lunes, 2 de abril de 2012

LA HUELGA TERMINÓ

La huelga ha pasado, la huelga ha terminado. Y, como siempre, el baile de cifras salta a la palestra. Para los sindicatos, convocantes, ha sido un éxito total, masivo apoyo de los trabajadores, masiva asistencia a las manifestaciones de las personas afectadas por la reforma laboral, y las que lo van a ser en un futuro muy próximo. Para el gobierno y los empresarios, que parecen ir de la mano en este momento, ha sido un fracaso, apenas ha habido incidencia. Pero, al final, se diga lo que se diga, la huelga ha resultado una victoria de los convocantes. Las grandes industrias de la nación, y los medios de transportes, han estado paralizados. El comercio, debido a diversos factores, ha funcionado. Pero no es menos cierto, es que el consumo se ha resentido en esta jornada. La administración pública, por su propia indiosicrasia, ha sido más reacia a participar.


Pero volviendo al tema, he estado leyendo, he oído que los piquetes informativos son una vergüenza, que todo el mundo tiene derecho a ir a trabajar si así lo desea. Y, efectivamente, eso es cierto, pero también lo es el hecho que todo aquel que desease hacer huelga, lo pudiera hacer, y todos sabemos, y hasta los más ciegos y sordos de conveniencia, también, que mucha gente, no ha podido ejercer este derecho, por otra parte uno de los pocos que le queda al trabajador, por las coacciones que han sufrido de sus patronos, bien de forma directa, bien de forma velada.

Sé, igual que muchos, que hay empresas que han enviado circulares a sus distintos centros “recomendando” ir al puesto de trabajo el día veintinueve, o bien, directamente y a la cara, se ha dicho que “o trabajas o a la puta calle”, así de clarito.
El tema del comercio, es un tema más complejo hoy en día, porque antes, el comercio minorista era esencialmente familiar, y entonces, el propio autónomo, trabajador abnegado, como el obrero, que era el que le compraba, entendía que debía apoyarle y, por ello, cerraba sus puertas, como muestra de respeto y apoyo en sus peticiones, que, a largo o corto plazo, le podían repercutir. Pero hoy en día, y debido a que casi todo el comercio está en manos de grandes cadenas de distribución, son los jefes, sentados en sus despachos de Madrid, Barcelona, u otras capitales, pero siempre lejos del puesto de trabajo, del local comercial, de la realidad, los que obligan a asistir a sus trabajadores, y a que abran, con todas las consecuencias, los establecimientos. Conversaciones tenidas con algunos trabajadores, hacían ver el temor a secundar el paro y a las posibles represalias por tal motivo.
Lo que ha quedado claro en estos últimos días, desde el domingo, con los resultados electorales en Asturias y Andalucía, y con el seguimiento del paro, es que el gobierno que abrumó en noviembre, ha perdido una parte importante del crédito que los ciudadanos le dieron esa jornada. Están haciendo una política de espaldas al pueblo, siguiendo el dictado de los despachos de Bruselas y de los grandes bancos, timoneles de la nueva reforma del viejo continente, hacia un nuevo capitalismo, salvaje, que anula a las personas.

Muchos que no han secundado la protesta laboral, argumentan que no pueden permitirse una pérdida de sueldo de un día, pero bastantes de éstos no se dan cuenta que no es importante lo que se va a perder en un día, sino en toda la vida, y eso, a la larga, es lo que importa.

En cuanto a las administraciones públicas, el verdadero problema es que muchos funcionarios y trabajadores públicos, piensan que estas medidas no van con ellos, pero nos van a afectar igual que a todos o más, porque a nosotros, que somos los únicos trabajadores que cobramos todo en blanco, nos van a seguir metiendo recortes, tanto económicos como laborales. Otro de los condicionantes, es la cantidad de sindicatos corporativos que hay entre los empleados públicos, que han decidido no apoyar la huelga, basándose en posturas inentendibles, argumentando que esta reforma tampoco es para tanto. Pero cuando lleguen los palos, quizás ya no tengamos camino para seguir corriendo, ni armas para pelear.

Con todo el poder en manos del empresario, el trabajador se va a convertir en nuevo semiesclavo, y muchos de los empleadores van a utilizar la nueva reglamentación para “organizar” sus empresas, reduciendo sueldos a su antojo, con las mismas o peores condiciones, y sin expectativas a largo plazo para los empleados, de cara a poder progresar en la vida, sin poder aventurarse en la adquisición de una vivienda o un vehículo, porque el banco no va a otorgar un crédito, a nadie que no tenga una estabilidad laboral, unido al propio trabajador que va a vivir siempre con el miedo a no trabajar mañana, con el despido en la mano, sin ningún tipo de indemnización, sin ningún tipo de garantías.

Se han presentado los presupuestos para este ejercicio económico, y como ya se había avisado, son muy austeros y restrictivos. Sufren recortes todas las partidas: educación, sanidad, dependencia, empleo, es decir, lo directamente relacionado con la ciudadanía, con las personas.

Pero el segundo Ministerio en porcentaje de recortes es el de Fomento. La inversión pública queda reducida a mínimos. En un momento crucial, en el que la intervención del estado es la única capaz de generar riqueza en el país, se desestima, porque según directrices de Merkel y compañía, solo hay que recaudar y recaudar, y no gastar, con el único fin de reducir el déficit.

Vamos a ver qué sucede a partir de ahora.

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