jueves, 17 de octubre de 2013

XXVII MEDIO MARATON DE TALAVERA

Vuelta a la normalidad. A esa normalidad que me estaba acostumbrando, y que en la temporada pasada, fatídica para mí, parecía haber perdido.
Pero tras un verano intenso, con entrenamientos que han ido cuajando en mi físico, con una notable pérdida de peso (hasta seis kilos menos), hoy me enfrentaba a una prueba de fuego, importante, para mí.
 Y es que la XXVII Edición del Medio Maratón de Talavera, era esa piedra de toque que debía calibrar mi estado de forma, ese estado que tengo que ir asentando de cara a mi gran objetivo de la temporada, el Maratón de Gran Canaria, allá por el mes de enero.
Los entrenamientos me estaban dando buenas sensaciones, buenos ritmos sobre distancias importantes, y la cosa parecía ir bien. Pero el día antes, las dudas me atenazaban, parecía que las piernas me pesaban como troncos mojados, y la mente empezaba a actuar, haciéndome pensar que no iba a poder con la carrera.
Todos los acontecimientos de la semana, con algún que otro desengaño, con bastantes decepciones, podían llegar a influir en mi rendimiento final, ese era mi gran temor; por tal motivo, intentaba abstraerme de todo eso, para llegar en buenas condiciones, tanto física como anímicas, a la carrera.
Y así, amaneció la mañana del domingo, con algunas nubes en el cielo, y con una temperatura algo fresca, aunque es cierto que era temprano, las ocho de la mañana. Hasta la ciudad de la cerámica nos encaminamos Eloy, Fernando y yo. En la autovía, adelantamos el vehículo de Alberto Piedra, que iba con Juli y Gamonal, ya éramos unos cuantos del club los que íbamos a participar en la prueba.
Llegamos sin incidencia, y tras aparcar cerca de la línea de salida, nos fuimos a retirar los dorsales, y allí empezamos a saludarnos con compañeros del club, con otros habituales de las líneas de salida. El ambiente empezaba a bullir en la zona de salida. Nos fuimos a tomar un café, más bien se lo tomaron, yo con mi habitual ritual de tomarme mi zumo, después puesta del organismo a tono, y a enfundarnos en el traje de faena, de cara a la carrera; ungüentos, cremas, y a estirar y a calentar.


El reloj va avanzando inmisericorde hacia la hora de salida, las diez de la mañana. Seguimos con el trote, para que las piernas se suelten, y tras la última evacuación líquida antes de la carrera, la de los nervios, la del miedo, como se quiera llamar, a la línea de salida, que ya empieza a poblarse de participantes, y es que hay cerca de seiscientos atletas apostándose cerca del arco de salida, unos para hacer el medio maratón, otros para enfrentarse a los diez mil metros. Entro por un lateral, entre la marabunta de personas, y voy buscando por donde situarme, hasta llegar cerca de la línea, junto al arco, al lado derecho. Rompen la cinta que separa de la línea de salida propiamente dicha, y la avalancha humana se mueve, hasta llegar a ese límite, que marca el inicio de la carrera, donde están puestas todas las ilusiones.
En este momento me asaltan las dudas, salgo, no salgo y, sin más tiempo para pensar, pistoletazo, y a correr. Hago muy bien la salida, para lo que acostumbro, por la derecha; apenas me encuentro con algún corredor más lento que yo, que te ralentice la marcha, y me sitúo bastante bien, acercándonos al primero de los giros de ciento ochenta grados, con los que nos van a “torturar” en el día de hoy, más de una docena de ellos. Se ve a los primeros, los hermanos Núñez, Fernando Alarza, subcampeón del mundo junior de triatlón, y David Magán; después un grupo del que tira Juli, primero de los de la prueba de diez kilómetros. Tras ellos, dentro de un grupo, Miguel Gamonal y Alberto. El primer kilómetro no lo veo y no lo pico, para saber cómo he salido. Las piernas, al principio, van bien, eso es importante. En el kilómetro 2 si pico el reloj, 7:54, a menos de cuatro el kilómetro, algo rápido.
Voy buscando el kilómetro 3 y salgo a la Avda Francisco Aguirre, ahí está el amigo Tito con su vídeo grabando a todos los corredores, le saludo y sigo por la calle, por la recta más larga. Cuando llego al kilómetro 3, me alcanza Eloy. Le digo que vamos rápido, a cuatro minutos exactos, y que la carrera va a ser larga, se queda a mi lado. Llegada al final de este tramo recto, nuevo giro de 180º, y aquí me quedo algo clavado, Eloy se marcha, yo me quedo, no me lanzo a por él, marcho a mi ritmo, el asfalto dirá después todo lo que haya que decir. Me alcanza Fermín, del C.D. Hispania, quien se pone a mi lado, diciéndome que este quiere que sea su ritmo, pero al poco rato también se marcha. Pasamos por el kilómetro 5, y avituallamiento, nos dan unas botellas incómodas, con pitorro, no son las normales, al menos, las han desprendido el tapón, si no la cosa sería complicada. Ya estamos acabando este largo paseo de Francisco Aguirre, con rotondas, recto, nueva revuelta, para buscar el Paseo de la Estación, y de ahí a la Avenida Pío XII. Me alcanza un chico vestido de azul, que será mi compañero durante un largo tramo de carrera.




