Antes de recoger los dorsales |
Tercera carrera en tres semanas. En
esta ocasión, tocó, el día 12 de noviembre, en la población de Trujillo, donde
tuvo lugar el V MEDIO MARATON CIUDAD DE TRUJILLO. Tras correr en Monfragüe y en
Oporto, ahora me desplazaba a la patria chica de Pizarro.
Hasta que no vine de la carrera
portuguesa no me inscribí a este Medio Maratón, para ver qué tal se
desenvolvían las piernas, tras una mayor exigencia, aunque como quedó claro en
la anterior crónica, no hubo tal exigencia. Con ello, esta semana realicé mi
rutina antes de una prueba de veintiún kilómetros, 14.000 metros el martes,
13.000 el miércoles, y 12.000 el viernes, para llegar al domingo en un óptimo
estado para enfrentarme a la distancia.
Y el domingo amaneció. La mañana era
algo fresca, pero con el sol dominando el cielo, propiciaba una temperatura,
quizás, algo alta para el momento álgido de la carrera. Nos fuimos hasta
Trujillo un total de siete corredores del club, cinco que íbamos a disputar la
prueba principal, Jorge, Agustín Uruburu, Javier Rodríguez, Andrés y yo;
mientras que a la prueba de 10,5 kilómetros, a la postre once kilómetros, lo
harían Lucía y Ana. La marea roja estaba presente en otra carrera.
La inscripción para esta carrera era
más bien corta, ya que no nos llegamos a juntas entre ambas pruebas más de 150
corredores, lo que, sin duda, es algo muy pobre. Habría que buscar el origen de
esta situación, entre otras la celebración del Medio Maratón más importante de
Extremadura, el Medio maratón Elvas-Badajoz, que reúne a casi dos mil
corredores, frente a una prueba que cada día pierde, quizás, más interés, por
circunstancias que corresponde analizar a los organizadores.
Al llegar a la Plaza Mayor, epicentro
de la prueba, donde se situaba la salida y la meta de las carreras, nos fuimos
a recoger el dorsal y la camiseta que nos dieron, y no había más. Tras esto, un
café, unas fotos y al coche para acicalarnos para la carrera. Yo me dí
ungüentos para la pierna izquierda, extremidad que me está molestando en los
últimos días, pero que me tiene que aguantar hasta la próxima carrera, el Medio
Maratón de Jarandilla, tras la cual pasaré por chapa y pintura, para ver si
mejoramos para afrontar el Medio Maratón de Navalmoral, y el exigente primer
semestre de 2018, donde quiero hacer seis pruebas de 21 kilómetros.
Quedaba un escaso cuarto de hora para
comenzar la carrera, cuando ya estábamos en la plaza, por lo que allí se veía a
los corredores, calentando, estirando, y eso hice yo, para ver si entraban en
calor las piernas. Cuando quedan escasos minutos para las diez y media, hora
fijada para la salida, se informa por megafonía que va a haber un pequeño
retraso, por motivos organizativos; nos dan diez minutos. Así que a seguir
calentando. Ya nos vamos acercando al arco de salida. Y nos vuelven a informar
que hay un nuevo retraso. Así que todos los corredores nos relajamos
nuevamente. Vuelven a llamarnos a la línea de salida, y, otra vez, nos
comunican por un nuevo retraso. Es entonces cuando empiezan a circular
comentarios sobre una posible disputa entre la Policía Local y el Ayuntamiento,
y allí, ciento cincuenta atletas esperando. Comento con los compañeros que esto
se acaba suspendiendo. Pero, al fin, tras cuarenta interminables minutos,
cuando debía andar cerca del kilómetro diez, si la carrera hubiera salido a tiempo,
se da la salida.
