Comenzó
la temporada 2013/2014 para mí. Después de tomarme un descanso durante parte
del mes de junio, y de entregarme a entrenamientos durante el mes de julio, he
llegado a este punto con sensaciones contradictorias, poco claras. Muchos días
me ha costado salir, los ritmos no han sido los esperados. He salido casi todos
los días, he hecho carrera a pie, he montado en bicicleta, más bien he hecho
equilibrismo sobre dos ruedas, porque me defiendo fatal encima de la misma.
Así
que una vez ha llegado el mes de agosto, llegó el momento de participar en
alguna carrera, para ver qué tal lo llevo. Y así, decidí acudir a la Carrera
Popular que se celebró en la localidad de Pasarón de la Vera, una de las
localidades más desconocidas para mí de la comarca verata, pero de una gran
belleza… y una gran dureza el circuito. Pero vamos por partes.
El
sábado partí, junto con mi familia a Pasarón, pueblo de mi compañero Juan
Pedro, para participar, por primera vez, en siete años, en una carrera del
Circuito Popular de la Vera, en el que no participo porque las carreras son en
junio y julio, meses en los que he decidido no participar, porque hay que
descansar en cuanto a competiciones se refiere, porque el año se hace muy largo,
y el cansancio, además de físico, psíquico, aparece.
Pues
lo dicho, después de llegar, hay que ir a inscribirse, y a saludar a los
compañeros de fatigas, de carreras durante todo el año. Allí estaban Susi,
Marcial, Dionisio, Antonio, los lanchacabreros, y otros tantos más. Saludos a
uno, intercambio de palabras con otros. Y ya tengo el dorsal en la mano, cuando
se me acerca a Alberto, quien ya está vestido para la batalla, pero yo aún sigo
con ropa de paseo. Así que voy a cambiarme, a ponerme para la carrera. Ya tengo
mi dorsal puesto, ya empiezo a calentar.
Voy
con Alberto, que me lleva a hacer el recorrido, advirtiéndome que el circuito
es bastante duro. Empezamos a hacerle, y observo que, efectivamente, la mayoría
es en ascenso, poco tiempo para el descanso, zonas adoquinadas, calles
estrechas, giros repentinos, y después de una larga bajada, acceso a un puente,
y llegada al punto más duro de toda la carrera, del circuito, la subida a una
iglesia, son tres tramos unidos por otras tantas curvas que no dejan ver lo
larga que es, pero que las piernas van sintiendo a cada zancada. Después un
descenso, continuado, curvas de noventa grados y salida a la carretera, único
tramo en el que se puede correr. Damos dos vueltas al circuito, tiempo en el
que los improperios hacia el que diseñó el mismo salen a borbotones.
De
todas formas, no hay marcha atrás y ya estamos aquí, en la línea de salida,
preparados para correr. Viendo el perfil del circuito, lo mejor es tomárselo
con calma, lo importante es acabar, y más importante, aún, hacerlo con buenas
sensaciones. Ese es mi único objetivo.
Dan
la salida, y ya salimos todos a correr. Me tomo la salida con tranquilidad, incluso,
salgo inusualmente rezagado, no fuerzo mucho al salir, para colocarme,
solamente voy corriendo, con cierta serenidad, voy adelantando a algún
corredor, a alguna corredora, y empezamos a entrar por las intrincadas y
estrechas calles del municipio, donde la gente mayor, está sentada, cómodamente
en sus sillas en la misma calzada, así que tienes que esquivarlas, e ir por el
centro. Llegamos cerca de la iglesia, y allí una mujer escuchando la radio con
la antena subida, hacia la calzada, por donde vamos los corredores, alguno se
lleva la misma. Pasamos entre las vallas que hay colocadas para los toros que
son tradicionales en la comarca verata. Vuelta a calles adoquinadas, subidas
largas, poco pronunciadas, pero largas, al fin y al cabo. Gente a ambos lados.
