Entrando en meta |
Esta temporada
está a punto de acabar para mí, y espero sea pronto, porque está siendo un
período con demasiados altibajos, más bajos que altos, con una carga de
historias que no me han dejado rendir como pienso debería hacerlo, pero aún así
he seguido compitiendo, participando en las carreras, y, sobre todo, sufriendo,
y mucho, en casi todas las pruebas en las que me he presentado.
Se salvan
escasas carreras en las que he corrido bien, en las que he tenido buenas
sensaciones.
Y es que no
parece servir para nada el realizar buenos entrenamientos, para que luego
llegues a una carrera, y te sientas derrotado, cuando llevas poco tiempo
corriendo, cuando la prueba se te hace excesivamente larga, cuando cualquier
subida es un obstáculo casi insalvable para ti, cuando ves una bajada y no te
lanzas, porque piensas que te vas a desgastar demasiado. No encontrar el ritmo,
no encontrar el momento de lanzarse a correr.
Ese es el
resumen de toda esta temporada, de las competiciones, de las pruebas en las que
he participado, una lucha entre el querer correr, y las escasas prestaciones
conseguidas.
Pues con todas
estas premisas, pero con moral, porque pensaba que los entrenamientos
realizados últimamente habían sido buenos, me decidí por inscribirme en una
nueva carrera para mí, aunque ya llevase veintiocho años realizándose, la
Carrera Popular de Oropesa, que se celebraba el día uno de mayo en la localidad
toledana.
Hasta allí nos
desplazamos unos cuantos compañeros, Alberto, Fran, Fernando y el que hace esta
crónica. Allí, ya nos esperaba Eloy, y luego llegarían Juli y Miguel Gamonal.
Llegamos con tiempo, aparcamos relativamente cerca y nos acercamos a recoger
los dorsales, donde se pusieron un poco estrictos para entregarnos los mismos,
ya que sin carnet no nos lo daban, y aunque alguno no llevaba identificación,
al final lo conseguimos. Si nos pusiéramos igual de estrictos en el Medio
Maratón, tendríamos que ponernos a entregar los mismos a las seis de la mañana,
… en fin, es lo que tocaba. Pero bueno, volviendo a la carrera, se iba a
celebrar con una mañana fresca, nublada, que había dejado sentir alguna gota,
mínima, pero no daba la sensación que fuera a llover.
Tras tomar un
café, y poner a tono nuestros organismos, nos fuimos a cambiar, y a colocarnos
el dorsal de cara a la carrera, de prepararse para la batalla.
Entre unas
cosas y otras, se fue pasando el tiempo, y aparecimos en la plaza, donde estaba
el amigo Juli, quien nos hizo una foto a los cuatro que estábamos por allí,
para la posteridad. Después, a calentar un poco, y vimos que la salida llevaba
a una cuesta larga, la carrera tenía todas las trazas de ser entretenida, y a
fe que lo iba a ser.
Ya nos
desplazamos para la salida, y en la línea, cual portero de discoteca, un
miembro de la organización, nos iba pasando un lector de código de barras, y
después nos ponía un sello, ya estábamos marcados para la lucha. Allí, en plena
línea de salida, me encontré con Boni, que estaba también para la carrera. Eloy
se acerca para decirme que va a intentar seguirme.
Antes de empezar |
Se da la
salida, y todos a correr, más de ciento cincuenta corredores lanzados, cuesta
abajo, salida la plaza y a la subida, me engancho con Dionisio, debe ser mi
referencia en la carrera, si me voy con él, hacemos la carrera juntos. Termina
la subida, y un giro a la izquierda, con una ligera bajada, Dionisio se marcha
ligeramente, me saca unos metros, bueno queda mucha carrera. Pasamos por el
primer kilómetro, y transitamos cerca de la línea de salida, que también será
la línea de meta, seguimos de largo, por una calle que pica hacia abajo, hay
que regular, no hay que gastar mucho, queda todavía mucha carrera, luego de
bajar, un giro a la derecha, y por aquí, una larga calle, San Antonio de
Orozco, siempre mirando hacia arriba, poco desnivel, pero muchos metros, que
empiezan a cargar algo las piernas, hasta que coronamos y volvemos por la calle
anterior, la de Peñitas, paso por el kilómetro tres, y de aquí a la línea de
llegada, donde se quedarán los menores, que hacen una carrera corta. Nosotros
seguimos, salimos a la plaza, y de aquí a la carretera, para, enseguida, girar
por una calle que da lugar a un camino, por el que hay una pronunciada bajada,
desde la zona del castillo, a la vía de servicio. Se ve, desde arriba, la larga
serpiente de corredores. Se acaba la bajada, y empieza, como no, una nueva
subida, la de todo el camino, que va bordeando al municipio; a lo lejos
quedamos el Castillo, y parece que nos vamos, pero no, hay que seguir
corriendo, para poder volver al pueblo. En este tramo, me cuesta coger un buen
ritmo, se me atraganta la subida, me cuesta unos metros adaptarme, lo
suficiente, para que mis compañeros de bajada, se marchen, de forma
inmisericorde, adelantándome, igualmente, en este tramo, Susi, de Jaraiz.
