domingo, 5 de mayo de 2013

XXVIII CARRERA POPULAR OROPESA

Entrando en meta

Esta temporada está a punto de acabar para mí, y espero sea pronto, porque está siendo un período con demasiados altibajos, más bajos que altos, con una carga de historias que no me han dejado rendir como pienso debería hacerlo, pero aún así he seguido compitiendo, participando en las carreras, y, sobre todo, sufriendo, y mucho, en casi todas las pruebas en las que me he presentado.
Se salvan escasas carreras en las que he corrido bien, en las que he tenido buenas sensaciones.
Y es que no parece servir para nada el realizar buenos entrenamientos, para que luego llegues a una carrera, y te sientas derrotado, cuando llevas poco tiempo corriendo, cuando la prueba se te hace excesivamente larga, cuando cualquier subida es un obstáculo casi insalvable para ti, cuando ves una bajada y no te lanzas, porque piensas que te vas a desgastar demasiado. No encontrar el ritmo, no encontrar el momento de lanzarse a correr.
Ese es el resumen de toda esta temporada, de las competiciones, de las pruebas en las que he participado, una lucha entre el querer correr, y las escasas prestaciones conseguidas.
Pues con todas estas premisas, pero con moral, porque pensaba que los entrenamientos realizados últimamente habían sido buenos, me decidí por inscribirme en una nueva carrera para mí, aunque ya llevase veintiocho años realizándose, la Carrera Popular de Oropesa, que se celebraba el día uno de mayo en la localidad toledana.
Hasta allí nos desplazamos unos cuantos compañeros, Alberto, Fran, Fernando y el que hace esta crónica. Allí, ya nos esperaba Eloy, y luego llegarían Juli y Miguel Gamonal. Llegamos con tiempo, aparcamos relativamente cerca y nos acercamos a recoger los dorsales, donde se pusieron un poco estrictos para entregarnos los mismos, ya que sin carnet no nos lo daban, y aunque alguno no llevaba identificación, al final lo conseguimos. Si nos pusiéramos igual de estrictos en el Medio Maratón, tendríamos que ponernos a entregar los mismos a las seis de la mañana, … en fin, es lo que tocaba. Pero bueno, volviendo a la carrera, se iba a celebrar con una mañana fresca, nublada, que había dejado sentir alguna gota, mínima, pero no daba la sensación que fuera a llover.
Tras tomar un café, y poner a tono nuestros organismos, nos fuimos a cambiar, y a colocarnos el dorsal de cara a la carrera, de prepararse para la batalla.
Entre unas cosas y otras, se fue pasando el tiempo, y aparecimos en la plaza, donde estaba el amigo Juli, quien nos hizo una foto a los cuatro que estábamos por allí, para la posteridad. Después, a calentar un poco, y vimos que la salida llevaba a una cuesta larga, la carrera tenía todas las trazas de ser entretenida, y a fe que lo iba a ser.
Ya nos desplazamos para la salida, y en la línea, cual portero de discoteca, un miembro de la organización, nos iba pasando un lector de código de barras, y después nos ponía un sello, ya estábamos marcados para la lucha. Allí, en plena línea de salida, me encontré con Boni, que estaba también para la carrera. Eloy se acerca para decirme que va a intentar seguirme.