Comienza la carrera, con la bajada por
la Avenida de la Coronación, una larga bajada, de más de seiscientos metros,
que luego será el exigente y duro final de la carrera. Giramos hacia la
derecha, por la Avenida de Monfragüe, hacia el núcleo de la población. Andrés
va a mi lado, quizás ha sido demasiado arriesgado; yo me encuentro a gusto, y
sigo a mi ritmo, paso por el kilómetro 2 en 8:05, muy bien. Tras dejar la
antigua carretera de Cáceres, giramos a la izquierda, por la Avenida de
Miajadas, y salimos a la vía de servicio de la antigua N-V. Aquí se produce la
incorporación a la nueva zona que han añadido al recorrido, dejamos el asfalto,
pasamos la carretera, por una zona con varios pivotes, estrecha, subiendo una
acera, y nos encontramos en la zona de la Ermita de San Lázaro, un camino
circular que vamos a hacer, donde ya me empiezo a encontrar solo, se me acerca
un chaval de Cáceres, pero pronto lo dejo atrás. Por delante, veo a un atleta
portugués. Mirando a la izquierda, por el camino, buscando las traseras de la
Plaza de Toros, se ve la impresionante vista de Trujillo, con el castillo en lo
alto. El sol, aunque se nota, se suaviza con una ligera brisa, y una vez te
metes en las zonas de sombra, te reconforta el fresco.
Preparados para la faena, con Pizarro al fondo |
Salimos de este circuito, para
incorporarnos a la carretera, y nos vemos con los que van en las últimas
posiciones, no en vano, hay unos 2,5 kilómetros. Vamos por la acera, pasamos el
cruce donde está el rollo de la población, y seguimos dirección Madrid. Por delante
veo a un chaval de verde. Mantengo las distancias con él. Dejamos el asfalto
nuevamente, y nos vamos por el camino que nos va a llevar a Huertas de Animas.
Camino que empieza en descenso, hasta el kilómetro 7. Miro el reloj, cuando
paso por el cartel indicador, me marca por debajo de 29 minutos, cuando suena
la alarma, un poco más adelante, mi paso es en 29:18, muy buen paso, que me
daría 1:28 en la meta, pero quedan complicaciones del recorrido. Comienza una
subida, no me cebo, corono, un falso llano y llegamos a Huertas, giro a la
izquierda, y a buscar Trujillo. Nos han quitado el camino de años atrás, que
nos sacaba del pueblo, para ir y volver. Ahora es mejor.
Ahora vuelvo a entonar mi ritmo, ya
que hay un tramo entre llano y mirando para abajo, hasta volver a salir a la
Avenida de Monfragüe, donde te enseña el perfil ascendente que te lleva hasta
la rotonda que marca la primera vuelta. Cada paso se hace más pesado, la subida
se va clavando en las piernas, aflojo un poco el ritmo, aún quedan once kilómetros.
Paso por el kilómetro 10 en 42:12, sigo una buena progresión. Llego a la
rotonda, pero aún quedan unos cientos de metros para terminar la subida por la
Avenida de Monfragüe; este kilómetro es entero prácticamente todo él en
ascenso. Me alcanza un atleta vestido de negro, no me cebo con él, se marcha
unos metros. Cuando llegamos al once, se acabó la subida. Ahora a correr, y
vuelvo a coger ritmo, adelanto al atleta de negro. Giro a la derecha, carretera
de Cáceres, giro a la izquierda, Avenida de Miajadas, y estoy nuevamente solo.
El atleta portugués, Paulino, está más cerca.
Llego a la entrada a la zona de la
Ermita de San Lázaro, y Jorge va saliendo, unos ánimos, y a seguir para el
camino. Accedo al camino, y alcanzo al corredor luso. El corredor de verde está
más cerca todavía. Creo que también le lograré dar alcance. Paso por el
kilometro 14, lo hago en 59:30; a este ritmo volveré a bajar de la hora y
media, pero quedan los últimos mil seiscientos metros que van a ser muy
exigentes. Hay que reservar, pero no hay que parar. Tiro del gel, buscando ese
aporte extra que me lleve hasta la meta.
Salida al asfalto, botella de agua,
dos tragos, agua al cuello, y a seguir corriendo. Paso por el rollo, y antes de
llegar al camino, alcanzo al corredor de verde. Al fondo, a unos trescientos
metros, se ve un grupo, pero le comento que va a ser una empresa difícil, por
no decir imposible, darles alcance. Entramos al camino, vamos juntos, el ritmo
es muy similar.