Vídeo del paso por el km. 2,5 (Fulgencio Pérez Ortega)
Paso por el kilómetro 7, primer tercio de carrera, mirada al reloj, 28:47, buen ritmo, a 4:07 el kilómetro, a casi 1 hora 27 minutos el final de carrera. En este segundo tercio, hasta el kilómetro 14 hay que regular un poco, y así se lo hago saber a mi compañero, si nos excedemos en este tramo, podemos pagarlo al final. Él se pone delante, unas veces, otras veces me sitúo yo. En este momento nos adelanta un chaval del Atletas Populares de Plasencia, que parece ir fuerte. Ya tengo las referencias claras, ya que Eloy, Fermín y este último chaval no están muy lejos, además de una pareja, que van vestidos ambos de amarillo.
Cuando pasamos cerca del complejo deportivo, se oyen las sirenas de las motos de la policía, y eso indica que los primeros ya están pasando, bien la primera vuelta, bien para acabar la carrera de 10.000 metros. Pero nosotros seguimos rectos, por la Avenida del Príncipe, llegamos hasta donde se corta la calle e, inevitablemente, una nueva revuelta que te hace colocarte de cara, por donde dabas antes la espalda. Salida a la calle Justiniano López Brea, hasta casi el final, nueva revuelta, y a por el kilómetro 9, nuevo avituallamiento de agua, y llegamos a la zona de la meta. El jolgorio y la animación son mayores. Los que vamos para hacer la carrera completa nos quedamos en la derecha, los que terminan en la de diez kilómetros, se van por el carril izquierdo. Alguno nos adelanta, y es que es el último esfuerzo para ellos. Juli, ya ha terminado, me da ánimos, le pregunto qué tal, su respuesta “jodido”.
Vamos a por la segunda vuelta, y enseguida cogemos el kilómetro 10, 41:11, seguimos a ritmo de 4:07, a pesar de no forzar más de la cuenta. Aún tengo que ir un poco retenido, con temor del final, para no sufrir en demasía. No obstante, me encuentro bastante bien, por ahora. Nueva vuelta al mismo circuito, calle Capitán Cortés, Paseo de la Estación, salida a Francisco Aguirre, y aquí empiezo a hacer algún pequeño intento de cambiar el ritmo, y el compañero sigue conmigo. Pero ya veo que puedo seguir corriendo algo más. Llegamos al final de la calle de Francisco Aguirre, y buscamos el segundo tercio de carrera, el kilómetro 14. Cuando estoy llegando a su altura cambio directamente y ya no miro más para atrás, ya voy solo mirando para delante, marcándome los objetivos a batir uno a uno. El paso por este punto 57:44, al mismo ritmo he ido dos tercios, queda el final, y ya hay que darlo todo. Me siento con fuerza, con energías. Los dos chavales con camisetas amarillas, caen a la altura del kilómetro 15, me vuelvo a avituallar y sigo para delante. A veces parece que Eloy mantiene el mismo ritmo que yo, porque no parece que me acerque a él, pero tengo que persistir.
