martes, 16 de enero de 2018

SAN SILVESTRES 2017

El último fin de semana del año 2017, era fin de semana de San silvestres por toda España, y si el año anterior, participé en dos pruebas el mismo día, en esta ocasión, al ser el día 31 de diciembre domingo, se convocaron pruebas tanto el sábado como el domingo, y así el sábado, por la tarde, participé en la IX edición de la San Silvestre de Jaraiz, y el domingo por la mañana en la XXXV San Silvestre de Talavera de la Reina, en ambas con resultados muy satisfactorios, que vienen a corroborar un, para mí, fantástico final de año.


Pero voy a pasar relatar ambas pruebas de forma separada.

IX SAN SILVESTRE DE JARAIZ DE LA VERA
Con los amigos del C.D. LANCHACABRERA
Era ya la novena edición de esta prueba, a la que tengo gran aprecio, y volví, un año más a participar, y ya van, con ésta, un total de cuatro ocasiones. Dada la fatalidad ocurrida días antes, me vi participando en solitario, como miembro del Club, en esta carrera. Y hasta allí me encaminé con mi señora.
Llegamos a la Plaza Mayor, centro neurálgico de la prueba, cuando estaban empezando a montar todos los elementos necesarios, y allí estaba la mesa de inscripciones esperándome. Tras los primeros saludos, abrazos y demás, con los amigos de Lanchacabrera, fui a incluirme en la relación de inscritos, dándome el dorsal número 69, que coincide con mi año de nacimiento.
Después, tras seguir saludando a la gente, muchos amigos que he hecho en este deporte, donde el compañerismo y la amistad son monedas de cambio, me fui a poner el traje de “faena”. En esta ocasión opté por la republicana, la camiseta claro, la anterior a la que ahora llevamos.
En solitario, transitando por la segunda vuelta
La tarde no era muy fría, así que con mangas cortas, y sin guantes, hice los primeros rodajes de calentamiento, viendo que la pierna izquierda me permitía moverme con facilidad. Poco a poco nos vamos acercando los casi ochenta corredores que vamos a tomar parte en la prueba grande a la línea de salida. Allí están los favoritos, lógicamente, colocados al frente del pelotón, esperando que se dé la salida.
Y se da el bocinazo de salida, y todos a correr. Giro a la izquierda, bajando por la calle Herreros; no he salido mal. Los primeros ya van cogiendo posiciones. Dos giros de noventa grados, a izquierda el primero, a derecha el segundo, en apenas cincuenta metros, para encarar la zona más llana del recorrido, que nos va a llevar a la Av. Doctor Fleming. Aquí voy junto a Marcial, y nos alcanza en este momento Mercedes Pila, quien viene bastante agitada. Nos vamos los tres juntos durante un tramo, hasta que comienza el tramo de subidas, cortas, pero exigentes, que nos llevará a la zona de unifamiliares, para, una vez saliendo de ellas, nos enfrentamos a la entrada del Cuco, pequeño callejón, con arco, que nos devuelve al interior del pueblo, a través de la calle Rincón, y de ahí, la larga subida, empedrada, que nos llevará hasta la Iglesia, donde a su altura, giraremos a la derecha, por la calle Herradores, y nos guiará la Plaza Mayor, teniendo que dar otras dos vueltas más.
