martes, 7 de mayo de 2019

XXXVII MEDIO MARATON CIUDAD DE GRANADA

Haciéndonos alguna foto

Allá por el mes de junio de 2018, en la Asamblea General del Club, se decidió que la prueba oficial de Medio Maratón para la temporada 2018/2019 sería el Medio Maratón Ciudad de Granada. La carrera era el sábado por la tarde, lo que para las salidas oficiales siempre es más positivo, porque yéndote el día antes, te permite disfrutar de la ciudad. 
Pero este año la fecha fijada, el día 27 de abril, chocaba con la adelantada convocatoria de las elecciones generales, que serían el domingo día 28, y que afectó a pruebas en España, como el Maratón de Madrid. Pero, rápidamente, la organización, emitió un comunicado diciendo que no había problemas con la carrera, y que ésta se haría. 
Las circunstancias con las que iba a afrontar esta prueba, exigente por otra parte, según los comentarios de conocidos, no eran las mejores, por cuanto el músculo piramidal, me está dando más lata de la esperada, y es que desde el día 24 de marzo, que corrí el Medio Maratón de Badajoz, de todos los intentos que hice, solo pude entrenar seis días antes de la carrera, y siempre con molestias, y el resto de intentos las molestias eran bastantes, lo que me impedía salir. Contando, igualmente, que día que salía, hacía muy difícil salir el siguiente. Pero estaba inscrito, y, en principio, iba a estar en la línea de salida. 
La fecha en la que la carrera se celebraba aventuraba bastante calor, pero al empezar a las 19:30 horas, haría que la temperatura menguara un poco, o al menos eso esperaba. 
Partimos el viernes a media mañana con dirección a la ciudad nazarí, y rondando las cinco de la tarde ya estábamos en nuestro destino. Llegamos al hotel, dejamos los bultos, y nos acercamos a recoger el dorsal, a la Feria del Corredor, situado en el Complejo Deportivo Nuñez Blanca, donde acabaría la carrera al día siguiente. Estuvimos haciéndonos algunas fotografías, y, ya tras esto, fuimos a tapear por los bares de la ciudad, que tenía un gran ambiente. Alrededor de la medianoche, nos retiramos para el hotel. 
Seguimos con las fotos
La mañana de la carrera, apareció calurosa, y sin aire. Era mañana de turismo, y tras dar cuenta del desayuno, partimos a conocer las zonas más turísticas de la ciudad, como el Albaicín, y hasta el Mirador de San Nicolás, llegamos, gozando de una de las grandes vistas de la ciudad, con la Alhambra al fondo. Posteriormente, fuimos bajando hacia el centro, donde todo el equipo comimos, y, después nos recogimos en el hotel, para echarnos una siesta, para estar relajados y descansados para la carrera. 
A las seis y media, estábamos todos en el hall, y tras las fotografías de rigor, fuimos andando a la zona de salida, situada junto al complejo deportivo. Fui a entregar la mochila al ropero, y había una gran fila, que se movía muy lentamente, por lo que al final mi mujer se tuvo que quedar esperando para entregarla, porque la hora se echaba encima. Me fui para la zona de salida, a la que se accedía por unas puertas, que estaban colapsadas. Así que en la entrada tuvimos que esperar Raúl y yo, hasta que se dio la salida, para acceder a la calle. Así, con casi dos minutos de retraso, pasamos bajo el arco de salida. Era una carrera muy exigente, por lo que dijo Raúl, lo que unido a mi estado físico, me hizo salir con cautela, y en puestos muy retrasados, iría adelantando durante toda la carrera, si es que podía hacerla. Las molestias de comienzo, según fue calentando la zona del piramidal, fueron minimizándose. 
Antes del primer kilómetro, íbamos juntos Rubén, Carlos, Raúl y yo. Las calles estaban llenas de corredores, y no eran muy anchas, por lo que nos costaba adelantar. Si alguno se iba un poco hacia delante, y se quedaba solo, buscaba a los otros con la mirada y esperaba. El primer kilómetro lo hice en 5:10. Seguimos corriendo, voy intentando esquivar a corredores más lentos. Un atleta hace un quiebro, se frena, me tropiezo, y me caigo. Gracias a que los que van a mi alrededor, tampoco van muy rápido, consigo no ser arrollado, me he golpeado una rodilla, pero no me impide seguir corriendo. Al final de la calle se ve a mi hermano Agustín, quizás podría irme con él, pero con el miedo, o cautela, con el que salgo hoy, prefiero reservar. Sin embargo, Rubén, que se ve fuerte, se marcha a por él. Al final, nos quedamos Raúl, Carlos y yo. Vamos buscando el tercer kilómetro, por calles ya más anchas, y como la carrera se va estirando, vamos más a gusto. Yo no quiero forzar, me lo voy a tomar como un entrenamiento largo. Les digo a mis compañeros que se marchen, pero dicen que no, que vamos bien los tres juntos. Pasamos por uno de los puentes que salvan el Río Genil, saliendo hacia los exteriores de la ciudad. 