Antes de empezar
Se da la salida, y todos a correr, más de ciento cincuenta corredores lanzados, cuesta abajo, salida la plaza y a la subida, me engancho con Dionisio, debe ser mi referencia en la carrera, si me voy con él, hacemos la carrera juntos. Termina la subida, y un giro a la izquierda, con una ligera bajada, Dionisio se marcha ligeramente, me saca unos metros, bueno queda mucha carrera. Pasamos por el primer kilómetro, y transitamos cerca de la línea de salida, que también será la línea de meta, seguimos de largo, por una calle que pica hacia abajo, hay que regular, no hay que gastar mucho, queda todavía mucha carrera, luego de bajar, un giro a la derecha, y por aquí, una larga calle, San Antonio de Orozco, siempre mirando hacia arriba, poco desnivel, pero muchos metros, que empiezan a cargar algo las piernas, hasta que coronamos y volvemos por la calle anterior, la de Peñitas, paso por el kilómetro tres, y de aquí a la línea de llegada, donde se quedarán los menores, que hacen una carrera corta. Nosotros seguimos, salimos a la plaza, y de aquí a la carretera, para, enseguida, girar por una calle que da lugar a un camino, por el que hay una pronunciada bajada, desde la zona del castillo, a la vía de servicio. Se ve, desde arriba, la larga serpiente de corredores. Se acaba la bajada, y empieza, como no, una nueva subida, la de todo el camino, que va bordeando al municipio; a lo lejos quedamos el Castillo, y parece que nos vamos, pero no, hay que seguir corriendo, para poder volver al pueblo. En este tramo, me cuesta coger un buen ritmo, se me atraganta la subida, me cuesta unos metros adaptarme, lo suficiente, para que mis compañeros de bajada, se marchen, de forma inmisericorde, adelantándome, igualmente, en este tramo, Susi, de Jaraiz.
Se acaba el camino, y accedemos a asfalto, pasamos cerca del Polideportivo, avituallamiento líquido, y observo que Eloy está bastante cerca de mí. Una nueva bajada, hacia el Cementerio, aquí parece que se puede correr. Pero, horror, es un camino de ida y vuelta, porque ya vienen para arriba, los primeros, los hermanos Nuñez y Gamonal. O sea que lo que estamos bajando, nos va a tocar subirlo. Llegamos al final de este trayecto, una mesa, agua para los corredores, giro de ciento ochenta grados y vuelta para arriba, nos toca el tramo más largo y difícil, al menos para mí, ya vamos por el kilómetro seis y medio, y estamos hablando de cerca de dos kilómetros, largos, largos, de subida continua, no muy dura, pero sí continua, que castiga cada vez más. Parece que me acerco a Dionisio, caerá pronto. Me coge la primera chica de la carrera, y la dejo que se ponga delante, yo a rebufo, parece que voy bien, por lo que decido volver a pasarla, la saco un par de metros, pero todo es un espejismo, cuando menos me lo espero, me ha dejado, me saca unos metros que se me antojan insalvables. Pasamos otra vez cerca de la línea de meta, y volvemos a seguir para adelante, esto no parece tener fin. Eso sí, muchos ánimos del público. Dionisio lleva delante de mí, ocho kilómetros y medio, y parece que le cojo, pero no, y así seguimos.
Cruzamos la carretera y nos vamos hacia la otra parte del pueblo, hacia la zona oeste, zona con escaso público, y con tramos que van picando hacia abajo, todos seguimos en nuestros sitios, no nos adelantamos ninguno, no cogemos a nadie, o todos vamos muy bien, difícil, o todos, lo más fácil, vamos igual de tocados. Curvas a la derecha, a la izquierda, rodeos, y esto no parece terminar. Se me está haciendo larga la carrera, y más pensando que al final, como me dijo uno de los corredores con los que estuve en la bajada del castillo, es de traca, con una buena subida, así que hay que retener, hay que guardar algo.
Al final de la carrera
Llegamos al final de la calle Rodríguez de Ordoñez, curva de casi ciento ochenta grados y acceso a la calle Lagartera, hacia abajo, me dejo llevar, y observo que Eloy está muy cerca, muy cerca. Salimos cerca de la plaza, pero no nos vamos para la meta, nos falta el colofón, subida al Parador, aquí las piernas casi dicen que basta, que ha sido mucha guerra, pero me recupero, pero la que me destroza definitivamente es la que lleva a la Plaza de la Constitución, entre adoquines, ya me rindo, ya no hago más esfuerzos, y Eloy me sobrepasa con facilidad. Al final de la subida, está Juli, “ya todo es cuesta abajo”, si doscientos metros, y ya para qué.
Me ha sobrepasado Eloy, y Dionisio ha llegado justo antes que yo, ha estado delante de mi los 10.750 metros de la carrera, y no le he sobrepasado en ningún momento, no le he alcanzado. Tiempo final, 45:09, a un ritmo de 4:12 el kilómetro.
La sensación que he tenido es que me ha costado mucho la carrera, pero que tampoco he sido capaz de atacar en ningún momento. Juli, me dice que he salido muy fuerte, yo creo que no, que lo hecho sin muchos agobios, con una cierta tranquilidad, pero esa sucesión de subidas y bajadas me ha quebrado, y me ha quedado sin unas fuerzas claras para correr, han ido cayendo los kilómetros, pero en ningún momento he tenido fuerzas ni ganas de atacar, de cambiar de ritmo. Es más, hoy las sensaciones en las piernas no eran las de haber hecho un esfuerzo grande en la carrera de ayer, y me he podido ir a entrenar, haciendo un buen entreno, manda narices.
Espero que la próxima carrera, si existe antes del final de temporada, porque hay dos posibilidades, la haga con mejores sensaciones, y pueda tener ese ánimo de ataque, de lanzarme en los últimos metros, de hacer algún cambio de ritmo, que el cuerpo me insufle energías para hacerlo, y que yo me sienta a gusto.

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