Una sencilla
carrera, en casa, cerquita, realizada por el bueno de Miguel Angel Gamonal y su
esposa, a través de la Empresa GAMONAL EVENTOS, la I CARRERA DE REYES DE
NAVALMORAL DE LA MATA.
Ese era el
plan para el lunes festivo, fijado después del día de Reyes, último día de las fiestas
de Navidad. Tras la San Silvestre de Jaraiz y el descanso del día de Año Nuevo,
me enfrasqué en cinco días seguidos de entrenamientos, con los que las piernas
no iban a ser las mejores para esta carrera, pero el objetivo era, únicamente,
participar. El verdadero destino de mis entrenamientos está mirando a Getafe,
es lo único que tengo en mente, con la meta de bajar de una hora y treinta
minutos; eso es lo que quiero.
Además, en
esta carrera, aparte de participar, iba a ayudar a Miguel en las tareas propias
de la carrera, señalización del recorrido, colocación del material, y demás cometidos
para que el evento saliese adelante.
La mañana
amaneció fría, con una intensa niebla que impedía la visión del sol; cuando
llegué al lugar, ya habían estado colocando Sergio, Miguel y Julián las vallas,
y yo les eché una mano para terminar de rematar todo el recorrido.
Un recorrido
que transcurría por dos tramos de calle y dos de aceras, porque no se podía
ocupar un carril de la Nacional V, aún habiendo dos para cada sentido; y,
luego, en la calle Avila, al no haberse retirado los vehículos que se
encontraban aparcados, no se podía ir por esa vía. Es lo que había y con ello
había que lidiar.
El frío
inicial ya iba desapareciendo, más que nada en el momento en que uno se pone a
trabajar, el calor aparece, y así, además, uno se activa de cara a la carrera,
aunque aún quede tiempo para comenzar la carrera.
Ya estaba
todo colocado, y se iba a dar comienzo a las diversas carreras programadas.
Primero, la de los pequeñitos y se observa que el ambiente en estas carreras,
la de las categorías menores, es más bien escaso, solo salvado por el bueno de
Victor y los niños de su Club, el C.A. Almaraz – Extremadura. Muchos niños del
pueblo, que podían haber participado, que lo hacen cuando se convocan otras
pruebas, no lo hacen; tal vez, porque hay que pagar, sin pararse a pensar que
se ofrece a los participantes; desgraciadamente, estamos acostumbrados a no
querer pagar por nada. Pero para que existan eventos, se necesita dinero, y si
los organismos públicos, en estos momentos, no ayudan lo suficiente, tendrán
que ser los participantes los que ayuden a sufragarlo, para que sigan
existiendo.
Así, van
transcurriendo las carreras, primero chupetines y benjamines, luego alevines,
después infantiles, acabando con los cadetes.
En la
categoría infantil, participa mi hijo Víctor, que acaba la carrera, después de
realizar las cuatro vueltas que le exigen para completar casi dos kilómetros. Lo
hace a su ritmo, y aunque sea el último en cruzar la meta, lo cierto es que la
cruza tras completar toda la carrera, y sin detenerse, y sin pensar en
retirarse. Eso es lo que importa.
Ya está todo
preparado para llevar a cabo la carrera absoluta, donde vamos a participar
todos juntos, juveniles, juniors, absolutos y veteranos, estos últimos
divididos en tres categorías, según la edad.
Dejo toda la
ropa, me voy cambiando y me preparo para la carrera. Voy a calentar, a conocer
el circuito, el recorrido, porque aunque lo haya hecho andando cuando hemos
estado encintando y colocando vallas, ahora toca conocerlo corriendo.
Un par de
vueltas, ya estamos sudando, y a la hora que se ha previsto nos juntamos el
medio centenar de corredores que vamos a tomar la salida. Va a ser la carrera
más anima porque es la que más participantes tiene. Están aquí los del Club
Triatlón de Plasencia, los de la Escuela de Atletismo Monfragüe, de Malpartida
de Plasencia, y corredores de los dos clubes de Jaraiz, Lanchacabrera e
Hispania; junto a ellos estamos algunos corredores de Navalmoral, no tantos
como debiera, pero en fin allá cada uno. Es una carrera corta y fácil de hacer
para los muchos que casi a diario entrenan por el pueblo. Hubiese sido mejor.
