martes, 4 de marzo de 2014

VI MEDIO MARATON CORIA

Con mi hermano Agustín, kilómetro 3
Coria, la antigua ciudad romana, medieval, capital de la Diocesis de Coria-Cáceres, e importante centro turístico de la región extremeña, fue el destino de una nueva carrera a la que iba a acudir, en este caso la VI edición de su Medio Maratón, prueba que el año pasado no se celebró, pero que este año volvió a retomarse, aunque con cambio de fecha, la pasada edición era en mayo, ahora lo es en febrero, el día 23 en concreto.
Durante toda la semana estuve dudando si acudir o no. Y es que tras la experiencia, poco agradable, de Plasencia, lo que menos tenía eran ganas de ir a pasar un rato poco edificante. Entrenamientos con aire, y con unas sensaciones algo mejores, y la circunstancia que corrían mis dos hermanos, me hicieron al final decantarme por acudir.
Y así, en una mañana, aireada, fresca, bastante por cierto, nos reunimos una quincena de corredores del club al que pertenezco, C.D. Navalmaraton, y marchamos para la ciudad del río Alagón. El viaje, con autovía, plácido totalmente, y tras aparcar a escasos metros de la línea de llegada y salida, fuimos a recoger el dorsal y la bolsa del corredor que nos daban, una mochila, camiseta y algunos productos alimenticios. Después, a tomar un café, excusa perfecta para que los organismos queden perfectamente dispuestos para el esfuerzo.

