En plena carrera |
Que
cada carrera es un mundo, es algo innegable. Y si no que me lo pregunten a mí.
Si hace dos semanas acabé muy contento, hoy la sensación no es la misma, pero
no por toda la carrera, sino por el final. Pero vamos por partes.
Sin
que sirva de excusa, que no lo es, decir que estas dos semanas por razones
laborales, por razones meteorológicas, y por otras razones, los días de
entrenamiento, habitualmente cinco, quedaron reducidos a cuatro la primera
semana, y a tres, más la carrera, en esta semana, con dos días sin hacer nada,
entre el último entrenamiento, el jueves y el domingo. Es decir, no todo lo que
yo quisiera, pero es lo que hay.
Tras
la derrota de mi equipo, el Real Madrid, ante el eterno rival la pasada noche,
aderezada con tintes polémicos, unos cuantos compañeros del club nos encaminamos,
desde nuestro habitual lugar de encuentro, la fuente del Poblado de la C.N.A.,
y tras el cambio horario, con la niebla acechando al pueblo, a la población de
Malpartida de Plasencia, desde donde se daba la salida a la octava edición del
Medio Maratón Riberos del Tajo, que finalizaba en el Parque Nacional de Monfragüe,
concretamente en Villarreal de San Carlos, el pequeño enclave que hay en la
entrada por el norte a este hábitat de especial belleza y singularidad.
Llegamos
a Malpartida y ahí se observan los primeros cambios, y es que donde siempre se
situaba la salida, ahora no iba a poder ser, porque se encuentra instalado el
mercadillo, que funciona los domingos en este pueblo. Así que tras buscar
aparcar en otro sitio un poco más alejado, y conseguirlo, haciendo caso omiso a
la señal de prohibido el paso, nos fuimos hacia el Pabellón, donde se recogían
los dorsales, y estaban situados los vestuarios y el ropero. Allí empezamos a
congregarnos los corredores del club, y es que hasta trece íbamos a competir en
esta mañana, que iba a ser despejada, y con una temperatura ideal para
practicar nuestro deporte favorito, porque, aunque el sol estaba en lo alto, lo
cierto es que los grados no eran mucho, y eso es importante, sobre todo en una
carrera que es en carretera abierta, sin apenas resguardos.
Poco
a poco, vamos llegando todos, primeras fotos, cambio de ropa, mejunjes, visitas
al servicio, intercambio de palabras con otros habituales de las carreras, con
los que solemos encontrarnos en muchas de estas, y después, a empezar a
calentar, y a observar donde está la salida, y se aprecia que ésta se ha
colocado una calle más arriba, en una vía algo más estrecha, y con más
pendiente. Seguimos calentando, y el ambiente empieza a crecer, la gente se va
agolpando junto al arco de salida, ya estamos preparándonos para salir.
A por el de rojo |
Ya
estamos allí todos, salvo que alguno se hubiera despistado, que seguro que lo
había, como casi siempre pasa en estas concentraciones deportivas. Y se da el
pistoletazo de salida. Todos a correr. Salgo, a mi entender, tranquilo, los dos
primeros kilómetros son en descenso, y eso te puede hacer, si sales alegre, que
te estrelles después, a lo largo del recorrido, que esconde muchas sorpresas,
sobre todo para aquellos que no hayan corrido nunca aquí.
Nada
más salir, antes del primer kilómetro, adelanto a mi compañero Antonio, que
dice que lleva la rodilla algo tocada. Accedemos, dentro del municipio por una
calle, a la izquierda, giro de 180º y a salir corriendo buscando la vieja
carretera de Malpartida. En este punto, se ponen a mi lado Eloy, de mi club, y
Fermín, del Hispania. Por delante, marcha algo adelantado Dionisio, de Cuacos.
Pasamos por debajo del puente, y ya estamos en esta carretera, más estrecha,
que empieza en descenso. Eloy ya nos saca unos cuantos metros, porque decidió
marcharse. Fermín, se queda a mi lado, y me dice que va a intentar aguantar
conmigo la carrera, y es cuando nos alcanza Sergio Gil, del Lanchacabrera, hijo
del amigo Susi Gil, que tiene dieciocho años recién cumplidos y una planta
impresionante. Tan pronto nos alcanza, tan pronto nos deja. Hablamos de él, que
se le ve muy buen porte, muy buenas hechuras para esto. Una gran satisfacción
para un padre, que su vástago siga su misma afición. Pero se acaba el descenso
y empiezan las primeras subidas, leves, pero que te hacen ralentizar el ritmo,
buscando acomodar la zancada a este nuevo escenario, y es que no hay que
entregarse en estos primeros kilómetros, porque aún queda mucho por delante.
