En Jarandilla de la Vera |
Tras un primer fin de
semana, de acercamiento, de conocimiento de la “realidad” de las carreras de la
comarca de La Vera, esto es, calles estrechas, y cuestas, bastantes cuestas,
ahora nos fuimos a enfrentar a otras dos carreras, en Jarandilla y Villanueva
de la Vera, con, para mí, más exigencia, al menos la primera sobre la segunda.
Pero vamos por
partes.
En una tarde
bochornosa, que amenazaba tormenta, y que por la noche se encargó de
presentarse el agua, nos fuimos a la carrera de Jarandilla de la Vera. Ya me
habían hablado algunos de la dureza de esta carrera, quizás la más fuerte de
todas, con la subida del Puente Parral, que exigía mucho, ya que, al hecho de
ser en cuesta, sumaba que era por un camino de piedras, puestas unas sobre
otras, si alisar, y donde continuamente tenías que mirar para abajo, para no
tropezarte, para no caerte, para no lesionarte.
Tras los saludos
con los habituales del circuito, y con los que se incorporaban, también
conocidos de otras batallas atléticas, me fui a reconocer el circuito, y vi a
lo que me enfrentaba.
Empezaba la carrera
en cuesta abajo, por calle empedrada, giro de noventa grados, y entrada a un
camino que mira hacia abajo, hasta que llegas a un tramo en el que las piedras
atraviesan el camino, sin orden, sin concierto, que te obligan a ir despacio,
mirando hacia todos los lados, buscando donde colocar un pie, y posteriormente,
intentando localizar el siguiente lugar donde poner el otro pie. Así durante
unos cincuenta metros. Tras esto, pasamos a un terreno de tierra, que se pisa
bien, pero que empieza a mirar hacia arriba. Tras la recuperación, un tramo
llano, y al final, cuando estás viendo a la gente meterse en el agua, llega el
giro hacia la cuesta temible. Y es cuando te empiezas a dar cuenta lo dura que
es. Es muy difícil transitar por ella, debes mirar para abajo, y cuando miras
al frente, ves lo que aún te queda, lo que te hace quedarte más clavadoo si
cabe. Cuando parece que acabas, un nuevo tramo, que vuelve a exigir, no parece
acabarse. Hasta que al fin, después de todo, finalizas, y empiezas a entrar por
un camino de tierra, que va a acercándote a la plaza donde está situada la
línea de meta, que se anuncia con la torre de la iglesia. Un tramo en ligero
descenso, vuelta a cambiar hacia arriba, cargando unas doloridas piernas,
entrada al casco urbano, giro a la derecha, ligera subida y se acabó la vuelta.
Y así hay que hacerlo hasta tres veces.
Antes de empezar en Villanueva de la Vera |
Es de esos
momentos, en los que unido a una corta preparación física, y muy pocas ganas de
sufrir, en los que llegas a pensar que para qué te vas a enfrentar a esto. Pero
ya que estamos aquí, hay que correr.
Y así nos juntamos
todos en la línea de salida, prestos a enfrentarnos al recorrido, exigente, que
nos han puesto. Y suena la bocina, y todos a mover las piernas.
La cuesta abajo la
hago tranquilo, hay que tener cuidado al principio, con tanta gente junta, de
no tropezarte con nadie. El pelotón se va estirando mínimamente, antes de
llegar al tramo de tierra con piedras. Aún hay grupos de corredores. Y aquí veo
las consecuencias de este tramo, un corredor, Mario, se detiene al lado, se
duele de un tobillo. Se tuvo que retirar. Motivo suficiente para ir más
despacio si cabe. Aquí, en este lugar, Santi me sobrepasa, dice que viéndome
como me desenvuelvo, en estas circunstancias, temía por una caída mía y que le
arrastrase a él. Sigo corriendo, abandono este tramo, y nos enfrentamos con el
trecho que nos tiene que unir con la cuesta. Se hace bien, y poco a poco los
corredores nos vamos alineando. Empieza la primera subida, y puede conmigo, me
empiezan a pasar corredores, para mí ellos van volando, y yo como una tortuga.
Pero sigo subiendo, sin detenerme, sin echar el pie a tierra, peleando con el
empedrado. Se acabó, paso por la primera vuelta, y a por la segunda. Carlos y
Joaquín me dejan atrás, otros corredores que en anteriores carreras los he
vencido, me dejan atrás, a este paso cierro la carrera. La segunda vuelta sirve
para intentar no quemarme en exceso. Las distancias se mantienen con los de
delante, para atrás no miro.
Por las calles de Villanueva |
Y empieza la última
vuelta. Alcanzo a un chaval de amarillo, que me vuelve a dejar atrás en la
primera bajada, la técnica, la complicada, una chica sigue por delante. Empieza
la cuesta. Y veo como ellos dos echan el pie a tierra, yo, sin embargo, me
niego a hacerlo, tengo que seguir corriendo. Adelanto al chico de la camiseta
amarilla, y la chica cuando ve que me acerco a ella, empieza, nuevamente, a
correr. Lo mismo la alcanzo.
