miércoles, 16 de mayo de 2012

MEDIO MARATON "LOS BARRUECOS" (5 DE MAYO DE 2012)


Entrando en meta con mis hijos
Jornada agridulce la vivida el domingo 6 de mayo en Malpartida de Cáceres. Por un lado, el sabor dulce lo puso el concluir la cincuenta media maratón de mi carrera deportiva. Por otro lado, amargo por la carrera que realicé, por lo que sufrí, y por cómo lo pasé. Pero vamos por partes.
Inicié el viaje el domingo por la mañana camino de Malpartida de Cáceres, para disputar la I Media Maratón Natural “Los Barruecos”, que se realizaba en la localidad cacereña, con parte de su tránsito por el paraje natural de Los Barruecos, sitio de gran belleza. El día presentaba una temperatura más alta que otras jornadas anteriores, y la hora de comienzo de la carrera, once de la mañana, iba a hacer que el calor fuese gran protagonista, porque las escasas nubes que había no iban a permitir que se tapase su luminosidad; y a fe que el sol se lució, nunca mejor dicho.
Me acompañaban a esta carrera mi esposa, mis hijos y mi madre, que, precisamente, es de este pueblo, por lo que para mí es una carrera ciertamente algo especial, por doble motivo, el ya explicado anteriormente y el de ir al lugar de mis orígenes maternos, aunque después de todo lo pasado y sufrido, veremos a ver si vuelvo a correr esta prueba.
Iba con mi camiseta preparada para la ocasión, donde llevaba serigrafiada a la espalda, todas y cada una de las pruebas disputadas en la distancia, y el dorsal que me dieron, previa petición, el número 50, para festejar tal efeméride. 

Dorsal de la carrera
Allí empecé a encontrarme con amigos de carreras, con los que he compartido más de una prueba y más de dos, y decidí inmortalizarme con ellos, con Antonio, Fernando, Francisco, y tras toda la parafernalia previa, paso por el servicio incluido, cremas en las piernas, y colocación de los elementos, comencé el calentamiento.
Ese día no me encontraba cómodo, las piernas, la presión del día, el calor, quién sabe qué, el caso es que era una sensación anómala, extraña, antes de empezar y luego se notaría, vamos que se iba a notar.
Todos al arco de salida, me coloco, bastante delante por cierto, y es que no somos muchos los que nos hemos presentado en esta carrera. De pronto, empieza la carrera, lo sé porque la gente se empieza a mover, no porque haya habido disparo alguno que lo señale. Y todos a correr. Giramos a la derecha, y empezamos por una carretera asfaltada, que empieza hacia abajo. Primer kilómetro, 3:49, quizás algo rápido, pero al ser para abajo parece lógico. El futuro ganador, Serralheiro, ya saca casi cien metros al resto de corredores, tiene prisa, vamos.
Seguimos corriendo, y noto que no voy a gusto, cómodo, las sensaciones son extrañas, pero he de seguir. Entramos ya en el camino de tierra, y allí empieza la primera subida, larga, tendida, con el sol pegando de lleno, ya que esta zona, apenas tiene arboleda. Habían dicho que era llana, entonces supongo que será la única cuesta de cierto calado que habrá en la prueba. Giro a la derecha, y nueva subida, más corta, más dura, y así va a ser todo el trayecto por Los Barruecos. Transito por lugares de bajadas, de subidas, más estas últimas, llegamos a una de las grandes charcas del lugar, se oyen los pájaros, se los ve volar de un lado para otro, es un gran sitio para ir de ruta senderista. El camino está muy bien, a pesar de todo el agua caído en las jornadas anteriores, no hay charcos, no hay barro. Sigo mi devenir subiendo y bajando, paso por el kilómetro 5, botella de agua, dos tragos y a seguir, con muy pocas sensaciones positivas, las únicas que queda menos para terminar. Paso por el kilómetro 7, mirada al reloj, 28:41, a este ritmo, y siempre y cuando aguante, bajo de 1:28. Pasamos al lado del Museo Vostell, y de ahí salimos del paraje natural para coger una nueva carretera que nos llevará al pueblo, para iniciar la segunda vuelta.