Entre los que vamos a salir también están mi hijo Adrián, que es juvenil, y mi
mujer, Mariví.
Es lo que
hay, y vamos a la carrera. Se da la salida. Esta vez no salgo tan mal como en
otras ocasiones, y en la primera curva alcanzo a Antonio, le sobrepaso y pongo
mi ritmo, adelantando a alguno más. Por delante veo a Francisco Jesús, que es
de mi categoría, quien ha abierto un pequeño hueco entre los dos, que no sé si
voy a poder recortar. A mi alrededor, corredores de Jaraiz, Carlos, Susi y su
hijo. El hijo nos deja pronto, parece que no está corriendo, da la sensación de
ir entrenando, pero se va marchando poco a poco. A mi lado se pone Carlos,
quien al momento también me deja y se marcha, aunque no se distancia demasiado.
En ese momento, subiendo por la Calle Avila adelanto a la primera chica de la
carrera, además de algún corredor que ha salido, quizás, muy fuerte para sus
posibilidades.
Pasamos la
primera vuelta e iniciamos el segundo giro. Susi Gil, sigue detrás de mí, pero
no parece que vaya a tardar mucho en pasarme, y justo cuando volvemos a la C/
Avila, es donde me adelanta. Pasamos por la segunda vuelta, prácticamente
pegados, e iniciamos la tercera y definitiva vuelta.
Susi ya se
va separando con ese correr fino, seguro que lleva, me está metiendo metros
poco a poco, zancada a zancada, y por el Camino Goche voy en solitario, no sé
cuanto saco a Antonio y cuando giramos hacia la Carretera, miro hacia atrás y
observo que hay unos metros que pueden ser suficientes, pero no las tengo todas
conmigo, su final es mejor que el mío, por lo que tendré que defenderme.
Es en esta
recta donde lo doy casi todo, no miro hacia atrás, hasta que giramos hacia la
C/ Avila, en ese momento vuelvo a mirar para atrás, no parece que la distancia
haya disminuido, puedo conseguirlo, terminar por delante. En esta ligera subida
empiezo a sufrir, a tirar, a no mirar para atrás, y llego a la meta antes que
él, no me ha conseguido alcanzar.
Miro el
reloj, mi tiempo final 10:41, a 3:42 el kilómetro, en un circuito que ha
rondado los dos mil novecientos metros. Puesto 21 de los 48 que cruzan la meta.
Mi hijo
Adrián, sin entrenar, y aún parándose en algún momento de la carrera, ha hecho
la carrera en trece minutos exactos. El día que quiera entrenar, y vaya bien
equipado, puede hacer buenas cosas en esto del atletismo popular. Mi mujer
acaba por encima de los quince minutos, que teniendo en cuenta sus ritmos de
entrenamiento, muy buen tiempo.
Tras
terminar, e ir a cambiarme comienza la entrega de trofeos. Yo creía que mi hijo
Adrián iba a subir en su categoría al podio, pero no, ha quedado cuarto, que
mala leche, igual que hace una semana en Jaraiz. No le vendría mal que hubiese
subido al podio para que se animase en este deporte, y se lo tomase un poco más
en serio.
Y luego, yo,
en mi categoría, subo al podio en tercera posición, detrás de Angel Royo y Francisco
Jesús García. Mi mujer sube como campeona de su categoría de Veteranas, y
aunque es cierto que fue la única, no es menos cierto que no es por su culpa el
que no haya habido más participación. Para ganar hay que participar.
Tras
terminar la entrega de trofeos queda colocar todo, quitar las vallas, recoger
las cintas, desmontar arcos, mesas y demás elementos. Tras todo esto, nos
sentamos a comer tranquilamente, y tenemos una animada charla, con algún que
otro gracioso incidente que solo queda para los que allí estuvimos. Un buen
día, una buena jornada.
Después de
esta carrera, de estos entrenamientos, solo queda enfocar los entrenamientos y
los esfuerzos de cara a la cita de Getafe, y en función de cómo se desarrollen,
ir a por un objetivo u otro. El tiempo lo dirá.
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