viernes, 5 de mayo de 2017

VII MEDIO MARATON DE GIJÓN

Mi objetivo, ¿Lo alcanzaría?
Gran fin de semana el que viví la pasada semana, con mi viaje al VII MEDIO MARATON DE GIJON, en el Principado de Asturias. Si al principio de la temporada, tras mi reincorporación después del accidente que me tuvo en el dique seco casi cien días, alguien me dijera que iba a alcanzar a terminar cinco medios maratones en la temporada, amén de varias carreras, y que lo iba a hacer con tan buenas sensaciones, lo hubiese firmado con los ojos cerrados.

Ha habido muchos días, muchas horas, de enfrentarme a mis miedos, a mis temores, luchar por ir mejorando poco a poco, buscando los huecos que apenas tenía para poder seguir entrenando, y ver que, poco a poco, los frutos se obtenían.
Tras hacer mi primera prueba de medio maratón, allá por el mes de octubre, en Monfragüe, con muchos temores, hasta ésta de Gijón, ha habido momentos importantes, en los que me ido creyendo que podría conseguir lo que ahora alcancé.
El realizar dos San Silvestres el mismo día, por la mañana en Jaraiz, por la tarde en Talavera, encerraba más que una aventura, era una apuesta, por saber ser capaz de afrontar dos retos con apenas descanso y con bastante intensidad, superándolos con aprobado alto, lo que me dio más alas para seguir hacia delante.
Después vinieron Los Barruecos, Plasencia, momento en que ví que todo era posible, con mi primera importante mejora en el crono, Mérida, Cáceres y hasta la carrera de Gijón. En todo esto, en el medio, también está la figura de Juanfran, amigo, compañero, que embarcado en un estudio para su carrera universitaria, pidió el apoyo de corredores populares que fuésemos capaces de ponernos en sus manos, con el objetivo de calibrar la mejora, tras someternos a sus entrenamientos. Yo me apunté a esa aventura, y me encontré realizando unos entrenamientos, exigentes, duros para mí, en el que se dio más importancia a los ritmos altos, a las series, a los cambios de ritmo, que a la distancia, y, sin darme cuenta, me llevaron a lo alcanzado este fin de semana. Mi objetivo marcado para esta carrera, bajar de 1:31:00.
C.D. Navalmaratón, en Gijón
Pero vamos a narrar la propia experiencia asturiana. Era una carrera que estaba en la agenda desde que arrancaba la temporada, allá por el mes de julio, prueba oficial del club, por lo que estaba escrita en rojo en el calendario. Y hasta la bella ciudad astur nos acercamos once socios del Club Deportivo Navalmaraton. Carrera que se iba a celebrar un sábado por la tarde, lo que siempre da un plus de inseguridad, de expectación, ya que casi siempre las pruebas de medio maratón suelen ser en las mañanas dominicales. Era un hándicap que había que superar, una prueba más.
El viaje, gracias a las carreteras, excelentes, con las que contamos se hizo bastante bien, y llegamos encontrándonos con un tiempo muy bueno, aunque con algo de aire. Llegada al hotel, a descansar y, después, a la Feria del Corredor, a recoger el dorsal, a ver los stands que estaban instalados, y tras encontrarnos con Jorge y Eloy, marchamos para el hotel. Después a probar la típica sidra, y después una distendida cena con Jorge, Eloy, Alberto y Maricruz, para acabar la velada.
La mañana del sábado amaneció espectacular, sin apenas aire, y con una temperatura muy buena, para mí quizás algo alta, iba a ser una jornada bastante buena de atletismo, porque apenas soplaba el aire. Un poco de turismo, adquisición de regalos, y a comer con Antonio, Carlos, Josequi y Alvaro, y a recogernos al hotel, para prepararnos para la prueba, que empezaba a las seis.
Ya estábamos preparados, todo listo para el momento, cuando cada uno se encaminó, de su forma, unos corriendo, otros en vehículo, a la zona de salida, en el Complejo Deportivo Las Mestas. El ambiente iba creciendo, gente aún recogiendo dorsales, colas en los baños, corredores haciéndose fotos, pequeñas carreras, estiramientos, y tras la foto de equipo, de los once que íbamos a disputar la carrera, y encontrarnos con el amigo Mutu, asturiano de cepa que vivió varios años en Navalmoral, todo estaba listo para la batalla.
En solitario
