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En la Plaza Mayor, antes de empezar |
Y
así, nace la I Edición del Medio maratón ciudad de Trujillo, que organizado por
los corredores del club de aquella localidad, y la colaboración de la empresa
Gamonal Eventos, tuvo lugar el pasado domingo. En una mañana que se despertó
fresca, con el sol luchando por intentar asomarse por delante de las nubes que
porfiaban para no dejarle hacer acto de presencia.
Y
la mañana empezó rápida, más que nada porque me quedé dormido, por lo que
tuvieron que esperar mis compañeros para que me pudiera ir con ellos. Así en el
coche íbamos Eloy, Tomás, David y el narrador de esta historia. Viaje plácido,
por otra parte, ya que la autovía facilita los desplazamientos. Llegamos y
aparcamos el vehículo muy cerca de la línea de meta, justo al lado del poste
que indicaba el kilómetro 21, es decir, estábamos a menos de cien metros de la
llegada.
Fuimos
a recoger el dorsal, y después a tomar un café, un zumo, a visitar al amigo
Roca, cada uno a lo suyo, y a la salir a la calle, nuevamente, sí que nos dimos
cuenta que el frío era importante, ya que el contraste con el interior del bar,
te hacía ver que fuera la temperatura era baja. Pero, bueno, llegado el momento
acudimos a cambiarnos, en el coche, a la intemperie, buscando unos rayos de sol
que se dejaban adivinar. Mientras esto ocurría, veíamos como un autobús se
dejaba medio embrague en una maniobra que parecía casi imposible, pero, al
final, consiguió escapar del sitio, y salir indemne. Nosotros, a lo nuestro. Ya
estamos vestidos, preparados para la faena, unos más abrigados, otros menos, y
nos vamos para la zona de salida, a soltar las piernas, a correr un poco para
entrar en calor, para que las articulaciones vayan entonándose y podamos rendir
bien.
En
estos momentos vemos a un tal ABEL ANTON, que pasa calentando con los chicos
del C.A. Trujillo.
Tras
unos pequeños trotes, ya nos situamos en la línea de salida, bajo el arco que
señala el lugar de comienzo. Se da la salida, y todos a correr, más de
trescientos corredores lanzados a por este objetivo, conseguir cruzar la línea
de meta. La carrera se lanza cuesta abajo, por lo que hay que reservarse un
poco, porque aún queda mucho. Yo voy buscando a Antonio, que, fiel a su
costumbre, se ha colocado en primera línea de batalla. Eloy está a mi lado. Al
fin, le cogemos y vamos para delante; giro a la derecha, y nos metemos por el
interior de la población de Francisco Pizarro, por la antigua carretera que
llevaba a Cáceres, buscando la Estación de Autobuses, y por ahí, salimos junto
a la Nacional V, para volver a entrar por la misma calle que salíamos.
Voy
cómodo, con Antonio a mi lado, Eloy, sin embargo, ya se marchó en solitario,
nos saca unos metros. Vamos abandonando el pueblo, y llegamos al
avituallamiento del kilómetro 5, que está situado en la salida de Trujillo, en
la entrada de Huertas de Ánimas. Nos adelanta Antonio Mohedano, con sus sesenta
y siete años a cuestas. Es increíble. Hace unas semanas le batí fácilmente en
Talavera, hoy es él el que va por delante. El ritmo es bueno, vamos a 4:03 el
kilómetro. Pasamos por el pueblo, la gente aplaude, y nosotros a lo nuestro, nos
adentramos por una pequeña callejuela, entre paredes de piedra, en la que el
recorrido pica para abajo, se corre bien.
En plena faena |
Dejamos
este camino, y nos encontramos ante unas grandes avenidas, estamos en el
Polígono Industrial, con la primera subida, larga, aunque tendida, con poco
desnivel, que nos va a llevar al camino de servicio de la autovía, zona de
toboganes, en los que, sin embargo, sigo corriendo cómodo. Vamos paralelos a la
Autovía, en una zona abierta, sin resguardo, menos mal que el aire apenas
molesta. Esta carrera, con aire o agua puede llegar a ser complicada. Dejamos
atrás el kilómetro 9, y nos vamos buscando el kilómetro 10, el segundo
avituallamiento, que está pasando un pequeño paso bajo la autovía. Ya va
quedando menos carrera y el ritmo parece bueno. Nos acompaña un chaval de
Cáceres, durante unos metros, pero, sin embargo, empieza a ceder. Ahora estamos
en un tramo de camino paralelo a la Autovía que lleva a Cáceres. Aquí, el
camino empieza a convertirse en una sucesión de subidas y bajadas, unas subidas
que empiezan a hacer efecto, pero aún así consigo seguiral lado de Antonio. Delante
vemos a Mohedano, parece que puede llegar a caer, ya que la sensación es que
cada vez estamos más cerca.
Y
dicho y hecho, llegando al kilómetro 12, el veterano corredor sucumbe, parece
que quizás ha salido demasiado fuerte, pero aún así hará una buena carrera.
