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Antes de empezar la carrera |
Plantearse una carrera con una
preparación escasa, al menos por debajo de lo que llevaba antes de fin de año,
e intentar hacer una buena competición, y más aún cuando uno no está
mentalizado del todo lleva a estrellarte en tus objetivos.
Y esto fue lo que me sucedió en
Plasencia, hace unos días, concretamente el domingo día dos de febrero, en la
segunda edición de su medio maratón. Cierto es que después de ver que el viaje
al Maratón de Gran Canaria se convertía en un imposible, en una utopía, me
decepcioné de tal forma que me abandoné. Durante diez días ni siquiera llegué a
salir, porque las ganas parecían haber desaparecido. No había intención de
salir, y por momentos pensé incluso en dejar el atletismo. Me había dejado la
piel durante bastantes meses, durante muchos entrenamientos, con un objetivo,
hacer una buena carrera en el Maratón de Gran Canaria, y cuando ésta se diluyó,
todo pareció saltar por los aires.
Pero, al final, empecé a salir
nuevamente, a correr, con pocas ganas, buscando recuperar la forma que podía
haber perdido y, efectivamente, ésta se ha perdido. Es tan ingrato este
deporte, esta afición, que cuando te dejas un poco, llegar otra vez al nivel en
el que antes te encontrabas, cuesta un
mundo, y eso es lo que me está pasando a mí.
Así que, una vez decidido que iba a ir
a Plasencia, lo único que quedaba era llegar lo mejor posible, para pasar el
trago de forma decente. La meteorología, la jornada partida, las obligaciones
familiares hacen el resto, y dificultan las jornadas de entrenamiento, y así
fueron transcurriendo los días, saliendo, haciendo kilómetros, y con días en
los que parecía arrastrarme, más que encontrar sensaciones óptimas para correr.
Las previsiones de fuerte viento para
el domingo, hacían incluso más difícil el hecho de decidirse a marchar a la
ciudad del Jerte. Visitas continuas a internet en busca de una seguridad en las
predicciones para el domingo, ya que se habla de fuerte viento, lo que hace más
difícil, si cabe, marchar a la ciudad del Jerte. El sábado mucho aire, para el
domingo poco, al menos una alegría.
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Primer kilómetro |
La mañana se levanta algo fresca,
pero, eso sí, sin el temido aire, lo que anima un poco más. El ambiente de esta
carrera va a ser bueno, porque cerca de medio millar de corredores nos veremos
allí, en la línea de salida, y correremos por el circuito que han diseñado los
amigos del Club Atletas Populares de Plasencia. Se ha variado con respecto al
año anterior, en el que no participé por ayudar a mi amigo Miguel Ángel
Gamonal, que era el organizador de la misma. El inicio y la meta están frente
al Parque de Los Pinos, en el Parque de La Coronación.
En el momento de hablar de esta
carrera, decir que no voy a hacer un recorrido kilómetro a kilómetro, como
habitualmente lo hago, sino que voy a hablar en genérico. Fuimos más de una
docena de corredores del club, para apoyar esta carrera, y para conocer el
nuevo circuito.
El circuito, bajo mi humilde
valoración y opinión, que necesariamente no ha de ser la correcta, es revirado,
con demasiados cambios de ritmo, demasiadas curvas, tramos de subida y bajadas
muy continuas, cambios de terreno, y en algunos tramos hay que salvar
determinados obstáculos del mobiliario urbano, como horquillas, y hasta
farolas. Luego te hacen transitar por trozos de tierra, y el perfil es exigente,
tirando hacia arriba en muchas fases, y cuando parece que ya vas cogiendo buen
ritmo, al final, cuando lo que quieres es mantener una cadencia, entras por la
parte antigua de Plasencia, hermosa, eso sí, pero muy muy exigente, para el
momento en el que nos encontramos, con calles empedradas, picando hacia arriba,
y luego, cuando sales por la antigua carretera que atravesaba Plasencia, denominado
este tramo Avenida de La Salle, y giras por donde estaba el antiguo campo de
fútbol de San Calixto, te encuentras al amigo Alfonso dice que te dice que solamente
quedan cincuenta metros de subida, y es verdad, pero no te dice, que luego
vienen otros cincuenta, otros cincuenta y otros cincuenta, hasta que sales al
Parque de La Coronación, que hay que rodear para encontrar la meta.
La carrera para mí empezó en un ritmo
que yo creía iba a poder aguantar, por zonas de Plasencia que conocía, por lo
que no se me hacía difícil por esas calles, y fui colocándome en la posición
que yo esperaba. Pasamos por la meta, tras hacer un primer recorrido de un
kilómetro, y luego ya empezamos a recorrer la ciudad de Plasencia, para salir
por el Puente de San Lázaro, buscando otro puente, el Parque del Cachón, hasta
que llegamos al Parque de La Isla, y de ahí, enlazamos con la ribera del río
Jerte, que nos lleva, entre entradas y salidas, tras hacer un tramo de cross,
por un sendero de tierra y piedras, hasta el camino de subida a la Presa, donde
ya voltearemos nuevamente por la ribera, hasta llegar al mismo punto por el que
entramos, por la ribera, hasta llegar al parque de La Isla; lo atravesamos, y
entrada al casco antiguo de Plasencia por el Cañón de la Salud, pasando por
delante de la Catedral, entrando y saliendo de la Plaza Mayor, y saliendo a la
Avenida de Alfonso VIII, por la puerta del Sol.
