lunes, 25 de marzo de 2013

III CROSS CAMINO DE LA ERMITA DE LA DEHESA

(De izq. a dcha.) Alberto, Agustín, Antonio y Faustino
Hasta Jaraiz de la Vera, encaminé esta vez mis pasos. Allí se celebraba la III Edición de su Cross Camino de la Ermita de la Dehesa, y en el que el año pasado participé, guardando un grato recuerdo, por lo que decidí repetir. Este año, presentaba la novedad de un cambio de un tramo del recorrido, para evitar el salir a la Carretera, y a fe que el cambio se notó, y de verdad. Pero vamos por partes.
Tras las últimas e intensas lluvias que están dejándose notar por toda la geografía española y, lógicamente, por aquí, los caminos para entrenar estaban vedados, teniendo que buscar alternativas por asfalto, más duro para las articulaciones, menos gratificantes para el corredor. Las fotos que los amigos del Lanchacabrera, organizadores del evento, colgaban del recorrido, hacían ver que si seguía lloviendo iba a ser movida la prueba, y de verdad que lo fue.
Para rematar la faena, el viernes jarreó agua de verdad, por lo que toda esperanza que el recorrido estuviera más o menos asequible se fueron diluyendo. De todas formas, empecinado en correr, hasta allí me encaminé con Alberto Piedra, mi hermano Agustin y Antonio Pintado, los cuatro en el coche, camino de una carrera que prometía. El cielo se presentó con buenos presagios, con sol a primera hora, cuando partimos, pero según íbamos acercándonos a la Comarca de La Vera, las nubes iban ganando terreno. Tras aparcar, cerca del lugar de salida, nos encaminamos a coger los dorsales. Allí saludos y abrazos afectuosos con muchos de los integrantes del Club Lanchacabrera, buena gente, y después a ponernos el traje de faena, dispuestos para la batalla. Fotos para guardar un recuerdo imborrable, en imágenes, aunque luego también lo llevaríamos en toda la indumentaria.
Ya, tras soltar un poco las piernas, nos encaminamos a la salida neutralizada, que no es otra cosa que salir desde la Iglesia de Santa Ana, hasta el lugar de salida real de la carrera, que es en la Fuente de San Miguel, o de los cuatro caños. Allí, vamos observando que el tiempo se va torciendo un poquito más, y ya nos avisan que el trozo nuevo va a ser movidito de verdad, y nos recomiendan que nos traigamos unas zapatillas para cambiar. Menos mal que ya lo había previsto.

