Con mi hermano Agustín, kilómetro 3 |
Coria, la antigua
ciudad romana, medieval, capital de la Diocesis de Coria-Cáceres, e importante centro turístico de la región extremeña, fue el destino de una nueva carrera a la que iba a acudir,
en este caso la VI edición de su Medio Maratón, prueba que el año pasado no se
celebró, pero que este año volvió a retomarse, aunque con cambio de fecha, la
pasada edición era en mayo, ahora lo es en febrero, el día 23 en concreto.
Durante toda la
semana estuve dudando si acudir o no. Y es que tras la experiencia, poco
agradable, de Plasencia, lo que menos tenía eran ganas de ir a pasar un rato
poco edificante. Entrenamientos con aire, y con unas sensaciones algo mejores,
y la circunstancia que corrían mis dos hermanos, me hicieron al final
decantarme por acudir.
Y así, en una mañana,
aireada, fresca, bastante por cierto, nos reunimos una quincena de corredores
del club al que pertenezco, C.D. Navalmaraton, y marchamos para la ciudad del
río Alagón. El viaje, con autovía, plácido totalmente, y tras aparcar a escasos
metros de la línea de llegada y salida, fuimos a recoger el dorsal y la bolsa
del corredor que nos daban, una mochila, camiseta y algunos productos
alimenticios. Después, a tomar un café, excusa perfecta para que los organismos
queden perfectamente dispuestos para el esfuerzo.
Tras esto, nos
marchamos al Pabellón, para cambiarnos, ponernos el uniforme de batalla,
preparado para la carrera, nada fácil por cierto.
En el casco histórico de Coria |
Conseguimos
juntarnos todos los integrantes del club para hacernos la foto de familia de
esta carrera, y después, cada uno por su lado para empezar a calentar, o
continuar, según el caso. Unas carreritas para que las piernas empezaran a
calentarse, aunque con la mañana fresca, se requería más esfuerzo.
Poco a poco nos
vamos acercando a la línea de salida, la hora de dar comienzo a la batalla está
cerca, paso cerca de una de las vallas separadoras del circuito, y se me
engancha la calzona, una pequeña raja en la misma, empezamos bien.
Ya estamos
posicionados, y se da el disparo que indica que podemos empezar a correr. Cada
uno se va ubicando en su sitio, yo voy con tranquilidad, me lo quiero tomar con
calma, mi único objetivo en esta carrera es terminar, tener unas buenas
sensaciones, y el resto importa poco. A mi lado se coloca mi hermano Agustín,
quiere darlo todo en la carrera, y a fe que lo va a hacer. Salimos por la
Avenida principal de la localidad, para arriba, dirección Ciudad Rodrigo, una
curva de ciento ochenta grados y ahora en dirección a Cáceres, en un largo y
rápido descenso que nos llevará hasta el kilómetro 3, donde empezaremos a pasar
por el empedrado de la parte antigua.
Calles estrechas, para arriba, para
abajo, Eloy nos deja cuando empezamos a transitar por aquí. Tras un periplo por
el interior, volvemos a salir a la Avenida anterior, que nos llevará a la zona
de la Isla, cruzamos el Puente de Hierro, primer avituallamiento, ya llevamos
cinco kilómetros. Después por la Urbanización La Isleta que nos llevará por un
camino de tierra, que empieza para abajo, pero que enseguida cambia, al mirar
para arriba, exigiendo un esfuerzo mayor a las piernas. Cambio de sentido, aire
de cara, y olores varios nos llevan hacia la Pedanía del Rincón del Obispo,
estamos en el kilómetro 7, por debajo de la hora y media, parece que la cosa no
va mal, pero no hay que olvidar que quedan dos buenas pruebas en forma de
ascenso, que van a repercutir en el balance final de la marca.
Transitando por el kilómetro 11 |
Mi hermano marcha
por delante de mí unos metros, creo que podré cogerle en cualquier momento, que
le acabaré alcanzando, al menos eso pienso yo. Un poco por delante está
Antonio. No estaría mal entrar los tres juntos.
Preparándome para la Subida al Cubo |
Pero va a ser una
lucha larga, yo no hago cambios de ritmo, me he encasquetado en el paso que
llevo, no tengo ganas de apretar más, de esforzarme, de pelear, lo único que
quiero es terminar, cruzar la meta, y no quiero sufrir en demasía.