Subida del kilómetro 17, lo hacemos
juntos, pero llego arriba, y me empiezo a marchar levemente. Llegada al pueblo
de Huertas de Ánimas, y en vez de girar a la izquierda, para ir a Trujillo, nos
hacen dar una vuelta a un pequeño parque, para completar los metros que faltan
para hacer toda la distancia. Se pisa mal, pero apenas son ciento cincuenta
metros. Giro a la izquierda, y empiezo a bajar. Dejo la tierra, y ante el
asfalto nuevamente. Me siento solo no noto a nadie detrás. Paso por el pueblo a
muy buen ritmo. Dejo atrás el kilómetro 19, miro el reloj, 1:21:02, si no
decaigo mucho, llegaré por debajo de los noventa minutos. Cojo una botella de
agua, dos tragos, el grupo que iba por delante se ha disgregado, y algunos
parecen más cerca que otros. Kilómetro 20, 1:25:05, en 4:02 el kilómetro. Es
pasar el cartel, y la carretera te enseña su cara, la subida que no va a cesar
hasta metros antes de la meta.
Es el momento de apretar, de no ceder,
de dar lo último que piernas, corazón y pulmones tengan guardado. Paso por la
rotonda, ya queda menos, y afronto la Avenida de la Coronación, que ahora se
antoja el Everest. Las fuerzas se van escapando por la boca, exhalo los últimos
gramos de fuerza, de arrojo, voy buscando el coche de Jorge, que está a la
izquierda, de ahí a la meta serán doscientos metros escasos. Lo alcanzo a ver,
empieza la zona adoquinada, zona sombreada, ya estamos casi llegando. Unos
metros más de esfuerzo. Miro el reloj, 1:29:00, no creo que tarde más de un
minuto en hacer estos metros, paso al lado de la Iglesia de San Martín, y
aparecen los arcos, paso el de la Junta, veo el crono, arco de meta, final
1:29:33. Lo conseguí.
Después de más de tres años, después
de un parón de más de seis meses, cuando pensaba que no iba a volver a hacerlo,
llegó este día, conseguí volver a bajar de hora y media, de 72 medios maratones
realizados hasta el día de hoy, 32 los he hecho por debajo de esa mítica
barrera.
Jorge quedó segundo de la carrera,
después llegó Agustín Uruburu, siendo tercero de su categoría, yo lo hice en el
puesto 26 de la general, de un total, escaso, de 94 corredores llegados a meta.
Después llegan Andrés y Javier.
En cuanto a las chicas, fenomenal
actuación de Lucía Sánchez, que consigue proclamarse vencedora de la carrera
corta, mientras que Ana Ruiz, lo hace en tercera posición.
En cuanto a mí, quedo en cuarta
posición de mi categoría, a menos de treinta segundos del tercer puesto. He
estado a punto de subir a un podio de Medio Maratón, pero ha faltado un poco
más.
Esperamos a que los compañeros recojan
sus recompensas, unas tristes medallas por acabar entre los tres primeros de su
categoría, amén de algún embutido.
Todo se ha desarrollado con casi una
hora de retraso, algo que no es de recibo. Pero bueno, es algo sobre lo que las
partes han de reflexionar, porque la razón no se consigue por la fuerza, sino
dialogando, sino se entiende eso, mal acaba lo que mal empieza.
En resumen, una gran jornada para mí,
donde me he visto a gusto en todo momento, corriendo a buen ritmo, afrontando
las subidas con carácter, con kilómetros cerca de los cuatro minutos, lo que es
muy importante. He sabido sufrir, y mucho, en un final agónico para mí, para
conseguir mi objetivo, que se presentaba claro ante mí a cada zancada que daba.
Cuando salí me vi entonado, y las piernas me respondieron. No me han dado mucha
lata en toda la prueba.
Hay quien dice que esta prueba era más
difícil que la de los Riberos del Tajo, pero al final lo que importa es el día,
si te encuentras bien, si aguantas los ritmos que te impones, o que las piernas
te dan, si no te vienes abajo, y este ha sido mi caso. He ido enchufado, cada
zancada me sentía mejor que la anterior, y he conseguido dejar atrás a aquellos
que han intentado acercarse a mí, sin venirme abajo, aguantando, zapateando.
Muy contento y ahora, el próximo
domingo el exigente Medio Maratón de Montaña Villa de Jarandilla, prueba que
realizo en contadas ocasiones, y en las que no me vacío, voy a hacerla, a no
sufrir en demasía, porque las cuestas y yo estamos bastante reñidos, con el
objetivo sumar una muesca más a mi particular cartuchera. Ya os iré contando.
En cuanto a la canción que os dejo en
esta ocasión es una de mi más admirado grupo, Revolver, en concreto, la canción
titulada MUSTANG SHELBY, de su último disco “CAPITOL”.
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