correr. Salí algo retrasado, pero tampoco me quiero
exprimir en exceso, la idea es hacer la carrera sobre la hora y treinta y cinco
minutos, ya que tengo dos medios maratones en los dos próximos fines de semana.
Voy adelantando, en el tramo asfaltado, buscando mi sitio; dejo atrás a Sergio,
y sigo para delante. El ritmo del primer kilómetro es de 4:15; el segundo lo
hago en 4:07. Estos dos kilómetros, recién salido, y sobre todo el segundo, que
es casi todo en bajada, te permiten ir alegre, pero una vez te mete en la zona
de caminos, el perfil mira para arriba, para luego llanear un poco. Alcanzo a
Antonio, y le dejo un poco atrás. Sigo a lo mío, intentando no cebarme mucho,
porque quedan kilómetros complicados.
Una vez pasado el tercer kilómetro, giro a la derecha, un cartel
indica “Escenarios Juego de Tronos”, y aparece una larga cuesta que empieza a
acortar los pasos. Se salva y a este tramo, viene la recuperación en forma de
bajada. Poco a poco, la carrera se estira, yo me voy posicionando en la zona en
la que creo que voy a ir. El aire se deja notar de costado en algún sitio, de
cara en otro. Dejamos a la derecha la charca del Barrueco de arriba. El camino,
está fenomenal, permite correr, sin problemas de charcos, solo la orografía
crispa el ritmo. Dejamos atrás el cuarto kilómetro, y voy por el quinto mil de
la carrera. En esta zona Antonio, me ha cogido. No me noto muy fino, aunque el
ritmo le sigo manteniendo, no miro el reloj, solo me dejo llevar por las
sensaciones de cada momento. En las subidas no me lanzo con fuerza, y me dejo
caer en las bajadas. Queda mucha carrera. Tras coger un poco de agua, y bordear
el Barrueco de abajo, viene uno de los kilómetros peores de la carrera, es el
séptimo, una zona de cortos toboganes y fuertes subidas, que taladran las
piernas. Primer tercio, con todo, en 30:30, muy buen paso. Me alcanza un
corredor de Badajoz, también con peso, como yo, con el que voy a compartir
kilómetros. Y tras dejar la zona del Museo, salimos al asfalto, y aquí se nota,
de verdad, el sopapo del aire, al que hay que unir una carretera en ascenso.
Solo queda agachar la cabeza, acortar el paso, y pasar el particular tormento
de este tramo. Antes de llegar al noveno kilómetro, me alcanza y me sobrepasa
Santi. Yo sigo a lo mío. Paso junto al campo de fútbol, nuevo avituallamiento
de agua, y a seguir corriendo.
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Por Los Barruecos |
Entro en la zona del pueblo, aquí el aire no se nota tanto,
aunque no me noto muy cómodo. Cuando llegamos a la zona de meta, para hacer el
primer giro, la carrera se despeja sobremanera, porque los del diez mil se
empiezan a quedar en la línea de meta, y ya nos distanciamos los que vamos a completar
el medio maratón. Por delante veo a Antonio. Paso por el arco, salgo de nuevo
hacia la zona del paraje natural. Aquí me adelanta Ortega, va bastante bien. Yo
voy a lo mío, con mi compañero de fatigas, unas veces él por delante, otras yo.
El undécimo kilómetro, a pesar de ser favorable, se me va en el crono, lo hago
en 4:36. No parece que vaya bien. Vamos relevándonos, aunque para ser justo, en
las subidas se defiende mejor que yo, y en los llanos y bajadas me toca a mí
ponerme delante. Me dice mi compañero que haremos una hora y treinta seis, si
vamos a este paso. Por cierto, los imanes para los dorsales no parecen haber
sido un buen invento, ya que todo el camino es un reguero de ellos. Quizás, el
excesivo aire, el vaivén del cuerpo, hace que la sujeción no sea muy efectiva.
Se nos une un corredor, al que damos alcance, vestido de negro y amarillo.
Espero no ser el peor de los tres en la línea de meta. Comienza el tramo de Los
Barruecos con la primera subida, en un tramo de casi dos mil metros, donde hay
más subidas que bajadas. No noto buenas sensaciones, aunque ya llevo trece
kilómetros, cuando afronto un ligero descanso, sigo corriendo, y afronto la
subida del final del catorce mil. Corono, por fin, miro el reloj, segundo
tercio de carrera, tiempo de paso 1:03:30. Los noventa y cinco minutos están
ahí.