Llegando a la meta, con Marcial
La carrera se ha quedado, para mí, muy clara. Mercedes se marchó, y por delante tengo como referencia al amigo Marcial, al que no pierdo de vista, voy manteniendo la distancia, y viendo que no viene nadie por detrás que pueda alterar mi posición, simplemente mantengo el ritmo, sin tener que acelerar mucho más. Pasamos la segunda vuelta, en la misma tesitura, y nos aprestamos a hacer los escasos mil quinientos metros que quedan, sin tener que apretar mucho más, máxime, cuando al día siguiente tengo una nueva carrera.
Bajamos por la calle Vargas, buscamos la Avenida del Doctor Fleming, aprieto en los giros y contragiros antes de llegar a las viviendas unifamiliares, zona exigente para mí, con la intención de no descolgarme demasiado. Salgo bastante bien de estos tramos, y sigo manteniendo a Marcial a distancia. Subimos la última calle, Pedreros, hasta llegar a la Iglesia, y en ese momento el gran Marcial se gira, me busca con la mirada, y me espera, para llegar juntos a la línea de meta. Nos están esperando dos chicas, amigas de Marcial, y entramos los cuatro juntos bajo el arco de llegada. Sin duda, una gran imagen, un gran detalle de esta gran persona, gran amigo, que he conocido en este mundo.
Tiempo final 19:12, para un circuito de 4,3 kilómetros, de subidas y bajadas, siendo el vigésimo quinto de un total de sesenta y siete corredores llegados a meta. Mi mejor marca en este circuito, y como referencia decir que respecto de la anterior edición, he bajado un total de treinta y siete segundos.
En el podio, a mi derecha Gonzalo Bernabé
Ahora, a esperar la entrega de trofeos, porque con la configuración de las categorías que han hecho en esta ocasión, me favorece, ya que la categoría de Veteranos B es a partir de mi año de nacimiento, y ante la falta del amigo Dionisio, y algunos más, puedo estar bastante arriba. Pero lo que no esperaba era estar tan arriba, y es que subo al podio como campeón de la categoría, me llevo una gran alegría. Aunque aventuraba la posibilidad de subir al cajón, no lo esperaba en tan alta posición. Un trofeo muy especial para mí, por ser la carrera que es, donde acudo por la gran amistad que tengo con los organizadores, y el gran trato que dispensan. Tras el Cross de la Ermita, este es el segundo premio que me llevo de este pueblo.
Me acompaña en el podio Gonzalo Bernabé, pareja de Mercedes y José Luis Sánchez, quien no esperaba subir, y se había ido. Tras las fotos de rigor y los saludos correspondientes, me fui con los amigos Tachin y Nieves a tomarnos unas cervezas para celebrar el fin de año. Y después a casa, a descansar, ya que al día siguiente tocaba ir a Talavera de la Reina.

