martes, 19 de marzo de 2019

XIII MEDIO MARATON DE MERIDA

Tras recoger los dorsales

Mérida, la antigua Emérita Augusta romana, constituía la siguiente etapa de mi carrera hasta el número cien de los medios maratones, único objetivo que tengo ahora, que espero no me explote en la cara. 
Tras pasar los carnavales, y con pocos entrenamientos, porque me encontraba algo cansado, al final, nos fuimos a Mérida, en una mañana soleada, que se presumía calurosa; calor que se presentó de forma meridiana durante la carrera. Carrera, por otra parte, bastante dura, exigente, pasando por los principales monumentos de la antigua urbe romana. Esta era la novena vez que me iba a enfrentar a esta carrera, de las trece ediciones que, con ésta, se celebraban. Y hasta allí nos encaminamos Javier, Jorge, Antonio y yo. El viaje, plácido, nos llevó al Pabellón Guadiana, donde estaban los dorsales y los vestuarios, muy cerca de la Avenida de la Libertad, lugar de salida de la carrera. Tras saludar a los conocidos, unos cuantos por cierto, y hacernos las fotos de rigor, nos empezamos a preparar para la carrera. En cuanto al uniforme, estaba claro que solo iban a ser calzones y tirantes, prescindiendo de demás elementos ahuyentadores de un frío que no iba a hacer en ningún momento, y es que para las diez y media, hora de la salida, ya se notaba la temperatura ciertamente alta. 
Con Juan Antonio Donoso
Tras guardar un emotivo minuto de silencio en honor al desaparecido Elías Chavete, gran atleta emeritense, fallecido en una carrera, el cañonazo que tradicionalmente da la salida, hace efecto, y todos nos ponemos a correr. Estoy bastante cerca de la línea de salida, a pesar de haber casi mil quinientos corredores. El giro hacia el Puente Lusitania es rápida, y paso a Antonio Serradilla, que se queda un poco detrás. Noto que las piernas las tengo algo pesadas. Sigo corriendo, paso el primer kilómetro, y encaramos ya el Puente Romano. Una gran marea multicolor transita por uno de los monumentos más característicos de Mérida. Las piernas no acaban de mejorar sus sensaciones. Por el Paseo de Rosales, pasamos por debajo de la antigua Nacional V, subimos la cuesta, y estamos ya en esta carretera, hoy llamada Avenida Reina Sofía. Como veo que las piernas quizás no den más de lo que yo las pido, decido relajar un poco el ritmo, porque lo importante va a ser cruzar la meta. La carrera empieza a estirarse. Alberto, con el globo de hora y media, se va alejando. Me encuentro con Juan Antonio Donoso, de Badajoz, corredor con el que compartí una buena parte del Medio Maratón de Los Barruecos, quien tras saludarme, se marcha para adelante. 
Tras salir del paso subterráneo coincido con dos corredoras de Sevilla, que es la primera vez que hacen la carrera, y las digo que tienen que guardar un poco, porque es bastante exigente la prueba, sobre todo en el último tercio. Dicen que, a este ritmo, van a estar conmigo. Pasamos el avituallamiento del kilómetro 5, cojo agua, bebo, me echo por el cuello, el calor se empieza a notar, vamos en descenso, momento de intentar descargar las piernas. Llego al final de este tramo, para iniciar el giro en sentido contrario, y ya llevamos casi seis kilómetros; ahora, lógicamente, el trazado torna en ascenso. Y llegamos al paso por el Circo Romano, que al no haber llovido, el tapiz verde se pisa bastante bien. Salimos por la estrecha puerta, de uno en uno, y volvemos a estar en el asfalto, en la Avenida Juan Carlos I, que cambiará de nombre, un poco más adelante, tras pasar cerca del Acueducto de San Lázaro, llamándose ahora esta vía Avenida de Extremadura. Y tras pasar por debajo de las vías del tren, está situado el kilómetro 7. Miro el reloj, 30:45, a este ritmo, proyecto un final de 1:32/1:33, pero quedan tramos que van a condicionar la marca. 