Sigo corriendo, y
voy dejando a mis compañeros de fatiga, van cediendo más bien ellos, porque yo
el ritmo no parece que lo haya cambiado. Paso por el kilómetro 14, en 1:00:36,
no está mal el paso, a este ritmo, bajaré de hora y treinta y un minutos, al
menos mejoraría la marca que tengo en esta carrera, pero claro hay que contar
con la Subida al Cubo, que trastocará cualquier media en la carrera.
Cruzamos la carretera,
nuevo avituallamiento, terreno asfaltado, kilómetro 15, paso por el puente de
hierro, y giro a la derecha, la catedral se adivina más cerca, pero nos queda
un trecho, vamos rodeando por la ribera del río, llegamos a un cruce, un paso
por debajo de un pequeño túnel que evita la carretera, salida al puente de
hierro. Llegamos al final del mismo, giro a la izquierda, acceso al Paseo de La
Isla, larga e interminable recta, larga línea de corredores, todos o casi
todos, solos, de uno en uno. La catedral, con su subida, a la derecha, llegamos
a la altura del puente viejo, pero hay que seguir unos metros más para
adelante, un giro de ciento ochenta grados y me cruzo con Antonio, detrás,
prácticamente pegado, Agustín, y después yo.
Entrando en meta, dedicatoria a mi padre |
Paso por el
kilómetro 19, y ahora a por la parte buena de la carrera. Paso por el puente
viejo o medieval, que se hace en ligero ascenso, sobre un terreno empedrado,
duro, difícil, me coloco en el medio del empedrado, donde hay una línea de
losas, y permite pisar mejor. Voy dejando a algún corredor más, y tras coronar
en el centro del puente un ligero descenso, mínimo, casi imperceptible, que nos
deja delante de la temible subida.
A la dura subida, de
unos trescientos metros, y perfil del 10%, hay que sumar lo mal que se pisa
sobre ella, sobre cantos rodados. Intento ir por el medio, donde mejor, en
teoría, se pisa, pero mediado el ascenso, ya no hay posibilidad, pise donde
pise va a ser piedra irregular. Lo bueno, es que la subo sin parar, sigo
corriendo. La gente, aorillada, aplaude a los corredores, desde luego se
agradece, porque es un momento difícil, duro, una pequeña curva, y se va
adivinando el final. La he conseguido hacer entera, lo que no lo han hecho
todos los corredores, e incluso algunos de los primeros, echó el pie a tierra. Se
acabó, pero vienen unos cincuenta metros, hasta entrar en la Puerta del Carmen,
exigentes, más que nada porque las piernas están renqueantes tras este intenso
esfuerzo, parece que el corazón se va a salir de la boca, que la respiración se
ahoga, pero me consigo reponer, y voy buscando la Plaza de la Catedral, luego
otra calle, hasta salir a la Plaza del Rollo, y de ahí a la Avenida Sierra de Gata,
por donde empezó toda esta aventura hace ya más de una hora. El terreno sigue
picando para arriba, aunque al ser asfalto en buenas condiciones permite mirar
al frente, buscando cuando giran los que van delante. Paso por la Casa de
Cultura, y después, en el siguiente cruce, giro a la derecha. Nuevo giro a la
izquierda, y ya estoy viendo los arcos de meta, con la gente agolpada a los
lados. A mi hermano Agustín al final no le cojo, me saca en la línea de meta
quince segundos, y mejora su marca personal. Yo acabo en 1:30:50.
Mi hermano Juan, que juega en otra liga, se hace la carrera en hora y veinticinco, una buena marca, teniendo en cuenta que es la primera carrera que hace en muchos meses, debido a los problemas físicos que ha arrastrado. Ojalá le respeten las lesiones y consiga su objetivo, bajar en el maratón de las tres horas, físico tiene de sobras para ello.
Mi hermano Juan, que juega en otra liga, se hace la carrera en hora y veinticinco, una buena marca, teniendo en cuenta que es la primera carrera que hace en muchos meses, debido a los problemas físicos que ha arrastrado. Ojalá le respeten las lesiones y consiga su objetivo, bajar en el maratón de las tres horas, físico tiene de sobras para ello.
Los metros que me
metió en la subida del kilómetro 10, han sido los de toda la carrera. Cierto es
que yo no he peleado por ganar ningún puesto, bastante tenía, en estas actuales
circunstancias, con acabar, no quería sufrir, y eso, evidentemente, lleva
implícito no esforzarse en exceso.
Con mis hermanos, Agustín (izq) y Juan (dcha) |
Ojalá fuera capaz,
también, de bajar peso, pero por ahora parece difícil, y no me quiero obsesionar,
porque si no, no viviría. Sigo pudiendo correr, eso es importante.
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