Tras recoger los dorsales |
Mérida, la antigua Emérita Augusta romana, constituía la siguiente etapa de mi carrera hasta el número cien de los medios maratones, único objetivo que tengo ahora, que espero no me explote en la cara.
Tras pasar los carnavales, y con pocos entrenamientos, porque me encontraba algo cansado, al final, nos fuimos a Mérida, en una mañana soleada, que se presumía calurosa; calor que se presentó de forma meridiana durante la carrera. Carrera, por otra parte, bastante dura, exigente, pasando por los principales monumentos de la antigua urbe romana. Esta era la novena vez que me iba a enfrentar a esta carrera, de las trece ediciones que, con ésta, se celebraban. Y hasta allí nos encaminamos Javier, Jorge, Antonio y yo. El viaje, plácido, nos llevó al Pabellón Guadiana, donde estaban los dorsales y los vestuarios, muy cerca de la Avenida de la Libertad, lugar de salida de la carrera. Tras saludar a los conocidos, unos cuantos por cierto, y hacernos las fotos de rigor, nos empezamos a preparar para la carrera. En cuanto al uniforme, estaba claro que solo iban a ser calzones y tirantes, prescindiendo de demás elementos ahuyentadores de un frío que no iba a hacer en ningún momento, y es que para las diez y media, hora de la salida, ya se notaba la temperatura ciertamente alta.