Tras esto, nos marchamos al Pabellón, para cambiarnos, ponernos el uniforme de batalla, preparado para la carrera, nada fácil por cierto.
En el casco histórico de Coria
Conseguimos juntarnos todos los integrantes del club para hacernos la foto de familia de esta carrera, y después, cada uno por su lado para empezar a calentar, o continuar, según el caso. Unas carreritas para que las piernas empezaran a calentarse, aunque con la mañana fresca, se requería más esfuerzo.
Poco a poco nos vamos acercando a la línea de salida, la hora de dar comienzo a la batalla está cerca, paso cerca de una de las vallas separadoras del circuito, y se me engancha la calzona, una pequeña raja en la misma, empezamos bien.
Ya estamos posicionados, y se da el disparo que indica que podemos empezar a correr. Cada uno se va ubicando en su sitio, yo voy con tranquilidad, me lo quiero tomar con calma, mi único objetivo en esta carrera es terminar, tener unas buenas sensaciones, y el resto importa poco. A mi lado se coloca mi hermano Agustín, quiere darlo todo en la carrera, y a fe que lo va a hacer. Salimos por la Avenida principal de la localidad, para arriba, dirección Ciudad Rodrigo, una curva de ciento ochenta grados y ahora en dirección a Cáceres, en un largo y rápido descenso que nos llevará hasta el kilómetro 3, donde empezaremos a pasar por el empedrado de la parte antigua. 
Calles estrechas, para arriba, para abajo, Eloy nos deja cuando empezamos a transitar por aquí. Tras un periplo por el interior, volvemos a salir a la Avenida anterior, que nos llevará a la zona de la Isla, cruzamos el Puente de Hierro, primer avituallamiento, ya llevamos cinco kilómetros. Después por la Urbanización La Isleta que nos llevará por un camino de tierra, que empieza para abajo, pero que enseguida cambia, al mirar para arriba, exigiendo un esfuerzo mayor a las piernas. Cambio de sentido, aire de cara, y olores varios nos llevan hacia la Pedanía del Rincón del Obispo, estamos en el kilómetro 7, por debajo de la hora y media, parece que la cosa no va mal, pero no hay que olvidar que quedan dos buenas pruebas en forma de ascenso, que van a repercutir en el balance final de la marca.
Transitando por el kilómetro 11
Animación musical, concretamente, cuando nosotros pasamos suena La Oreja de Van Gogh, avituallamiento de agua y a seguir corriendo, abandonamos el trozo asfaltado, y nos encontramos con un nuevo camino de tierra, donde las rodadas de los tractores se han quedado de forma sempiternas, gracias a las lluvias caídas, hay que orillarse a los márgenes del camino, para pisar un poco más tranquilo. Giro de noventa grados, y ahí está el primer gran obstáculo de la carrera, una pequeña pero dura subida que va a poner a prueba a todos. El primero a mí, mi hermano Agustín, se marcha, sube mejor que yo, y me mete unos metros. Aún queda mucha carrera, ya veremos qué pasa. Recupero arriba, kilómetro 10, nuevo trago de agua, se agradece, pequeña bajada y nueva subida, más corta, pero a mi parece matarme. Se acabaron estas dos alteraciones del terreno, y observo como mi hermano se marcha unos metros por delante. Mira hacia atrás, y le digo que se marche, que no me espere. A mi lado se quedan un chaval de Casas del Monte, y uno vestido de negro. Delante otros tres o cuatros corredores, dos de ellos de Miajadas. Esta va a ser ya mi carrera. El terreno, pedregoso, duro de pisar, será una constante ya. Desde este lugar se divisa, a lo lejos, la imponente figura de la Catedral de Coria, hasta allí tenemos que llegar, quedan aún unos cuantos kilómetros.
Mi hermano marcha por delante de mí unos metros, creo que podré cogerle en cualquier momento, que le acabaré alcanzando, al menos eso pienso yo. Un poco por delante está Antonio. No estaría mal entrar los tres juntos.
Preparándome para la Subida al Cubo
Pero va a ser una lucha larga, yo no hago cambios de ritmo, me he encasquetado en el paso que llevo, no tengo ganas de apretar más, de esforzarme, de pelear, lo único que quiero es terminar, cruzar la meta, y no quiero sufrir en demasía.
Sigo corriendo, y voy dejando a mis compañeros de fatiga, van cediendo más bien ellos, porque yo el ritmo no parece que lo haya cambiado. Paso por el kilómetro 14, en 1:00:36, no está mal el paso, a este ritmo, bajaré de hora y treinta y un minutos, al menos mejoraría la marca que tengo en esta carrera, pero claro hay que contar con la Subida al Cubo, que trastocará cualquier media en la carrera.
Cruzamos la carretera, nuevo avituallamiento, terreno asfaltado, kilómetro 15, paso por el puente de hierro, y giro a la derecha, la catedral se adivina más cerca, pero nos queda un trecho, vamos rodeando por la ribera del río, llegamos a un cruce, un paso por debajo de un pequeño túnel que evita la carretera, salida al puente de hierro. Llegamos al final del mismo, giro a la izquierda, acceso al Paseo de La Isla, larga e interminable recta, larga línea de corredores, todos o casi todos, solos, de uno en uno. La catedral, con su subida, a la derecha, llegamos a la altura del puente viejo, pero hay que seguir unos metros más para adelante, un giro de ciento ochenta grados y me cruzo con Antonio, detrás, prácticamente pegado, Agustín, y después yo.
Entrando en meta, dedicatoria a mi padre
Paso por el kilómetro 19, y ahora a por la parte buena de la carrera. Paso por el puente viejo o medieval, que se hace en ligero ascenso, sobre un terreno empedrado, duro, difícil, me coloco en el medio del empedrado, donde hay una línea de losas, y permite pisar mejor. Voy dejando a algún corredor más, y tras coronar en el centro del puente un ligero descenso, mínimo, casi imperceptible, que nos deja delante de la temible subida.
A la dura subida, de unos trescientos metros, y perfil del 10%, hay que sumar lo mal que se pisa sobre ella, sobre cantos rodados. Intento ir por el medio, donde mejor, en teoría, se pisa, pero mediado el ascenso, ya no hay posibilidad, pise donde pise va a ser piedra irregular. Lo bueno, es que la subo sin parar, sigo corriendo. La gente, aorillada, aplaude a los corredores, desde luego se agradece, porque es un momento difícil, duro, una pequeña curva, y se va adivinando el final. La he conseguido hacer entera, lo que no lo han hecho todos los corredores, e incluso algunos de los primeros, echó el pie a tierra. Se acabó, pero vienen unos cincuenta metros, hasta entrar en la Puerta del Carmen, exigentes, más que nada porque las piernas están renqueantes tras este intenso esfuerzo, parece que el corazón se va a salir de la boca, que la respiración se ahoga, pero me consigo reponer, y voy buscando la Plaza de la Catedral, luego otra calle, hasta salir a la Plaza del Rollo, y de ahí a la Avenida Sierra de Gata, por donde empezó toda esta aventura hace ya más de una hora. El terreno sigue picando para arriba, aunque al ser asfalto en buenas condiciones permite mirar al frente, buscando cuando giran los que van delante. Paso por la Casa de Cultura, y después, en el siguiente cruce, giro a la derecha. Nuevo giro a la izquierda, y ya estoy viendo los arcos de meta, con la gente agolpada a los lados. A mi hermano Agustín al final no le cojo, me saca en la línea de meta quince segundos, y mejora su marca personal. Yo acabo en 1:30:50.
Mi hermano Juan, que juega en otra liga, se hace la carrera en hora y veinticinco, una buena marca, teniendo en cuenta que es la primera carrera que hace en muchos meses, debido a los problemas físicos que ha arrastrado. Ojalá le respeten las lesiones y consiga su objetivo, bajar en el maratón de las tres horas, físico tiene de sobras para ello.
Los metros que me metió en la subida del kilómetro 10, han sido los de toda la carrera. Cierto es que yo no he peleado por ganar ningún puesto, bastante tenía, en estas actuales circunstancias, con acabar, no quería sufrir, y eso, evidentemente, lleva implícito no esforzarse en exceso.
Con mis hermanos, Agustín (izq) y Juan (dcha)
Lo más positivo de esta carrera, aparte que he acabado bien físicamente, con poco desgaste en las piernas, ha sido que he completado mi Medio Maratón número 60, número que, evidentemente, no está al alcance de muchos, lo cual es un motivo de alegría. A mejorar, para la próxima carrera en la que participe, ir con una mayor disposición, con ganas de pelear, de sufrir, y llegarán esos tiempos que tengo en las piernas.
Ojalá fuera capaz, también, de bajar peso, pero por ahora parece difícil, y no me quiero obsesionar, porque si no, no viviría. Sigo pudiendo correr, eso es importante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario