Tras Peraleda, tras unos buenos entrenamientos, con mejores sensaciones que lo que venía arrastrando todo el verano, me apresté a enfrentarme a la Carrera de San Miguel, que este año celebraba su 30ª edición, y donde en la pasada edición conseguí subir al podio de mi categoría.
Sin embargo, este año sabía que no iba a ser igual, porque mi estado de forma no es el mismo que a estas alturas de la pasada temporada, a lo que hay que unir que tan solo se recogían dos categorías de veteranos. La de Veteranos A hasta los 40 años, y otra, la de Veteranos B, a partir de 41 años, donde se incluían todos los corredores que pasaran esta franja de edad. Viendo la gente que se presentó a la prueba, el objetivo, sencillamente, era imposible. Así que lo único, ir a correr y a intentar hacer un buen resultado personal.
Así, una hora antes de la carrera, me presenté en el Parque Municipal, donde se hacían las inscripciones, entregándome el dorsal número 365. Al instante, llegaron Antonio, Manolo y Güito y un poco después Jorge. Tras recoger todos los dorsales, nos fuimos a poner “guapos” para la carrera, y nos fuimos a calentar.
Dimos una vuelta por el circuito, para que algunos que nos acompañaban supieran cómo era, y al llegar a la altura de la Iglesia de San Andrés, un cambio, este año no se rodeaba el edificio, sino que se seguía por la calle peatonal, habiendo una valla, a la que había que dar un giro de 180º, no es lo mejor, pero es lo que hay.
Después, llego al parque, tras la vuelta de calentamiento y allí sigo saludando a otros corredores con los que coincido en otras pruebas, que ya son amigos, apareciendo nuestro compañero Fran.
Ya se va acercando el momento de empezar la carrera, que se ha fijado para las 19:20 horas, aunque, como casi siempre, y debido al número de participantes en las categorías menores, se suele retrasar. Ya veremos. Pero no, a las 19:15, Tomás, el speaker de la prueba, llama por última vez a los corredores. Saldremos con algo de adelanto.
Últimas indicaciones de los jueces de carrera, pistoletazo de salida y todos a correr. Las piernas se notan bien, el ritmo que he puesto, que no parece muy alto, lo llevo bien, pero hay que ser prudentes, son cinco vueltas. Las tres chicas que se van a jugar la prueba en su categoría se marchan para delante, y yo me quedo en un grupo con Susi, Marcial y Pedro. Llegamos al peatonal, nos cruzamos con la cabeza de la carrera, hay un grupo de unos ocho o diez corredores. Primer giro de 180º. Antonio va por delante, aunque a no mucha distancia, si mantengo la misma haré una buena carrera.
Termina la primera vuelta y buscamos la segunda, hay que mantener, no desgastar en exceso. Marcial se pone un poco por delante, algunos que iban por delante, empiezan a ceder, quizás han querido ser un poco exigentes. Susi y Pedro siguen a mi lado. Yo no miro si se están aprovechando de mí o no, yo voy a lo mío. Paso a Dionisio. A la altura de la Cruz de los Caídos está mi mujer y mis hijos, los amigos de éstos, y Juli con Miguel Gamonal, que me animan fervorosamente.
Llegamos al final de la calle peatonal, y la valla, por apoyarse un corredor cae al suelo, otro corredor que pasa la levanta, no hay problemas y seguimos la prueba. Veo los que vienen detrás de nosotros, van en parejas o grupos, según el ritmo de la carrera, alguno se deja ver solo. Se empiezan a estabilizar las posiciones.
Comienza la tercera vuelta. En este momento, y debido a lo corto del circuito, la carrera es una continua sucesión de corredores, en la que se distingue la cabeza por la moto de policía que abre la prueba. Ya empieza a haber los primeros doblados. Los casi profesionales arrollan a los puramente amateur, que solo buscan la gloria de acabar la carrera. La carrera sigue, mis piernas parecen que no quieren dar todo lo que yo pido, debo sufrir y seguir. Pasar cerca de mi familia y sentir sus ánimos me hacen continuar. Tercera vuelta, se vuelve a caer la valla, por suerte, al ir algo espaciados, no da a nadie, la vuelven a levantar y seguimos corriendo. Marcial sigue algo delante, y yo no lo acabo de coger. Vamos buscando la cuarta vuelta, salimos de la Cruz de los Caídos y entramos en la calle peatonal. Se oye la sirena de la moto de policía cerca de nosotros. Los primeros nos van a alcanzar. Pedro me supera, y, después nos doblan a los dos. Puedo ver la cara de los dos que están peleando por la carrera, Bruno Paixao y Houssame Eddine, van a tener un sprint largo, hasta la meta. Cuando abandonan el peatonal, parece tener ventaja Bruno. Cuando vamos llegando a la Cruz, me dobla Mohammed Bouda y en la misma recta de meta, en el Paseo, es Juanfran, de Villanueva, quien me saca una vuelta. Ha ganado el luso.
Ya vamos a por la última vuelta. Susi parece estar un poco lejos de mí. Pedro se marcha, a Marcial no acabo de alcanzarle. Cuando estoy en el peatonal, después del giro hago un pequeño cambio de ritmo para conseguir la distancia final. Ya se acaba la carrera, me voy relajando para llegar, mi puesto no peligra, ni voy a adelantar, ni me van a superar.
Cuando estoy entrando en la meta, me acompañan mi hijo Víctor y sus amigos. Final de la carrera, tiempo final 31:21. El circuito, medido por internet, me da una longitud de 1.560 metros por vuelta, total 7.800 metros, a 4:01 el kilómetro. Lo sabía, el año pasado el resultado fue mejor; otra carrera que cae al bote.
Tras esto, a cambiarse y quitarse la ropa, totalmente empapada de sudor, debido al calor que ha hecho en la jornada de hoy. Regreso al parque, a la entrega de premios, para tomar alguna bebida e intercambiar impresiones con otros corredores; es el mejor momento de una carrera, el de después de terminar, una vez ha finalizado la tensión que se vive, y una vez has conseguido terminar.
Puesto final, 38º de la general, de un total de 88 corredores que han cruzado la meta. Ganó Paixao en hombres, y Raquel Gómez en chicas, curiosamente los mismos que ganaron la III Media Maratón Valdehuncar-Navalmoral.
Después de todo, fin de fiesta, compartiendo mesa y cena con Julián del Monte, Miguel Gamonal y las respectivas. Un buen día, si señor.
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