Hasta una ígnota prueba de media maratón, al menos para mí, inicié el viaje con mi amigo Luis González, Güito para los más cercanos. Nuestro destino la VI Edición del Medio Maratón Cáceres Patrimonio de la Humanidad. Y es que, aunque la ciudad no es desconocida para nadie de esta provincia, puesto que el destino de todos nosotros, para ir a arreglar “papeles”, ir al médico o cuestiones varias, es archiconocido, la verdad es que en mi historia de correrías no existía ninguna prueba en la monumental urbe.
La mañana, salió soleada, aunque con el aire empezando a hacer acto de presencia, aire que empezó a convertirse en ventolera según nos íbamos acercando a Norba Caesarina. Aparcamos bien, y es que se nota que el domingo no hay tanto coche, y desde el sitio dónde quedamos el coche, cerca de la estatura de Hernán Cortés, nos vamos dando un paseíto hasta la Plaza Mayor, epicentro de la prueba, lugar donde va a estar todo el tinglado, salida, meta, ropero, en fin, toda la parafernalia propia de una prueba de esta índole, que, además, tenía cerca de 800 inscritos, tanto para la propia prueba de 21.097 metros, como para una de relevos, porque el circuito propuesto contaba con dos vueltas idénticas. De todas las pruebas de medio maratón que he hecho este año, solo una, la Caldejara, fue en línea, el resto, a dos vueltas.
Allí, los típicos saludos con los habituales de estas pruebas, y es que después de tantas carreras, ya nos conocemos todos. Nos encontramos allí con nuestro compañero Juan Carlos, que está plácidamente sentado en una terraza, desayunando tranquilamente, y es que eso es lo que tiene ser de la propia capital, que se levanta uno tarde y luego va tranquilamente hasta la prueba. Luego vemos a Fran, que viene con su familia, que le va a acompañar en esta prueba. Y allí también están Felix Macías y Alberto Masa. Así que, al final, estamos para la carrera seis integrantes seis del insigne club de Navalmaraton.
Tras coger el dorsal, después de un rato demasiado largo esperando, y soltar la bolsa, otro rato largo, solo quedan diez minutos para poder calentar y colocarse en la salida. Una breve suelta de aguas, y a buscar el sitio para salir. Empiezo a andar para colocarme, y, si me descuido, me paso del arco de salida. Así que me echo un poquito para atrás, para dejar que las liebres, las máquinas se pongan delante, para la foto y esas cosas, y para que nadie les interrumpa.
Estamos ya preparados, un señor “mu” alto, el Pedrera, el Consejero de Deportes, pega un tiro al aire, y todos a correr. Para empezar, una cuesta arriba, esto se llama empezar de buena manera. Abandonamos la Plaza Mayor y seguimos subiendo, una curva a la izquierda, se estrecha la calle, menos mal que salí bastante bien, y empezamos a zigzaguear por las zonas de la ciudad monumental, calles estrechas, empedradas, adoquines, subidas, bajadas, las subidas se agarran, las bajadas hay que tener cuidado de pisar bien, para no torcerte un tobillo, y nos vamos aorillando a las losas de piedra que hacen de acera, para no tener problemas. Y es que alguno ya está en el suelo, pronto empiezan los abandonos.
Viene ahora una curva en subida, con mucha pendiente, se sube como se puede, bajada repentina, curva de 180º y a seguir subiendo, aunque ya es más relajada. Curva a la derecha, una calle ya más ancha, y al fondo la Plaza de Toros, ya estamos en la Avenida de Hernán Cortés, alcanzamos el km. 3, con el aire pegando de espaldas, y seguimos todos corriendo. Me voy posicionando poco a poco, voy viendo a los corredores, algunos empiezan a ceder, quizás han salido demasiado fuertes, otros, empiezan a pasar, han salido demasiado despacio o, lo más fácil, demasiado atrás. Llego a la altura de la Delegación de Hacienda y del caballo, el Sr. Hernán Cortés, y por ahí veo a los primeros de la carrera, las piernas van bastante bien, así que esto progresa adecuadamente.
