sábado, 13 de octubre de 2012

XXVI MEDIA MARATON TALAVERA (7 de octubre de 2012)

Sabor agridulce. Así se puede definir lo que sentí la mañana del domingo día 7 de octubre en la localidad de Talavera de la Reina. Allí se celebró la XXVI Edición del Medio Maratón, prueba por la que siempre he sentido una especial predilección, por cuanto allí rompí la barrera de la hora y treinta minutos. Simultáneamente, se celebraba una carrera de 10 km. Allí participaría mi esposa.
Pero sabía que esta vez con acabarla me podría dar por satisfecho. Los excesivos condicionantes que están apareciendo actualmente a cada paso que doy por la vida, me están mermando considerablemente la capacidad de poder desenvolverme con garantías en los entrenamientos, de estar centrado, de explotar.
Era la primera prueba de medio maratón de la temporada, y aunque otros años llegaba con mejores sensaciones de hacer un buen resultado, en esta ocasión, sin embargo, sabía que me iba a costar un poco más. De todas formas, esperaba bajar de los noventa minutos, a poco que pusiera un ritmo que podría aguantar.
El día anterior llegué a plantearme seriamente la posibilidad de participar e, incluso, una vez en la salida, no sabía aún si iba a hacer los diez kilómetros o hacía la prueba larga.
La mañana presentaba un inconveniente, al menos para mí, un excesivo calor para ser el mes de octubre. Tras un muy corto calentamiento, me encaminé a la zona de salida, donde estábamos cerca de seiscientos corredores. Dieron el pistoletazo de salida, y en esta ocasión, en vez de lanzarme en una salida rápida, como hacía en otras ocasiones, me retuve, fui más tranquilo que otras veces, y pasé el primer kilómetro en 4:09. Notaba las piernas bien, así que no quise forzar.