Por el Acueducto de Los Milagros
Vamos llegando a la Basilica de Santa Eulalia, en ascenso, bajo mi ritmo, no me cebo en la subida. Aquí hay el primero de los avituallamientos de esponjas, elementos necesarios en esta mañana. Cojo una, me la paso por el cuello, por las piernas, y a seguir corriendo. Las chicas sevillanas se van unos metros por delante. Giramos por la calle Marquesa de Pinares, y en esta vía ocurren dos historias importantes; por un lado, una señora mayor, tiene puesta música, a través de unos altavoces, en la ventana de su vivienda, para animar a los corredores. Y, por otro lado, la inconsciencia de una chica, que realiza una imprudente maniobra con su coche, haciendo un giro de 180 grados entre los atletas, poniendo en peligro a algunos de los corredores que van por delante de mí. Se lleva toda suerte de improperios, y aún así, la ofendida es ella. Bueno, vamos a seguir. 
Nos ponemos paralelos a la vía del ferrocarril, pasamos por debajo de la misma, y tras pasar el octavo kilómetro, nos vamos para la zona del Acueducto de Los Milagros. En la entrada al Parque, noveno kilómetro, hay bastante gente, aplaudiendo. En este espectacular tramo están esperando, para animar, numeroso público, y pasamos por debajo de unos de sus arcos, una de las fotos más emblemáticas de esta carrera. Tras dejar este tramo, de tierra, volvemos a salir al asfalto, por la Avenida Felipe Corchero, y ahí está el décimo kilómetro. El cronómetro indica que lo he hecho en 44:05, vamos en un ritmo parecido. 
Subiendo la cuesta de la televisión
Adelanto a algún que otro corredor, cojo agua, bebo, me mojo, las piernas siguen con una ligera sensación de pesadez, y decido no forzar, porque queda la última parte de la carrera, que se me podría hacer larga. Salgo por la Avenida de Los Milagros, y de ahí, tras pasar dos rotondas, accedo a la Ronda de Los Eméritos, donde llevo ya once kilómetros, empiezo a descontar los kilómetros. Tras bordear la rotonda del Monumento a Marco Agripa, nos ponemos en la Avenida Emérita Augusta, que nos llevará para el centro de la ciudad. Dejamos el Ferial a la derecha, pasamos por encima del arroyo Albarregas, y después debajo de la vía del tren, está el kilómetro 12. La gente se deja ver a la derecha. El sol ya empieza a hacerse notar. Nuevo puesto de esponjas. A refrescarse la cara, el cuello, las piernas. Ahora, la calle se llama José Fernández López, llegamos a la rotonda, y volvemos a entrar al Puente Lusitania, doce kilómetros después de haber pasado por primera vez. En el centro del viaducto está situado el cartel del decimotercer kilómetro. Busco la poca sombra que da la estructura, abandono el puente, paso la rotonda, y afronto el primer punto serio de la carrera, la subida por la Avda. de la Hispanidad, la llamada cuesta de televisión, una subida de apenas cuatrocientos metros, pero exigente. Agacho la cabeza, marco cadencia en el paso, y subo. La he salvado mejor de lo que esperaba. Ahora habrá que dar la vuelta a la rotonda. Pero no, nos hacen girar a la izquierda directamente, y ahí está el cartel del kilómetro 14, cuando el gps marca doscientos metros menos. Según mi gps haré este paso en 1:02:36, pero según la medición de la carrera, en una hora y un minuto. 
Saliendo del Teatro Romano
Viene ahora el acceso por la Avenida de las Américas, que comienza en descenso, pero antes de la mitad, muestra un largo ascenso hasta el kilómetro 15. Tiro de gel, buscando esas fuerzas que me hacen ya falta. Algunos ya empiezan a ir andando. Al final, junto al supermercado, está el avituallamiento, dos tragos, y agua por el cuello. Deberíamos haber dado el rodeo entero a la rotonda, pero tampoco lo hacemos. Hay un paso de control. Cuando mi gps dice que llevamos 14,600 kilómetros, está el cartel del kilómetro 15. Hasta el kilómetro 13 estaba más o menos bien medido el recorrido, pero ahora todo ha saltado por los aires. 