Un rato de tapeo por Granada
Dejamos a la izquierda, el parque de la Huerta de San Vicente, pasamos por debajo de la carretera Bailén – Motril, transitamos ahora por una zona más despoblada, y en menos de mil metros, volvemos a pasar por debajo de la carretera, y estamos dentro de la zona urbana. Vamos paralelos a esta vía, y llegamos al kilómetro 5, primer avituallamiento de agua. Mierda, son vasos, y con pocos voluntarios, pero un poco más adelante dan botellas. Menos mal. Dos tragos, y a seguir. No voy mal, no voy rápido, pero aguanto. 
Tras pasar el kilómetro seis, pasamos por debajo de las vías del tren. Raúl advierte, que ahora viene un primer tramo de ascenso, que nos llevará hasta el séptimo kilómetro. Este primer tercio lo hago en 34:40, con unas previsiones por debajo de la hora y cuarenta y cinco minutos. No me encuentro mal. Sigo corriendo, afrontamos nuevas calles, nuevas vías, y ahora una calle recta, muy larga, el Camino de Ronda. Giramos a la izquierda, por la Universidad de Granada. Y hacemos la carrera por un paso subterráneo, largo, y echando la mirada arriba, veo una gran cantidad de gente animando encima del paso elevado, y a los lados. La verdad es que hay bastante ambiente en las calles. 
Vamos a por el décimo kilómetro, y hasta este momento la carrera se hace bien, con alguna ligera subida, pero asequible, porque también te dejan recuperar algunas bajadas. Vamos por la Avenida Pulianas, sigo con Carlos y Raúl, giramos a la derecha, nuevamente a la derecha, kilómetro once, Paseo de la Cartuja, hasta que encaramos la Carretera de Murcia, la que nos llevara en subida, sin descanso, a la primera ascensión seria de la carrera, que nos conducirá al Albaicín. La carretera se empina, pero la subida, aún siendo larga, es sostenida, varias revueltas, y llegamos al final. La organización indica los trescientos, doscientos y cien últimos metros del ascenso. Al fin, coronamos. Raúl y Carlos me sacan unos metros, pero los mantengo con la mirada. Giramos a la izquierda, por la calle Pagés, empezando el descenso, por calles adoquinadas y empedradas. Al instante, me alcanza Andrés, y se marcha para delante. Es este un tramo en el que vamos a ir por calles muy estrechas, todas empedradas, pero con bastante gente a cada lado de la calle. 
Sigo adelantando corredores. Algunas curvas son muy cerradas, y algún que otro corredor se cae o se tiene que parar, los tramos rectos son muy cortos. Agarro el gel, para tomármelo, y se me cae, con lo que me tengo que dar la vuelta para recogerlo. He perdido de vista a Raúl, Carlos y Andrés. Vamos terminando por la calle Panaderos, y pasamos por el interior del Arco de las Pesas, donde han puesto una rampa de madera para salvar las escaleras. Hay un gran gentío a la salida. Seguimos bajando,pero sabiendo que falta la peor subida de la carrera, eso hace que no te tires para abajo a todo tren, sino reteniendo. 
Poco antes de la carrera
Tras salvar el arco, nos encaminamos por el Callejón de San Cecilio para el Mirador de San Nicolás, rodeamos la iglesia, y seguimos en descenso, hacia el Sacromonte. Giros y más giros, para llevarnos por el Carril de San Agustín, donde está situado el kilómetro 14, que lo pasaré en más de setenta y dos minutos. Seguimos bajando por la Cuesta de Chapiz, para ir después en descenso continuo, por la Carrera del Darro. Ahora adelanto a mucha gente, y es que los del ¼ de maratón que salieron desde el Albaicín, lo hicieron unos minutos antes que nosotros pasáramos por allí, así que ahora, no sé si estoy adelantando corredores del Medio o del Cuarto de Maratón. Salimos a la Plaza Nueva, tras sobrepasar el kilómetro 15, y ahí está el giro hacia la Alhambra, por la Cuesta de Gomérez. 
Por el Albaicín
Aquí ya el desnivel empieza a ser muy fuerte, la carretera no hace más que mirar hacia arriba. Los pasos se acortan, el corazón se acelera. Pasamos por la Puerta de las Granadas, y estamos ya en el recinto de La Alhambra. Ya hay mucha gente que va andando. Yo sigo corriendo, y a mi lado, andando, va un corredor con una camiseta de la Legión. En este momento, me doy cuenta que voy igual corriendo que andando, así que me pongo a andar. Unos segundos más tarde reinicio la carrera y, teóricamente, alcanzamos la cima, pero la carretera no deja de subir, aunque bien es cierto que se atenúa el desnivel. Giro de 180º dejando a un lado la Puerta de la Justicia, por la calle Real de La Alhambra. Ahora dejo atrás la Puerta de los Carros, giro de 180 grados, nuevamente, y ya voy, descendiendo, por el Paseo del Generalife. Por la calle Antequeruela Baja, dejo atrás el kilómetro 17, la noche ya ha empezado a adueñarse de la ciudad, las gafas de sol sobran. 