XXXV SAN SILVESTRE DE TALAVERA DE LA REINA
El Merendero, al completo
Y dicho y hecho, la mañana del domingo amaneció pronto; el día apareció nublado, y daban algo de agua para más allá del mediodía; con un poco de suerte, nos íbamos a librar de mojarnos. A esta carrera acudimos los integrantes del grupo de “El Merendero”, que está compuesto por quien esto escribe, su señora, y mi compañera Nieves y su marido Teo, que se han aficionado a las carreras, y les estuve hablando maravillas de esta San Silvestre, sin duda, un gran evento atlético, con un increíble ambiente, y una gran participación. Es la carrera perfecta, por distancia, apenas 6,5 kilómetros, completamente llanos, y la cantidad de gente que participa, más de dos mil atletas.
Y hasta allí nos encaminamos, llegando temprano, y comenzó la aventura de buscar aparcamiento, aunque hay que decir que lo encontramos con relativa facilidad.
Cuando llegamos a la zona de la piscina climatizada, lugar donde se dan los dorsales, el ambiente estaba ya totalmente creado, muchísima gente por allí, algunos disfrazados, otros que íbamos más “serios”. Recogida de dorsales, con bolsa del corredor, caldo incluido, camiseta, zumos. De ahí nos vamos a tomar un café, para relajar los posibles nervios, y a pasar por el servicio antes de la batalla. Después al coche, a soltar las bolsas, a prepararnos, a uniformarnos para la carrera. Ungüentos, vaselina y cremas para dolores, y a cerrar el coche. Después para la zona de salida y meta, a soltar la mochila en el ropero que han instaurado este año, un gran acierto, ya que las carreras que habitualmente se realizan en la ciudad de la cerámica no lo suelen tener.
Tras realizarnos la foto de rigor los cuatro, yo me despido de los compañeros, para buscar una buena zona de salida, y es que el año pasado, perdí mucho tiempo en la salida, ya que me coloqué en el medio del pelotón, lo que dificultó mi avance durante los primeros setecientos metros que son los que te llevan hasta la Avenida Francisco Aguirre, donde la calle es más ancha.
En esta ocasión me fui a colocar junto a la cinta que separaba a los “mortales”, de los cincuenta y de las cincuenta primeros corredores de la edición pasada. Me sitúo al lado de dos chicos jóvenes, que tienen intención de hacer unos 23 minutos, a lo que les respondo que yo quiero hacer unos veinticinco. Cuando les pregunto la edad, me dicen que tienen 22 años, yo les contesto que 48, a lo que me miran con cara de asombro.
Tras cruzar la meta
Cuando apenas faltan dos minutos, rompen la cinta, y avanzamos hacia la línea de salida. Esta vez sí, esta vez me he colocado bastante bien. Dan la salida, con una cuenta atrás, y tras el bocinazo, todos a correr.
Los primeros metros, lógicamente, son rápidos, máxime cuando apenas hay obstáculos que te impidan correr con cierta fluidez. Los primeros seiscientos metros, rectos, se acaban y giramos para entrar en la Avenida Francisco Aguirre, y cuando apenas llevamos 750 metros, aparece el cartel del primer kilómetro. Pronto lo ha puesto el que se ha encargado de ello. Vamos a seguir, me voy a guiar por el gps, ya que hablan de un recorrido de unos 6,4 kilómetros. Un poco más adelante, por la otra parte de la calle, de cara, veo a los primeros corredores, y el que domina con una facilidad casi insultante es el triatleta olímpico Fernando Alarza, quien saca más de cien metros a un grupo de unos cinco corredores que van detrás de él.
Llegamos al primer giro de 180º de la carrera, muy conocidos en las carreras de esta ciudad. Y ahora viene una larga recta por la Avenida Francisco Aguirre, donde me abro un poco a la derecha para que no me entorpezca nadie y pueda seguir adelantando corredores. En la posición que voy adelanto a algún atleta, aunque es cierto que a pocos, ya que el ritmo es bastante parecido. Mi reloj indica que el primer mil lo he hecho en 3:49, un gran registro. Cuando llevamos 1.750 metros, aparece el cartel del segundo kilómetro. Creo que arrastran el error del primer kilómetro, y los demás están bien colocados en relación al uno. Va a servir como referencia, para saber por dónde ando.
Cuando voy por el kilómetro dos, adelanto al gran Antonio Mohedano, veterano atleta de setenta y un años, gran corredor, con un ritmo increíble, al que me cuesta ganar en más de una ocasión. Le animo, me saluda y sigo para adelante. Giro por la carretera de Cervera, para buscar la Avenida Pio XII, donde haremos un centenar de metros, antes de ir por la calle Comuneros de Castilla, larga recta, en la que sigo adelantando a algún corredor. Apenas me adelanta a mí alguno.