Ya estamos en la Avda. de Portugal, con el Puente Romano al fondo. Vamos en descenso, y sigo pasando a algún corredor. Salvo los seiscientos metros del puente romano, y me adentro en el interior de la ciudad, con la alcazaba a la derecha. Mucha gente en este punto. El ascenso hacia la Presidencia de la Junta, y vamos por la calle Graciano, cerca de la zona de meta. Alcanzo a Donoso, voy unos metros con él. Y tras pasar por la calle Atarazanas, sigo a mi ritmo, quedándose él. Me voy encontrando mejor, adelantando a algún corredor. Veo que algunos echan el pie a tierra, y comienzan a andar. Esa sensación la he tenido yo más de una vez. Y aparece la Avenida Lusitania, el Anglirú de la prueba, larga recta, cortada por una rotonda, de más de ochocientos metros, que siempre va para arriba, al principio, con poco desnivel, pero una vez llegamos a la rotonda, solo es subir y subir. Al menos, en este tramo, los edificios nos reciben con la sombra, con lo que la sensación de calor se camufla algo. Cuando llego arriba, tras haber pasado el decimoctavo kilómetro, lo celebro, es que está todo casi acabado. Pasamos la antigua Nacional, y está el avituallamiento. Cojo el agua, que necesito sin duda. 
Tras cruzar la meta
Giramos a la izquierda, por la Avenida Estudiante, por los exteriores del Teatro Romano. El cartel del kilómetro 19, nos dice que nos quedan dos kilómetros para acabar. Será verdad, pero lo que está claro es que no acabaremos de hacer los 21.097 metros de rigor. Nuevo giro a la derecha, y entramos en las instalaciones del Teatro Romano, por la estrecha pasarela, y salimos por la entrada principal. Estamos en la zona del Museo Romano, con muchísima gente a ambos lados. Accedemos a la calle Sagasta, enlosada, que nos llevará, en descenso hacia la Plaza de España, donde está situada la meta, aunque todavía nos faltará algo de recorrido. Voy avanzando, dejando atrás corredores. Paso por el pórtico del Foro, por el templo de Diana, y salgo a la Plaza. Se oye todo el ambiente, gente que está llegando, pronto lo haré yo. 
Calle San Salvador, voy por la acera, termina la calle giro a la derecha, y vamos por la calle Holguín, que siempre mira hacia arriba. Voy pasando a otros corredores. Me pongo detrás de uno, me veo con fuerza, y antes de llegar a la Plaza de la Constitución, hago un pequeño cambio, y lo dejo con facilidad. Ahora me voy encontrando a gusto. Giro a la derecha, a la izquierda, ahí está el Arco de Trajano, y todo este tramo hasta la meta, está vestido con una alfombra roja. Hay tres corredores delante, y los paso fácilmente, para llegar bastante bien a la meta. Al final, lo hago en 1:33:24, pero el reloj, dirá que hecho 20,70 kilómetros. 
Más de 400 medios maratones
Al final, muy contento, porque al principio no me encontraba a gusto, pero con el paso de los kilómetros, he ido mejorando en las sensaciones, y he terminado bastante fuerte. Termino en el puesto 227 de un total de 1.450 corredores llegados a meta. 
Con esta carrera ya he terminado mi medio maratón número 93, y sigo mi plan de forma exacta, no saltándome ninguna prueba. El medio maratón número noventa y cuatro lo haré, si todo va bien, en Badajoz. Voy quemando etapas. 
Espero poder hacerlo, ya que han aparecido problemas en el piramidal, y estoy trabajando en los estiramientos. Si tengo que bajar la intensidad de los entrenamientos lo haré, para poder llegar y cumplir. 
Después vendrá Cáceres, que tras varios días en los que parecía que la citada prueba no se iba a llevar a cabo, finalmente, en esta semana, se ha presentado, y la misma tendrá lugar el día 7 de abril, como así estaba programada. Ya se han abierto las inscripciones. 
Para finalizar, os dejo la canción del cantante MARWAN, un artista que he encontrado hace poco, y su canción “LAS COSAS QUE NO PUDE RESPONDER

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