Seguimos yendo por calles estrechas, donde hay muchos corredores todavía juntos, adelanto a bastante que van más lentos que yo. Paso por la calle Molinos, Plaza del Realejo, y Calle Santa Escolastica, para salir a la Plaza de Isabel la Católica, acabando ya el adoquinado, y volviendo a la zona más urbanita de la ciudad. Solo quedan tres mil metros. Seguimos bajando, pero menos. Giro a la izquierda, entre un estrecho pasillo que dejan los espectadores a cada lado de la calle. En este momento, alcanzo a Andrés, y no me sigue, tiene que ir tocado. 
Al ir de noche, uno pierde la perspectiva del lugar en que se encuentra, y lo que queda para el final. El trazado se pone en llano. Voy por la Carrera de la Virgen, accediendo a los paseos paralelos al río Darro, donde está situado el kilómetro 19. Sigo avanzando por este boulevard, algo perdido, pero siguiendo la carrera. Giro a la izquierda, hacia la Avenida Picasso, donde está el kilómetro 20. Antes hay un grupo de música tocando “Paquito el Chocolatero”. Aparece el cartelón. Ya solo quedan 1.100 metros, y voy, la verdad, bastante tocado, el ritmo es muy lento, cadencioso, hay momentos en los que pienso en parar, pero en otros momentos, decido que no merece la pena. 
Entrando en meta
Nuevo giro a la izquierda, y accedo a la calle Andrés Segovia, donde está el Complejo Deportivo, la meta. Aquí me acuerdo de la sede del Partido Popular a la izquierda, después un supermercado a la derecha, y al fondo se ven los focos de la instalación, ya sí, ya está todo hecho. Unas zancadas más, y entro en el recinto. Mi mujer me llama, me anima, sigo corriendo, el arco de meta, al final de la recta de la pista de atletismo. El reloj oficial me dirá que he hecho la carrera en 1:53:12, mi reloj dirá que en 1:51:57. Al fin se acabó, mucho sufrimiento, en una prueba muy muy exigente. 
Me miro la rodilla, la tengo ensangrentada, voy al puesto de la Cruz Roja, donde, amablemente, me limpian la herida, y después me voy a recoger mi medalla y el avituallamiento, y hay un atasco increíble, tardamos casi media hora en salir del recinto deportivo. Voy a coger mi bolsa, para cambiarme, y abrigarme un poco. Pero recoger la mochila es otra aventura de paciencia, otra media hora, que te da para hablar con unos y con otros. 
Poco a poco, los compañeros vamos encontrándonos, y me hacen llegar la noticia que Jorge ha sido subcampeón de su categoría, una gran noticia. Así que, tras cambiarme, nos vamos los compañeros al podio a aplaudirle, y allí nos hacemos una foto con un tal Martín Fiz. 
Así que, rondando las once de la noche, abandonamos el recinto con destino al hotel, para ducharnos, cambiarnos y salir a intentar cenar, porque a las doce ya está todo prácticamente cerrado. Al día siguiente, tras desayunar, poco a poco, los miembros del club vamos abandonando la ciudad, con destino a nuestros domicilios. 
Con Martín Fiz
En resumen, un gran fin de semana, de carrera, turismo y compañerismo, donde no he rendido a mi mejor nivel, porque no estaba, ni estoy, bien físicamente, pero ya son, con éste, noventa y cinco medios maratones. La centena está tan cerca, y tan lejos, y tengo que intentar hacer una prueba más, al menos, antes de finalizar esta temporada, para iniciar la próxima más desahogada. 
En cuanto a la carrera, decir que efectivamente es dura, muy exigente, según la organización, la prueba urbana más dura de Europa. El recorrido espectacular, por toda la parte antigua de la ciudad nazarí, y pasando por delante de los principales monumentos, y un ambiente espectacular en las calles. Pero en cuanto a la gestión del ropero, y del avituallamiento en meta, tienen bastante que mejorar. 
Pero lo que tengo claro de todo este fin de semana, de la situación en la que he llegado, y del resultado obtenido, es que Granada me debe una. Tengo que volver para resarcirme de esta carrera. 
Termino, como habitualmente vengo haciendo, con una canción, en esta ocasión, de un grupo que me han recomendado, LA RAIZ, y su canción llamada “Entre poetas y presos”.

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