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Antes de empezar la carrera |
El pasado sábado, día
diez de agosto, decidí acudir, nuevamente, al Cross Urbano que se celebraba en
la localidad de Romangordo. Y digo nuevamente, porque el pasado año no
participé. Pero en esta ocasión, opté por volver a correr en esta prueba, una
carrera con la que solía abrir casi todas las temporadas de carreras, pero que
en este año, con la prueba anterior de Pasarón, me he saltado esta regla.
Pues bien, hasta allí
me encaminé con mi amigo y compañero Alberto Piedra. Durante el viaje le fui
hablando sobre esta carrera, una prueba de gran tradición y solera en el
atletismo popular de la zona, en la que han ganado grandes corredores, algunos
de talla nacional. Le expliqué las partes más difíciles de la carrera, la
subida del Pilón, la bajada dentro del pueblo, en fin todo aquello que yo
conocía.
Por la hora de
comienzo de la carrera absoluta, las 21’15 horas sabía que la carrera no se iba
a encaminar, como los anteriores años, hacia el merendero, porque no habría
luz, por lo que la carrera, debería hacerse por el pueblo, y así sucedió.
Pues bien, allí
llegamos, aparcamos el vehículo, y nos encontramos con el amigo y compañero Fran
González (alias Yango). Como teníamos tiempo de sobra nos encaminamos a
inscribirnos, viéndonos allí con algún que otro corredor conocido de otras
carreras, lo habitual en estas pruebas.
Al poco, llegó el
presi, Antonio Serradilla, por lo que allí estábamos los cuatro mosqueteros que
íbamos a defender los colores del club Navalmaratón. Hablando con los
corredores del municipio, nos hablaron del recorrido propuesto, el que íbamos a
hacer, un total de unos 6.300 metros y el planteamiento era un poco complicado,
ya que primero se corría por caminos fuera del pueblo, y después se daban dos
vueltas por el interior del pueblo, teniendo que realizarse unos trescientos
metros para llegar a la meta, fuera del recorrido interno. Teníamos nuestras
dudas que aquello pudiera resultar bien, pero, en fin, ya estábamos en la
carrera, y fuimos a calentar, para ir soltando las piernas y entrar un poco en
calor y sudar, lo cual no fue difícil, ya que la temperatura era bastante alta,
pues rondaba los 35 grados, desde luego mucho para las horas que eran.
Confiábamos en que a la hora de la salida, la temperatura bajara un poquito.
En la línea de salida
estábamos unos cuarenta corredores, no muchos, ya que coincidía con la carrera
de Villanueva de la Vera, última del Circuito Popular de La Vera, por lo que
bastantes corredores se fueron hacia la localidad verata, lo que se dejó notar
en esta prueba. Estábamos los que estábamos, y se dio el pistoletazo, más bien
el bocinazo, para empezar la carrera, y empezamos a correr, algunos con tantas
prisas, los primeros que no se dieron cuenta bien del recorrido y se iban
contra una pared, teniendo que rectificar sobre la marcha. Los que vamos detrás
vemos estas maniobras y podemos atacarlas mejor. Pues nada, de ahí, un poquito
de asfalto, y al camino. Camino que empieza un poco empinado, con piedras
sueltas, y de pronto aparecen tramos de bajada, que permiten recuperar.