Lo único era seguir avanzando, y poder pasar con buenas sensaciones por el kilómetro 10, lo que me permitiría afrontar la segunda parte de la carrera. Porque si no me encontraba bien, me retiraría en esa primera vuelta. Ya lo vería.
Sigo avanzando, el circuito casi memorizado, sé por dónde vamos a ir. Estoy con mucha gente, muchos se retirarán en la primera vuelta, coincidiendo con el diez mil. Voy buscando el kilómetro 4, que es al final de la Avenida, y llegará un giro, de los muchos que hay, de 180 grados. Ahí ya veo pasar a los primeros, y empiezan a pasar mis compañeros, Jorge, Juan, que le veo muy bien, Antonio, y en medio veo a Susi y a Marcial de Jaraiz, así como a Carlos, el de Carmolamp. Justo detrás mía viene Tasín. No voy bien colocado, están un poco lejos de mí estos corredores que son de mi nivel. Pero bueno, es lo que toca.
Sigo avanzando, y paso por el avituallamiento, luego el kilómetro 5, 21:18 de parcial, a 4:16, por encima de lo que yo busco. Me estoy reservando un poco, tengo un poco de temor, y no quiero obligarme.
Cuando acabo de pasar por la avenida, tras abandonar el kilometro 6, busco el kilómetro 7, en la Avenida de Pio XII, paso cerca de la meta, sigo hasta encontrar el kilómetro 8, y de ahí, paso por el 9 para buscar la primera vuelta. Se engancha a mi lado un chaval que va a hacer el diez mil. Se pone a mi rebufo y le hago el final de su carrera. Cuando llego a la contrameta, ahí están Juli y Miguel Gamonal, que me animan. Les saludo, las piernas siguen bien. El chaval me deja, para rematar la faena. Cuando paso al lado de la meta, el reloj indica 42 minutos.
Con Abel Antón
No veo el kilómetro 10 para pinchar el reloj, y saber exactamente mi ritmo, pero tomando como referencia el reloj de la meta, observo que voy por encima de lo que yo espero. Ahora ya voy más solo, y delante de mí va un grupo de seis corredores, con una chica entre ellos. Van a ser mi referencia durante varios kilómetros. Las distancias no parecen moverse, y mis conocidos siguen por delante, creo que hoy no los cojo.
De todas formas en esta segunda vuelta, me veo que puedo tirar, que mis piernas me permiten seguir acelerando, y en algunos momentos hago pequeños cambios de ritmo. Pero, sin embargo, el grupo sigue a la misma distancia. Tiene que caer y va a caer.
En el intervalo entre los kilómetros 13 y 16, es el momento de no forzar en exceso, porque yo suelo acabar bien, y hay podré recuperar. Cuando vamos a por el kilómetro 17, me alcanzan Pedro y Tasín, y es justo, en ese momento, cuando alcanzo al grupo de seis corredores.
Y ahí, es cuando empiezo a moverme, a correr un poco más deprisa, y veo como Tasín junto con el grupo los descuelgo levemente. Me voy hacia delante. Paso por la contrameta y ahora a buscar el kilómetro 18; veo pasar a mi hermano Juan camino de la meta, y miro el reloj, 1:16, este baja de 1:20, sin duda una gran marca. Giro hacia la derecha, hacia la parte que no se corre en la primera vuelta, y es ahí donde alcanzo a Marcial. Se engancha a mí, pero cede al poco rato. Por delante está Carlos, que creo que le voy a coger, aunque a veces lo dudo.
Pero antes de llegar al kilómetro 19, es cuando pillo a Carlos. Le dejo y sigo buscando la meta. Antes de girar veo que van por delante Antonio y Pedro, no me sacan tanto, aunque ya no los alcanzaré. Dejo atrás el punto del kilómetro 20, y ya está casi hecha la carrera. Hay que ir buscando la meta, es el último esfuerzo, es el momento de echar el resto.
Salgo a la Avenida, contrameta. Hago el giro de 180º, y ahí está la meta. Entro con mis hijos. Beso a mi padre y terminó la carrera. Tiempo final 1:32:08. Ya he finalizado. Recojo la bolsa, el avituallamiento y salgo de la zona de meta. Me encuentro con mis compañeros, y salta la noticia, la carrera tiene, como mínimo, seiscientos metros más de los que corresponden. Si hubiera estado bien medida, habría acabado por debajo de la hora y media que buscaba.
Viendo los parciales en mi reloj, efectivamente, se observan errores en las mediciones, porque, entre otras cosas, el kilometro y noventa y siete metro, tardo en hacerlo un total de 6.19, una barbaridad para mí, y el penúltimo, me marca en 4:34, es decir, el peor kilómetro de toda la carrera. Precisamente, cuando iba más rápido.
A mí, al fin y al cabo, personalmente, lejos del fastidio de no bajar de lo que yo buscaba, básicamente me da igual, pero es una jodienda para aquellos que tenían que bajar de 1:12 en chicos y de 1:30 en chicas, para acceder a los premios metálicos, y que por un error de este tipo, algunos se han quedado sin poder percibir lo que de verdad les correspondía, ya que con una correcta medición, lo hubieran conseguido.
Después de esta reflexión en general, viene la particular. Esta prueba significa para mí un punto y seguido en esto del atletismo popular. Por decisiones personalistas con la única intención de fastidiar, me voy a tener que reinventar. No voy a poder entrenar lo que quisiera, por lo que bajaré mi ritmo de competición, y, sin duda alguna, mis prestaciones en las pruebas en las que participe.
Lo primero es olvidarme de prepararme un maratón, Valencia queda ya descartado, y no sé si podré participar a lo largo de la temporada en alguno; intentaré prepararme aunque sea a más largo plazo.
Es una nueva etapa que se me abre en mi vida personal, que afecta, lógicamente, a mi actividad deportiva. Habrá que intentar no abandonar, porque eso es lo que a veces se me pasa por la cabeza.
Ya no importan las personas, vale más la decisión de alguien que se cree en poder de la verdad, de toda la razón, y que determinan cómo hemos de vivir los demás. Es lo que toca ahora.
¿Próximo objetivo? Puede ser la Media Maratón Riberos del Tajo. A ver qué tal transcurren estas semanas.

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