Acabando, llegando al kilómetro 20
Esta zona asfaltada es matadora, son tres kilómetros de continua subida, larga, tediosa, en solitario, subiendo, sufriendo, las piernas pesadas, sin buena sincronía, sin muchas ganas. Llegando al kilómetro diez está mi familia, animándome, pero ya dejo ver en mi cara el sufrimiento que estoy pasando, quiero que esto se acabe ya. Tras callejear un poco, la primera vuelta, en 43:50, el tiempo muy bueno, pero hasta aquí he llegado, el resto va a ser una agonía, lenta, dura.
Sigo aguantando en mi trotar, que yo noto cansino, sin brío, sin fuerza, y llego a la subida, y aquí, con el sol azotando con más fuerza, ya que nos estamos acercando al mediodía, cansado, hastiado, empiezo a andar. Si en el kilómetro 13 me echo a andar que será el resto de la carrera. Cuando llego al kilómetro 14, ya sobrepaso la hora, a tomar por saco el intentar bajar de la hora y media. Las fuerzas son escasas, las ganas son menos, es decir, todo perfecto para sufrir. Parece que no llevo piernas, que llevo plomo en las zapatillas, mover una pierna es un suplicio que precede a la siguiente zancada; la mente tampoco ayuda. Trozos que intento correr, cuando el camino se torna favorable, las menos de las veces, y otras, subiendo, que intento aguantar, aunque al final cedo, y voy perdiendo posiciones, me adelanta gente, que en otras condiciones, seguramente, no lo haría, pero así es el mundo de las carreras, unos días bien otros mal.
Me pasa una pareja de corredores, y al ver mi camiseta, preguntan si el historial que llevo atrás es verdad, les digo que sí, y me felicitan allí mismo. Al menos, ánimos para seguir, porque lo que voy es hechito polvo. Más adelante, otro chaval me pasa, y me pregunta que si la camiseta es mía, y al contestarle afirmativamente, me dice que “olé mis c...”, él me dice que es la primera; le contesto que es la mejor que se hace, y se va, me deja con mi correr sufrido. Es extraño mi correr, no soy capaz de subir una cuesta por corta que sea, pero en llano y en descenso, parece que me animo, y adelanto a corredores, los mismos que cuando el terreno se empine me dejarán atrás.
Ya salimos al asfalto, otra vez, buscando la meta, la puñetera llegada, porque vaya carrerita que llevo. Sigo, al trote, sin mucha convicción, sin mucha fuerza; incluso aquí me echo a andar, un centenar de metros, cojo una botella del suelo, que han dejado los que me precedían, toda ayuda parece poca. Un grupo que tenía al alcance, si hubiese aguantado, se escapan definitivamente.
Llego, al kilómetro 20, y ahí está otra vez mi familia, nuevos ánimos, y ya busco de donde no hay, o de lo que no encuentro esta mañana, para terminar, y avanzo. Adelanto a dos, no tiene mérito, porque los tenía que haber dejado atrás hace ya tiempo, pero bueno, es lo que hoy toca. Llego a la zona de meta, y salen mis hijos, con los que entro, agarrado de la mano, a meta, siendo testigos mis madre y mi mujer; mi padre, lo sigue desde el cielo, sin duda el momento más emocionante. Tiempo final 1:34:26, casualmente, el mismo tiempo que realicé en mi primera carrera de esta distancia, allá por el año 1999, en la Central Nuclear de Almaraz.

Camiseta para la ocasión
Llego roto, deshecho, destrozado, hacía tiempo no tenía estas sensaciones tan funestas, tan malas, no sé si ha sido la responsabilidad, el agobio que me he creado durante los días anteriores, o, simplemente, cansancio, lo que me ha llevado a esta situación. De todas formas, cincuenta medias son cincuenta medias, y eso no me las quita nadie. Nadie dijo que esto de correr era fácil, ni sencillo, y cada uno se marca unos límites. La verdad es que llevaba bastante tiempo corriendo por debajo de hora y media, y esta carrera puede haber sido una piedra en el camino, un borrón, pero, al fin y al cabo, otra más que ha caído al zurrón.
No está mal, de vez en cuando, que te surja una carrera con estas circunstancias, que te contraríen, que te fastidien, porque de éstas es de las que se aprende, para que en otros momentos no se caiga en los mismos errores que esta vez haya podido cometer. Y si no ha habido errores, se aprende a sufrir, a sacar las conclusiones necesarias para momentos por los que volveré a pasar.
Ahora, ya a relajar el final de temporada, no sé si haré alguna carrera más, más corta desde luego, y me tiraré unos días descansando, para acabar con algo de fuerza estos últimos días de mayo, y primeros de junio, antes de pararme, totalmente, dos semanas, como mínimo.
En este enlace, podéis acceder a las fotografías que realicé en esa jornada.

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