Ahora afronto el descenso continuo, de casi mil metros,
hasta el kilómetro quince, y un poco más adelante estará el avituallamiento.
Tiro de gel, me lo tomo, buscando esas sensaciones, esas fuerzas, que me
permitan seguir de forma decente. Llegamos a la zona de avituallamiento,
intento coger una botella de agua, pero se me escapa. Aún quedan más botellas
en otras mesas situadas un poco más adelante. No obstante, mi compañero me
ofrece su botella, dos tragos y a seguir. Dejamos atrás el kilómetro dieciséis,
y viene el punto de inflexión, al menos para mí, de la carrera, ese kilómetro
diecisiete, de continuos subes y bajas, muy cortos, muy repentinos, que no
dejan respirar a las piernas. Pero lo paso mejor de lo que esperaba, y cuando
me quiero dar cuenta, estoy solo, he dejado a mis compañeros de carrera. Algún
corredor ha echado el pie a tierra, y va andando; ojalá yo no sea el siguiente.
Como ahora me encuentro bastante bien, es el momento de seguir corriendo, de no
parar.
Paso por el Museo Vostell, giro a la derecha y de frente se
muestra la puerta de salida del paraje natural y el asfalto. Salgo, el cartel
del kilómetro dieciocho marca el inicio de la subida. Por delante veo que
Antonio está a unos trescientos metros, su figura la tengo en el punto de mira.
Adelanto a algún corredor, mi ritmo se muestra más redondo, voy con más
fuerzas, a pesar de ser en subida, me noto más ligero corriendo. Ya casi al
final de la carretera, se presenta el cartel del kilómetro diecinueve. Antonio
cada vez más cerca. No creo que lo coja, aunque yo me encuentro bastante sólido
en mi ritmo, y cada zancada me acerca más. Dejo atrás el kilómetro 19, unos
metros más y entro en la población. Aún alcanzo a algún corredor más, y lo dejo
atrás. Nuevo trago de agua, paso por el penúltimo kilómetro, y comienza el
zigzagueo por el pueblo. Ya se oye la voz del speaker, la meta está muy cerca.
Sigo corriendo con ganas, me veo fuerte. Antonio está muy cerca. Hay un
corredor en medio.
Cruzando la línea de meta |
Llego a la zona de contra meta, no hay más de ciento
cincuenta metros de diferencia. Giro a la curva, que nos lleva a la recta de
meta. Miro al otro lado, veo que no viene nadie, y ya me relajo. El arco de
meta está al fondo. Sigo avanzando, y, al fin, lo cruzo. Tiempo, por mi reloj,
en 1:35:14. 79º de la general, de un total de 336 corredores llegados a meta.
Por cierto, la primera vuelta la hice en 47:56, y la segunda la completé en
46:53, justo como me he sentido. Tras esto, a por el bocadillo y la cerveza,
bien ganada en una mañana complicada.
Pues tras esto, la carrera de medio maratón número 88 de mi
currículo, y este domingo toca ir a Getafe, donde correré por quinta ocasión,
si todo va bien, porque cuando estoy escribiendo esta crónica estoy con un
problema de ligamentos del tobillo derecho, que me va a hacer correr con
cautela esa mañana, y esperar que pueda transcurrir todo con normalidad.
En resumen, decir que ha sido una carrera rara en algunos
momentos, no me encontraba excesivamente cómodo al principio, me he visto
bastante tocado en la mitad de la prueba, y, a partir del kilómetro 16, me he
ido recuperando, terminando con bastantes corredores sobrepasados y con buenas
sensaciones.
Ahora vienen dos medios maratones más, seguidos, para
completar un nuevo tríptico, y alcanzar, si el tobillo me lo permite, mi medio
maratón número 90 en la ciudad de Plasencia, donde esperaba volver a ser liebre
de la carrera, en el sector de la hora y cuarenta minutos, pero no he recibido
ninguna noticia al respecto, ni tampoco me he puesto yo en contacto con los
organizadores, por lo que, al final, correré como siempre.
Para terminar, os dejo una canción nueva, recién estrenada
del grupo la Ley de Mantua, titulada “EL MIEDO”, que lo que tiene de
especial es que participa, como cantante, Alex Martín, artísticamente conocido
como Hijo, joven al que conozco desde hace muchos años, y sé de su amor y pasión por la música.
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