Termino la Avenida Virgen de Guadalupe, y busco la Avenida de España, el Paseo de Cánovas para todos los que vamos a la capital, atrás dejo los Múltiples y sigo avanzando. Llego a la Cruz de los Caídos, giro a la derecha, Calle Gil Cordero, golpe de aire en la cara en este tramo, y ahí está el km. 5, avituallamiento, poca gente dando las botellas, cojo una y, qué mala leche, es de las de tapón deportivo, un coñazo, tengo que abrirla y, ahora sí, puedo beber. Desde luego en estas dos últimas carreras, he tenido problemas en el primer avituallamiento. Pero bueno, sigo para delante. En este momento me meto en un grupo, a ver cuánto tiempo aguanto corriendo con más gente, porque yo soy de ir solo a mi ritmo, sin preocuparme de otros.
Pasamos una rotonda, arribamos al final del tramo en esta calle, giro de 180º buscando otra vez la Cruz de los Caídos. Aquí se engancha conmigo Mario, quien va a estar conmigo gran parte de la carrera. Su intención, según cuenta, es aguantar todo lo que pueda a mi lado, porque dice que tiene poco entrenamiento. Da por sentado que yo estoy más fuerte que él. La prueba lo dirá. Así juntos llegamos al kilómetro 7, miro el reloj, 28:42 el primer parcial, a este ritmo me da 1:27 para el final, no va mal la cosa. Estamos en la Cruz y buscamos la Calle Antonio Hurtado, km. 8, y volteamos, otro giro de 180º y otra vez para el Paseo de Canovas, aire de cara en estos dos tramos, y seguimos a buen ritmo. Ahora vuelvo a la zona del Multiples, y otra vez para la Avenida de Hernán Cortés, buscando la Plaza de Toros, que nos llevará a la zona de Meta, lugar de primera vuelta. Pasamos el km. 10, y entramos en la calle que nos lleva a la Plaza Mayor, ahí paso a Alberto Masa, un saludo y le dejo. Ya estamos en la Plaza Mayor, lleno hasta la bandera, gran ambiente, aplausos, ánimos, vítores.
Ahora empieza la segunda vuelta. En los últimos kilómetros me he reservado algo, porque vista la primera vuelta, la tengo un poco de respeto. Comienza la primera subida, me quedo un poco, pero enseguida me rearmo y vuelvo a colocarme. Vuelta al laberíntico trazado de la zona monumental, pasamos por delante de la Iglesia de Santa María, una calleja y aquí me detengo, ¿para dónde tengo qué tirar?, menos mal a un chaval que viene detrás de nosotros, que nos dice para la derecha. Aunque es cierto que hay indicaciones en papel, la falta de voluntarios en algunas zonas, pueden dar lugar a equivocaciones de los participantes.
Volvemos al peor trozo, empedrado, subidas, bajadas, y buscando la zona de la Plaza de toros, donde yo me encontraré más a gusto, en asfalto, en largas avenidas, donde podré desarrollar mi carrera perfectamente. Ya hemos llegado, y ahora por la Avenida de Hernán Cortés, Km. 14, mirada al reloj, y me llevo un palo, 59:01, la verdad es que no es una buena marca de paso, acabaría, según este ritmo, a más de 1:28. No es lo que yo esperaba. Algo habrá que hacer.
¿Y qué es lo que hay hacer?, pues acelerar un poco, pero aquí me asaltan algunas dudas, ¿podré con lo que queda a este ritmo?, ¿me responderán las piernas después de tres fines de semana seguidos compitiendo? Todo se verá.
