Gamonal se ha convertido en el
referente. Para muchos significa el triunfo de una población hastiada de las
veleidades de los políticos, de sus decisiones, a todas luces, incongruentes,
contra el sentido común.
Otros, los menos, pero aquellos que le
interesan y que, desgraciadamente, ostentan el poder, dicen que esto no es
permitible, que la democracia, las urnas dieron el poder, la autoridad, la
potestad para tomar decisiones, a un determinado partido político, a una
determinada opción, frente a otras, y que por ello se encuentran legitimados
para esta decisión.
Pero ahí es donde debe surgir la
discrepancia, porque, efectivamente, quien toma la decisión es quien detenta el
poder, pero no es menos cierto que ese poder se tiene gracias al pueblo, y es a
quien se debe rendir cuentas.
Lo que no se puede pretender es que
solamente se rindan cuentas una vez cada cuatro años, cuando los ciudadanos,
según su teoría, nos podemos expresar, soltando un papelito en una urna
transparente, y el resultado sea un cheque en blanco para el Alcalde o
Presidente de turno. No, eso no es así, ni debe ser así, los políticos han de
rendir cuentas de sus decisiones a diario, porque repercuten, en el bolsillo,
en la forma de vida, de todos los ciudadanos y no pueden hacerlo ignorando a la
población.
Por ello, y para que todo sea mejor,
para que la sociedad progrese de la forma más correcta, las decisiones de
trascendencia han de ser propuestas a la población en general, y se ha de tomar
la decisión de la forma más consensuada posible. Sé que puede sonar utópico, o
difícil de realizar, pero siempre se encontrarán fórmulas para que el sentido
común triunfe.
El cáncer de las democracias, por lo
que se está viendo, son las mayorías absolutas, porque quien la tiene, abusa y
mira por encima del hombre a los contrarios y los obvia cuando ha de tomar
decisiones de trascendencia, lo que conlleva que cuando la situación dé la
vuelta, y sucede a menudo, lo que han hecho los anteriores sea totalmente
modificado o eliminado, con el consiguiente derroche económico y de acción para
otras tareas más importantes.
Si las decisiones se tomasen con un
mayor consenso, todo variaría, la sociedad demostraría una gran madurez, y la
prosperidad alcanzaría a más y más ciudadanos.
Por eso, el movimiento ciudadano ha de
ser el centinela de los políticos, porque éstos deben ser conscientes que son
una prolongación de la sociedad, porque su poder y capacidad de decisión
proviene de ellos, y a ellos hay que rendir cuentas.
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