Y tras todos los parabienes, tras habernos contado el Sr. Presidente, Don Juanjo, que la carrera tiene una “zona técnica”, nos dan la salida. Todos lanzados, ya que los primeros metros tienen unas buenas cuestas abajo. El golpe de las zapatillas sobre el escaso asfalto que vamos a pisar, es ensordecedor. No he salido mal, así que me voy colocando, cogiendo a alguno que ha salido por delante de mí. Veo a lo lejos a Alberto que ha iniciado la carrera bastante bien, y se le ve con ganas. Me preceden, entre otros, Susi, Sergio, Dionisio. Vamos corriendo por zonas que se pueden pisar bien, con algún charco que se puede pisar sin problemas, alguna ligera subida que me hace ralentizar mi ritmo, y que alguno, mejor que yo en esta situación, me supere. Cuando vuelven los tramos llanos y las zonas de bajada, los recupero otra vez, y sigo teniendo a mano, a pocos metros a Susi, Dionisio y los demás.
Con Alberto Piedra
Sigo por el camino de tierra, con buena pisada, con buen ritmo, y consigo adelantar a Dionisio, ya me coloco donde yo creo que va a ser mi zona de carrera durante toda la prueba, me veo bien, las piernas responden. Susi está muy cerca. Esto marcha.
Se ve la cuesta que nos llevaría a la carretera, pero antes de encararla, nos giran a la derecha, hacia el tramo nuevo, al infierno, que es lo que va a ser. Empezamos por una zona verde, por campo puro y duro, y ya vienen las primeras zonas con charcos, que te los tragas sin verlos, porque el agua vive debajo del verde; es poner el pie encima y salir el agua a borbotones, no hay más remedio; alguna subida, que me empieza a clavar, alguna zona de barro, en la que las zapatillas se hunden hasta el tobillo, aunque al menos salgo con ellas. Me empiezan a adelantar algunos corredores, entre ellos Dionisio. Llegamos al arroyo, lugar que si no fuera por el pasadizo preparado con unos tableros de andamios que han colocado, lo tendríamos que pasar a nado. Se pasa una de las zonas difíciles de este tramo; pero ahora viene lo bueno, zonas de piedras, recovecos, donde hay que mirar más para abajo que al frente, y cuando sales de estos lugares, pequeñas pero matadoras subidas, piedras, otras zonas de barro, ¿Cuándo se acabará esto?
Parece no tener fin, parece que cada giro que haces lo acometes con la intención de salir de allí, pero nada de eso, vuelves al campo, a la guerra, a los charcos profundos, a las zonas con barro de verdad. Se adivina el final, pero es cuando acabes una larga y dura cuesta, por un sendero estrecho, entre cerezos, donde sientes la sensación de clavarte. Ya se ve el final. Pero antes de salir hay que dejar las huellas, como un peaje, en el barro, las zapatillas perdieron su brillo natural, de origen, no quiero imaginarme quien estrenara calzado en esta carrera. La gente que va delante de mí lleva la ropa totalmente llena de barro, así que de la misma guisa irá el que relata esto. Se terminó, ya estamos en el Polígono, paso por el kilómetro 4, 17:21, un poco alto el tiempo, a 4:20 el kilómetro, pero es que con estos casi dos kilómetros de pista americana, no es para menos.
Ahora sí que empiezo a correr, cojo la botella de agua que me ofrecen en el avituallamiento, dos tragos, y a por lo que queda, la mitad de carrera. Antes ya he pasado a dos de los que me adelantaron en la zona de guerra. Después, otros dos más caen antes de salir del Polígono, aunque uno de los dos parece querer engancharse conmigo, pero aguanta poco; cuando accedo al Camino de la Ermita, ya solo tengo delante de mí a Dionisio, aunque está bastante lejos, voy a tener que esmerarme si le quiero alcanzar. Ya veremos qué ocurre.
Según accedemos al camino, hay un grupo de pescadores que están dando buena cuenta de una barbacoa, celebrando el inicio de la temporada, ¡qué bien se lo montan!, ellos comiendo y bebiendo, y nosotros dejándonos la piel en cada zancada, y, además, aderezado, en estos momentos, con las primeras gotas de agua, que ya no nos van a dejar hasta el final de carrera. Por aquí ya me siento más cómodo, voy corriendo a gusto, a ritmo, como a mí me gusta. Pero parece que Dionisio no se rinde, va a ser difícil de cazar. Una pequeña subida, lo suficiente para que el dolor en las piernas, para que el aire al salir de la boca, se dejen notar. Un chaval del Club Almaraz Extremadura sucumbe, ralentiza su ritmo, quizás la carrera es demasiado larga para él. Una vaca en una pequeña loma lanza mugidos cada vez que un corredor pasa cerca. Tiene buenos argumentos en la cabeza, como le dé por tirarse al camino la hemos liado.
Terminando la prueba