Ligeros descensos, y nuevos y largos ascensos. El ritmo sigue siendo bueno, las
piernas van bien, todo va marchando. Llegamos al kilómetro 5 y primer
avituallamiento líquido. Seguimos dentro de la carretera antigua, pero ya va
quedando menos para salir de la misma. Ahí se ve el cruce, en descenso ahora y
salimos a la carretera que desde Plasencia va hasta Trujillo, y que atraviesa
todo el Parque Nacional. Este va a ser nuestro escenario los próximos quince
kilómetros de carrera.
Pasamos
junto al camping, por debajo de la autovía. Como siempre, en este lugar mucha
aglomeración de gente, familiares, amigos. Fermín y yo seguimos a lo nuestro,
se nos engancha un corredor del Atletismo Plasencia, que nos va a acompañar
también en estos kilómetros. Paso por el kilómetro 7, primer tercio de carrera,
28:27, a 4:04 el kilómetro, como acabamos en Talavera. De todas formas esta
carrera no es igual, porque la sinuosidad del recorrido te hace ser más cauto,
al menos a mí.
Empezamos
a ir por tramos largos rectos, donde se ve la fila india que se ha formado,
todos pegados al arcén, alguno se desplaza en algún momento hacia la derecha.
Empiezan los primeros falsos llanos, que en realidad son subidas, que las
piernas tienen que intentar digerir lo mejor posible. El sol que pega es llevadero.
Seguimos los tres, y por delante corredores y corredores, por detrás deben
venir más.
Ya se está acabando |
Nos
vamos acercando al kilómetro 10, y es en este momento cuando Fermín, sin decir
nada, sin apenas esfuerzo, empieza a distanciarse de mí. El chaval de Plasencia,
le sigue, pero poco tiempo, tan solo se queda unos metros por delante de mí.
Llegada
al avituallamiento de este kilómetro, segundo de la carrera, botella de agua,
dos tragos y a seguir con la ruta. A lo lejos adivino a Eloy con su particular
correr, Fermín se le va acercando, y es cuando un corredor del Atletas
Populares de Plasencia me pasa como una exhalación, parece que llega tarde a
algún sitio.
Van
a ser estos unos kilómetros en los que voy solo, tengo referencias por delante,
ya que va un grupo de cinco o seis corredores unos metros más adelantados, a
los que parece que me acerco poco a poco. Paso por el kilómetro once, después
el doce, seguimos buscando el número trece. Dionisio parece que va pagando el
esfuerzo porque cada vez me encuentro más cerca de él. Distancia en unos metros
al grupo al que yo persigo. Llegada al kilómetro 14, segundo tercio de carrera,
58:14, el paso es a 4:09, ya es más alto que en Talavera. No estoy todo lo
rápido que yo quisiera, o también puede ser que vaya un poco más retenido.
En
este punto, alcanzo a Dionisio, le comento que ha salido muy rápido y me dice
que siempre sale fuerte. Alcanzo al grupo, y las piernas van ligeras, parece
que voy bien. Vamos en una bajada, llegada al avituallamiento del kilómetro
casi dieciséis, cojo agua, un trago, empieza la subida, no tiro la botella, me
la reservo, la carretera empieza a empinarse, la carretera se revira, curva a
la izquierda, sigue subiendo, poco, pero sigue siendo en subida, estamos
entrando en el Parque, grandes moles graníticas a ambos lados, el sol no llega
a nosotros por la sombra que irradia la vegetación, buenas vistas, pero yo solo
una, al frente, a la calzada, buscando el final de la subida, salida a un tramo
de carretera donde se adivinan bastantes metros de la misma. Detrás de mí salió
un chico del grupo que alcancé, pero al final cede. Eloy le veo algo más cerca,
pero la calzada sigue dibujándose en ascenso. ¿Cuándo se acabará? Ya no me
acuerdo bien de todo el tramo, parece que se adivina el final de la subida,
pero no, todavía queda algún tramo que exige un esfuerzo mayor a las piernas,
la respiración se me empieza a entrecortar, el cuerpo no parece dar más.
Delante
de mí, a escasos veinte metros llevo ya durante unos minutos a un chaval de
rojo, al que no acabo de coger, parece que va a ser en cualquier momento, pero
no me encuentro con esa frescura que mil quinientos metros atrás parecía tener.