Se acaba este
trecho y empieza el lugar por donde se puede correr, pero no aprieto, no sé si
es porque no tengo fuerzas, o porque no quiero sufrir en exceso; me marco a la
muchacha como referencia para llegar a la meta. Cruzo la meta en un tiempo de 27’41”,
para hacer los 5.520 metros de que constaba la prueba, en el puesto 56º de un
total de 72º, un resultado, sin duda alguna, bastante pobre, pero dadas mis
características, más diesel, de llanear, esta carrera tenía todos los
ingredientes en mi contra.
En fin, una vez
finalizada la carrera, se digiere mejor el esfuerzo con unas cervezas con los
compañeros, y a recuperar fuerzas para el sábado en Villanueva de la Vera.
Y hasta la
población de Villanueva nos fuimos el sábado, con calor. Allí nos juntamos
hasta un total de diez corredores del club, acompañados de nuestro Presidente,
que se encuentra en el dique seco. Paciencia, Antonio.
Esta carrera era
“famosa” por la subida de la quesera. Cuando quisimos empezar el reconocimiento
de la misma, vimos que era quizás demasiado tarde para hacerlo, así que nos
fuimos a calentar un poco por los alrededores de la zona de salida, y esperando
a encontrarnos con todas las “sorpresas” en plena carrera. Así íbamos a ir, a
pecho descubierto.
Y casi un centenar
de corredores nos agolpamos junto al arco que marca el inicio y el final de
cada una de las vueltas y de las carreras que se celebran. Mucho ambiente en la
plaza, y se da la salida. Estrechamiento en la salida, entrada por un pequeño
arco, en una zona estrecha, con una calle empedrada, en fuerte descenso, con
regatera al medio. Buena mezcla de ingredientes, para que se produzcan
tropiezos, empujones, caídas. Giro de noventa grados en pleno descenso,
teniendo que evitar un escalón en plena curva, hasta salir a una zona más llana
y amplia, que te lleva a la zona de asfalto, y ves a los corredores en línea,
que empiezan a subir una cuesta. Al principio parece suave, pero según vas
avanzando, la cosa se va complicando, el porcentaje empieza a crecer, y ante ti
aparece la nave industrial, con su cartel “QUESERA DE LA VERA”, y piensas que
ya has acabado. Pero no, ahora viene un tramo de unos cuarenta metros de
cemento, rajado, con un perfil muy fuerte, que te clava literalmente, que
impide que las piernas las levantes más de un palmo del suelo. Hasta que
coronas, en el momento en que las piernas parecen sentir una gran liberación, a
pesar de que estás en un falso llano. Giro de 180º y vuelta a una pequeña
subida, que puede rematar todo lo anterior. Después, poco a poco, acercándote a
la plaza, y así hasta tres vueltas.
Con Marcial, y los corredores de Arenas de San Pedro |
Tras esta primera
vuelta, el comienzo de la segunda vuelta me viene a demostrar que empiezo a
encontrar algo más de ritmo, que los que se me iban en anteriores carreras con
facilidad, ahora ya no se están yendo tan lejos, y a algunos ya los empiezo a
superar. Y, encima, en la misma cuesta. A alguno lo voy dejando para atrás,
otros, sin embargo, me recuperan en la zona más rápida, en la del llano, e
incluso en el descenso. Bajando siempre he ido bien, pero en esta serie de
carreras, no me lanzo con todas las energías que debería, y eso me hace perder
tiempo y posiciones.
Empieza la tercera
y última vuelta, y me veo con fuerza, así que el ritmo no le bajo, y voy
adelantando a algún corredor más, que ya se queda definitivamente atrás. A
Claudio le supero en la subida, y cuando entramos nuevamente en el pueblo, le
saco unos metros que pueden ser definitivos. Por delante, Marcos, a escasos
metros. Incremento un poco más mi ritmo, eso sí, sin ser exagerado, aún me
falta algo de confianza. Oigo por detrás de mí los ánimos a Claudio. Me puede
llegar a coger, así que ahora sí que aprieto, y en este momento, por una calle
empedrada, están dos chavales montados en moto de la organización, en todo el
medio, y dos críos que se meten en medio, los doy voces a los cuatro, los niños
se apartan, los de la moto, con el ruido del motor, no me oyen, aún así los
consigo superar, y llegar a meta, antes que llegue Claudio. Cuando cruzo la
meta, siento el esfuerzo que he hecho, el agotamiento, la exigencia que he
tenido. Hoy si me encuentro bastante satisfecho. El tiempo, 22’40”, para un
total de 4.890 metros.
Sin duda, mi mejor
carrera, y si esto siguiera una lógica, cada prueba que viene por delante
debiera ser mejor que la anterior, ya iremos viendo.
Próximas paradas,
Aldeanueva de la Vera, carrera nocturna, y Garganta La Olla. Ya iremos viendo.
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