jueves, 6 de agosto de 2015

PASARON Y GUIJO

El Circuito Popular de La Vera va llegando a su fin, pero lo que parece que no tienen fin son sus cuestas, que a veces se tornan infernales, y para muestra las de las dos últimas carreras en las que he participado.
Con los compañeros, en Pasarón de la Vera
Empecé el viernes por la tarde con la CARRERA POPULAR DE PASARON DE LA VERA, única carrera en la que había participado una vez en los anteriores años, por lo que era la única que conocía, y en la que tenía un tiempo de referencia.
Hasta allí me encaminé con el amigo José Carlos, para enfrentarnos a la novena prueba del circuito, séptima para mí. Al llegar, nos encontramos con Daniel, y como buen cicerone, me fui con ellos para enseñarles el circuito que había preparado en esta población para los “valientes”, para los mayores. Después llegaron Rubén y Santiago.
Carrera que comienza por un tramo en ligero descenso, giro a la derecha, y entrada a una calle empedrada, que mira, muy ligeramente, para arriba, pero es girar a la derecha, nuevamente, y nos encontramos con la primera exigencia, hasta salir a la Plaza de la Iglesia, donde colocan las vallas para lidiar los toros en sus fiestas, y de ahí a una calle corta, giro a la derecha, y por saliendo a una larga calle, que mirando para arriba, lleva hasta la casa azul, donde la cuesta se pone seria, obligando a todos a hacer un esfuerzo extra, accediendo a un descenso que nos llevará a encarar la zona del puente y la subida a la Ermita, piedra de toque definitiva de la carrera. No son más de doscientos metros, pero quedan las piernas listas para la bajada, sin descanso, que hay desde la parroquia hasta la zona de meta, por calles empedradas, con descensos, en algunos tramos, pronunciados, dos giros de noventa grados y salida a la carretera del pueblo, que lleva al arco de meta, unos mil quinientos metros de continuo subir y bajar, sin descanso alguno.


Tras ver como mi ahijado, Samuel, finaliza en octava posición de su carrera, nos aprestamos para salir los grandes, los veteranos y los absolutos. Bocinazo de salida, y todos a correr. Tranquilidad al salir, y poco a poco me voy posicionando en mi zona, hacia atrás, me pasan los de siempre, los de delante son los mismos que vengo viendo en carreras anteriores. Tenía la creencia que según fuera avanzando el circuito, mi forma mejoraría y podría con algún corredor más. Pero no, no puede ser, me sigo quedando en el mismo sitio, no me lanzo a por nadie.
En el momento que la calle mira hacia arriba, mis piernas se recortan, y los pasos se hacen más cortos y más cortos. Me adelanta un chaval vestido de blanco, pero en el primer descenso le paso, vuelve a aparecer la segunda subida, la de la ermita, y me vuelve a sobrepasar. Pero es coronar, y volver a alcanzarle es todo uno. Este corredor baja muy mal, así que ya sé lo que tengo que hacer en las próximas vueltas, agarrarme a él, perder lo mínimo posible en las subidas, y confiar el adelantamiento al descenso.
Joaquín, una vez más, me vuelve a sobrepasar. Claudio le tengo a “tiro”, pero a ninguno de los dos, por cerca que los vea, consigo dar alcance. La segunda vuelta sirve para que me quede en mi zona, teniendo muy cerca a los de delante, y por detrás sintiendo a los que me persiguen. Paso por el segundo giro, y ahora ya nos vamos a por el último, el que me llevará a cruzar la línea de meta.


