jueves, 23 de julio de 2015

POR JARANDILLA Y VILLANUEVA DE LA VERA

En Jarandilla de la Vera
Tras un primer fin de semana, de acercamiento, de conocimiento de la “realidad” de las carreras de la comarca de La Vera, esto es, calles estrechas, y cuestas, bastantes cuestas, ahora nos fuimos a enfrentar a otras dos carreras, en Jarandilla y Villanueva de la Vera, con, para mí, más exigencia, al menos la primera sobre la segunda.
Pero vamos por partes.
En una tarde bochornosa, que amenazaba tormenta, y que por la noche se encargó de presentarse el agua, nos fuimos a la carrera de Jarandilla de la Vera. Ya me habían hablado algunos de la dureza de esta carrera, quizás la más fuerte de todas, con la subida del Puente Parral, que exigía mucho, ya que, al hecho de ser en cuesta, sumaba que era por un camino de piedras, puestas unas sobre otras, si alisar, y donde continuamente tenías que mirar para abajo, para no tropezarte, para no caerte, para no lesionarte.
Tras los saludos con los habituales del circuito, y con los que se incorporaban, también conocidos de otras batallas atléticas, me fui a reconocer el circuito, y vi a lo que me enfrentaba.
Empezaba la carrera en cuesta abajo, por calle empedrada, giro de noventa grados, y entrada a un camino que mira hacia abajo, hasta que llegas a un tramo en el que las piedras atraviesan el camino, sin orden, sin concierto, que te obligan a ir despacio, mirando hacia todos los lados, buscando donde colocar un pie, y posteriormente, intentando localizar el siguiente lugar donde poner el otro pie. Así durante unos cincuenta metros. Tras esto, pasamos a un terreno de tierra, que se pisa bien, pero que empieza a mirar hacia arriba. Tras la recuperación, un tramo llano, y al final, cuando estás viendo a la gente meterse en el agua, llega el giro hacia la cuesta temible. Y es cuando te empiezas a dar cuenta lo dura que es. Es muy difícil transitar por ella, debes mirar para abajo, y cuando miras al frente, ves lo que aún te queda, lo que te hace quedarte más clavadoo si cabe. Cuando parece que acabas, un nuevo tramo, que vuelve a exigir, no parece acabarse. Hasta que al fin, después de todo, finalizas, y empiezas a entrar por un camino de tierra, que va a acercándote a la plaza donde está situada la línea de meta, que se anuncia con la torre de la iglesia. Un tramo en ligero descenso, vuelta a cambiar hacia arriba, cargando unas doloridas piernas, entrada al casco urbano, giro a la derecha, ligera subida y se acabó la vuelta. Y así hay que hacerlo hasta tres veces.

