miércoles, 6 de abril de 2011

MEDIO MARATON VILLA DE MADRID (3 DE ABRIL DE 2011)

Tercera media en cuatro semanas, y el cuerpo ya no está para muchas alegrías. De todas las formas, después de Leon, había descansado cinco días, y parece que los problemas de la rodilla derecha habían disminuido. Pero el hecho de tener que acumular, por circunstancias, tres días seguidos de entrenamiento, me hizo que las piernas parecieran bloques de hormigón, imposibles de mover, por lo que las manos del fisioterapeuta tuvieron que trabajar duro el martes, y las dejaron bastante bien. Un par de días de entrenamiento, el jueves y el viernes, daban una sensación de mejoría.
La capital de esta España nuestra, Madrid, nos recibió con una mañana ideal para la práctica del atletismo, día nublado, once grados de temperatura a las nueve de la mañana, y nada menos que 14.000 participantes esperando en la línea de salida, una auténtica barbaridad, porque si uno se para a pensar lo que significa esa cantidad, estamos hablando de más de 140 personas pasando cada minuto por la línea de meta.
Si además, a estos esforzados, unimos todos aquellos que se apostan en la salida, sin dorsal, sin haber hecho la inscripción, fácilmente estaríamos hablando de 15.000 personas dentro del Parque del Retiro para la carrera. Estas personas pueden constituir un auténtico problema en carrera, ya que algunos de ellos quieren además hacer la carrera completa, cruzando la línea de meta, lo cual ya es mucha cara, pero es que los miembros de la organización, que no dudan en abalanzarse sobre el pirata, puede llegar a perjudicar a quien está correctamente inscrito. Pero en fin, con todas estas circunstancias estábamos en la salida.
Antes de comenzar la prueba, se guardó un minuto de silencio por el atleta Alberto Ceballos, quien falleció el pasado año, justo cuando cruzó la línea de meta de esta prueba, leyéndose una carta, remitida por una corredora que llegó a la misma vez que el finado.
Yo estaba bien colocado en esta tumultuosa salida, gracias a mi dorsal, el 390, porque se acondicionan zonas para los corredores, según el dorsal que se da en función de la marca que se acredita.
Suena el pistoletazo de salida, comienza la carrera, la marea humana empieza a salir del Retiro por la Calle O’Donnell, buscando Principe de Vergara, y empezamos ya a subir. 4:11 el primer kilómetro. Pasamos el kilometro 2 y giramos a Diego de León, bajada y en la izquierda se ve el cartel del punto kilometrico número 14, ¡¡joder, que pronto se pasan los kilómetros!! Pero una vez salimos de esta bajada, viene el primer gran momento de la carrera, una subida larga, constante, con más de 6 kilómetros, siempre picando hacia arriba, sin apenas descansos, lo que supone buen castigo para las piernas.
En el kilómetro 4 me alcanza mi hermano Juan, yo voy cómodo, se lo hago saber, y que no voy a apretar. Él se marcha, pero no mucho, ya que siempre le voy controlando con la mirada. Kilómetro 5, 20:58, a una media de 4:12, no vamos mal, teniendo en cuenta que hemos subido muchos más metros que los que hemos bajado. Vamos por la C/ Santa Engracia, y pasamos por delante del Parque de Bomberos, cuyos miembros, como todos los años, están animando con los altavoces y las sirenas al pelotón.
En el kilómetro 6 me adelanta el corredor que guía a los que quieren bajar de 1 hora 30 minutos, pero es que al ritmo que va, van a bajar de 1:29, muy exagerado, teniendo en cuenta que estamos subiendo. Lo constato en el kilómetro 7, ya que pasa en 29:30, una pasada, van a caer como chinches más adelante. Seguimos subiendo, hasta llegar a Plaza Castilla, zona con mucha gente, punto en el que el asfalto tiende a bajar un poco, buscando el kilómetro 10; Juan cada vez está más cerca. Kilómetro 10, 42:22 minutos, media de 4:14, seguimos yendo hacia delante.