Se ve la estirada fila de corredores que estamos en esta carrera. No me obceco
con nadie, no me fijo en ningún corredor en concreto, para sobrepasarle. Me
adelanta algún corredor que en otras carreras no me ganarían. Llevan más rodaje
en este tipo de carrera, de subidas, que a mí, particularmente, me matan, de
bajadas, cortas y peligrosas. Seguimos, subida de la casa azul, corta, pero
dura, las piernas parecen clavarse. Se acaba esta cuesta, y empezamos una larga
pendiente abajo, por un asfalto bien formado. Y ahora, ahora, el puente y la
subida. Pero, sorprendentemente, quizás porque la he hecho dos veces
calentando, quizás porque no me entrego a fondo, la subo bastante bien, sin
cebarme, sin entregarme a fondo. No obstante, alguno me adelanta. Llegamos
arriba, y los que me han adelantado, sucumben, comienza la cuesta abajo, giro a
la derecha, larga calle, adoquinada, pronunciada, nuevo giro, de noventa grados
a la izquierda, frenas para no llevarte la pared de la derecha, cien metros y
salida a la carretera. Ahí están mi mujer y mis hijos, me desprendo de las
gafas de sol, no me van a hacer falta, y se las doy a ellos. Primera vuelta,
vamos a por la segunda.
En
esta segunda vuelta, las posiciones empiezan a estar más claras, hay poco que
ganar, y ya poco que perder. Paso por la plaza, subida a la cuesta de la que yo
llamo casa azul, y aquí las piernas quieren rendirse. Menos mal que es corta,
bajada nuevamente y a por la subida del puente. Un chico con la camiseta roja
me pasa justo al final, pero en la meseta previa a la bajada le vuelvo a
sobrepasar. Al fondo un chico con una camiseta blanca, a ver si soy capaz de
ganarle en la última vuelta.
Comienza
el último giro, el primer tramo lo afronto con tranquilidad, no quiero sufrir
al final, además, sigo manteniendo la distancia con el que me precede, el que
lleva la camiseta blanca; espero conquistar su puesto. Paso por la plaza, y
aquí ya sí decido iniciar el final, dar todo lo que pueda, empieza la primera
subida, larga, continua, que se hace bien, después la de la casa azul, en la
que fijo más fuertemente las piernas, y la ataco con más resolución. Ya he
llegado a arriba, veo que está más cerca mi predecesor; el que me sigue ya le
saco una cómoda distancia, y en la bajada, creo, soy mejor. Atacamos la subida
del puente, parece estar más cerca el corredor con la camiseta albina, puedo
cogerle.
Empezamos
la bajada, y observo que el chaval baja tan bien o mejor que yo, y va a ser
difícil; no obstante, aún no me he rendido y me lanzo a su caza, pero cuando
accedo a la calle larga de bajada, veo que no va a ser posible, que son
bastantes metros los que me saca. Aún así, en este punto, ya me he puesto un
ritmo alto, y no lo quiero dejar. Salgo a la carretera, y sigo corriendo, me
siento con alegría en las piernas, con fuerzas, eso es una buena señal.
Al
final crucé la meta, tiempo 20:32, en hacer los aproximadamente 4.800 metros
que tiene el recorrido total de la carrera. Puesto en la general, vigésimo
sexto de los setenta y uno que han acabado. No hay opciones de subir al podio
en mi categoría, he sido octavo. Lo sabía, hay gente con bastante nivel que
lleva compitiendo todo el circuito, y han acudido a esta carrera.
Luego,
a saludarse con algunos compañeros que han participado conmigo. Fotografías, y
ya cada uno para su casa.
Una
nueva carrera que cae al saco. Lo más relevante que me llevo de la misma, es
que he tenido buenas sensaciones, que me he sentido a gusto corriendo, que he
disfrutado. Ha habido momentos de sufrimiento, pero si no existieran este
deporte no engancharía como lo hace.
Ahora,
la próxima cita será el sábado que viene en Romangordo, cita tradicional del
verano, a la que no suelo faltar. Ya os contaré.
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