Con los compañeros, tras recoger los dorsales |
Pero antes de pasar a relatar mi participación, quiero hacer una reflexión personal, ya que el domingo en mi perfil de Facebook, hice una reseña de mi participación en dicha prueba, como hago, habitualmente, después de terminar una carrera. Pues bien, por dos detalles que puse en mi relato, se ha puesto en duda mi amistad con algunos de los organizadores, que parece mentira que yo haya trabajado en temas de organización de medios maratones, ya que han querido ver una crítica a lo que he escrito. Quiero decir, ante esto, y dada la amistad que aún creo que mantengo con quien se molestó por este comentario, que no fue una crítica, que lo hice sin ningún interés de polemizar, ni de faltar al respeto, como un simple detalle, uno más, de una mañana, que no se me dio tan bien como esperaba. De todas formas, si hay molestias por estas palabras, desde aquí pido disculpas.
Tras esta somera reflexión, vamos a la crónica propiamente dicha.
Amaneció una mañana fresca, que luego iría subiendo su temperatura, y con el sempiterno sol en lo alto. Un sol que no parece querer abandonarnos. Y hasta Jarandilla nos fuimos cuatro corredores del club, Antonio, que ha participado todos los años, Javier, mi hermano Agustín y yo; allí nos esperaba el local Daniel. Y esos cinco corredores éramos los que íbamos a representar al club en esta dura prueba.
Empezando la carrera |
Esta mañana me levanté algo acatarrado, añadiendo que había realizado tres carreras en los tres fines de semanas anteriores, el cuerpo no aventuraba muchas florituras, cargado ya, por otra parte, de molestias físicas. Al final, unos ciento setenta corredores nos íbamos a aprestar a luchar con el recorrido. En el calentamiento previo, observé que los abductores de la pierna izquierda molestaban bastante, y no acababa de entrar en calor para minimizar las molestias. Decidí salir, sabiendo que antes del kilómetro cinco pasaba por la zona de meta, y me podría retirar, si las citadas molestias no remitían.
Se colocaron varios carteles en la zona de recogida de dorsales, informando que existían modificaciones en el tradicional recorrido de pasadas ediciones, como consecuencia de unas obras que se están realizando.
Por el Puente Parral |
Tras dejar atrás la carretera, uno de los pocos tramos llanos del recorrido, empieza la bajada hacia el Puente Parral, y la pierna se va calentando, por lo que sigo la carrera, aunque no me lanzo en barrena, por temor. Paso por el citado puente, un camino empedrado, en el que hay que mirar hacia abajo, para evitar alguna que otra posible torcedura, y de aquí giro a la izquierda, por donde está la pista, que nos va a llevar a la zona más exigente de la carrera.
Subiendo la cuesta del convento |
Paso el cartel del kilómetro ocho y empieza la gran odisea, la zona de veredas en continuo ascenso, con piedras sueltas, curvas de ciento ochenta grados, que hacen difícil pisar, y tan difícil es para mí, que cuando apenas llevo cuatrocientos metros en esta zona, me caigo, lastimándome la rodilla derecha. Un atleta de Cáceres se para ayudarme, pero le digo que no hace falta, que puede seguir. Se lo agradezco. Me reincorporo rápidamente y, tras andar unos metros, prosigo mi carrera. Y a partir de aquí, cambio mi filosofía en esta carrera, ya no voy a buscar hacer la cabra, voy a subir como pueda, sin gastar muchas energías, y si me tengo que poner a andar, lo voy a hacer. De todas formas, no soy el único.
En este tramo, me adelantan corredores, a los que voy a tener casi toda la carrera a la vista, aunque se marchan poco a poco. Voy buscando el final de esta zona minada, pero no se acaba, intento mantener la calma, se me está haciendo algo larga, y mi ritmo ha decrecido, ya que al encontrarme solo, no me exijo todo lo que debiera, inconscientemente te relajas. Por fin aparecen los invernaderos, que marcan el punto donde acaba esta complicada, para mí, zona, para llegar a un llano.
Empieza el descenso a Jarandilla |
Finalmente, piso el asfalto, solo queda subir hasta el Guijo de Santa Bárbara, se acabó el correr por zonas en las que hay que mirar más para abajo que al frente. Comparto unos metros con este atleta de negro, pero veo que mi ritmo es algo más alto, y al poco le dejo atrás. Dejo atrás el kilómetro 13. Voy hacia adelante, en solitario, sé que, quizás, no vaya todo lo rápido que pudiera. El reloj me indica el paso por el kilómetro 14, en 1:14:05, ahora el ritmo va a 5:17 por cada kilómetro, es decir mantengo el ritmo desde, al menos, el décimo kilómetro. Al fondo veo a Miguel Labrador, de Lanchacabrera, y sigo a mi ritmo, no miro el reloj, solo busco el comienzo de la larga cuesta que lleva hasta el pueblo, pero no aparece, hay que mantener la calma. Miguel está cada vez más cerca. Y antes de comenzar la subida, lo consigo alcanzar, dice que tiene problemas físicos, por lo que se ha impuesto un ritmo para llegar.
Paso por el puente de la garganta, en lo alto se adivina el pueblo. Tras dejarlo atrás, comienza una continua subida de dos kilómetros, en los que se suben más de cien metros. Aparece una larga recta, que se deja ver, y te enseña su pendiente, ante la que te tienes que enfrentar. Por delante va un chaval, que va andando. Al ser asfalto, en este tramo, intento no pararme, intento continuar corriendo. Le adelanto, le animo, y se pone a correr, pero no se engancha a mí. Llego casi al final del primer tramo, y aparece el primero de los giros de 180º que se hace duro, bastante duro. Ya aparecen los primeros edificios. Por delante veo a Pedro, que ha echado el pie a tierra. Adelanto a una pareja de corredores, y ya estamos en el pueblo de Guijo de Santa Bárbara. Nuevo giro, un par de zancadas y se acabó toda la subida. Estamos en el punto más de la carrera, a 870 metros. Ya nos ponemos en dirección a Jarandilla, a la meta, tras dejar atrás el kilómetro 17. Por delante cuatro kilómetros de descenso continuo.
Llegando a meta |
Encaro la calle final, donde está el arco, y como veo que nadie me va a coger, me dejo llevar hasta la zona de meta. Como detalle, decir, que hemos bajado casi 250 metros en apenas cuatro kilómetros. Al final, cruzo en 1:48:37. Puesto 68º de 167 llegados a la línea de meta. Hoy no había más. Se ha notado el esfuerzo, el cansancio acumulado, los problemas físicos, y ese incipiente constipado. Todo se ha juntado, más una parte más dura al comienzo, así como unos metros de más, por mi reloj unos trescientos, han hecho el coctel perfecto para que se diera este resultado, el peor de mis carreras de medio maratón hasta el día de la fecha, en la que he completado 73 medios maratones. A otros relojes le dan quinientos, seiscientos metros, y alguno llega hasta casi un kilómetro.
Este es el perfil de la carrera |
Ya iremos viendo cómo se desarrolla mi recuperación, y qué puedo dar de sí en esta carrera, para mí muy muy especial.
Siguiendo con la tónica de las últimas crónicas donde os dejo alguna canción de las que me suele acompañar en mis entrenamientos, en esta ocasión os dejo la canción “Quiero verte danzar”, una clásica canción de un gran cantautor italiano, FRANCO BATTIATTO.
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