Abandono ya la calle Francisco Aguirre, voy por el Paseo de la Estación, y ahí aparece ante mí Fermín, del Hispania. Llegar al kilómetro 16 y cogerle es todo uno. Aguanta un poco a mi lado, pero me vuelvo a ver solo otra vez. Ya va quedando más cerca el amigo Eloy. Paso por el kilómetro 17, en la Avenida de Pío XII, las sirenas, la megafonía se oye, la meta está tan cerca, está tan lejos, hay que seguir trabajando cuatro kilómetros más. En la Avenida del Príncipe sí me doy cuenta que he recortado mucha distancia con mi compañero de equipo, y nuevo giro a la derecha, éste para afrontar el único tramo que diferencia las dos carreras que se celebran, y es que este es el trayecto en el que hay que hacer los mil noventa y siete metros que faltan para completar la distancia. Un tramo que tiene dos revueltas, y varias curvas. Antes de llegar al kilómetro 18 he cogido a Eloy, le digo que me siga, y parece que lo hace, pero al llegar al final de la Avda. Constitución, y hacer la revuelta, veo que le saco ya unos cuantos metros. Sigo en mi carrera, y veo que mi ritmo poco a poco es más creciente, más firme, y que voy a hacer un buen final. Nueva revuelta, kilómetro diecinueve, salida a otra calle, al final, ¡otra revuelta!, y ahora a por el penúltimo punto kilométrico, el 20, y sigo cogiendo a algún corredor, adelanto a un par de ellos más, y llegada al avituallamiento, una botella de agua, un sorbo, y a seguir; alcanzo al chaval de Plasencia, y a uno del Grupo Los Salvajes, de Talavera.
Pero el de Plasencia, cuando le alcanzo, vuelve a tirar, le aguanto, tiro yo y me responde, estamos en contrameta, nuevo cambio mío, y ahora sí, ahora cede. Llegada al final de la contrameta, última maldita revuelta, y a enfilar los últimos 250 metros, veo que la distancia ya puede ser importante, busco el paso por el kilómetro 21, y en los últimos noventa y siete metros me relajo, veo que voy a bajar de la hora y veintiséis minutos, un gran resultado para mí, dedicatoria a mi padre, y a entrar. Y es en este momento, cuando el corredor del Grupo Salvaje, me adelanta, en plena línea de meta. Marca final 1:25:56, un gran resultado para mí, la cuarta de todas mis pruebas de la distancia. El último tercio en 27:51, por debajo de 4 minutos el kilómetro, una auténtica burrada, al menos para mí.
Destacar también las marcas que han hecho Alberto, bestial (1:14), Juan Pedro, sensacional a su edad, Eloy que entró cerca de un minuto más tarde que yo, pero rebajando en once minutos su marca; Fran, que bajó de la hora y cuarenta minutos, David, que a pesar del constipado terminó en buen tiempo y al veterano, a Felix Macias, que a sus sesenta y cinco años sigue compitiendo, y divirtiéndose.
En la carrera de diez mil metros, además del amigo Julián, también estuvieron los compañeros Fernando y Boni, que cumplieron adecuadamente con la distancia, esperando ya el paso a una competición de medio maratón próximamente.
Quiero hacer una mención especial a Julián del Monte, Juli, que acabó lesionado, en la esperanza de una pronta y total recuperación de todos los problemas físicos que ha venido arrastrando últimamente, para enseñarnos, nuevamente, el gran atleta, incombustible y luchador, que es.
En cuanto a mí, totalmente satisfecho con la carrera, con el rendimiento y, lo más importante, con las sensaciones que he tenido, siempre confiado en mis posibilidades, acrecentándose a cada metro que avanzaba, he sabido pelear cuando me han presentado batalla, y he salido victorioso.
Espero que esta carrera sea el preludio de una buena o, porque no, de una gran temporada. Próxima cita el Medio Maratón Riberos del Tajo, dentro de dos semanas. Con muchos ánimos de cara a la misma.




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