Samuel, en Pasarón
Empiezo con más alegría en las piernas, voy avanzando con buen ritmo, al menos, eso me parece a mí. Comienza la zona de subida desde la plaza de toros hasta la casa azul, y los que van por delante, parecen que se alejan unos metros, espero no sean definitivos. Llega el descenso y no me lanzo en tromba, porque aún queda la última cuesta, la de la ermita, que me condiciona los esfuerzos. Empiezo a subir, tras pasar el puente, y la carretera mira hacia arriba, el edificio está ahí arriba, el corredor de blanco, me vuelve a adelantar, pero a escasos diez metros llego yo.
Ahora empieza el descenso, le alcanzo enseguida, por delante un corredor de camiseta naranja y otro de camiseta roja, unos metros por delante de este. Voy a lanzarme a por ellos. El anaranjado sobrepasa al de rojo. Salida a la carretera, y aquí es donde sobrepaso al de rojo, que se queda, no me puede seguir, pero el de naranja se hace imposible, cruza la línea de meta antes que yo.
Al final, un tiempo de 21:15 para un recorrido de 4.470 metros aproximadamente, finalizando en el puesto 42º de un total de 77 corredores. Peor resultado que en la edición en la que tomé parte.
Al menos, las sensaciones que he sacado es que llego mejor al final de las cuestas, quizás porque no me exprimo totalmente, y los descensos ya los voy haciendo mejor, más rápido, con más decisión.
Tras esta carrera, y tras asearnos un poco, terminamos la jornada dando cuenta de unas jarras de cerveza con José Carlos y Rubén.
Y el Sábado la prueba que tendría lugar sería la CARRERA POPULAR DE GUIJO DE SANTA BARBARA, donde pedir que hubiera una zona de llano es imposible, si uno conoce donde está ubicada la población, incrustado en plena montaña, por encima de Jarandilla de la Vera.
Hasta allí volvimos a presentarnos José Carlos y yo. José Carlos va camino de hacer las doce carreras del circuito, todo un hito. Allí estaban Daniel y Rubén, de Plasencia, llegando al instante, el otro Rubén, Pika, el de Miramontes; ya somos cinco los corredores que íbamos a tomar parte en esta prueba.