Llegando a la meta |
En determinado momento de la carrera, cerca
del kilómetro 5, vamos en un grupo Eloy, Pucho, Rubén y yo. Vamos haciendo un
buen pelotón, pero ya adivino, a estas alturas, que este ritmo que me he
marcado es un poco exigente para mí, y no voy a aguantar mucho y,
efectivamente, me dejo caer, antes de llegar a La isla. No se me van mucho,
pero me olvido de ellos. Luego veo como Rubén y Pucho dejan a Eloy. Bastante
mérito el de mi compañero, porque una semana antes había terminado el Maratón
de Gran Canaria, y aquí estaba corriendo. Esto si es que grande.
En el kilómetro 7 me adelantó Juan
Carlos Alonso Bayal, y se fue para delante, cuando yo iba más crispado. No
perdía, sin embargo, la vista, durante gran parte de la carrera a Alberto Masa.
En algunos momentos creía que lo iba a alcanzar.
Pero a la altura del kilómetro 9,
cuando empezamos a ir para la Presa, Eloy se para, ha sufrido un pinchazo en la
parte trasera de su pierna derecha. Se detiene, le paso, y decide seguir, a su
ritmo, quiere acabar. El camino hacia el embalse se hace, casi siempre, cuesta
arriba, y yo me pongo a ritmo de crucero, no me quiero machacar en exceso, y es
que el rato que llevo corriendo lo he pasado peor que mal, porque si la cara es
el reflejo del alma, solo hace falta ver las fotos que acompaño a la presente
crónica, para ver que no estaba bien, salí crispado, y durante bastante tiempo
iba con esa sensación, por lo que llegado a este punto, decido no seguir forzando
más buscando, simplemente, acabar.
Cierto es que pasé por el primer
tercio, kilómetro 7, con un ritmo que aventuraba que podía terminar por debajo
de la hora y media, mi objetivo; sin embargo, en el catorce, tras los tramos
más exigentes, iba ya por la hora y treinta minutos alto, pero cuando llegué a
la meta, todo se fue al garete, y es que los últimos tres mil quinientos
metros, fueron muy exigentes, lo que me hizo llegar en 1.32:00.
La vuelta de la presa, por la ribera,
la empecé a hacer a buen ritmo, para como estaba encarando la carrera, y me
sentía a gusto, me iba encontrando mejor cada kilómetro, adelantaba a
corredores, parecía tener cerca a Juan Carlos y a Alberto, Eloy se había
quedado atrás. Todo marchaba. Pero fue salir del Parque de La Isla, y encarar
la corta pero dura la subida del Puente de Trujillo, se clavaron las piernas.
Cuando parecía recuperado, afrontamos el laberíntico recorrido por el casco
histórico placentino hizo el resto. En la salida a la Avda. de la Salle,
adelanté a un integrante del Lanchacabrera, me quedé al lado de un corredor de
Cáceres, y por delante Alberto Masa, está ahí, pero no aprieto, simplemente me
dejo llevar, y llegar a la meta.
Al final, resumiendo, decir que una
carrera más para el currículo, ya van cincuenta y nueve medios maratones, y
ahora, a intentar hacer el Medio maratón de Coria, que tras un año sin
celebrarse, llega a su sexta edición, con cambio de fecha, pasando de mayo, y
sábado por la tarde, a febrero, y domingo por la mañana.
¡¡Se acabó!! |
Recuperado de un inoportuno
constipado, que me ha tenido en casa dos días y renqueante otros dos, si
consigo encadenar varios días seguidos, y mejoro las sensaciones que ahora
tengo, muy pobres, por cierto, y siento que lo puedo hacer con garantías,
afrontaré el reto. Si no, simplemente me quedaré en casa, entrenando, a mi
ritmo, buscando la motivación necesaria para seguir peleando y buscando
objetivos algo más altos.
Al menos esta semana, después de todo,
la he acabado con cinco días, lo que hacía ya tiempo que no llevaba a efecto,
lo cual, se quiera o no, es importante, y espero me haga recuperar la fuerza y
la ilusión, no por salir a entrenar, sino por enfrentarme a la competición.
Ya iré viendo.
Antes de acabar esta crónica, quiero
dedicar unas palabras de ánimo, aliento y apoyo al gran atleta moralo, amigo
mío, MIGUEL ANGEL GAMONAL, el cual, hace unos días, ha recibido una noticia, bañada
de duda, de extrañeza, de mala fe, en la que le dicen que tomado sustancias
dopantes, además con clembuterol, algo que a un fondista no le sirve para nada.
Para mí, una noticia recubierta de falsedad, dejando en evidencia oscuros intereses
mezquinos, con sabemos que abyectos fines. Allá cada uno con su conciencia. Por
ello, decir que creo firmemente en las palabras, hechos y forma de actuar de
Miguel, y discrepo totalmente de quienes le han acusado y condenado.
Animo, Miguel.
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