Volvemos a Canovas, y pasamos a Gil Cordero, el aire toca en la cara, se ve la ligera subida, se ve un reguero de corredores, de piernas, buscando la vuelta al final de la calle y volver para la Cruz, y así estar más cerca del final, ayudado, además, con el aire a favor. Kilómetro 15, nueva dosis de agua, parece que alargo la zancada y Mario se queda un poco, pero al hacer el giro, veo que se vuelve a acercar. Le sigo diciendo que le veo fuerte, aunque ya va callando. Entramos en Antonio Hurtado, y ahí está el km. 18, “mal se nos tiene que dar para no acabar esta carrera”, digo y no recibo contestación. Abordamos el final, nuevo giro, nuevos 180 grados, y a por lo último, buscando el km. 19, cuyo cartel yace en el suelo, por la fuerza del aire. Miro para atrás, Mario ya se va quedando, y decido seguir el ritmo que me estoy marcando, que me permiten las piernas, y mi ilusión por ir hacia delante, y conseguir una buena marca. Dos chicos de Almendralejo delante de mí, me acerco a ellos, no les paso, cruzo por los múltiples, y ahora ya sí, queda el último kilómetro y poco, pasamos el km. 20, 1:22:15, a este ritmo una hora veintiséis, puedo conseguir una buena marca. Pelea con los almendralejenses, los acabo dejando atrás, y a otros dos, llego a la plaza de toros, giro a la derecha, ligera pendiente, y ya lo que falta es llano y hacia abajo. Ya no voy a coger a nadie más. El ritmo sigue siendo bueno. Ya se ve al final la plaza, se oye el murmullo de la gente, los gritos, los ánimos, alguno se cruza cuando voy a pasar, pero llego a la meta, que, para no variar, acaba en subida. El tiempo, 1:27:30, es una gran marca, viendo lo que ha tardado el vencedor 1:11:11. Y como la pasada semana, el último kilómetro mal medido. Cuando paso a comprobar los pasos kilométricos, observo demasiada diferencia entre cada kilómetro, y, de verdad, el circuito no es para que hubiera esos contrastes en los registros cronométricos. Al final, puesto 77º de 642 corredores llegados a meta.
Después de la prueba y, para no variar en toda la mañana, nueva cola para recoger la bolsa del corredor, la mochila y el resto de elementos de la prueba. Pero, en fin, para el próximo año, a ver si varía esta dinámica.
Por lo que a mí respecta, una carrera en la que me he encontrado con unas muy buenas sensaciones, con un ritmo bueno, alto, y que, salvo los dos primeros kilómetros, en subidas y bajadas, por callejuelas estrechas, el resto permite correr con alegría. Buen ambiente en las calles, y un marco incomparable la fiesta del atletismo popular montada en la Plaza Mayor. Tan sólo el aire, viento en algunos momentos, de cara en algunos tramos, de espalda en otros, desbocado en los cruces, el verdadero enemigo del running, ha deslucido un poco la prueba. Quizás, eso lo pienso ahora, con un buen clima, sin aire, hubiese mejorado algo la marca. Pero, en fin, lo más importante, acabar con ganas de seguir corriendo.
Queda ya solo una carrera para llegar a completar mi objetivo de las cincuenta medias maratones concluidas en mi vida deportiva. Cierto es que hoy he empezado mi carrera número 50, pero tengo que contabilizar un abandono, producido en Talavera de la Reina en el año 2007, por lo que sólo llevo 49 carreras de medio maratón.
Seguramente mi número 50 la haga en Malpartida de Cáceres, de donde provienen mis genes, ya que de allí es mi madre. Ojala lo pueda hacer, y que mis hijos me acompañen en la entrada a la meta. Sería mi gran sueño, con el que acabar esta temporada 2011/2012, que ha tenido un sabor agridulce en lo deportivo, por motivos ajenos al propio deporte, porque siempre hay individuos, que viven en la envidia, la desazón, el odio, que desean amargar la vida de los demás, de condicionar el comportamiento de las personas, y de hundir los objetivos de los demás.
Aún así, con todos estos condicionantes, con todas las chinas en el camino, porque decir piedras, sería darles demasiada importancia, si lo consigo, lograría que algunos tuvieran que meter el rabo entre las piernas y huyeran del lugar, porque se darían cuenta que no han conseguido lo que buscaban.
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