Por estas calles, de barrio, la gente está volcada con la carrera, encontrándome, incluso, con unos vecinos que tienen puesto un avituallamiento con dulces navideños, zumos, chocolate. Dan ganas de pararse, pero hemos venido a correr. Buscamos la zona antigua de la ciudad, y al llegar a la altura del kilómetro cuatro, una corredora decide abandonar, va bastante delante, pero dice que no puede más. Quizás se ha exigido más de lo que podía, y viendo que no va a alcanzar su objetivo, quizás subir al podio, decide abandonar. Yo sigo a lo mío. Llegamos a la Plaza Puerta de Cuartos, que nos llevará por calles más estrechas, por la zona más monumental de Talavera. Mi ritmo lo veo sostenido, sigo bien, la pierna me respeta.
Con Fernando Alarza, el gran triatleta olímpico
Paso por la Plaza de San Andrés, y tras esto, una larga calle que nos lleva a la Plaza del Reloj, donde dan comienzo las dos arterias comerciales de la localidad, llegando en una pequeña subida. Cuando entras por estas calles, peatonales, hay un gran gentío, una gran animación, todo el mundo animando, aplaudiendo, los pelos se te ponen de punta, las piernas corren más, aún, si pueden. Ya solo queda pasar por la calle Trinidad, antes de salir a la Avenida Pío XII. Todavía sigo adelantando a algún corredor. Delante de mí va una chica, llamada Sandra, porque la están animando constantemente, a la que creo que llegaré a alcanzar. Cuando me veo en la Avenida, acelero el ritmo, me noto con fuerzas, con ganas, siento que todavía puedo dar algo más. Dejo atrás los dos centros educativos, y ya se adivinan los primeros árboles del Parque Enrique Tierno Galván, que hay frente a la llegada. 
Entro en la zona de meta, en la Avenida de Juan Carlos I, una gran cantidad de personas situadas en cada una de las separaciones de las calles, animando, aplaudiendo, sigo con fuerzas, con ganas, sigo avanzando. Falta el último giro de ciento ochenta grados, para encarar los apenas doscientos últimos metros. Adelanto a Sandra en este giro. Y sigo corriendo, con mucha alegría, con mucha fuerza. Esta vez no me adelanta nadie en estos últimos metros, como casi siempre me pasa. 
Se acabó la carrera, paro el crono en 25:23, para una carrera de 6,400 kilómetros, a casi cuatro minutos el kilómetro. Un gran tiempo, un gran crono, que me da más confianza aún si cabe. He finalizado en el puesto 149º de la general, de un total de 2.034 corredores llegados a la meta, con dorsal, porque sin dorsal habrá habido, por lo menos otro centenar, si no más. 
Y es que la gente se mete a correr sin inscribirse, lo cual es una temeridad para su propia salud, ya que si les ocurre algo, deben sufragarse ellos mismos los gastos; y por otra parte, es una falta de respeto para los que pagamos por la inscripción, para realizar, de forma reglada y segura, una actividad; así como también es una desconsideración para el trabajo de organizadores y voluntarios, que se vuelcan en un evento, echando horas para que todo salga adelante, y gente con falta de civismo lo puedan tirar al traste. Creo que por cinco, u ocho euros, que cuesta tomar parte legalmente en esta carrera, no supone ningún robo. Por otra parte, el comentario que hacen algunos que a saber dónde irá el dinero, pues el mismo, como organizador que soy en un evento, va para los seguros, obsequios, camisetas, cronometraje, etc. Y es que un evento de esta magnitud tiene multitud de detalles que se escapan a quien no conoce este mundo, y hablar así demuestra una total ignorancia y una falta de respeto. En fin, lo de siempre.
Tras terminar, me voy al ropero, a recoger mi mochila, y a esperar a mis compañeros, y me encuentro con el vencedor de la prueba, Fernando Alarza, al que le pido hacernos una foto, y se ofrece sin ningún problema. Parece un gran tío. Como curiosidad, decir que ha hecho el recorrido en 18:50.
Después van llegando Teo, Nieves y mi mujer, Mariví, por este orden, quedando todos sorprendidos y satisfechos por el ambiente que había, para repetir nuevamente.

Bueno, pues tras esta carrera, cierro el año 2017, donde he realizado casi 2.750 kilómetros, habiendo invertido un total de 217 horas, y participado en veintiuna carreras, de ellas nueve medio maratones, consiguiendo bajar, nuevamente, de la barrera de los noventa minutos en los veintiún kilómetros.
Espero que este año 2018 sea, por lo menos, igual de provechoso que el que hemos dejado atrás, que pueda seguir corriendo, me respeten las lesiones, y no pierda la pasión y la ilusión por este deporte.
Para finalizar, os dejo la canción “Miedo” del grupo M CLAN, de su disco DOS NOCHES EN EL PRICE, donde el gran Carlos Tarque comparte escenario con Enrique Bunbury y Carlos Raya.

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