Se acaba el
camino, y accedemos a asfalto, pasamos cerca del Polideportivo, avituallamiento
líquido, y observo que Eloy está bastante cerca de mí. Una nueva bajada, hacia
el Cementerio, aquí parece que se puede correr. Pero, horror, es un camino de
ida y vuelta, porque ya vienen para arriba, los primeros, los hermanos Nuñez y
Gamonal. O sea que lo que estamos bajando, nos va a tocar subirlo. Llegamos al
final de este trayecto, una mesa, agua para los corredores, giro de ciento
ochenta grados y vuelta para arriba, nos toca el tramo más largo y difícil, al
menos para mí, ya vamos por el kilómetro seis y medio, y estamos hablando de
cerca de dos kilómetros, largos, largos, de subida continua, no muy dura, pero
sí continua, que castiga cada vez más. Parece que me acerco a Dionisio, caerá
pronto. Me coge la primera chica de la carrera, y la dejo que se ponga delante,
yo a rebufo, parece que voy bien, por lo que decido volver a pasarla, la saco
un par de metros, pero todo es un espejismo, cuando menos me lo espero, me ha
dejado, me saca unos metros que se me antojan insalvables. Pasamos otra vez
cerca de la línea de meta, y volvemos a seguir para adelante, esto no parece
tener fin. Eso sí, muchos ánimos del público. Dionisio lleva delante de mí,
ocho kilómetros y medio, y parece que le cojo, pero no, y así seguimos.
Cruzamos la
carretera y nos vamos hacia la otra parte del pueblo, hacia la zona oeste, zona
con escaso público, y con tramos que van picando hacia abajo, todos seguimos en
nuestros sitios, no nos adelantamos ninguno, no cogemos a nadie, o todos vamos
muy bien, difícil, o todos, lo más fácil, vamos igual de tocados. Curvas a la
derecha, a la izquierda, rodeos, y esto no parece terminar. Se me está haciendo
larga la carrera, y más pensando que al final, como me dijo uno de los
corredores con los que estuve en la bajada del castillo, es de traca, con una
buena subida, así que hay que retener, hay que guardar algo.
Al final de la carrera |
Llegamos al
final de la calle Rodríguez de Ordoñez, curva de casi ciento ochenta grados y
acceso a la calle Lagartera, hacia abajo, me dejo llevar, y observo que Eloy
está muy cerca, muy cerca. Salimos cerca de la plaza, pero no nos vamos para la
meta, nos falta el colofón, subida al Parador, aquí las piernas casi dicen que
basta, que ha sido mucha guerra, pero me recupero, pero la que me destroza
definitivamente es la que lleva a la Plaza de la Constitución, entre adoquines,
ya me rindo, ya no hago más esfuerzos, y Eloy me sobrepasa con facilidad. Al
final de la subida, está Juli, “ya todo es cuesta abajo”, si doscientos metros,
y ya para qué.
Me ha
sobrepasado Eloy, y Dionisio ha llegado justo antes que yo, ha estado delante
de mi los 10.750 metros de la carrera, y no le he sobrepasado en ningún
momento, no le he alcanzado. Tiempo final, 45:09, a un ritmo de 4:12 el
kilómetro.
La sensación
que he tenido es que me ha costado mucho la carrera, pero que tampoco he sido
capaz de atacar en ningún momento. Juli, me dice que he salido muy fuerte, yo
creo que no, que lo hecho sin muchos agobios, con una cierta tranquilidad, pero
esa sucesión de subidas y bajadas me ha quebrado, y me ha quedado sin unas
fuerzas claras para correr, han ido cayendo los kilómetros, pero en ningún
momento he tenido fuerzas ni ganas de atacar, de cambiar de ritmo. Es más, hoy
las sensaciones en las piernas no eran las de haber hecho un esfuerzo grande en
la carrera de ayer, y me he podido ir a entrenar, haciendo un buen entreno,
manda narices.
Espero que la
próxima carrera, si existe antes del final de temporada, porque hay dos
posibilidades, la haga con mejores sensaciones, y pueda tener ese ánimo de
ataque, de lanzarme en los últimos metros, de hacer algún cambio de ritmo, que
el cuerpo me insufle energías para hacerlo, y que yo me sienta a gusto.
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