Mi mujer en el podio |
Último
día del año y una prueba más por hacer, y allí me fui, con toda la familia.
Esta vez el destino, Jaraiz de la Vera, donde se celebraba la quinta edición de
la San Silvestre. Siempre había elegido el ambiente de Talavera de la Reina,
con los más de mil quinientos corredores en la salida, pero esta vez decidí
cambiar el lugar de destino, y opté por Jaraíz; mi esposa tenía ganas de ir
hasta allí, y hasta la localidad verata nos acercamos los cuatro miembros de la
familia, ya que todos íbamos a participar.
Después
de comer y sin apenas tiempo de recoger la mesa y reposar la comida, nos
embarcamos en el coche para desplazarnos a la localidad jaraiceña. Nos
acompañaba Zakarias, amigo de mi hijo Víctor, ducho en esto del atletismo y con
participaciones en campeonatos nacionales en su franja de edad. Un buen
elemento.
La
tarde era fría, el sol no se veía y amenazaba lluvia. Tras inscribirnos y los
saludos con los amigos del C.D. Lanchacabrera, con Jesús, Juanjo, Germán, Susi,
me encuentro con otros compañeros de fatigas, Dionisio, Antonio, Juan Pedro.
A
las cuatro y media se da la salida a la primera de las pruebas, la de los más
pequeños, las categorías mini y benjamín. La salida, en esta categoría, rápida,
todos salen desenfocados, buscando terminar cuanto antes; y es que la energía
de los más pequeños siempre está a tope. Cuando menos te lo esperas, los ha
visto doblar una esquina, y ya están entrando en meta, todos pasan, contentos,
riéndose, y reciben los regalos de la organización.
Tras
esta carrera, ahora llega el turno de los alevines, que deben dar una vuelta
más larga, en la que predomina una larga subida, por una calle, hasta que luego
buscan la meta.
Y
después, viene la de los infantiles, donde competirá mi hijo Víctor, junto con
Zakarias. Deberán dar dos vueltas a este último circuito, con lo que mi hijo lo
va a pasar regular, es un niño muy grande para su edad, y eso le cuesta, pero
su tesón, sus ganas de correr, de terminar, de no parar, le van a hacer llegar
a la meta. Por su parte Zakarias, acabará segundo, detrás de un corredor de la
localidad.
¿Y
Adrián?, el mayor de mis hijos ya es cadete, tiene 15 años y va a hacer el
mismo recorrido que los absolutos y veteranos, es decir, el mismo que nosotros,
pero solo va a dar una vuelta. Saldrá con nosotros, a ver qué tal se le da.
Nos
ponemos todos en la línea de salida para la foto de familia, y al poco, Juanjo,
el Presi, enciende la mecha del cohete, que está escondido en un árbol y va a
significar la salida. Explota y todos a correr. Hay que hacer, muy pronto, una
curva, y, como casi siempre, mala salida, me quedo pillado, tengo que andar con
algo de cuidado para que no me pisen, para no tropezarme.
Con los amigos del C.D. Lanchacabrera |
Ya
puestos en línea recta, empiezo a adelantar a algún corredor, y ve que Susi y
Marcos, están por delante de mí, ahora mismo son pocos metros, realmente los
que hay de una buena a una regular salida como la mía. Enfilan la primera
subida, la de la calle Mérida, tengo frío, las piernas no las noto con muchas
fuerzas, supongo que el calor me irá llegando al cuerpo según avance la
carrera. Subida por la Avda. de Garganta La Olla, otra cuesta, la más
pronunciada del circuito, y ahí, alguno me adelanta. Mi peso hace que subir la
cuesta no sea lo mejor para mí, y aparecemos en la Avda. del Matadero, ya
estamos colocados, hay una ligera subida, más tendida, y tras terminar comienza
el fuerte descenso hacia la Plaza, donde se dará el primer paso de la carrera.
En este tramo me alcanza Germán, del Lanchacabrera, ¿tan bien irá? Pasamos por
la plaza, con German precediéndome, viendo como Susi y Marcos se están alejando
de mí, poco a poco.
Por
detrás, Adrián acaba su vuelta, su carrera, bastante bien. Según me comentará
después, ha estado muy cerca de mi hasta que ha llegado la primera cuesta
gorda. Me ha estado viendo. Si te digo yo.
Vamos
a por la segunda vuelta, Germán sigue delante, pero una vez volvemos a entrar
en la Calle Mérida, le alcanzo y en la subida por la Avda. de Garganta pierde
su particular apuesta, quedándose. Yo sigo por delante, y adelanto a algún
corredor que, quizás, ha sido muy valiente, y está pagando su esfuerzo, pero
Susi, sigue a lo suyo y cada vez está más lejos, ya está imposible pillarle. Ya
tengo que acabar mi carrera. Nueva bajada, lanzado, buscando el segundo paso, y
empezando el tercer y definitivo giro.
Voy
a intentar encontrar unas mejores sensaciones. Veo que delante van dos
chavales, a los que parece que estoy recortando distancia a cada zancada.
Cuando comienzo la primera subida, los encuentro relativamente cerca, veremos a
ver qué ocurre en las siguientes cuestas. Una vez que subo la Avda. de
Garganta, observo que el recorte ha sido importante. Así que creo que en la
siguiente podré con ellos. Cuando llego a la Avda. del Matadero, veo que los
metros no son más de veinte, sigo a mi ritmo, pero sin cebarme, si están
tocados, en la bajada caerán. Giramos a la izquierda, Calle Fontana, descenso a
tumba abierta, y observo que se han recuperado, no les puedo coger; en esta
persecución adelantamos a dos corredores más, pero me han ganado. Termino la
carrera, con un tiempo de 17:28 para los 4.200 exigentes metros que ha tenido
el circuito, a 4:09 el kilómetro.
Quizás
si hubiese salido mejor, si me hubiese arriesgado en alguna de las subidas,
hubiese mejorado mi marca; pero el frío me ha atenazado un poco, y el circuito,
con tres subidas, casi seguidas, se me ha hecho un poco duro, ya que no tenía
mucha recuperación.
Luego
llega mi mujer, Mariví, y tras terminar todos los corredores, empieza la
entrega de trofeos. Aquí el agua que amenazaba empieza a querer caer, aunque
tímidamente, lo que no evita la ceremonia.
Mariví
ha terminado tercera de su categoría y, por ello, sube al podio. Adrián y yo
nos quedamos con la medalla de chocolate, porque hemos quedados cuartos en
nuestras categorías. En mi caso, es lo que tiene que solo exista una categoría
de veteranos.
En
resumen, una carrera más a la saca, y a partir de esta carrera entrenamientos
ya dirigidos al Medio Maratón de Getafe, con la intención, única, de bajar de
la hora y treinta minutos; si las piernas me responden, si los entrenamientos
salen bien, y las sensaciones son buenas, el desafío es factible.
Lo
único que tengo son muchas dudas, porque no enlazo dos días seguidos de
entrenamiento, con buenas sensaciones, y me está quedando bastante intranquilo.
A ver qué ocurre a partir de ahora.
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