Antes de empezar en Villanueva de la Vera
Es de esos momentos, en los que unido a una corta preparación física, y muy pocas ganas de sufrir, en los que llegas a pensar que para qué te vas a enfrentar a esto. Pero ya que estamos aquí, hay que correr.
Y así nos juntamos todos en la línea de salida, prestos a enfrentarnos al recorrido, exigente, que nos han puesto. Y suena la bocina, y todos a mover las piernas.
La cuesta abajo la hago tranquilo, hay que tener cuidado al principio, con tanta gente junta, de no tropezarte con nadie. El pelotón se va estirando mínimamente, antes de llegar al tramo de tierra con piedras. Aún hay grupos de corredores. Y aquí veo las consecuencias de este tramo, un corredor, Mario, se detiene al lado, se duele de un tobillo. Se tuvo que retirar. Motivo suficiente para ir más despacio si cabe. Aquí, en este lugar, Santi me sobrepasa, dice que viéndome como me desenvuelvo, en estas circunstancias, temía por una caída mía y que le arrastrase a él. Sigo corriendo, abandono este tramo, y nos enfrentamos con el trecho que nos tiene que unir con la cuesta. Se hace bien, y poco a poco los corredores nos vamos alineando. Empieza la primera subida, y puede conmigo, me empiezan a pasar corredores, para mí ellos van volando, y yo como una tortuga. Pero sigo subiendo, sin detenerme, sin echar el pie a tierra, peleando con el empedrado. Se acabó, paso por la primera vuelta, y a por la segunda. Carlos y Joaquín me dejan atrás, otros corredores que en anteriores carreras los he vencido, me dejan atrás, a este paso cierro la carrera. La segunda vuelta sirve para intentar no quemarme en exceso. Las distancias se mantienen con los de delante, para atrás no miro.
Por las calles de Villanueva
Y empieza la última vuelta. Alcanzo a un chaval de amarillo, que me vuelve a dejar atrás en la primera bajada, la técnica, la complicada, una chica sigue por delante. Empieza la cuesta. Y veo como ellos dos echan el pie a tierra, yo, sin embargo, me niego a hacerlo, tengo que seguir corriendo. Adelanto al chico de la camiseta amarilla, y la chica cuando ve que me acerco a ella, empieza, nuevamente, a correr. Lo mismo la alcanzo.
Se acaba este trecho y empieza el lugar por donde se puede correr, pero no aprieto, no sé si es porque no tengo fuerzas, o porque no quiero sufrir en exceso; me marco a la muchacha como referencia para llegar a la meta. Cruzo la meta en un tiempo de 27’41”, para hacer los 5.520 metros de que constaba la prueba, en el puesto 56º de un total de 72º, un resultado, sin duda alguna, bastante pobre, pero dadas mis características, más diesel, de llanear, esta carrera tenía todos los ingredientes en mi contra.
En fin, una vez finalizada la carrera, se digiere mejor el esfuerzo con unas cervezas con los compañeros, y a recuperar fuerzas para el sábado en Villanueva de la Vera.
Y hasta la población de Villanueva nos fuimos el sábado, con calor. Allí nos juntamos hasta un total de diez corredores del club, acompañados de nuestro Presidente, que se encuentra en el dique seco. Paciencia, Antonio.
Esta carrera era “famosa” por la subida de la quesera. Cuando quisimos empezar el reconocimiento de la misma, vimos que era quizás demasiado tarde para hacerlo, así que nos fuimos a calentar un poco por los alrededores de la zona de salida, y esperando a encontrarnos con todas las “sorpresas” en plena carrera. Así íbamos a ir, a pecho descubierto.
Y casi un centenar de corredores nos agolpamos junto al arco que marca el inicio y el final de cada una de las vueltas y de las carreras que se celebran. Mucho ambiente en la plaza, y se da la salida. Estrechamiento en la salida, entrada por un pequeño arco, en una zona estrecha, con una calle empedrada, en fuerte descenso, con regatera al medio. Buena mezcla de ingredientes, para que se produzcan tropiezos, empujones, caídas. Giro de noventa grados en pleno descenso, teniendo que evitar un escalón en plena curva, hasta salir a una zona más llana y amplia, que te lleva a la zona de asfalto, y ves a los corredores en línea, que empiezan a subir una cuesta. Al principio parece suave, pero según vas avanzando, la cosa se va complicando, el porcentaje empieza a crecer, y ante ti aparece la nave industrial, con su cartel “QUESERA DE LA VERA”, y piensas que ya has acabado. Pero no, ahora viene un tramo de unos cuarenta metros de cemento, rajado, con un perfil muy fuerte, que te clava literalmente, que impide que las piernas las levantes más de un palmo del suelo. Hasta que coronas, en el momento en que las piernas parecen sentir una gran liberación, a pesar de que estás en un falso llano. Giro de 180º y vuelta a una pequeña subida, que puede rematar todo lo anterior. Después, poco a poco, acercándote a la plaza, y así hasta tres vueltas.
Con Marcial, y los corredores de Arenas de San Pedro
Tras esta primera vuelta, el comienzo de la segunda vuelta me viene a demostrar que empiezo a encontrar algo más de ritmo, que los que se me iban en anteriores carreras con facilidad, ahora ya no se están yendo tan lejos, y a algunos ya los empiezo a superar. Y, encima, en la misma cuesta. A alguno lo voy dejando para atrás, otros, sin embargo, me recuperan en la zona más rápida, en la del llano, e incluso en el descenso. Bajando siempre he ido bien, pero en esta serie de carreras, no me lanzo con todas las energías que debería, y eso me hace perder tiempo y posiciones.
Empieza la tercera y última vuelta, y me veo con fuerza, así que el ritmo no le bajo, y voy adelantando a algún corredor más, que ya se queda definitivamente atrás. A Claudio le supero en la subida, y cuando entramos nuevamente en el pueblo, le saco unos metros que pueden ser definitivos. Por delante, Marcos, a escasos metros. Incremento un poco más mi ritmo, eso sí, sin ser exagerado, aún me falta algo de confianza. Oigo por detrás de mí los ánimos a Claudio. Me puede llegar a coger, así que ahora sí que aprieto, y en este momento, por una calle empedrada, están dos chavales montados en moto de la organización, en todo el medio, y dos críos que se meten en medio, los doy voces a los cuatro, los niños se apartan, los de la moto, con el ruido del motor, no me oyen, aún así los consigo superar, y llegar a meta, antes que llegue Claudio. Cuando cruzo la meta, siento el esfuerzo que he hecho, el agotamiento, la exigencia que he tenido. Hoy si me encuentro bastante satisfecho. El tiempo, 22’40”, para un total de 4.890 metros.
Sin duda, mi mejor carrera, y si esto siguiera una lógica, cada prueba que viene por delante debiera ser mejor que la anterior, ya iremos viendo.

Próximas paradas, Aldeanueva de la Vera, carrera nocturna, y Garganta La Olla. Ya iremos viendo.

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