Busco la bajada, y al final van apareciendo atisbos de la misma, pero la
sensación que tengo en las piernas es muy rara, pesada, el cuerpo cansado, la
fuerza mental abotargada, no hay ritmo, voy por inercia. Eloy, finalmente, se va
marchando.
Este
tramo se me está haciendo largo, eterno. Al final, cojo al chaval de rojo, ya
tiene que ir mal, porque como voy yo ya es de forma precaria. No se ve el
final, paso por el kilómetro 18, miro el reloj, voy a rondar una hora y
veintisiete minutos. Ojalá, porque con las sensaciones que llevo no parece que
vaya a hacer algo bueno. Hay momentos en los que aparece la idea de echarse a
andar. Manda narices que en una bajada piense en pararme. Pero por ahora no lo
hago, sigo moviendo las piernas, de forma mecánica, cansina. Kilómetro 19,
nuevo avituallamiento de agua, agarro la botella, bebo, un trago, dos tragos,
lo único que quiero es que esto se acabe, que salga al tramo de carretera,
desde donde se adivina la meta, desde donde se divisa toda la parafernalia,
arcos, gente, coches. Paso por el cruce con la carretera del Embalse, ya queda
menos.
La cara es el reflejo del alma |
La
carretera gira hacia la derecha y, al fin, ahí está, ya la mirada hace que el
cuerpo se recomponga algo, pero miras hacia arriba y observas el vuelo de
buitres en círculo, parece que están esperando que alguno caigamos, no van a
quedar ni los huesos, se van a dar un festín, eso sí con algunos más que con
otros. Aún así el ritmo es cansino. “Estoy sufriendo más que un perro”, le digo
al compañero que se me ha echado encima en estos momentos. “Aún queda la cuesta
de meta”, me dice, “aunque sea andando se sube”, le replico. La cercanía de la
línea de meta, me hace acelerar, de forma instintiva, y dejo a mi acompañante.
Giro a la izquierda, y aparezco ante la subida, corta, pero repentina, dura,
con un buen desnivel, acelero, miro para atrás, no me alcanza nadie. Los
aplausos del público me hacen correr. Delante de mí entra el amigo César, de
Malpartida, acompañado de sus hijos. Un poco más y, le hubiese pasado.
Tiempo
final 1:27:07. No es mala marca, pero las sensaciones de los últimos
kilómetros, han sido nefastas, hacía tiempo que no veía en esta situación, no
parecía que pudiera seguir corriendo, si me meten algún metro más, abandono.
Pero, al final, crucé la línea de meta. El tiempo no está nada mal. Como
después me dice mi mujer, puedo haber sufrido una pequeña pájara, porque es
cierto que después de terminar me bebía todo lo que me echaba a la boca. Sin
apenas tiempo para reponerme voy a esperar a mi hermano Agustín, que estaba
corriendo para bajar de una hora y treinta y cinco minutos. Cuando ahí le veo
aparecer, miro al reloj de meta, 1:33, lo ha conseguido.
C.D. Navalmaraton, antes de empezar |
Por
otra parte, decir que el compañero Jorge Campos se convirtió en el campeón, por
segundo año consecutivo, de esta carrera.
En
fin, una nueva carrera que cae a la saca. No todas son igual de buenas, pero
tampoco todas son igual de malas. Casi ciento cincuenta carreras en mis
piernas, y se puede decir que ninguna es igual a la otra. Unas sufres algo más,
otras menos, otras incluso te retirarías. Pero al final, tras cruzar la meta,
los malos momentos se van olvidando, y cuando veo el puesto que he alcanzado,
el cincuenta y uno de la general, de un total de trescientos treinta nueve corredores,
te das cuenta que lo has hecho bastante bien. Que todo es mejorable eso es
cierto, pero simplemente, con estar corriendo, haciendo lo que te gusta, y
conociendo gente, con la que compartir esta actividad ya está todo bien.
Después,
unas cervecitas, charla con los compañeros, con los amigos, y tras esperar que
los miembros del club que merecidamente lo han logrado, recojan sus premios,
volvemos a casa, con las piernas más cansadas que cuando nos levantamos, pero
con la satisfacción de haber logrado terminar una nueva carrera, y ya pensando
en el siguiente objetivo: I Media Maratón de Trujillo, el día 17 de noviembre.
Ahora ya, a emplearse en los entrenamientos, con la mirada puesta en el maratón
de Gran Canaria, el día 26 de enero, y a seguir compitiendo en alguna carrera
más para afinar la puesta a punto.
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