Seguimos corriendo, los toboganes se van sucediendo, las subidas me empiezan a
castigar, o quizás yo no quiero sufrir en demasía, y así, en el kilómetro 14,
pasamos aún juntos Antonio y yo, en 58’47”, a este paso podemos bajar de hora y
media. Pero es decir esto y empezar las verdaderas cuestas. En este tramo
aparece una primera gran subida que a mí me pasa factura. Antonio se marcha
unos metros, y yo no me quiero cebar, por lo que me quedo por detrás de él,
viéndole, si el perfil se entona quizás le pueda coger. Pero, lejos de cogerle,
me alcanza un chaval de Móstoles, que se pone por delante de mí. Yo me agarro
en un tramo recto, llano, pero en el momento en el que el camino se empina, se
marcha. Una lástima. Pero bueno hay que seguir. Cojo agua en el kilómetro 15,
dos tragos y a seguir, si veo que lo necesito tiraré del gel que llevo en el
pantalón, no quiero sufrir lo que pasé en Monfragüe. Pero, bueno, por ahora,
sigo con buenas sensaciones. Pasamos por una carretera y seguimos el camino.
Aquí hay dos bajadas muy repentinas, en las que tienes que hacer casi
equilibrio para no caerte. Y lo bueno es después, y es que cuando has terminado
de bajar, te viene una corta pero dura subida, que te queda totalmente tocado.
Pasamos
por encima de la autovía, y vamos hacia un tramo que gira a la izquierda,
buscando el kilómetro 17, y a partir de aquí habrá que armarse bien, porque el
perfil pinta hacia arriba hasta el final de carrera. Va a ser el momento en el
que vamos a ver que tal hemos hecho los deberes antes. Por lo pronto, Antonio
se me ha ido un poco más lejos, y es que cada subida, significa más metros de
diferencia.
Qué
bien, viene un tramo hacia abajo, pero, no, no puede ser, hay una pequeña y
dura subida, giro a una valla y a lanzarse a tumba abierta, para abajo, por un
sendero difícil, de piedras, con mal pisar, menos mal que no llueve que si no
esto sería un matadero. En este tramo me adelanta un chaval que lo define muy
gráficamente, “esto es un auténtico cross de montaña”. Se acabó la bajada, y
vamos hacia una pista de hormigón, al principio de la misma algún gracioso
marcó un “8%”, como este sea el porcentaje de subida vamos a pasarlo pero mal
mal. Vamos todos en fila india unos metros unos detrás de otro. La cabeza
agachada, a veces se levanta para buscar el final de la larga subida, se
adivina una curva, y se ve la figura de los que van delante, esto es mala
señal, seguimos subiendo. Lo único que hay que hacer es seguir zapateando,
machacando sobre el suelo, seguir hacia delante, no mirar para atrás, no
desfallecer, atacar cada metro, cada zancada. Al fin, aparece una pequeña bajada,
al menos servirá para recuperar un poco. Se acaba la pista asfaltada y salimos
a la carretera de Monfragüe, una pequeña bajada, alcanzo al corredor que marcha
delante de mí. Ya busco los últimos metros, paso el kilómetro 19, ahora busco
el 20, es una larga recta, que pica y pica hacia arriba, no veo que nadie gire
a la derecha, aún no se adivina la última subida, la que lleva a meta. Así que
a seguir insistiendo. Antonio es un objetivo inalcanzable. Y, al fin, porque
todo tiene un fin, llega la Avenida de la Coronación, la que nos llevará a la
meta.
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Con Alberto Masa, tras acabar |
Esto
sí que parece una cuesta de verdad. Y delante de mí, entre aplausos marcha el
gran Juan Broncano, toda una institución del atletismo popular, el cual, en la
actualidad, se encuentra aquejado de problemas físicos que le impiden correr
con regularidad y como él siempre lo ha hecho, con elegancia, con clase, y
dando muestras de gran calidad. Le animo, me anima él a mí. Paso por el
kilómetro 21, un pequeño esfuerzo más, y
la meta está ahí. Al final, cruzo la meta, con mi nombre sonando de boca del animador de la prueba, César. El
tiempo final 1:31:22, puesto 54º de la general de un total de 311 corredores.
No está mal.
Lo bueno, después de acabar, ha sido el masaje que me han dado, las piernas descargadas, y listas para la batalla otra vez.
La
prueba se ha hecho dura. Hasta el kilómetro 14 se ha podido correr más o menos
bien, pero a partir de ahí, comienzan los toboganes, y a mí las subidas que me
matan, me han lastrado un mejor resultado.
De
todas formas, contento, porque he acabado otra prueba más. Ya van 57, tres en
este tramo del año, después del verano. La verdad es que con buenas sensaciones
en las piernas, lo cual es muy importante. El próximo domingo vamos a la dura,
complicada, prueba del Medio Maratón de Jarandilla, el cual hace ya tres años
que no disputo. En esta prueba, de montaña, de verdad, lo único que busco es cruzar
la línea de meta. Sufriré de verdad, porque hay largos tramos de subida, por
senderos, entre piedras y hojarasca, luego una cuesta dura, corta, pero muy
dura, para rematar la subida al Guijo. Una carrera que intentaré sacar con dignidad.
Ya os contaré.
Que máquina Faustino, que buena crónica ya estoy esperando la de jarandilla que seguro haras buena carrera, saludos
ResponderEliminarQué buena crónica, Faustino. Felicidades. Buena suerte para Jarandilla. Yo ya renuncié hace tres años a volver a esa prueba y correré mañana un cross en casa. Buena suerte. Antonio Serradilla.
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