Hago un nuevo esfuerzo, parece que Dioni está más cerca. Ahora sí, ya le tengo a la vista. Me aorillo a la izquierda, y le paso con comodidad, parece que voy fluido, le meto unos cuantos metros en poca distancia. Ya se ve la zona de meta, la pequeña Ermita, y esos últimos trescientos metros que son en ascenso, ya está casi todo hecho. Las gotas de agua caen de forma más constante, ya no son cuatro gotas, ya es algo más. Empiezo a subir la cuesta, joder, parece que no voy más; giro la cabeza, veo que mi rival también le está costando, sigo subiendo, tirando de riñones, de orgullo, no se ve el arco de meta, hay una pequeña curva que impide la visión directa; alcanzo la curva, y ya sí, ya está la meta ahí. Beso al aire, para mi padre, y, finalmente, consigo terminar, en el puesto veintitrés, con un tiempo de 33:27, a un ritmo de 4:04 el kilómetro, desde luego, muy bueno, teniendo en cuenta que los kilómetros 3 y 4, los he hecho en un total de 10:02, a más de cinco, por lo que si hubieran sido en mejores condiciones, podría haber hecho una gran marca. Pero es lo que tocaba hoy, y así ha sido. Alberto se ha marcado un tiempazo de 31 minutos, que para como estaba el circuito es un excelente resultado, el undécimo de la clasificación general.
Y lo que tocaba hoy era que lloviera, y unos cinco minutos después de mi entrada, cuando ya entró mi hermano Agustín con Antonio, que lo han hecho en menos de 38 minutos, un buen resultado, ya es una cortina de agua la que recibe a todos los que van llegado, así que, como podemos, vamos cambiándonos debajo de los paraguas de las encinas que nos acogen, hasta que todos los corredores terminen, nos podamos subir al autobús y marcharnos para el Pabellón, donde nos podremos duchar con agua caliente, todo un lujo. En el interior se realizan las carreras de prebenjamines, y ya fuera, por asfalto, las de las otras categorías menores, descartando el inicialmente previsto recinto del campo de fútbol, convertido en piscina olímpica. Cuando se terminan todas las pruebas, volvemos al pabellón, donde se llevará a cabo la entrega de trofeos y el sorteo de regalos.
En esta ocasión no he podido subir al podio como el año pasado, y es que en esta edición ha habido bastante más nivel. Ha habido corredores de Arenas de San Pedro, de Talavera de la Reina, gente de categoría, pero muy contento con toda la carrera, a pesar de sufrir en algunos momentos. Después, el sorteo, en el que me llevo una botella de vino, al menos, algo es algo. Todo aderezado con huesillos, cañas y cerveza, que más se puede pedir.
En resumen, una buena carrera, este año más dura que el anterior, por el nuevo trazado, para mí más difícil, y por el tiempo que no ha acompañado, que ha hecho mucho más duro el tramo novedoso, al ser campo, y porque ha deslucido lo que debía ser un buen final de fiesta en la zona de la Ermita. De todas formas los amigos del Lanchacabrera se lo han currado y han conseguido una buena carrera.
Después de esta carrera, seguramente realice la Caldejara, que el año pasado la hice y me gustó bastante. Una prueba cerca de casa, por la Vía Verde de la Jara, y con un perfil prácticamente llano, lo que me permitirá ir a ritmo, para coger más confianza de cara a Cáceres, al Medio Maratón, que tendrá lugar el 14 de abril. Ya iremos viendo.
Antes de terminar esta crónica, mandar un fuerte abrazo al amigo MARCIAL CAÑADAS, que se encuentra convaleciente de la operación de su rodilla, y darle los ánimos necesarios para que se recupere cuanto antes y podamos coincidir en las carreras. ¡¡¡ANIMO, MARCIAL!!!

4 comentarios:

  1. Estupenda crónica Faustino. Detallada, completa, amena ... ¡¡¡ es como ir corriendo enfundado en tu equipación!!
    A por la siguiente.

    Un saludo.

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  2. Faustino, soy uno de los Juanjos de Lanchacabrera; El Presi, no, el otro. Me alegra mucho que te haya gustado la carrera. La verdad es que el agua caída la ha endurecido pero a la vez la ha dado un mayor encanto.Además, el campo estaba precioso aunque bastante tenías tú con fijarte en los charcos y no en el paisaje...Esperamos ir superándonos en cada edición para que todos os vayáis con buen sabor de boca y con la intención de volver.Un saludo y espero verte por Cáceres.Juanjo.

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  3. Eres un fenomeno Faustino gente que lo vive como tu hace grande este deporte,espero compartir contigo muchos ratos y aventuras como esta.Un saludo SUSI.

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  4. Faustino eres un fenomeno,gente como tu hace grande este deporte,con esas ganas tuyas y esa intensidad es un lujo compartir contigo todo esto y espero compartir contigo mas aventuras,sigue asi SUSI.

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