Casi dos mil quinientos corredores en la zona de salida, con grandes espadas como Sergio Sanchez o Antonio Núñez, que iban a luchar por la batalla, y el resto a por nuestros objetivos, nuestros retos. Se da la salida, y todos a correr. Una salida, muy ordenada, con los que corren por delante, y cada uno en su ritmo, sin problemas para pasar, es una de las cosas que más me sorprendió de esta carrera. Ahí vamos juntos unos cuantos del club, Pintado, Alvaro, Josequi, Carlos, Maricruz y yo. Los del globo de 1:25 nos pasan según salimos, y poco a poco, según avanzamos por la Avenida de la Pecuaria, zona donde se situaba la línea de salida, el globo de 1:30 se va acercando. El ritmo de paso es bueno, el primer kilómetro en 4:07, el gps y el cartel están casi sincronizados. El segundo kilómetro seguimos a buen paso, haciendo el total en 8:20. Paso por la Universidad Laboral, precioso edificio, y ya se ve por el otro lado de la Avenida a los primeros, con Sergio Sánchez a la cabeza de un grupo de unos seis corredores, por detrás, algo lejos empiezan a aparecer los corredores, entre ellos Jorge. Eloy, Juan Carlos y Alberto Masa marchan por delante, Antonio, el Presi, con el lastre del Maratón de Madrid la pasada semana, se descuelga.
Giro a la rotonda, paso por el kilómetro 3, y nos alcanza el globo de 1:30. A estas alturas, Maricruz cede un poco, y vamos el resto, todavía con ganas de bromas, como el amigo Pintado; salimos de la zona de Las Mestas, y vamos corriendo paralelos al río Piles, hacia la Urbanización el Rincón, que bordearemos por su exterior. En este punto, con ligera pendiente, Pintado y Alvaro se van con el globo de la hora y media, Carlos y yo nos quedamos juntos, y Josequi, se va quedando hacia atrás. Seguimos nuestro paso, por calles con ambiente, que te dejan correr, porque no hay muchos desniveles. El gps marca los kilómetros antes que los carteles que ha puesto la organización. No veo los carteles del kilómetro 4 y 5. Avituallamiento líquido y a seguir con la tarea. El kilómetro 7 lo paso en 29:46, muy buen ritmo; según el gps llevo realizados 7,12 km. En este punto, cuando salimos al Paseo Marítimo, Carlos se marcha unos metros, y me dice que le siga, yo le respondo que voy a aflojar un poco, que quiero ir a mi ritmo. Aún queda mucha carrera. Mucha gente a ambos lados de la calle. 
Con Carlos
Vamos por el paseo, me encuentro a gusto, no quiero forzar, si hay fuerzas el final lo dirá. Aún así, a Carlos no le pierdo de vista. Vamos dejando el paseo, y nos vamos hacia la zona de Cimadevilla, los kilómetros pasan, y llegamos al avituallamiento del kilómetro 10, entrada a la Plaza Mayor, llena de agua y botellas de plástico, para cruzar camino del puerto. Esta mañana estuve por esta zona. La carrera se va estirando, vamos casi en línea, alguno me coge, alguno alcanzo, y ya es una lucha con uno mismo. Paso por el kilómetro 11, y me voy acercando al kilómetro 12, donde me comentaron había un importante repecho. Ahora es donde hay que empezar a tirar de fuerzas. Y, efectivamente, es la Avenida Galicia, la que mira hacia arriba. Por delante van tres o cuatro corredores, voy a intentar alcanzarlos y quedarme con ellos. Llego a ellos, pero veo que van algo tocados, y que mi ritmo es superior, por lo que, sin mirar más, tiro para delante, con mi zancada, con mi paso, hasta llegar al punto más lejano de la carrera, respecto de la zona de meta, así que ahora hay que ir recogiendo hasta llegar al final. Es la zona más desangelada de público, pero son largas rectas, pocos giros, que te permiten seguir a un ritmo fijo. Según el Gps, el kilómetro 14 lo paso por debajo de la hora, aunque según la señalización de la carrera la sobrepasaré.
Tras dejar la Avenida de Juan Carlos I y la del Marqués de San Esteban, vamos dirección a la zona del casco antiguo de la ciudad. Me tomo el gel, trago de agua, en el avituallamiento del kilómetro 15, y a seguir. A lo lejos veo una camiseta de mi club, puede ser Antonio Pintado. Creo que le alcanzaré. Según me voy acercando, veo que se trata de Juan Carlos Alonso, el cual no parece ir muy fino. Al final le alcanzo, y observo que se está dejando llevar, así que me voy para adelante. Se vislumbra la figura de Carlos Tapia en la lejanía. Al salir, nuevamente, al Paseo Marítimo, ya le he alcanzado. Pregunto qué tal va, y dice que ha aflojado un poco, así que según le cojo, se pone a mi rebufo y yo sigo tirando. Un vecino de nuestro pueblo está aplaudiendo a todos los del club que pasamos por allí. Qué sorpresa. Nos alcanza una pareja, un chico de camisa amarilla y una chica de camiseta azul. Vamos hacia el kilómetro 18, y noto que Carlos va cediendo, que le cuesta seguir el ritmo, y se va quedando. Yo ya no voy a parar. La pareja se va por delante, aunque unos metros. Yo empiezo a sacar mis fuerzas, voy cada vez mejor, lo que he ahorrado al principio me viene bien ahora. 
Vamos por la Avenida del Molinón, que rodea el Parque de Isabel la Católica, dirigiéndonos al Estadio del equipo local, que ese fin de semana firmó su descenso casi matemático a Segunda División. Bordeamos el estadio, ya van quedando muy pocos metros. La parte posterior de la pierna derecha me empieza a dar algún pinchazo, pero cesa y sigo. Cuando damos toda la vuelta al estadio, vemos los que se van acercando a la meta. Estamos cerca del final.