Llegando a la meta, en Pasarón
Y como siempre procede en estas pruebas, hay que ir a calentar, y que mejor que hacer el circuito, al que habrá que darle tres vueltas. Y para allá que nos fuimos José Carlos y yo. Empezaba la carrera por un tramo más bien llano, paso por una fuente, calle, giro a la derecha, y ligero ascenso, giro de más de noventa grados a la izquierda, subida leve, salida a los exteriores de la población, pequeño ascenso, recuperación, en descenso hasta el Restaurante “EL TRABUQUETE”, y aquí empieza la verdadera carrera. Subida que se va a hacer larga, primer tramo de subida, cementada, con un perfil ascendente, que empieza a exigir a las piernas; curva de 180º grados, que lleva a una pendiente con más desnivel que la anterior, y vuelta a seguir subiendo, el perfil es más exigente que el anterior tramo. Finaliza el cemento y comienza un tramo de tierra, con descenso, y giro a la derecha, donde vuelve a mirar hacia arriba, siguiendo por tierra.
Ya se adivina el final del tramo de tierra. Pisamos cemento, unos cincuenta metros llaneando, y entramos a una curva, donde nos encontramos con un tramo de unos cincuenta metros, con un desnivel tan pronunciado que las piernas parecen no avanzar, se ve la revuelta que hay que hacer, pero no parece llegar el lugar del giro. Estamos en la famosa cuesta de la plaza de toros, un tramo corto, pero tan difícil, que parece hacer fácil cualquier tramo que se haya hecho en las anteriores carreras. Quizás uno piensa esto, ahora, porque es el momento en el que te encuentras, y parece que de lo anterior uno se olvida con facilidad.
Tras conseguir dar la revuelta, empieza el tramo en bajada que nos llevara hasta la zona de meta. Es un descenso, largo, pero muy exigente, con dos giros complicados, con tramos con bastante desnivel, algunos empedrados, y una última curva, de ciento ochenta grados, que te lleva a la línea de meta, que con la diferencia de nivel que hay, y la cercanía de la línea de meta, puede provocar algún incidente, si dos se pelean por llegar antes al final.
En fin, eso es todo lo que hay, unos mil seiscientos metros, con un tramo de subidas muy concentrado, que pondrá a prueba las piernas de todos y todas los que vamos a tomar parte en la carrera.
Da comienzo la carrera, y los primeros, como siempre, salen como una moto. Los demás nos vamos colocando, y tras dejar atrás dos calles, ya estamos todos en fila india, no ves a dos juntos. La primera vuelta la paso bien, en la segunda, como siempre, aseguro la posición, no doy todo, miro lo que hay delante y siento lo que hay detrás. En esta segunda vuelta, la comienzo con Pika y su compañero, pero en la primera exigencia de subida, se me van unos metros que serán insalvables, y la distancia irá creciendo.
La subida la culmino, y observo que la subida de tierra la hago mejor de lo que esperaba. La subida de la plaza de toros es muy, muy exigente, para mí, espero afrontarla las tres vueltas sin echar el pie a tierra.
Comienzo la tercera vuelta, y estoy en medio de dos corredores que son padre e hijo, el hijo va por delante, y el padre, por detrás. Mi intención, alcanzar al hijo, la del padre, alcanzarme a mí. Va a ser una vuelta con un alto nivel de exigencia.
El tránsito por las calles del Guijo lo solvento con garantías, pero empieza la zona de subidas, y noto como el padre se me va acercando. He de intentar que no me agarre en esta zona, ya que, pienso, si llego por delante de él a la plaza de toros, en el descenso no creo que me sobrepase. La primera cuesta, la de cemento, la paso por delante de él, pero en la revuelta veo que se acerca, está muy próximo a mi. Aprovecho el tramo de descenso para imprimir un ritmo algo más alto, y la subida de tierra la hago con rapidez. Ahora viene el tramo difícil, los últimos cincuenta metros de horrible subida. Las piernas se clavan, parecen que se quieren detener, pero la cabeza dice que hay que seguir, que no hay momento para detenerse. Y llego al fin, corono la subida, por delante del padre, con la respiración al borde del colapso, con el corazón a muy altos latidos, pero he decidido que he de alcanzar al hijo, y que el padre no me coge.
Y así lanzo mi ataque en el descenso, no hay tiempo de mirar para detrás, solo para delante, a la camiseta naranja del que me precede, pero al que no acorto la distancia. Dos giros, derecha, izquierda, y salida a la carretera de Jarandilla, la que nos lleva a la línea de meta. Curva de ciento ochenta grados, y me ha ganado el hijo, pero al padre, le he metido más distancia en la bajada, en el descenso.
Sin duda alguna, muy buenas sensaciones tras esta carrera. He sabido manejar la tensión del momento, no me he venido abajo, he peleado como gato panza arriba, y he conseguido mantener la posición. Esa es la enseñanza que debo sacar de esta carrera.
En esta prueba obtuve la mejor posición de todo el circuito en mi categoría, al ser el sexto de la misma, para acabar el 37º de un total de 64 corredores que llegaron a la meta.
El tiempo final 23:17, para un total de 4.790 metros.
Tras esta carrera, a celebrar el cumpleaños de mi ahijado Samuel.
El próximo fin de semana concluye el circuito de carreras populares, con las pruebas de Tejeda de Tiétar, la más llana de todas, sin cuestas, por lo que cuentan aquellos que han corrido alguna vez, y el sábado finaliza toda la serie de carreras en Cuacos de Yuste.
En principio, para el viernes si tengo intención de ir, aunque para el sábado voy a tener difícil poder participar por otros menesteres. Llegar al podio en el total del circuito, en mi categoría, está prácticamente imposible.
Pero esta semana, los entrenamientos, al menos el del lunes, fue pésimo, con reiteradas paradas, y el martes, al intentar salir, molestias en el isquiotibial derecho me hizo darme la vuelta antes de tiempo, y como no me quería parar, cogí la bicicleta y el resultado, también, fue desilusionante.
Sin embargo, el miércoles hice un muy buen entrenamiento, si lo comparo con todo lo llevado a cabo durante este verano.
Espero haber roto ese candado que me impide avanzar hacia mis ritmos normales de entrenamiento.
Lo que si está claro es que aún me queda un largo, un muy largo camino, para alcanzar la forma que tenía cuando estaba preparando el maratón de Sevilla, porque ni de lejos me acerco en los entrenamientos, aún siendo estos más cortos, y, por consiguiente, debieran ser más rápido.

En fin, ya iremos viendo.

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