A partir de este momento y hasta que volvamos a llegar al Retiro, sin ambiente, ya que apenas vamos a ver gente en las calles. Avituallamiento y en el kilómetro 11 alcanzo a mi hermano Juan, dice que va algo tocado del gemelo, le digo que se enganche a mí, que me da igual ya esta carrera, y que la quiero acabar, pero al poco rato se para, por lo que yo me marcho; vamos por la Calle Serrano, muy poco publico, y ahora parece que voy con algo más de energía, aunque cuesta mover las piernas, la sensación no es de agobio, pero las piernas oponen su resistencia.
Llego al kilómetro 13, en plena bajada, y alcanzo al del globo del 1:30, va casi solo, no me extraña, los tiene que haber desgraciado a todos. Pero camino del kilómetro 14 llega un repecho, el del kilómetro 2 de salida, que frena todas las alegrías que pudiera uno tener. Dejamos la C/ Diego León, y nos vamos por Príncipe de Vergara buscando los exteriores del Retiro. Avituallamiento en el kilómetro 15, último que va a haber, sin duda un error de la organización, porque, normalmente, en el 19 se suele poner otro, y máxime en una carrera como esta con el final que nos espera; pero aquí saben mucho y no lo ponen, un obstáculo más. Aquí ya si hay bastante gente. Pasamos por el kilómetro 17 y miro el crono, llevo 1:11:42, seguro que bajo de 1:30.
Sigo, y ahora llego al Paseo María Cristina, en descenso, pero no se puede gastar mucho, porque queda un kilómetro de subida y a estas alturas con las fuerzas justas, se puede hacer muy largo. Empezamos a subir buscando la C/ Alfonso XII, para entrar nuevamente al Parque del Retiro, por la Puerta del Angel, que es un auténtico matadero, una larga y empinada cuesta que destroza las pocas fuerzas que van quedando, gente que se echa a andar, gente que recorta la zancada, gente que mira solamente al suelo, pero sigo pasando a gente.
Alcanzo el kilómetro 19, ya se acaba todo lo duro, ahora, en teoría vamos en llano, pero queda un kilómetro, hasta el 20, que se hace muy largo, porque es un tramo de ida y vuelta, viendo a gente que va buscando el último kilómetro, cuando tú estás empezando el penúltimo. Se acaba este tramo, y ya me encamino hacia los últimos 1.097 metros.
Es pasar por la pancarta, y parece que ya no puedo más, regulo, avanzo, una curva, una ligera cuesta y ya se ve la recta de llegada, más de 500 metros, llenos de arcos, apenas se divisa la pancarta de meta. Muchísima gente alrededor de las vallas, animando, buscando a sus familiares. Aprieto, me escoro hacia la derecha, beso al aire, para mi padre, levanto los brazos, he acabado. 1 hora 29 minutos 7 segundos.
Cruzo la meta, me dan un bolso, y después una bebida isotónica, una botella de agua y un plátano, y ya no hay más, todo previa entrega del chip que te marca el tiempo neto. Y luego en la llamada zona de calma, una vez terminada la carrera, hay bastantes personas repartiendo publicidad de otras carreras, más pequeñas, iguales, e incluso de cien kilómetros. Yo le digo a uno de ellos: “¿Tú crees que después de acabar esta carrera, quedan ganas, ahora mismo, para afrontar otra?” En fin.
Ya he acabado esta travesía de carreras. Todas las medias hechas, por debajo de 1:30, un gran mérito. Desde septiembre llevo un maratón, con una fantástica marca, nueve medias y tres carreras menores. Ya es mucho esfuerzo, amén de las horas de entrenamiento.
En este momento, una vez pasados un par de días, la zona de la rodilla me dice que me relaje, voy a descansar, y si puedo, iré a Albacete con mi amigo Juli, y si no, se acabó la temporada por este año.

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