Llegando a la meta
Cogemos la Calle Ezcurdia, última vía antes de enfilar la recta que nos llevará para la zona de meta, giraremos y ya estaremos en los mil quinientos metros finales. Pero se hace eterna, se hace larga, no se ve a ningún corredor girar. ¿Cuándo se acabará? Sigo corriendo, con algo de ansiedad, es lo que hace el desconocimiento. Traseras de la plaza de toros, una calle más, y, al final, llegamos al giro a la izquierda. Sigo dejando gente atrás. La pareja sigue por delante.
Estoy en la Avenida de la Costa, última calle antes de acceder a la meta. Arco del kilómetro 20, botella de agua, dos tragos y a por lo que queda, ya no hay que cejar en el esfuerzo, la calle mira en descenso, leve, pero descenso al fin y al cabo. Giro a la derecha, y estoy en la entrada del Complejo Deportivo. Una pequeña subida, paso por la puerta y acceso al velódromo, donde está la meta. Todo lleno de gente. Es ver la pista, y venirme a la cabeza la cantidad de vueltas que he dado a la pista de mi pueblo en estos dos meses últimos, y mis piernas se aceleran, por lo que empiezo a pasar corredores. En la última curva, adelanto a la pareja de la chica de azul y el chico de amarillo, y en los últimos cien metros, adelanto aún a algunos más. Cruzo la meta en 1:30:57, por debajo de mi objetivo, lo he logrado. He culminado mi carrera número 70 de la distancia.
Antes han llegado Jorge, 16º de la general, Alberto, que pinchó al final, Eloy, Alvaro y Pintado, por debajo de la hora y media, con mejor marca personal de estos dos últimos. Tras de mí, Carlos Tapia, que también ha logrado su marca personal, luego lo hace Josequi, Juan Carlos, Maricruz y cerrando el grupo Antonio, todos por debajo de la hora y treinta y seis minutos. Muy satisfecho, lo he logrado, lo he conseguido, mi objetivo de volver a bajar de la hora y treinta está más cerca, algo que creía impensable al principio.
Hemos corrido en un circuito que estaba homologado, así se ha vendido, pero todos los relojes dan más metros, en mi caso habla de 21.360 metros. Si eso es verdad, habría bajado de los noventa minutos. Un detalle que le ha faltado a la prueba, muy bien organizada, es la entrega de una medalla conmemorativa al final.
Tras cambiarnos y vernos todos los compañeros, poco a poco, nos vamos para el hotel, andando, porque de la zona de llegada al hotel hay un cuarto de hora escaso andando. Una ducha, a ponerse de guapos y a salir a cenar, compartiendo el momento, nuevamente, con los mismos de la comida. Y después, un paseo por la zona antigua, unas sidras y a recogerse para afrontar la mañana siguiente el viaje de vuelta. La noche estupenda, sin frío, sin aire.
En la Plaza Mayor de Gijón
Por la mañana, es abrir la ventana y nos recibe el día con aire, agua y frío, vaya cambio. Salimos de la ciudad gijonesa con un gran recuerdo, y me encamino hacia la capital Oviedo, donde compartiremos un café con la familia asturiana de mi madre. Aprovechando que el lunes es festivo, nos vamos a Valladolid, a estar con mis tíos Juan y Pepa, y sus hijos, mis primos hermanos, seis en total, a los que hacía años que no veía. Aunque hace un frío importante, la calidez de la jornada que hemos vivido mitiga cualquier baja temperatura. Gran tarde, intercambiando recuerdos, anécdotas, e intentando que la diferencia de tiempo que tardemos en vernos sea menor. Ojalá sea verdad.
El lunes, ya, por fin, regreso al domicilio. Se acabó un gran fin de semana, unas grandes jornadas, que quedarán grabadas en mi recuerdo por siempre. Ya hay un objetivo en la mente, correr el Medio Maratón de Valladolid, a finales de septiembre.
Ya solo queda ir rematando la temporada, si hay alguna carrera que me apetezca realizar, me enfrentaré a ella, si no bajaré un poco el ritmo, y cogeré algo la bicicleta, meteré algo de natación, para luego empezar a prepararme, para un nuevo período que espero sea, al menos, tan fructífero como éste.
Para terminar, y siguiendo con mi costumbre de daros a conocer la música que me acompaña en mis entrenos, como homenaje a mi familia vallisoletana, os dejo la canción LA SENDA DEL TIEMPO del grupo Celtas Cortos, que es de esta ciudad.

1 comentario:

  1. Genial Faustino. Encantado de haberte podido ayudar a conseguir tu objetivo. Para mí ha sido un placer haber contado contigo para mi investigación. Tu disciplina, motivación y amor a este deporte harán que sigas disfrutando de él. Gracias por tu ayuda y compromiso. Te deseo lo mejor.

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