Pero, de pronto,
aparece un tramo de una gran bajada, en la que hay que mirar hacia abajo para
no caerse o, peor aún, lesionarse. De hecho, en un momento noto molestias en el
tobillo derecho. Como puedo lo supero y empieza una nueva subida, en la que
Antonio me coge, y me deja; lo hace mejor que yo subiendo. A mi lado se
engancha un chaval de Leganés, con el que compartiré el tramo de tierra. Tramo
que se acaba, apareciendo en el pueblo, a la altura del transformador. Se acabó
la tierra, empieza el asfalto, aquí me defiendo mejor. Bajada del pueblo, la de
todos los años, y luego curva a la izquierda. Salida al único tramo de
carretera, unos diez metros, para entrar por el pueblo, una fuerte, pero corta,
subida y salida dirección hacia la Piscina. En este tramo veo a los primos
hermanos de mi mujer, que están de vacaciones en Higuera, a los que saludo, y
que me animan. Pasamos por delante del complejo veraniego, también por el
parque, y giro a la izquierda, nuevo camino, unos cien metros, giro a la
derecha, voy un poco perdido, mi compañero me guía, paso por delante de la
Residencia de Ancianos, y por un sendero estrecho, nueva entrada al pueblo,
buscando la bajada. Es en este punto, donde me voy despegando de mi compañero
de carrera, viéndome solo, sin nadie por detrás, sin tener referencias por delante,
pero a buen ritmo. Salida a la carretera, entrada al pueblo, subida corta y a
por la última vuelta. En este momento, el ganador, Houssane Benabou, me dobla,
va como una moto. Me veo cómodo, a buen ritmo, no voy nada mal. Bajo la fuerte
cuesta y me incorporo por las calles traseras. Y es en este momento donde
suceden dos hechos importantes en la carrera.
Primeramente, me
encuentro con un caballo atravesado en medio de la calle. Grito, solicitando
que sea retirado el equino del centro de la calzada. Los vecinos que están
animando, urgen al propietario, que está trasteando, tranquilamente, con la
puerta del corral, para que le quite del medio, pero él a lo suyo, como quien
oye llover. Al final, a menos de veinte metros, el señor, por decir algo, me dice
“venga, pasa”. Y cuando paso, me encuentro de cara con Alberto, preguntando por
la meta. Se ha perdido, le han confundido.
Salida a la carretera, y entrada al casco urbano. Doblo a algún
participante. Al fondo veo a Luismi, quizás le pueda coger, así que es el
momento de correr un poco más, aunque le veo algo lejos, y no queda mucho.
Visto lo ocurrido con mi compañero Alberto, voy preguntando a cada voluntario
por el final. Juanfran me informa, al fondo a la izquierda. Llego al punto de
avituallamiento y pregunto, me indican, me encamino hacia el final. Vuelta a la
iglesia y llegada a la plaza, tras un breve quiebro, ya estoy en la meta. Al
final, un tiempo de 27’50”, para hacer los 6,3 kilómetros. De todas formas,
hablando al día siguiente con Antonio, me dice que el giro a la meta estaba un
poco antes. No, si habré hecho más metros.
Cuando llego a la
meta, me encuentro con Fran, que está allí. Es cuando nos cuenta que ha sido
confundido por los voluntarios y desviado a la meta, antes de lo que le
correspondía, por lo que no ha hecho la carrera.
Saludos con los
familiares de mi mujer, intercambio impresiones con ellos, y de ahí a la
entrega de premios. Empieza a repartirse los trofeos, y en mi categoría,
observo, con ciertas dudas, que quien sube al podio a recoger el tercer puesto
quizás no es el que le corresponde, a no ser que lo haya cogido por un amigo.
Creo que Antonio debería haber sido tercero. Pero, en fin, es lo que hay. Hace
tres años, yo quedé tercero en la categoría y por culpa de los jueces de la
Federación, ni siquiera aparecí en las clasificaciones. Errores humanos.
Alberto, a pesar de
todo, sube al podio como vencedor de su categoría, Veterano A y, además, recoge
el premio económico destinado al primer veterano de la carrera.
Luego se sortea una
cena para dos en un restaurante del pueblo, y también le toca a Alberto. Desde
luego, ha sido su gran noche.
En fin, una nueva
carrera al saco, y con buenas sensaciones, por lo que me arma de moral para
seguir afrontando nuevos retos, y sobre todo seguir entrenando y seguir
peleando por conseguir la forma de hace dos temporadas, saltando por encima de
la pretérita, que no ha sido, de largo, una de las mejores de mi carrera
deportiva.
Próximo reto, quizás,
el día 24 de agosto, si los compromisos me permiten hacerlo, que sería la Milla
Urbana de Almaraz. Todo lo que resulte, irá en este blog.
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